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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 28

Salmo 28 (27)

Escucha mi grito de súplica

28 De David.
Señor, a ti te llamo;
no me ignores, fortaleza mía,
que si tú no me hablas
seré como los muertos.
Escucha mi grito de súplica
cuando te invoco,
cuando alzo mis manos
hacia tu santuario.
No me arrojes con los malvados
ni con los que hacen el mal:
hablan de paz con sus amigos,
pero en su corazón hay violencia.
Trátalos según sus acciones
y la maldad de sus actos;
trátalos de acuerdo a sus obras,
¡dales tú su merecido!
Pues no reconocen las acciones del Señor
ni tampoco la obra de sus manos,
¡que él los derribe
y no vuelva a levantarlos!
Bendito sea el Señor
que escucha mi grito de súplica.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo,
en él mi corazón confía.
Me ha socorrido y estoy alegre,
con mis cantos le doy gracias.
El Señor es el baluarte de su pueblo,
la fortaleza que salva a su ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
sé su pastor y guíalos por siempre.

Génesis 39

José en casa de Potifar

39 Los ismaelitas llevaron a José a Egipto y allí lo vendieron a un egipcio llamado Potifar, hombre de confianza del faraón y jefe de la guardia real. El Señor estaba con José, así que todo lo que emprendía prosperaba. José fue llevado a casa de su amo egipcio, y mientras estuvo allí, su amo se dio cuenta de que el Señor estaba con José, pues todo cuanto emprendía prosperaba. Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, el cual lo hizo su hombre de confianza y le confió la administración de su casa y de todos sus bienes. A partir del momento en que le confió el cuidado de su casa y sus bienes, el Señor bendijo la casa del egipcio a causa de José. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que poseía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. Así que Potifar dejó todo cuanto tenía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que de comer cada día.

José y la mujer de Potifar

José era apuesto y atractivo. Al cabo de algún tiempo la mujer de su amo se fijó en José y un día le propuso:

— Acuéstate conmigo.

Pero José rehusó diciendo a la mujer de su amo:

— Mira, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que posee y cuenta conmigo hasta el punto de no preocuparse de nada; en esta casa mando tanto como él; tú eres lo único que me está prohibido, por ser su mujer. ¿Cómo voy a cometer yo tal infamia y pecar contra Dios?

10 Y, por más que ella insistía día tras día, José rechazaba su invitación a cortejarla y a acostarse con ella. 11 Pero un día, José entró en la casa para despachar sus asuntos sin que ninguno de los criados se encontrara en ella; 12 entonces la mujer de Potifar lo agarró por el manto y le rogó:

— Acuéstate conmigo.

Pero José, dejando el manto en manos de la mujer, salió huyendo de la casa. 13 Cuando la mujer vio que José se había dejado el manto en sus manos al salir huyendo, 14 llamó a sus criados y les dijo:

— Miren, mi marido nos trajo un hebreo para que se aproveche de nosotros; ha entrado en mi habitación con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas; 15 y cuando oyó que gritaba con todas mis fuerzas, salió corriendo y abandonó su manto a mi lado.

16 Ella guardó el manto de José hasta que regresó su marido a casa. 17 Entonces repitió la misma historia a su marido:

— El hebreo que trajiste quiso abusar de mí, 18 pero al oír que yo gritaba con todas mis fuerzas, salió corriendo, abandonando su manto junto a mí.

19 Cuando el marido oyó de labios de su mujer cómo la había tratado su siervo, montó en cólera; 20 acto seguido mandó apresar a José y lo metió en la cárcel, donde estaban recluidos los presos del rey. De este modo José fue a parar a la cárcel.

21 Pero el Señor seguía estando con él y no dejó de mostrarle su favor. Hizo que se ganara la simpatía del jefe de la cárcel, 22 y este lo puso a cargo de todos los presos y de todo lo que allí se hacía. 23 El jefe de la cárcel no tenía que preocuparse por nada de lo que estaba a cargo de José, pues el Señor estaba con él, y cuanto José emprendía, el Señor lo hacía prosperar.

Romanos 9:14-29

14 ¿Quiere esto decir que Dios es injusto? ¡De ningún modo! 15 Él fue quien dijo a Moisés: Tendré compasión de quien me plazca y usaré de clemencia con quien quiera. 16 No es, pues, cuestión de querer o de afanarse, sino de que Dios se muestre compasivo. 17 A este respecto dice la Escritura al faraón: Te hice surgir para demostrar en ti mi poder y para hacer famoso mi nombre en toda la tierra. 18 En una palabra, Dios tiene compasión de quien quiere y deja que se obstine a quien le place.

La libertad soberana de Dios

19 Alguien tal vez objetará: Si nadie es capaz de oponerse al plan divino, ¿cómo puede Dios recriminar algo al ser humano? 20 Pero ¿y quién eres tú, mísero mortal, para exigir cuentas a Dios? ¿Le dice acaso la pieza de barro al alfarero: “Por qué me hiciste así”? 21 ¿No tiene facultad el alfarero para hacer del mismo barro un jarrón de lujo o un recipiente ordinario? 22 Así es Dios. Cuando quiere, muestra su indignación y pone de manifiesto su poder. Pero puede también soportar con toda paciencia a esos que son objeto de indignación y están abocados a la ruina. 23 De este modo manifiesta las riquezas de su gloria en aquellos a quienes hizo objeto de su amor y preparó para esa gloria. 24 Esos somos nosotros, convocados no sólo de entre los judíos, sino también de entre los paganos. 25 Así lo dice el profeta Oseas:

Al que no era mi pueblo lo llamaré “Pueblo mío”,
y a la que no era amada la llamaré “Amada mía”.
26 Y donde les dije: “Ustedes no son mi pueblo”,
allí serán llamados “hijos del Dios vivo”.

27 Isaías, a su vez, proclama refiriéndose a Israel:
Aunque fueran los israelitas tan numerosos
como la arena del mar,
solo un resto se salvará.
28 Con prontitud y perfección
va a realizar el Señor su plan sobre la tierra.

29 Y como anunció el mismo Isaías:
Si el Señor del universo no nos hubiera dejado descendencia,
habríamos sido como Sodoma,
nos habríamos parecido a Gomorra.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España