Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 100 (99)
Acudan con gozo a su presencia
100 Salmo de acción de gracias.
Aclama al Señor, tierra entera,
2 sirvan al Señor con alegría,
acudan con gozo a su presencia.
3 Sepan que el Señor es Dios:
él nos ha hecho y a él pertenecemos;
somos su pueblo, el rebaño que apacienta.
4 Crucen sus puertas dando gracias,
sus atrios con alabanzas;
denle gracias y bendigan su nombre,
5 porque el Señor es bueno,
su bondad perdura por siempre,
su fidelidad por generaciones.
SEGUNDA PARTE (40—55)
La buena noticia de la liberación
40 Consuelen, consuelen a mi pueblo,
dice su Dios.
2 Hablen al corazón de Jerusalén,
anúncienle a gritos
que se acabó su servidumbre,
que su culpa ha sido perdonada;
que ha recibido de mano del Señor
doble castigo por sus extravíos.
3 Una voz anuncia a gritos:
“Preparen en el desierto
un camino al Señor,
allanen en la estepa
una senda a nuestro Dios.
4 Las vaguadas serán levantadas,
montañas y colinas allanadas.
Lo tortuoso será enderezado,
lo escabroso será aplanado.
5 Aparecerá la gloria del Señor,
y todo ser vivo podrá ver
que ha hablado la boca del Señor”.
6 Dice una voz: “¡Grita!”.
Respondo: “¿Qué he de gritar?”.
“Que todo ser vivo es hierba,
su hermosura flor de campo.
7 Se seca la hierba, se amustia la flor,
cuando sopla sobre ellas el aliento del Señor.
8 Se seca la hierba, se amustia la flor,
permanece inmutable la palabra de nuestro Dios”.
9 Súbete a un monte encumbrado,
tú que traes buenas nuevas a Sión.
Alza luego con fuerza tu voz,
tú que traes buenas nuevas a Jerusalén.
Alza tu voz sin miedo,
di a las ciudades de Judá:
“Aquí tienen a su Dios.
10 Aquí llega con fuerza el Señor Dios;
su brazo le proporciona poder.
Aquí llega acompañado de su salario,
su recompensa le abre camino.
11 Conduce a su rebaño como un pastor,
lo va reuniendo con su brazo;
lleva en su regazo a los corderos,
va guiando a las que crían”.
El río de agua viva
22 El ángel me enseñó también un río de agua viva, transparente como el cristal, que manaba del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la plaza de la ciudad, a una y otra orilla del río, crecía un árbol de vida que daba doce cosechas, a cosecha por mes, y sus hojas servían de medicina a las naciones. 3 Allí no habrá ya nada maldito. Será la ciudad del trono de Dios y del Cordero, donde sus servidores le rendirán culto, 4 contemplarán su rostro y llevarán su nombre grabado en la frente. 5 Una ciudad sin noches y sin necesidad de antorchas ni de sol, porque el Señor Dios será la luz que alumbre a sus habitantes, los cuales reinarán por siempre.
Epílogo (22,6-21)
Estoy a punto de llegar
6 El ángel me dijo:
— Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. El Señor, el Dios que inspiró a los profetas, ha enviado a su ángel para que comunique a sus servidores lo que va a suceder de un momento a otro. 7 Mira que estoy a punto de llegar. ¡Dichoso quien preste atención al mensaje profético de este libro!
8 Yo, Juan, vi y oí todo esto. Y cuando terminé de oírlo y de verlo, me postré a los pies del ángel que me lo enseñaba, con intención de adorarlo. 9 Pero él me dijo:
— ¿Qué haces? Yo soy un simple servidor como tú y tus hermanos los profetas, como todos los que prestan atención al mensaje de este libro. A Dios debes adorar.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España