Old/New Testament
Sansón (13—16)
Anuncio del nacimiento de Sansón
13 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagrada al Señor y el Señor los dejó a merced de los filisteos durante cuarenta años.
2 Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. 3 El ángel del Señor se apareció a esta mujer y le dijo:
— Mira, eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y darás a luz un hijo. 4 En adelante guárdate de beber vino o bebidas fermentadas y no comas nada impuro. 5 Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño será un consagrado a Dios desde el vientre de su madre. Él librará a Israel del dominio filisteo.
6 La mujer fue a decírselo a su marido:
— Un hombre de Dios ha venido a verme; su aspecto era sobrecogedor, como el de un ángel de Dios. No le he preguntado de dónde venía ni él me ha manifestado su nombre. 7 Pero me ha dicho: “Vas a concebir y a dar a luz un hijo. En adelante no bebas vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro, porque el niño será un consagrado a Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte”.
8 Manóaj invocó al Señor de esta manera:
— Te ruego, Señor, que el hombre de Dios que has enviado venga otra vez a vernos y nos instruya sobre lo que tenemos que hacer con el niño cuando nazca.
9 Dios escuchó a Manóaj y el ángel de Dios se le presentó otra vez a la mujer cuando estaba ella sentada en el campo. Su marido Manóaj no estaba con ella. 10 La mujer corrió en seguida a informar a su marido:
— Mira, aquel hombre que vino a verme el otro día, se me ha aparecido.
11 Manóaj se levantó y, siguiendo a su mujer, llegó donde estaba el hombre y le dijo:
— ¿Eres tú el que ha hablado con esta mujer?
Él respondió:
— Yo soy.
12 Le dijo Manóaj:
— Cuando tu palabra se cumpla, ¿cuál deberá ser el estilo de vida y la conducta del niño?
13 El ángel del Señor respondió a Manóaj:
— Deberá abstenerse de todo lo que indiqué a esta mujer. 14 No probará nada de lo que procede de la vid, no beberá vino ni bebida fermentada, ni comerá nada impuro; así observará todo lo que le he mandado.
15 Manóaj dijo entonces al ángel del Señor:
— Por favor, permanece un poco más con nosotros y te prepararemos un cabrito.
16 Porque Manóaj no sabía que era el ángel del Señor. Pero el ángel del Señor dijo a Manóaj:
— Aunque me obligues a quedarme, no probaré tu comida. Pero, si quieres, prepara un holocausto y ofréceselo al Señor.
17 Manóaj preguntó entonces al ángel del Señor:
— ¿Cómo te llamas, para que, cuando se cumpla tu palabra, te lo podamos agradecer?
18 El ángel del Señor le respondió:
— ¿Por qué me preguntas el nombre? Es misterioso.
19 Manóaj tomó el cabrito y la ofrenda y se lo ofreció sobre la roca en holocausto al Señor, el que actúa misteriosamente, mientras Manóaj y su mujer lo contemplaban. 20 Cuando la llama se elevó desde el altar hacia el cielo, el ángel del Señor subió en la llama. Manóaj y su mujer, que lo estaban contemplando, cayeron rostro en tierra. 21 Al desaparecer el ángel del Señor de la vista de Manóaj y de su mujer, Manóaj comprendió que era el ángel del Señor. 22 Y dijo Manóaj a su mujer:
— Seguro que vamos a morir, porque hemos visto a Dios.
23 Su mujer le respondió:
— Si el Señor hubiera querido matarnos, no habría aceptado de nuestra mano el holocausto ni la ofrenda, ni nos habría revelado todas estas cosas, ni nos habría hecho oír cosa semejante.
24 La mujer dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. 25 Y el espíritu del Señor comenzó a actuar por medio de él en el Campamento de Dan, entre Sorá y Estaol.
El matrimonio de Sansón
14 Sansón bajó a Timná y vio allí a una mujer filistea. 2 Regresó a Sorá y dijo a su padre y a su madre:
— He visto en Timná una mujer filistea: conseguídmela por esposa.
3 Su padre y su madre le replicaron:
— ¿Es que no hay ninguna mujer en tu tribu o en todo nuestro pueblo, para que tengas que elegir esposa entre esos filisteos incircuncisos?
Sansón respondió a su padre:
— Consígueme esa, porque esa es la que me gusta.
4 Ni su padre ni su madre sabían que esto venía del Señor, que buscaba un pretexto contra los filisteos, pues por aquel tiempo los filisteos tiranizaban a Israel.
5 Sansón bajó a Timná y, al llegar a las viñas de Timná, un cachorro de león le salió al paso rugiendo. 6 El espíritu del Señor invadió a Sansón y, sin nada en la mano, desgarró al león como se desgarra un cabrito; pero no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. 7 Luego bajó a Timná, habló con la mujer y quedó prendado de ella.
8 Pasado algún tiempo, volvió Sansón para concertar con ella el compromiso matrimonial. Al regresar dio un rodeo para ver el cadáver del león y resultó que en el esqueleto del león había un enjambre de abejas con un panal de miel. 9 Tomó el panal en las manos y, mientras caminaba, se lo iba comiendo. Cuando llegó a casa de su padre y su madre, les dio miel y comieron; pero no les dijo que la había encontrado en el esqueleto del león.
10 Bajaron Sansón y su padre adonde residía la mujer y dieron una fiesta como es costumbre entre los jóvenes. 11 Los filisteos, por su parte, eligieron treinta mozos para acompañarlo.
La adivinanza de Sansón
12 Sansón les dijo:
— Os voy a proponer una adivinanza. Si me la resolvéis correctamente dentro de los siete días de la fiesta, os daré treinta túnicas y treinta mudas. 13 Pero si no lográis resolverla, vosotros me daréis a mí treinta túnicas y treinta mudas.
Ellos le dijeron:
— Propón tu adivinanza, que te escuchamos.
14 Sansón les dijo:
“Del que come salió comida,
y del fuerte salió dulzura”.
Pasaron tres días y no consiguieron resolver la adivinanza. 15 Al cuarto día dijeron a la mujer de Sansón:
— Consigue que tu marido nos descifre la adivinanza. De otro modo, tú y tu familia seréis pasto de las llamas. ¿O es que nos habéis invitado para robarnos?
16 La mujer de Sansón se puso a lloriquearle, y le decía:
— Tú me odias, no me amas. Has propuesto una adivinanza a mi gente y no me la quieres descifrar.
Sansón le respondió:
— No se la he descifrado a mi padre ni a mi madre ¿y te la voy a descifrar a ti?
17 Ella estuvo lloriqueándole los siete días que duró la fiesta. Hasta que al séptimo día se la descifró, porque lo tenía aburrido. Acto seguido, ella comunicó a su gente la solución del enigma. 18 Así que el séptimo día, antes de que Sansón entrara en la alcoba, la gente de la ciudad dijo a Sansón:
— ¿Qué hay más dulce que la miel,
y qué más fuerte que el león?
Sansón les replicó:
— Si no hubierais arado con mi novilla, no habríais descifrado mi adivinanza.
19 Entonces el espíritu del Señor invadió a Sansón que bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres; recogió sus despojos y entregó las mudas a los acertantes de la adivinanza. Luego, enfurecido, subió a casa de su padre. 20 En cuanto a la mujer de Sansón, la dieron por esposa a uno de sus amigos más cercanos.
Sansón quema las mieses de los filisteos
15 Algún tiempo después, en los días de la siega del trigo, fue Sansón a visitar a su esposa llevándole un cabrito. Y dijo:
— Quiero acostarme con mi esposa en la alcoba.
Pero el padre de ella no lo dejó entrar. 2 Y le explicó:
— Yo me dije: “La ha aborrecido”, y se la di a tu compañero. ¿No es más hermosa su hermana pequeña? Que sea tuya en lugar de la otra.
3 Sansón le replicó:
— En adelante no me hago responsable del daño que haga a los filisteos.
4 Se fue Sansón, cazó trescientas zorras y ató los animales cola con cola poniendo una tea entre las dos colas; 5 luego prendió fuego a las teas y soltó las zorras por las mieses de los filisteos. Las gavillas ya atadas y el trigo todavía por segar fueron pasto del fuego; incluso se quemaron las viñas y los olivares. 6 Los filisteos preguntaron:
— ¿Quién ha hecho esto?
Les respondieron:
— Sansón, el yerno del timnita, porque este le ha quitado su esposa y se la ha dado a su amigo.
Entonces los filisteos quemaron a aquella mujer y a toda su familia. 7 Sansón les dijo:
— ¿Con que así os portáis? Pues no he de parar hasta vengarme de vosotros.
8 Y les fue asestando golpe tras golpe hasta causarles un gran estrago. Después bajó a la cueva de la peña de Etán y se quedó allí.
La quijada de asno
9 Los filisteos acamparon en territorio de Judá e hicieron una incursión por los alrededores de Lejí. 10 Les dijeron los hombres de Judá:
— ¿Por qué habéis subido a luchar contra nosotros?
Respondieron:
— Hemos venido para capturar a Sansón y devolverle con creces lo que nos ha hecho.
11 Tres mil hombres de Judá bajaron a la gruta de la peña de Etán y dijeron a Sansón:
— ¿No sabes que somos vasallos de los filisteos? ¡Vaya faena que nos has hecho!
Sansón les respondió:
— Yo los he tratado como ellos me han tratado a mí.
12 Ellos le dijeron:
— Hemos bajado para amarrarte y entregarte a los filisteos.
Sansón les dijo:
— Juradme que no me vais a matar vosotros mismos.
13 Le respondieron:
— No; sólo queremos amarrarte y entregarte a ellos; pero nosotros no te mataremos.
Lo amarraron, pues, con dos cordeles nuevos y lo sacaron de la cueva. 14 Cuando llegó a Lejí, los filisteos salieron a su encuentro con gritos de triunfo. Pero entonces, el espíritu del Señor invadió a Sansón, los cordeles que sujetaban sus brazos no ofrecieron mayor resistencia que la de hilos quemados por el fuego y las ligaduras se deshicieron en sus manos. 15 Agarró una quijada de asno todavía fresca que vio a mano, mató con ella a mil hombres 16 y dijo: “Con quijada de jumento bien que los amontoné; con quijada de jumento, mil hombres maté”.
17 Cuando terminó de hablar, se deshizo de la quijada; por eso se llama aquel lugar Ramat Lejí (“Alto de la Quijada”). 18 Entonces sintió una sed terrible y gritó al Señor diciendo:
— Tú has logrado esta gran victoria valiéndote de mí, ¿voy ahora a caer muerto de sed en manos de esos incircuncisos?
19 Entonces Dios hizo surgir un manantial en Lejí del que Sansón bebió, recobrando fuerzas y reanimándose. Por eso, a la fuente que existe todavía hoy en Lejí, se le dio el nombre de En Hacoré (“fuente del Grito”). 20 Sansón fue juez en Israel en la época de los filisteos por espacio de veinte años.
Sobre el amor a los enemigos (Mt 5,38-48)
27 Pero a vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos y portaos bien con los que os odian. 28 Bendecid a los que os maldicen y orad por los que os injurian. 29 Si alguno te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguno quiere quitarte el manto, dale hasta la túnica. 30 A quien te pida, dale, y a quien te quite algo tuyo, no se lo reclames. 31 Portaos con los demás como queréis que los demás se porten con vosotros. 32 Porque si solamente amáis a los que os aman, ¿cuál es vuestro mérito? ¡También los malos se comportan así! 33 Y si solamente os portáis bien con quienes se portan bien con vosotros, ¿cuál es vuestro mérito? ¡Eso también lo hacen los malos! 34 Y si solamente prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir algo a cambio, ¿cuál es vuestro mérito? ¡También los malos prestan a los malos con la esperanza de recibir de ellos otro tanto! 35 Vosotros, por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio. De este modo tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Dios Altísimo, que es bondadoso incluso con los desagradecidos y los malos. 36 Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo.
No juzgar a la ligera (Mt 7,1-5)
37 No juzguéis a nadie, y tampoco Dios os juzgará. No condenéis a nadie, y tampoco Dios os condenará. Perdonad, y Dios os perdonará. 38 Dad, y Dios os dará: él llenará hasta los bordes y hará que rebose vuestra bolsa. Os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás.
39 Jesús siguió hablando por medio de ejemplos:
— ¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? 40 Ningún discípulo es más que su maestro, aunque un discípulo bien preparado podría igualar a su maestro. 41 ¿Por qué miras la brizna que tiene tu hermano en su ojo y no te fijas en el tronco que tú mismo tienes en el tuyo? 42 ¿Cómo podrás decirle a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la brizna que tienes en el ojo”, cuando no ves el tronco que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero el tronco de tu ojo, y entonces podrás ver con claridad para sacar la brizna del ojo de tu hermano!
El árbol y sus frutos (Mt 7,16-18; 12,33-35)
43 Ningún árbol sano da mal fruto, como tampoco el árbol enfermo da buen fruto. 44 Por el fruto se conoce el árbol. No pueden recogerse higos de los espinos, ni pueden vendimiarse uvas de las zarzas. 45 Del que es bueno, como su corazón es rico en bondad, brota el bien; y del que es malo, como es rico en maldad, brota el mal. Porque su boca habla de lo que rebosa el corazón.
Parábola de los dos cimientos (Mt 7,21.24-27)
46 ¿Por qué me invocáis “Señor, Señor” y no hacéis lo que os digo? 47 Todo aquel que viene a mí, que oye mis palabras y actúa en consecuencia, 48 puede compararse a un hombre que para construir una casa cavó primero profundamente y puso los cimientos sobre la roca viva. Cuando luego se desbordó el río y se produjo una inundación, aquella casa resistió el embate de las aguas, porque estaba bien construida. 49 En cambio, todo aquel que me oye, pero no actúa en consecuencia, puede compararse a un hombre que construyó una casa sin cimientos, sobre el puro suelo. Cuando el río se precipitó sobre ella, se vino abajo al instante y fue grande su ruina.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España