Old/New Testament
II.— REINADO DE DAVID (10—29)
Muerte de Saúl (10,1-14) (1 Sm 31,1-13)
10 Los filisteos lucharon contra Israel, y los israelitas se dieron a la fuga ante ellos y cayeron heridos de muerte en el monte Guilboa. 2 Los filisteos acosaron a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, Abinadab y Malquisúa, los hijos de Saúl. 3 El peso del combate recayó entonces sobre Saúl. Cuando los arqueros lo descubrieron, lo hirieron con sus flechas. 4 Entonces le dijo a su escudero:
— Desenvaina tu espada y atraviésame, antes de que vengan esos incircuncisos y se ensañen conmigo.
Pero el escudero se negó, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl empuñó su espada y se arrojó sobre ella. 5 Cuando el escudero vio que Saúl había muerto, también él se arrojó sobre su espada y murió. 6 Y así murieron juntos Saúl, sus tres hijos y toda su familia.
7 Cuando todos los israelitas que vivían en el valle vieron que Israel había huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, huyeron también, abandonando sus ciudades. Entonces los filisteos llegaron y las ocuparon. 8 Al día siguiente, cuando los filisteos fueron a despojar a los muertos, encontraron a Saúl y a sus tres hijos, caídos en el monte Guilboa. 9 Lo despojaron, se apoderaron de su cabeza y de sus armas y enviaron mensajeros por todo el territorio filisteo, comunicando la noticia entre el pueblo y por los templos de sus ídolos. 10 Luego pusieron las armas de Saúl en el templo de sus dioses y colgaron su cabeza en el templo de Dagón.
11 Cuando todo Jabés de Galaad se enteró de lo que los filisteos habían hecho con Saúl, 12 todos los valientes se apresuraron, recogieron los cadáveres de Saúl y de sus hijos y los llevaron a Jabés. Luego enterraron sus huesos bajo la encina de Jabés y guardaron ayuno durante siete días.
13 Saúl murió a causa de la infidelidad que cometió contra el Señor, por no atender a su palabra y por haber consultado a una hechicera, 14 en lugar de consultar al Señor. Por eso el Señor lo hizo morir y entregó el reino a David, el hijo de Jesé.
David, rey en Jerusalén (11,1—12,41)
David, rey de Israel (2 Sm 5,1-3)
11 Todo Israel se reunió con David en Hebrón y le dijeron:
— Nosotros somos de tu misma raza. 2 Ya antes, cuando Saúl aún reinaba, eras tú el que dirigías a Israel. Además, el Señor tu Dios te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”.
3 Todos los ancianos de Israel llegaron, pues, a Hebrón ante el rey, y David hizo con ellos un pacto ante el Señor en Hebrón. Luego ungieron a David como rey de Israel, conforme había anunciado el Señor por medio de Samuel.
Conquista de Jerusalén (2 Sm 5,6-10)
4 David y todo Israel marcharon hacia Jerusalén, llamada Jebús, cuyo territorio estaba habitado por los jebuseos. 5 Los habitantes de Jebús dijeron a David:
— No entrarás aquí.
Pero David conquistó la fortaleza de Sión, la llamada Ciudad de David. 6 David había dicho:
— El primero que mate a un jebuseo será ascendido a capitán general.
Joab, el hijo de Seruyá, atacó en primer lugar y fue ascendido a capitán. 7 David se instaló en la fortaleza, por lo que la llamaron Ciudad de David. 8 Luego edificó la ciudad de alrededor, desde el terraplén hasta la muralla, mientras Joab restauraba el resto de la ciudad. 9 David iba haciéndose cada día más poderoso, pues el Señor del universo estaba con él.
Los héroes de David (2 Sm 23,8-39)
10 Estos son los principales héroes de David, los que lo afianzaron en su reinado junto con todo Israel, haciéndolo reinar conforme a la palabra anunciada por el Señor a Israel. 11 Esta es la lista de los héroes de David: Jasobán, hijo de Jacmoní y jefe de los Tres, que una vez mató a ochocientos con su lanza. 12 Después Eleazar, el hijo de Dodó el ajotita, que fue uno de los tres héroes. 13 Estaba con David en Pasdamín, donde los filisteos se habían concentrado para la batalla y donde había un campo sembrado de cebada; cuando la gente huyó ante los filisteos, 14 él se plantó en medio del campo, lo defendió, derrotó a los filisteos y el Señor les consiguió una gran victoria.
15 En otra ocasión, en la época de la cosecha, tres de los Treinta bajaron a la peña y fueron a la cueva de Adulán, a ver a David, mientras un destacamento filisteo estaba acampado en el valle de Refaín. 16 David se encontraba en el refugio, al tiempo que una patrulla filistea estaba en Belén. 17 David formuló este deseo:
— ¡Quién me diera a beber agua del pozo que hay a las puertas de Belén!
18 Entonces los tres irrumpieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo que hay a las puertas de Belén y se la llevaron a David. Pero él no quiso beberla y la derramó como ofrenda al Señor, 19 diciendo:
— ¡Mi Dios me libre de beberla, pues sería como beber la sangre de los hombres que la han traído arriesgando sus vidas!
Y no quiso beberla. Eso es lo que hicieron los tres héroes.
20 Abisay, el hermano de Joab, era el jefe de los Treinta. Atacó con su lanza a trescientos hombres, los mató y adquirió fama con los Tres. 21 Recibió mayores honores que los Treinta y llegó a ser su jefe, pero no igualó a los Tres. 22 Benaías, hijo de Joyadá, era un valiente de Cabsel que realizó numerosas proezas: mató a los dos hijos de Ariel, de Moab, y en un día de nieve bajó a un aljibe a matar a un león. 23 También mató a un egipcio que medía unos dos metros y medio e iba armado con una lanza como el madero de un telar. Él lo atacó con un palo, arrebató al egipcio la lanza de las manos y lo mató con su propia lanza. 24 Esto hizo Benaías, el hijo de Joyadá, y adquirió fama con los tres héroes. 25 Pero, aunque recibió más honores que los Treinta, no llegó a igualar a los Tres. David lo puso al frente de su guardia personal.
26 Lista de guerreros valerosos: Asael, hermano de Joab; Eljanán, hijo de Dodó, de Belén; 27 Samot, el jarodita, Jeles, el paltita; 28 Irá, hijo de Iqués, de Tecoa; Abiezer, de Anatot; 29 Sibcay, el jusita; Ilay, el ajojita; 30 Maharay, de Netofá; Jéled, hijo de Baaná, también de Netofá; 31 Itay, hijo de Ribay, de Guibeá de Benjamín; Benaías, de Piratón; 32 Juray, de los arroyos de Gaás; Abiel, el arbateo; 33 Azmávet, de Bajurín; Elyajbá, el saalbonita; 34 Hasén, el guizonita; Jonatán, hijo de Sagué, el ararita; 35 Ajiab, hijo de Sacar, también ararita; Elifal, hijo de Ur; 36 Jéfer, el mequeratita; Ajías, el pelonita; 37 Jesró, de Carmel; Naaray, hijo de Ezbay; 38 Joel, hermano de Natán; Mibjar, hijo de Agrí; 39 Sélec, el amonita; Najeray, de Beerot, escudero de Joab, el hijo de Seruyá; 40 Irá, el jitrita; Garreb, también jitrita; 41 Urías, el hitita; Zabad, hijo de Ajlay; 42 Adiná, el de Sizá, el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él; 43 Janán, hijo de Maacá; Josafat, el mitnita; 44 Uzías, de Asterot; Samá y Jehiel, hijos de Jotán, de Aroer; 45 Jediael, hijo de Simrí; y su hermano Jojá, el tisita; 46 Eliel, el majavita; Jeribay y Josavías, hijos de Elnaán; Jitmá, el moabita; 47 Eliel, Obed y Jaasiel, de Sobá.
Los guerreros de David
12 Lista de los que se unieron con David en Siclag, cuando estaba proscrito de Saúl, el hijo de Quis, engrosando las filas de los guerreros que le ayudaron en sus batallas. 2 Eran arqueros, capaces de lanzar piedras o disparar flechas con ambas manos.
Benjaminitas, parientes de Saúl: 3 El jefe Ajiecer y Joás, hijos de Semaá, de Guibeá; Jeciel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, de Anatot; 4 Jismaías, el gabaonita, héroe de los Treinta y jefe de treinta; 5 Jeremías, Jajaciel, Yojanán y Jozabad, de Guederot; 6 Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías y Sefatías, de Jarif; 7 Elcaná, Jisías, Azarel, Joécer y Jasobán, corajitas; 8 Joelá y Zebadías, hijos de Jerotán, de Guedor.
9 También se retiraron con David al refugio del desierto algunos gaditas valerosos, guerreros expertos, armados de lanza y escudo, fieros como leones y ligeros como gacelas: 10 el primero era Ézer; el segundo, Abdías; el tercero, Eliab; 11 el cuarto, Mismaná; el quinto, Jeremías; 12 el sexto, Atay; el séptimo, Eliel; 13 el octavo, Yojanán; el noveno, Elzabad; 14 el décimo, Jeremías y el undécimo, Macbanay. 15 Estos gaditas eran jefes del ejército: el menor solo valía por cien y el mayor por mil. 16 Ellos fueron los que cruzaron el Jordán en el primer mes, cuando se desborda por ambas márgenes, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles oriental y occidental.
17 Llegaron también al refugio, con David, algunos de Benjamín y de Judá. 18 Cuando David salió a recibirlos, les advirtió:
— Si venís a mí como amigos y colaboradores, os acepto de todo corazón. Pero si venís para entregarme a mis enemigos, siendo yo inocente, que el Dios de nuestros antepasados sea testigo y haga justicia.
19 Entonces Amasay, invadido por el espíritu, exclamó:
¡Tuyos somos, David!
¡Estamos contigo, hijo de Jesé!
¡Paz! ¡Paz a ti y paz a tus aliados,
pues tu Dios es tu auxilio!
David los acogió y los nombró jefes de tropa.
20 Algunos de Manasés se pasaron a David, cuando iba con los filisteos a luchar contra Saúl (aunque no llegó a ayudarlos, pues los príncipes filisteos, tras deliberar, decidieron expulsarlo, pensando: “Se pasará a su señor Saúl con riesgo de nuestras propias cabezas”). 21 Y cuando volvía a Siclag se pasaron a él de Manasés: Adnaj, Jozabad, Jediael, Miguel, Jozabad, Elihú y Siltay, jefes de millar en la tribu de Manasés. 22 Ellos ayudaron a David en sus incursiones, pues todos eran guerreros valerosos y se convirtieron en capitanes del ejército. 23 Y día tras día llegaban a David nuevos refuerzos, hasta formar un gran ejército, un ejército inmenso.
Censo del ejército
24 Número de soldados útiles para la guerra que se reunieron con David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme al mandato del Señor: 25 Seis mil ochocientos de Judá, útiles para la guerra, armados de escudo y lanza. 26 Siete mil cien de Simeón, guerreros valerosos para la guerra. 27 Cuatro mil seiscientos de Leví, 28 más tres mil setecientos al mando del príncipe aaronita Joyadá 29 y veintidós jefes de la familia de Sadoc, joven y valeroso guerrero. 30 Tres mil benjaminitas, parientes de Saúl, la mayoría de los cuales hasta entonces se habían mantenido fieles a la dinastía de Saúl. 31 Veinte mil ochocientos de Efraín, guerreros valientes y famosos en sus clanes. 32 Dieciocho mil de media tribu de Manasés, elegidos personalmente para ir a entronizar a David. 33 Doscientos jefes de Isacar al frente de todos sus hermanos. Eran expertos conocedores de los momentos y estrategias de actuación de Israel. 34 Cincuenta mil de Zabulón, que salían de campaña equipados con toda clase de armamento, prestos a la lucha y a ayudar a David con total lealtad. 35 Mil jefes de Neftalí con treinta y siete mil soldados armados de escudo y lanza. 36 Veintiocho mil seiscientos de Dan, prestos a la lucha. 37 Cuatro mil de Aser, que salían de campaña prestos a la lucha. 38 Y de Transjordania ciento veinte mil de Rubén, Gad y la otra mitad de Manasés, equipados con toda clase de armamento.
39 Todos estos soldados, formados en orden de batalla, llegaron a Hebrón plenamente decididos a entronizar a David como rey de todo Israel. Los demás israelitas estaban también unánimemente de acuerdo en entronizar a David. 40 Y estuvieron allí tres días con David, comiendo y bebiendo lo que sus compatriotas les habían preparado. 41 Además, sus vecinos hasta Isacar, Zabulón y Neftalí habían llevado en asnos, camellos, mulos y bueyes abundantes provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino y aceite, vacas y ovejas, pues Israel estaba de fiesta.
45 En los libros proféticos está escrito: Todos serán adoctrinados por Dios. Todo el que escucha al Padre y recibe su enseñanza, cree en mí. 46 Esto no significa que alguien haya visto al Padre. Solamente aquel que ha venido de Dios, ha visto al Padre. 47 Os aseguro que quien cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros antepasados comieron el maná en el desierto y, sin embargo, murieron. 50 Este, en cambio, es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo voy a dar es mi carne, entregada para que el mundo tenga vida.
52 Esto suscitó una fuerte discusión entre los judíos, que se preguntaban:
— ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo:
— Os aseguro que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 El Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo gracias a él; así también, el que me coma vivirá gracias a mí. 58 Este es el pan que ha bajado del cielo, y que no es como el que comieron los antepasados y murieron; el que come de este pan vivirá para siempre.
59 Todo esto lo enseñó Jesús en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabras de vida eterna
60 Al oír esto, muchos de los que seguían a Jesús dijeron:
— Esta enseñanza es inadmisible. ¿Quién puede aceptarla?
61 Jesús se dio cuenta de que muchos de sus seguidores criticaban su enseñanza, y les dijo:
— ¿Se os hace duro aceptar esto? 62 Pues ¿qué ocurriría si vieseis al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? 63 Es el espíritu el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. 64 Pero algunos de vosotros no creen.
Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a traicionar.
65 Y añadió:
— Por eso os he dicho que nadie puede creer en mí si no se lo concede mi Padre.
66 Desde entonces, muchos discípulos suyos se volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Jesús preguntó a los Doce:
— ¿También vosotros queréis dejarme?
68 Simón Pedro le respondió:
— Señor, ¿a quién iríamos? Sólo tus palabras dan vida eterna. 69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
70 Jesús replicó:
— ¿No os elegí yo a los Doce? Sin embargo, uno de vosotros es un diablo.
71 Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote. Porque Judas, que era uno de los Doce, lo iba a traicionar.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España