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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 28

Salmo 28 (27)

Escucha mi grito de súplica

28 De David.
Señor, a ti te llamo;
no me ignores, fortaleza mía,
que si tú no me hablas
seré como los muertos.
Escucha mi grito de súplica
cuando te invoco,
cuando alzo mis manos
hacia tu santuario.
No me arrojes con los malvados
ni con los que hacen el mal:
hablan de paz con sus amigos,
pero en su corazón hay violencia.
Trátalos según sus acciones
y la maldad de sus actos;
trátalos de acuerdo a sus obras,
¡dales tú su merecido!
Pues no reconocen las acciones del Señor
ni tampoco la obra de sus manos,
¡que él los derribe
y no vuelva a levantarlos!
Bendito sea el Señor
que escucha mi grito de súplica.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo,
en él mi corazón confía.
Me ha socorrido y estoy alegre,
con mis cantos le doy gracias.
El Señor es el baluarte de su pueblo,
la fortaleza que salva a su ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
sé su pastor y guíalos por siempre.

Génesis 37:29-36

29 Rubén volvió al aljibe y, al ver que José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras; 30 luego volvió adonde estaban sus hermanos y les dijo:

— El muchacho no está; y yo, ¿qué hago yo ahora?

31 Ellos degollaron un cabrito y con su sangre mancharon la túnica de José. 32 Después mandaron la túnica de colores a su padre, con este mensaje: “Hemos encontrado esto. Mira a ver si es o no la túnica de tu hijo”.

33 En cuanto Jacob la reconoció, exclamó:

— ¡Es la túnica de mi hijo! Alguna bestia salvaje ha despedazado y devorado a José.

34 Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de luto y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo. 35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban consolarlo, pero él no se dejaba consolar; al contrario, lloraba por su hijo y repetía:

— Guardaré luto por mi hijo hasta que vaya a reunirme con él en el reino de los muertos.

36 Entre tanto, en Egipto, los madianitas vendieron a José a Potifar, hombre de confianza del faraón y capitán de la guardia real.

2 Pedro 2:4-10

Dios, en efecto, no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó a las cavernas tenebrosas del abismo, donde los mantiene encarcelados para el juicio. Como tampoco perdonó a la humanidad primitiva, con excepción de Noé —preservado con otros siete por ser el pregonero de la justicia divina—, sino que desencadenó el diluvio sobre aquel mundo de impíos. Ni libró de la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, antes bien las redujo a cenizas para escarmiento de futuras generaciones pecadoras. Salvó, en cambio, al intachable Lot que se hallaba abrumado por la conducta lujuriosa de aquellos desalmados, pues, bueno como era y viviendo en medio de ellos, sentía rompérsele su buen corazón más y más cada día al ver y oír sus perversidades.

El Señor sabe librar de la prueba a los creyentes y reservar, en cambio, a los impíos para castigarlos el día del juicio; 10 sobre todo a quienes corren en pos de sucias apetencias carnales y desprecian la autoridad del Señor. Osados y arrogantes, injurian sin recato a los seres gloriosos,

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España