Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
9 Porque has puesto al Señor, que es mi refugio[a](A),
al Altísimo, por tu habitación(B).
10 No te sucederá ningún mal(C),
ni plaga se acercará a tu morada[b].
10 Salieron, pues, los capataces del pueblo y sus jefes y hablaron al pueblo(A), diciendo: Así dice Faraón: «No os daré paja. 11 Id vosotros mismos y recoged paja donde la halléis; pero vuestra tarea no será disminuida en lo más mínimo». 12 Entonces el pueblo se dispersó por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojos en lugar de paja. 13 Y los capataces los apremiaban, diciendo: Acabad vuestras tareas, vuestra tarea diaria[a], como cuando teníais[b] paja. 14 Y azotaban a los jefes de los hijos de Israel que los capataces de Faraón habían puesto sobre ellos(B), diciéndoles(C): ¿Por qué no habéis terminado, ni ayer ni hoy, la cantidad de ladrillos requerida como antes?
Queja de los jefes hebreos
15 Entonces los jefes de los hijos de Israel fueron y clamaron a Faraón, diciendo: ¿Por qué tratas así a tus siervos? 16 No se da paja a tus siervos, sin embargo siguen diciéndonos: «Haced ladrillos». Y he aquí, tus siervos son azotados; pero la culpa es de tu pueblo. 17 Mas él dijo: Sois perezosos[c], muy perezosos(D); por eso decís: «Déjanos ir a ofrecer sacrificios al Señor». 18 Ahora pues, id y trabajad; pero no se os dará paja, sin embargo, debéis entregar la misma cantidad de ladrillos. 19 Los jefes de los hijos de Israel se dieron cuenta de que estaban en dificultades, cuando les dijeron[d]: No debéis disminuir vuestra cantidad diaria de ladrillos[e]. 20 Y al salir de la presencia de Faraón, se encontraron con Moisés y Aarón, que los estaban esperando[f]. 21 Y les dijeron(E): Mire el Señor sobre vosotros y os juzgue(F), pues nos habéis hecho odiosos[g] ante los ojos de Faraón y ante los ojos de sus siervos(G), poniéndoles una espada en la mano para que nos maten.
Oración de Moisés
22 Entonces se volvió Moisés al Señor, y dijo: Oh Señor, ¿por qué has hecho mal a este pueblo? ¿Por qué me enviaste(H)? 23 Pues desde que vine a Faraón a hablar en tu nombre, él ha hecho mal a este pueblo, y tú no has hecho nada por librar a tu pueblo(I).
30 Y pasados cuarenta años, se le apareció un Ángel(A) en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardía(B). 31 Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor: 32 «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob(C)». Moisés temblando, no se atrevía a mirar. 33 Pero el Señor le dijo: «Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás es tierra santa(D). 34 Ciertamente he visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus gemidos, y he descendido para librarlos(E); ven[a] ahora y te enviaré a Egipto(F)».
Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation