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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Éxodo 1:8-2:10

Padecimientos de los israelitas en Egipto

Subió por entonces al trono de Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José, y dijo a su pueblo:

— ¡Dense cuenta de que los israelitas se están multiplicando y haciéndose más fuertes que nosotros!

10 Actuemos sabiamente respecto a ellos, no sea que sigan multiplicándose y, en caso de guerra, se pongan del lado de nuestros enemigos, luchen contra nosotros y se marchen del país.

11 Entonces les impusieron capataces que los sometían a trabajos muy duros. Y así fue cómo construyeron para el faraón las ciudades de almacenamiento de Pitón y Ramsés. 12 Pero cuanto más los oprimían, más crecían y se extendían, hasta el punto que los egipcios empezaron a considerarlos un serio problema. 13 Por eso, los egipcios sometieron a los israelitas a una cruel esclavitud. 14 Les hicieron la vida insoportable con trabajos rudos: hacer barro, fabricar adobes, y toda clase de labores del campo. Todos estos trabajos se los impusieron con malos tratos.

15 Además, el rey de Egipto habló con Fuá y Sifrá, comadronas de las hebreas, 16 y les dijo:

— Cuando asistan a las hebreas en sus partos, presten atención al sexo del recién nacido; si es niño, mátenlo; si es niña, déjenla vivir.

17 Pero las comadronas desatendieron, por respeto a Dios, la orden dada por el rey de Egipto, y dejaron vivir también a los niños. 18 Entonces el rey de Egipto las mandó llamar y les preguntó:

— ¿Por qué han actuado así? ¿Por qué han dejado con vida a los niños?

19 Ellas le respondieron:

— Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; son como animales salvajes y dan a luz antes de que llegue la comadrona.

20 Por eso Dios premió a las comadronas. El pueblo siguió creciendo y haciéndose cada vez más poderoso; 21 en cuanto a las comadronas que habían sido fieles a Dios, fueron agraciadas con una familia numerosa. 22 Entonces el faraón ordenó a todo su pueblo:

— Arrojen al río a todos los niños hebreos que nazcan; a las niñas déjenlas vivir.

Nacimiento de Moisés

Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de su misma tribu; la mujer concibió y dio a luz un niño. Viendo que era hermoso, lo tuvo oculto durante tres meses; pero no pudiendo esconderlo por más tiempo, tomó una canastilla de papiro, la calafateó con betún y brea, colocó en ella al niño y la dejó entre los juncos, a la orilla del río. La hermana del niño se quedó a poca distancia, para ver qué le sucedía.

Moisés salvado de las aguas

En esto, la hija del faraón bajó a bañarse al río, y mientras sus doncellas la seguían por la orilla, vio la canastilla entre los juncos y ordenó a su sierva que se la trajera. Al abrirla, encontró un niño que estaba llorando. Y con lástima exclamó:

— ¡Sin duda es un niño hebreo!

Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del faraón:

— ¿Quieres que vaya a buscarte una nodriza hebrea para que amamante al niño?

La hija del faraón le respondió:

— Hazlo.

La muchacha fue a buscar a la madre del niño, a la que dijo la hija del faraón:

— Encárgate de este niño, críamelo y yo te pagaré.

La mujer se llevó al niño y lo crió.

10 Cuando el niño creció, se lo llevó a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo suyo, y le puso el nombre de Moisés, diciendo:

— “Yo lo saqué de las aguas”.

Salmos 124

Salmo 124 (123)

El Señor es nuestro auxilio

124 Cántico de peregrinación. De David.
Si el Señor no hubiese estado con nosotros,
—Israel es testigo—,
si el Señor no hubiese estado con nosotros
cuando los demás nos atacaban,
nos habrían devorado vivos
al estallar su ira contra nosotros;
nos habrían anegado las aguas,
una riada nos habría cubierto,
nos habrían cubierto
las impetuosas aguas.
¡Bendito sea el Señor
que nos liberó de sus fauces!
Escapamos como el pájaro
de la trampa que le tienden:
se rompió la trampa y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Romanos 12:1-8

IV.— LA CONDUCTA CRISTIANA (12,1—15,13)

La nueva vida en Cristo

12 Por el amor entrañable de Dios les pido, hermanos: preséntense a ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser su auténtico culto. No se amolden a los criterios de este mundo; al contrario, déjense transformar y renueven su interior de tal manera que sepan apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto.

En virtud del don que me ha sido otorgado me dirijo a todos y a cada uno de ustedes para que a nadie se le suban los humos a la cabeza, sino que cada uno se estime en lo justo, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido. Pues así como nuestro cuerpo, que es uno, consta de muchos miembros, y cada uno desempeña su cometido, de la misma manera nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y en ese cuerpo cada uno es un miembro al servicio de los demás. Y puesto que tenemos dones diferentes según la gracia que Dios nos ha otorgado, a quien haya concedido hablar en su nombre, hágalo sin apartarse de la fe; el que sirve, que lo haga con diligencia; el que enseña, con dedicación; el que exhorta, aplicándose a exhortar; el encargado de repartir a los necesitados, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; y el que practica la misericordia, con alegría.

Mateo 16:13-20

Declaración de Pedro sobre Jesús (Mc 8,27-30; Lc 9,18-21)

13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:

— ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

14 Ellos contestaron:

— Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún otro profeta.

15 Jesús les preguntó:

— Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

16 Entonces Simón Pedro declaró:

— ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!

17 Jesús le contestó:

— ¡Feliz tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún mortal te ha revelado esto, sino mi Padre que está en los cielos! 18 Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi Iglesia, y el poder del abismo no la vencerá. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

20 Entonces Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España