Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Los Diez Mandamientos (Dt 5,1-21)
20 Dios pronunció todas estas palabras:
2 — Yo soy el Señor, tu Dios, el que te libró de la esclavitud de Egipto.
3 No tendrás otros dioses aparte de mí.
4 No te harás escultura alguna o imagen de nada de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra.
7 No pronunciarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no dejará sin castigo al que tal haga.
8 Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. 9 Durante seis días trabajarás y harás en ellos todas tus tareas;
12 Honra a tu padre y a tu madre para que vivas muchos años en la tierra que el Señor tu Dios te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No robarás.
16 No darás testimonio falso en perjuicio de tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo suyo.
Los israelitas sienten temor de Dios
18 El pueblo entero fue testigo de los truenos y relámpagos, del estruendo como de trompeta y del monte envuelto en humo; los israelitas estaban aterrorizados y se mantenían a distancia. 19 Entonces dijeron a Moisés:
— Háblanos tú y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, porque moriremos.
20 Moisés les respondió:
— No teman. Dios ha venido para ponerlos a prueba, para que le tengan respeto y no pequen.
Salmo 19 (18)
La ley del Señor es perfecta
19 Al maestro del coro. Salmo de David.
2 Los cielos proclaman la grandeza del Señor,
el firmamento pregona la obra de sus manos;
3 el día al día comunica su mensaje,
la noche a la noche anuncia la noticia:
4 sin lenguaje, sin palabras,
sin que se escuche su voz,
5 se difunde su sonido por toda la tierra,
y por los confines del mundo su mensaje.
En ellos ha erigido una tienda para el sol
6 que recorre alegre su camino como atleta,
como novio que sale de su alcoba.
7 Sale por un extremo del cielo
y en su órbita llega hasta el otro:
nada escapa a su calor.
8 La ley del Señor es perfecta,
reconforta al ser humano;
el mandato del Señor es firme,
al sencillo lo hace sabio;
9 los decretos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
el mandamiento del Señor es nítido,
llena los ojos de luz;
10 venerar al Señor comunica santidad,
es algo que permanece para siempre;
los juicios del Señor son verdad,
todos ellos son justos.
11 Son más cautivadores que el oro,
más que abundante oro fino,
más dulces que la miel,
que la miel virgen del panal.
12 Tu siervo está atento a ellos;
grande es el premio si se respetan.
13 Pero, ¿quién conoce sus propios errores?
Perdóname los que ignoro.
14 Libra a tu siervo de la arrogancia,
¡que no me domine!
Y entonces seré íntegro,
inocente de un gran pecado.
15 Que te sean gratas mis palabras
y te deleiten mis pensamientos,
Señor, mi fortaleza, mi redentor.
4 Y eso que yo tengo buenas razones, muchas más que cualquier otro, para poner mi confianza en lo humano: 5 fui circuncidado a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, de la tribu de Benjamín, hebreo de pies a cabeza. En lo que atañe a mi actitud ante la ley, fui fariseo; 6 apasionado perseguidor de la Iglesia y del todo irreprochable en lo que se refiere al recto cumplimiento de la ley.
7 Pero lo que constituía para mí un motivo de gloria, lo juzgué deleznable por amor a Cristo. 8 Más aún, sigo pensando que todo es deleznable en comparación con lo sublime que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él renuncié a todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo. 9 Quiero vivir unido a él, no por la rectitud que viene del cumplimiento de la ley, sino por la que nace de haber creído en Cristo, es decir, la que Dios nos concede por razón de la fe. 10 Quiero conocer a Cristo, experimentar el poder de su resurrección, compartir sus padecimientos y conformar mi muerte con la suya. 11 Espero así participar de la resurrección de entre los muertos.
En busca del premio
12 No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o conseguido la perfección, pero me esfuerzo en conquistar aquello para lo que yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús. 13 Y no me hago la ilusión, hermanos, de haberlo ya conseguido; pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia adelante 14 en busca de la meta, trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto.
Parábola de los labradores criminales (Mc 12,1-12; Lc 20,9-19)
33 Escuchen esta otra parábola: Una vez un padre de familia plantó una viña, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó en ella una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sus criados para percibir de los labradores el fruto que le correspondía. 35 Pero los labradores, cayendo sobre los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 36 El amo envió otros criados, en mayor número que la primera vez; pero los labradores hicieron lo mismo con ellos. 37 Por último envió a su propio hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. 38 Pero cuando los labradores vieron que se trataba del hijo del amo, se dijeron: “Este es el heredero. Matémoslo, y apoderémonos de su herencia”. 39 Y, echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo asesinaron. 40 Por tanto, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
41 Contestaron a Jesús:
— Son unos miserables; los hará perecer sin compasión y confiará la viña a otros labradores que le entreguen a su tiempo el fruto que le corresponda.
42 Añadió Jesús:
— ¿Acaso no han leído ustedes en las Escrituras:
La piedra que desecharon los constructores,
se ha convertido en la piedra principal.
Esto lo ha hecho el Señor,
y nos resulta verdaderamente maravilloso?
43 Por eso, les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y será entregado a un pueblo que produzca los frutos que corresponden al Reino. 44 [En cuanto a la piedra, el que caiga sobre ella, se estrellará, y a quien la piedra le caiga encima, lo aplastará].
45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron estas parábolas de Jesús, comprendieron que se refería a ellos. 46 Por eso buscaban la manera de apresarlo; pero temían a la gente, porque muchos lo consideraban profeta.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España