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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Crónicas 21

21 Josafat reposó con sus padres y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David. Y su hijo Joram reinó en su lugar.

Joram, rey de Judá

Joram tenía estos hermanos, hijos de Josafat: Azarías, Yejiel, Zacarías, Azariahu, Micael y Sefatías. Todos estos eran hijos de Josafat, rey de Judá[a]. Su padre les había dado muchos regalos de plata, oro y cosas preciosas, junto con ciudades fortificadas en Judá; pero a Joram le había dado el reino, porque él era el primogénito. Joram ascendió al trono de su padre, y después que se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos y también a algunos de los jefes de Israel. Joram tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén.

Él anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab, porque tenía por mujer a una hija de Acab. E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR. Sin embargo, el SEÑOR no quiso destruir la casa de David, a causa del pacto que había hecho con David. Porque había prometido darle una lámpara a él, y a sus hijos, continuamente.

En sus días Edom se rebeló contra el dominio de Judá, y constituyeron un rey sobre ellos. Entonces Joram fue con sus oficiales y todos sus carros con él. Y sucedió que levantándose de noche, atacó a los edomitas que los habían cercado a él y a los jefes de los carros. 10 Así se rebeló Edom contra el dominio de Judá, hasta el día de hoy. Por aquel tiempo, también Libna se rebeló contra su dominio, porque él había abandonado al SEÑOR, Dios de sus padres.

11 Además, edificó lugares altos en los montes de Judá e hizo que los habitantes de Jerusalén se prostituyeran; y a lo mismo empujó a Judá. 12 Entonces le llegó una carta del profeta Elías que decía:

Así ha dicho el SEÑOR, Dios de tu padre David: “Por cuanto no has andado en los caminos de tu padre Josafat ni en los caminos de Asa, rey de Judá, 13 sino que has andado en los caminos de los reyes de Israel y has hecho que Judá y los habitantes de Jerusalén se prostituyan, como se ha prostituido la casa de Acab, y además has asesinado a tus hermanos, a la familia de tu padre, los cuales eran mejores que tú, 14 he aquí que por eso el SEÑOR traerá una gran plaga sobre tu pueblo, sobre tus hijos, sobre tus mujeres y sobre todos tus bienes. 15 Y a ti te herirá con muchas enfermedades. Una enfermedad de los intestinos ocasionará que estos se te salgan a causa de la enfermedad, día tras día”.

16 El SEÑOR despertó contra Joram el espíritu de los filisteos y de los árabes que estaban al lado de los etíopes, 17 y subieron contra Judá y la invadieron. Luego tomaron todos los bienes que hallaron en el palacio real, y también a sus hijos y a sus mujeres. No le quedó más hijo que Ocozías[b], el menor de sus hijos. 18 Después de todo esto el SEÑOR lo hirió con una enfermedad incurable en sus intestinos. 19 Y sucedió que con el transcurso de los días, al final de dos años, se le salieron los intestinos a causa de su enfermedad, y murió con graves dolores. Su pueblo no hizo una hoguera por él, como la habían hecho por sus padres.

20 Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén; y se fue sin ser deseado. Lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

Apocalipsis 9

El quinto ángel tocó la trompeta. Y vi que una estrella había caído del cielo a la tierra, y le fue dada la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran horno; y fue oscurecido el sol y también el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra, y les fue dado poder como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les dijo que no hiciesen daño a la hierba de la tierra ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes. Se les mandó que no los matasen, sino que fuesen atormentados por cinco meses. Su tormento era como el tormento del escorpión cuando pica al hombre. En aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero de ninguna manera la hallarán. Anhelarán morir, y la muerte huirá de ellos.

El aspecto de las langostas era semejante a caballos equipados para la guerra. Sobre sus cabezas tenían como coronas, semejantes al oro, y sus caras eran como caras de hombres. Tenían cabello como cabello de mujeres, y sus dientes eran como dientes de leones. Tenían corazas como corazas de hierro. El estruendo de sus alas era como el ruido de carros que con muchos caballos corren a la batalla. 10 Tienen colas semejantes a las de los escorpiones, y aguijones. Y en sus colas está su poder para hacer daño a los hombres durante cinco meses. 11 Tienen sobre sí un rey, el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón[a], y en griego tiene por nombre Apolión[b].

12 El primer ay ha pasado. He aquí vienen aún dos ayes después de esto.

13 El sexto ángel tocó la trompeta. Y oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, 14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: “Desata a los cuatro ángeles que han estado atados junto al gran río Éufrates”.

15 Fueron desatados los cuatro ángeles que habían estado preparados para la hora y día y mes y año, para que matasen a la tercera parte de los hombres. 16 El número de los soldados de a caballo era de dos miríadas de miríadas[c]; yo escuché el número de ellos.

17 Y de esta manera, vi en la visión los caballos y a los que cabalgaban en ellos, que tenían corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de sus bocas salía fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de los hombres fueron muertos por estas tres plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de la boca de ellos. 19 Pues el poder de los caballos está en sus bocas y en sus colas. Porque sus colas son semejantes a serpientes, y tienen cabezas con las cuales hieren.

20 Los demás hombres que no fueron muertos con estas plagas ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, para dejar de adorar a los demonios y a las imágenes de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, las cuales no pueden ver ni oír ni caminar. 21 Tampoco se arrepintieron de sus homicidios ni de sus hechicerías ni de su inmoralidad sexual ni de sus robos.

Zacarías 5

El rollo que volaba

Volví a alzar mis ojos y miré. Y he aquí un rollo que volaba. Él me preguntó:

—¿Qué ves?

Yo respondí:

—Veo un rollo que vuela, de nueve metros de largo por cuatro y medio metros de ancho.

Entonces me dijo:

—Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que roba (según consta en este lado del rollo) será excluido de acuerdo con ella; y todo el que jura en vano (según consta en el otro lado del rollo), será excluido de acuerdo con ella. Dice el SEÑOR de los Ejércitos: “Yo la he hecho aparecer, y entrará en la casa del ladrón y en la casa del que jura falsamente en mi nombre. Permanecerá en medio de su casa y la consumirá junto con su madera y sus piedras”.

La mujer dentro de un recipiente

Salió aquel ángel que hablaba conmigo y me dijo:

—Alza, por favor, tus ojos y mira lo que aparece.

Pregunté:

—¿Qué es eso?

Y él dijo:

—Lo que aparece es un recipiente[a] para medir granos. —Dijo además—: Esta es la iniquidad de ellos en toda la tierra.

He aquí que se levantó la tapa[b] de plomo, y había una mujer sentada dentro de la caja. Y él dijo:

—Esta es la Maldad.

Entonces la arrojó dentro de la caja y arrojó la tapa de plomo sobre la abertura. Alcé mis ojos y miré; y he aquí que aparecieron dos mujeres con viento en sus alas, pues tenían alas como de cigüeña. Ellas levantaron la caja entre la tierra y el cielo. 10 Yo pregunté al ángel que hablaba conmigo:

—¿A dónde llevan la caja?

11 Y él me respondió:

—A edificarle casa en la tierra de Sinar. Y cuando esté lista, será puesta allá, en su lugar.

Juan 8

Pero Jesús se fue al monte de los Olivos, y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él y sentado, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, le dijeron:

—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio. Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?

Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo. Pero, como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo:

—El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra. Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno comenzando por los más viejos[a]. Solo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio. 10 Entonces Jesús se enderezó y le preguntó:

—Mujer, ¿dónde están?[b]. ¿Ninguno te ha condenado?

11 Y ella dijo:

—Ninguno, Señor.

Entonces Jesús le dijo:

—Ni yo te condeno. Vete y, desde ahora, no peques más].

Testimonio de Jesús sobre sí mismo

12 Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo:

—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron:

—Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

14 Jesús respondió y les dijo:

—Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan según la carne pero yo no juzgo a nadie. 16 Y aun si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo sino yo y el Padre que me envió. 17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

19 Entonces le decían:

—¿Dónde está tu Padre?

Respondió Jesús:

—Ni a mí me conocen, ni a mi Padre. Si a mí me hubieran conocido, a mi Padre también habrían conocido.

20 Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie lo prendió porque todavía no había llegado su hora.

21 Luego Jesús les dijo otra vez:

—Yo me voy, y me buscarán; pero en su pecado morirán. A donde yo voy ustedes no pueden ir.

22 Entonces los judíos decían:

—¿Será posible que se habrá de matar a sí mismo? Pues dice: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir”.

23 Él les decía:

—Ustedes son de abajo; yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por esto les dije que morirán en sus pecados; porque a menos que crean que Yo Soy, en sus pecados morirán.

25 Así que le decían:

—Tú, ¿quién eres?

Entonces Jesús les dijo:

—Lo mismo que les vengo diciendo desde el principio. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de parte de él, esto hablo al mundo.

27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Entonces Jesús les dijo:

—Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderán que Yo Soy, y que nada hago de mí mismo sino que estas cosas hablo así como el Padre me enseñó. 29 Porque el que me envió, conmigo está. El Padre no me ha dejado solo porque yo hago siempre lo que le agrada a él.

30 Mientras él decía estas cosas, muchos creyeron en él.

La verdad los hará libres

31 Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él:

—Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

33 Le respondieron:

—Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Llegarán a ser libres”?

34 Jesús les respondió:

—De cierto, de cierto les digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado. 35 El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres. 37 Sé que son descendientes de Abraham; no obstante, procuran matarme porque mi palabra no tiene cabida en ustedes. 38 Yo hablo de lo que he visto estando con el Padre, y ustedes hacen lo que han oído de parte de su padre.

Los verdaderos hijos de Dios

39 Respondieron y le dijeron:

—Nuestro padre es Abraham.

Jesús les dijo:

—Puesto que son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham[c]. 40 Pero ahora procuran matarme a mí, un hombre que les he hablado la verdad que oí de parte de Dios. ¡Esto no lo hizo Abraham! 41 Ustedes hacen las obras de su padre.

Entonces le dijeron:

—Nosotros no hemos nacido de inmoralidad sexual. Tenemos un solo padre, Dios.

42 Entonces Jesús les dijo:

—Si Dios fuera el padre de ustedes, me amarían; porque yo he salido y he venido de Dios. Yo no he venido por mí mismo sino que él me envió. 43 ¿Por qué no comprenden lo que digo? Porque no pueden oír mi palabra. 44 Ustedes son de su padre el diablo, y quieren satisfacer los deseos de su padre. Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira. 45 Pero a mí, porque les digo la verdad, no me creen. 46 ¿Quién de ustedes me halla culpable de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué ustedes no me creen? 47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.

Cristo y Abraham

48 Respondieron los judíos y le dijeron:

—¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y que tienes demonio?

49 Respondió Jesús:

—Yo no tengo demonio. Más bien, honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran. 50 Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. 51 De cierto, de cierto les digo que si alguno guarda mi palabra nunca verá la muerte para siempre.

52 Entonces los judíos le dijeron:

—¡Ahora sabemos que tienes demonio! Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: “Si alguno guarda mi palabra nunca gustará muerte para siempre”. 53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham quien murió, o los profetas quienes también murieron? ¿Quién pretendes ser?

54 Respondió Jesús:

—Si yo me glorifico a mí mismo mi gloria no es nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien ustedes dicen: “Es nuestro Dios”. 55 Y ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco. Si digo que no lo conozco seré mentiroso como ustedes. Pero lo conozco y guardo su palabra. 56 Abraham, el padre de ustedes, se regocijó de ver mi día. Él lo vio y se gozó.

57 Entonces le dijeron los judíos:

—Aún no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

58 Les dijo Jesús:

—De cierto, de cierto les digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy[d].

59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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