Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 124 (123)
El Señor es nuestro auxilio
124 Cántico de peregrinación. De David.
Si el Señor no hubiese estado con nosotros,
—Israel es testigo—,
2 si el Señor no hubiese estado con nosotros
cuando los demás nos atacaban,
3 nos habrían devorado vivos
al estallar su ira contra nosotros;
4 nos habrían anegado las aguas,
una riada nos habría cubierto,
5 nos habrían cubierto
las impetuosas aguas.
6 ¡Bendito sea el Señor
que nos liberó de sus fauces!
7 Escapamos como el pájaro
de la trampa que le tienden:
se rompió la trampa y escapamos.
8 Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
15 Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, se dijeron:
— Tal vez José nos odia, y ahora nos devuelva con creces todo el mal que le hicimos. 16 Por eso enviaron a José este mensaje:
— Tu padre, antes de morir, nos mandó que te dijéramos: 17 “Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado, perdónales el mal que te hicieron”. Te rogamos, pues, que perdones nuestro crimen, ya que somos servidores del Dios de tu padre.
José, al oírlo, se echó a llorar. 18 Entonces vinieron sus hermanos, se inclinaron delante de él y le dijeron:
— Aquí nos tienes, somos tus siervos.
19 Pero José les respondió:
— No teman. ¿Acaso piensan que yo ocupo el puesto de Dios? 20 Es verdad que ustedes se portaron mal conmigo, pero Dios lo cambió en bien para hacer lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. 21 Por tanto, no teman. Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos.
De ese modo los consoló, llegándoles al corazón.
Muerte de José
22 José y la familia de su padre siguieron viviendo en Egipto. José vivió ciento diez años 23 y llegó a conocer a los biznietos de Efraín. Además, cuando nacieron los hijos de su nieto Maquir, que era hijo de Manasés, José los recibió sobre sus rodillas.
24 Un día, José dijo a sus hermanos:
— Mi fin está cerca, pero Dios vendrá a ayudarlos y los llevará de este país a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y Jacob. 25 Y José hizo jurar a los hijos de Israel diciendo:
— Sin duda Dios vendrá a ayudarlos. Cuando esto ocurra, se llevarán de aquí mis huesos.
26 José murió a los ciento diez años; lo embalsamaron y lo depositaron en un sarcófago en Egipto.
El pan y la levadura de los fariseos y saduceos (Mc 8,14-21)
5 Cuando los discípulos llegaron a la otra orilla del lago, se dieron cuenta de que habían olvidado llevar pan. 6 Jesús les advirtió:
— Miren, tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos.
7 Los discípulos comentaban entre ellos: “Esto lo dice porque no hemos traído pan”.
8 Pero Jesús, dándose cuenta de ello, les dijo:
— ¿Por qué están comentando entre ustedes que les falta pan? ¡Lo que les falta es fe! 9 ¿Aún no son capaces de entender? ¿Ya no recuerdan los cinco panes repartidos entre los cinco mil hombres y cuántos cestos recogieron? 10 ¿Ni los siete panes repartidos entre los cuatro mil y cuántas espuertas recogieron? 11 ¿Cómo es que no entienden que yo no me refería al pan cuando les decía: “Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos”?
12 Entonces los discípulos cayeron en la cuenta de que Jesús no les prevenía contra la levadura del pan, sino contra las enseñanzas de los fariseos y de los saduceos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España