Old/New Testament
Los dos reinos hasta Elías (14—16)
Jeroboán I de Israel (931-910)
14 En aquellos días cayó enfermo Abías, el hijo de Jeroboán, 2 y este dijo a su mujer:
— Anda, disfrázate, para que nadie sepa que eres mi mujer, y vete a Siló, donde vive el profeta Ajías, el que me anunció que sería rey de este pueblo. 3 Llévale diez panes, unas tortas y un tarro de miel, y preséntate a él, pues él te dirá lo que le sucederá al niño.
4 La mujer de Jeroboán lo hizo así; se preparó, marchó a Siló y llegó a la casa de Ajías. Aunque Ajías no podía ver, pues estaba casi ciego a causa de la vejez, 5 el Señor le había advertido:
— Va a venir la mujer de Jeroboán a consultarte sobre su hijo, que está enfermo. Ella vendrá disfrazada y tú le dirás esto y esto.
6 Cuando Ajías escuchó el ruido de sus pasos al entrar por la puerta, dijo:
— Pasa, mujer de Jeroboán. ¿Por qué te haces pasar por otra? Tengo que darte malas noticias. 7 Ve y di a Jeroboán: “Esto dice el Señor: Yo te saqué de en medio del pueblo y te convertí en jefe de mi pueblo Israel. 8 Yo le quité el reino a la dinastía de David para dártelo a ti. Pero tú no te has parecido a mi siervo David, que guardó mis mandamientos y me siguió de corazón actuando correctamente ante mí. 9 Al contrario, te has portado peor que todos tus antecesores, pues has llegado a fabricarte dioses distintos e ídolos para ofenderme, mientras a mí me volvías la espalda. 10 Por eso, yo voy a traer la desgracia a la familia de Jeroboán: exterminaré a todos sus varones, esclavos o libres, y barreré su descendencia por completo, como se barre la basura. 11 Al que de los suyos muera en la ciudad lo devorarán los perros; al que muera en el campo lo devorarán las aves del cielo. ¡Lo ha dicho el Señor! 12 En cuanto a ti, prepárate a volver a casa, pues cuando entres en la ciudad, el niño morirá. 13 Todo Israel lo llorará y lo enterrará. Será el único de la familia de Jeroboán que descansará en una sepultura, pues sólo en él, entre toda su familia, ha encontrado algo bueno el Señor, Dios de Israel. 14 El Señor se elegirá un rey en Israel que acabará ese día con la dinastía de Jeroboán. 15 El Señor golpeará a Israel como un carrizo sacudido por el agua; arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus antepasados y lo dispersará al otro lado del Éufrates, porque se fabricaron columnas sagradas, ofendiendo con ello al Señor. 16 El Señor castigará a Israel por los pecados que Jeroboán ha cometido y los que ha hecho cometer a Israel”.
17 La mujer de Jeroboán emprendió el regreso, llegó a Tirsá y, al cruzar el umbral de su casa, el niño murió. 18 Lo enterraron y todo Israel hizo duelo por él, como el Señor había anunciado por medio de su siervo, el profeta Ajías.
19 El resto de la historia de Jeroboán, sus batallas y su reinado, están escritos en el libro de los Anales de los Reyes de Israel. 20 Jeroboán reinó veintidós años. Cuando murió, su hijo Nadab le sucedió como rey.
Roboán de Judá (931-914) (2 Cr 12,2.9-16)
21 Roboán, hijo de Salomón, tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar sobre Judá. Reinó durante diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de Israel como residencia de su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita.
22 Judá ofendió al Señor provocando su ira más que sus antepasados con los pecados que cometieron. 23 También ellos se construyeron santuarios en los montes, columnas y postes sagrados sobre todas las colinas prominentes y debajo de todos los árboles frondosos. 24 Incluso se permitió la prostitución sagrada en el país e imitaron todas las infamias de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas.
25 El quinto año del reinado de Roboán, Sisac el rey de Egipto atacó Jerusalén. 26 Saqueó los tesoros del Templo y los del palacio real y se lo llevó todo. También se llevó todos los escudos de oro que Salomón había mandado hacer. 27 El rey Roboán los sustituyó con escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la escolta que custodiaban la entrada del palacio real. 28 Cada vez que el rey entraba al Templo del Señor, la escolta los llevaba y luego los devolvía a la sala de guardia.
29 El resto de la historia de Roboán y todo lo que hizo está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 30 Roboán y Jeroboán estuvieron siempre en guerra. 31 Cuando murió Roboán, fue enterrado con sus antepasados en la ciudad de David. Su hijo Abías le sucedió como rey.
Abías de Judá (914-911) (2 Cr 13,1-2.22-23)
15 Abías comenzó a reinar en Judá en el año décimo octavo del reinado de Jeroboán, hijo de Nabat. 2 Reinó en Jerusalén durante tres años. Su madre se llamaba Maacá y era hija de Absalón. 3 Cometió los mismos pecados que había cometido su padre, antes que él, y no fue enteramente fiel al Señor, su Dios, como lo había sido su antepasado David. 4 En consideración a David, el Señor, su Dios, le mantuvo una lámpara encendida en Jerusalén, concediéndole un sucesor y manteniendo a Jerusalén. 5 Pues David había actuado correctamente ante el Señor, sin desviarse de sus preceptos en toda su vida, salvo en el asunto de Urías, el hitita. 6 Roboán y Jeroboán estuvieron siempre en guerra. 7 El resto de la historia de Abías y todo cuanto hizo está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá; entre Abías y Jeroboán hubo una permanente hostilidad. 8 Cuando murió Abías, fue enterrado en la ciudad de David y su hijo Asá le sucedió como rey.
Asá de Judá (911-870) (2 Cr 14,1; 15,16-18; 16,1-6.11.14)
9 El rey Asá comenzó a reinar en Judá en el año vigésimo del reinado de Jeroboán de Israel. 10 Reinó en Jerusalén durante cuarenta y un años. Su abuela se llamaba Maacá y era hija de Absalón. 11 Asá agradó al Señor con su conducta, como su antepasado David. 12 Abolió la prostitución sagrada en el país y retiró todos los ídolos fabricados por sus antepasados. 13 Incluso destituyó de su título real a su abuela Maacá por haber dedicado una imagen abominable a Astarté; Asá destruyó la imagen y la quemó en el torrente Cedrón. 14 No desaparecieron los santuarios locales de los montes, pero Asá fue totalmente fiel al Señor durante toda su vida. 15 Llevó al Templo del Señor las ofrendas de su padre y las suyas propias: oro, plata y otros objetos.
16 Asá y Basá, el rey de Israel, estuvieron permanentemente en guerra. 17 Basá, el rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá, para cortar las comunicaciones a Asá, el rey de Judá. 18 Asá cogió todo el oro y la plata que quedaban en los tesoros del Templo del Señor y del palacio real y se los envió por medio de sus servidores a Benadad, hijo de Tabrimón y nieto de Jezyón, rey de Aram, que residía en Damasco, con este mensaje:
19 — Hagamos un pacto tú y yo, como lo hicieron nuestros padres. Te envío plata y oro como regalo. Rompe tu pacto con Basá, para que deje de atacarme.
20 Benadad aceptó la propuesta del rey Asá y envió a los jefes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel, que atacaron Iyón, Dan, Abel Bet Maacá y todo la región de Kinéret hasta el territorio de Neftalí. 21 Cuando se enteró Basá, dejó de fortificar Ramá y regresó a Tirsá. 22 Entonces el rey Asá convocó a todo Judá, sin excepción, se llevaron de Ramá las piedras y la madera que Basá había empleado para fortificarla y con ellas fortificó Guibeá de Benjamín y Mispá.
23 El resto de la historia de Asá, todas sus hazañas y gestas y las ciudades que fortificó, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. En su vejez, Asá enfermó de gota. 24 Cuando Asá murió, fue enterrado con sus antepasados en la ciudad de David, y su hijo Josafat le sucedió como rey.
Nadab de Israel (910-909)
25 Nadab, hijo de Jeroboán, empezó a reinar en Israel en el segundo año del reinado de Asá en Judá y reinó sobre Israel durante dos años. 26 Nadab ofendió al Señor, siguió los pasos de su padre e imitó los pecados que este hizo cometer a Israel.
27 Basá, hijo de Ajías, de la tribu de Isacar, se sublevó contra él y lo mató en Guibetón, ciudad filistea que Nadab estaba sitiando con todos los israelitas. 28 Basá lo mató en el año tercero del reinado de Asá de Judá y lo suplantó como rey. 29 Cuando subió al trono mató a toda la familia de Jeroboán, hasta exterminarla completamente, tal y como el Señor había anunciado por medio de su siervo Ajías, el de Siló, 30 a causa de los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a Israel, provocando con ellos la ira del Señor, Dios de Israel.
31 El resto de la historia de Nadab y todo lo que hizo está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Israel. 32 Asá y Basá, rey de Israel, estuvieron permanentemente en guerra.
Basá de Israel (909-885)
33 Basá, hijo de Ajías, comenzó a reinar sobre Israel en Tirsá el tercer año del reinado de Asá en Judá y reinó durante veinticuatro años. 34 Basá ofendió al Señor, siguió los pasos de Jeroboán e imitó los pecados que hizo este cometer a Israel.
Jesús predice la negación de Pedro (Mt 26,31-35; Mc 14,27-31; Jn 13,36-38)
31 Y el Señor dijo:
— Simón, Simón, Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo en la criba; 32 pero yo he pedido por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando recuperes la confianza, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.
33 Pedro le dijo:
— ¡Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel e incluso a la muerte!
34 Jesús le contestó:
— Pedro, te digo que no cantará hoy el gallo sin que hayas negado tres veces que me conoces.
La hora decisiva
35 Les dijo también Jesús:
— Cuando os envié sin bolsa, sin zurrón y sin sandalias, ¿os faltó acaso algo?
Ellos contestaron:
— Nada.
36 Y continuó diciéndoles:
— Pues ahora, en cambio, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, y que haga lo mismo el que tenga un zurrón; y el que no tenga espada, que venda su manto y la compre. 37 Porque os digo que tiene que cumplirse en mí lo que dicen las Escrituras: Lo incluyeron entre los criminales. Todo lo que se ha escrito de mí, tiene que cumplirse.
38 Ellos dijeron:
— ¡Señor, aquí tenemos dos espadas!
Él les contestó:
— ¡Es bastante!
Jesús ora en Getsemaní (Mt 26,36-46; Mc 14,32-42)
39 Después de esto, Jesús salió y, según tenía por costumbre, se dirigió al monte de los Olivos en compañía de sus discípulos. 40 Cuando llegaron, les dijo:
— Orad para que podáis resistir la prueba.
41 Luego se alejó de ellos como un tiro de piedra, se puso de rodillas y oró:
42 — Padre, si quieres, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
43 [Entonces se le apareció un ángel del cielo para darle fuerzas. 44 Jesús, lleno de angustia, oraba intensamente. Y le caía el sudor al suelo en forma de grandes gotas de sangre].
45 Después de orar, se levantó y se acercó a sus discípulos. Los encontró dormidos, vencidos por la tristeza, 46 y les preguntó:
— ¿Cómo es que dormís? Levantaos y orad para que podáis resistir la prueba.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España