Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
El agua del peñasco (Nm 20,1-13)
17 Toda la comunidad de Israel partió del desierto de Sin y siguió avanzando por jornadas, de acuerdo con las órdenes del Señor, hasta llegar a Refidín, donde acamparon. El pueblo no tenía allí agua para beber, 2 y se enfrentó a Moisés, diciéndole:
— ¡Danos agua para beber!
Respondió Moisés:
— ¿Por qué se enfrentan a mí y ponen a prueba al Señor?
3 Pero el pueblo, sediento, siguió murmurando contra Moisés:
— ¿Para esto nos has sacado de Egipto, para que muramos de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?
4 Moisés suplicó entonces al Señor:
— ¿Qué puedo hacer con esta gente? ¡Están a punto de apedrearme!
5 Y el Señor le respondió:
— Ponte al frente del pueblo acompañado de algunos ancianos de Israel, empuña la vara con la que golpeaste el Nilo y ponte en marcha. 6 Yo estaré contigo allí, junto a la peña de Horeb; golpearás la peña y de ella manará agua para que el pueblo beba.
Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel. 7 Y llamó a aquel lugar Masá (es decir, prueba) y Meribá (es decir, querella), porque los israelitas pusieron a prueba al Señor y se querellaron contra él, diciendo:
— ¿Está o no está el Señor con nosotros?
Salmo 78 (77)
Contaremos las proezas del Señor
78 Salmo de Asaf.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
atiendan a las palabras de mi boca.
2 Con sentencias sabias hablaré,
proclamaré enigmas de antaño.
3 Lo que nosotros oímos y sabemos,
lo que nuestros padres nos contaron,
4 no lo ocultaremos a sus hijos;
a la nueva generación le contaremos
las proezas del Señor y su poder,
las maravillas que él hizo.
12 Ante sus padres hizo prodigios
en el país de Egipto, en los campos de Soán.
13 Abrió el mar y los hizo pasar,
como un dique detuvo las aguas;
14 con una nube los guiaba de día,
con luz de fuego durante la noche;
15 en el desierto hendió las rocas,
calmó su sed en caudalosos manantiales;
16 hizo brotar arroyos de las peñas
y como ríos descendieron las aguas.
Siguiendo el ejemplo de Cristo
2 Si alguna fuerza tiene una exhortación hecha en nombre de Cristo, si de algo sirve un consejo nacido del amor, si nos une el mismo Espíritu, si alienta en ustedes un corazón entrañable y compasivo, 2 llénenme de alegría teniendo el mismo pensar, alimentando el mismo amor, viviendo en armonía, compartiendo los mismos sentimientos. 3 No hagan nada por egoísmo o vanagloria; al contrario, sean humildes y consideren que los demás son mejores que ustedes. 4 Que cada uno busque no su propio provecho, sino el de los otros. 5 Compórtense como lo hizo Cristo Jesús,
6 el cual, siendo de condición divina
no quiso hacer de ello ostentación,
7 sino que se despojó de su grandeza,
asumió la condición de siervo
y se hizo semejante a los humanos.
Y asumida la condición humana,
8 se rebajó a sí mismo
hasta morir por obediencia,
y morir en una cruz.
9 Por eso, Dios lo exaltó sobremanera
y le otorgó el más excelso de los nombres,
10 para que todos los seres,
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
caigan de rodillas ante el nombre de Jesús,
11 y todos proclamen que Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
Lumbreras en medio del mundo
12 Y puesto que siempre me han obedecido, queridos míos, ahora que estoy ausente, afánense con santo temor en lograr la propia salvación, con más empeño aún que si yo estuviese presente. 13 Es Dios mismo quien realiza en ustedes el querer y el hacer, más allá de la buena disposición que tengan.
La autoridad de Jesús (Mc 11,27-33; Lc 20,1-8)
23 Jesús entró en el Templo y mientras enseñaba se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron:
— ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado para ello?
24 Jesús les contestó:
— Yo también voy a preguntarles una cosa. Si me responden, les diré con qué derecho hago todo esto. 25 ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: del cielo o de los hombres?
Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si contestamos que lo recibió de Dios, él nos dirá: ‘¿Por qué, pues, no le creyeron?’ 26 Y si decimos que lo recibió de los hombres, corremos el peligro de la reacción del pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta”. 27 Así que respondieron a Jesús:
— No lo sabemos.
A lo que él replicó:
— Pues tampoco yo les diré con qué derecho hago todo esto.
Parábola de los dos hijos
28 — ¿Qué les parece? Una vez, un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: “Hijo, hoy tienes que ir a trabajar a la viña”. 29 El hijo contestó: “No quiero ir”. Pero más tarde cambió de idea y fue. 30 Lo mismo le dijo el padre al otro hijo, que le contestó: “Sí, padre, iré”. Pero no fue. 31 Díganme, ¿cuál de los dos cumplió el mandato de su padre?
Ellos respondieron:
— El primero.
Y Jesús añadió:
— Pues les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van a entrar en el reino de Dios antes que ustedes. 32 Porque vino Juan mostrando con su vida cómo se debe cumplir la voluntad de Dios, y ustedes no le creyeron; en cambio, sí le creyeron los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Y ustedes lo vieron, pero ni aun así cambiaron de actitud dándole crédito.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España