Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 138
Acción de gracias por el favor del Señor
Salmo de David.
138 Con todo mi corazón te daré gracias(A);
En presencia de los dioses(B) te cantaré alabanzas.
2 Me postraré hacia Tu santo templo(C),
Y daré gracias a Tu nombre por Tu misericordia y Tu fidelidad[a](D);
Porque has engrandecido Tu palabra(E) conforme a todo Tu nombre.
3 En el día que invoqué, me respondiste(F);
Me hiciste valiente con fortaleza en mi alma(G).
4 ¶Todos los reyes de la tierra te alabarán(H), Señor,
Cuando hayan oído los dichos de Tu boca.
5 Y cantarán de los caminos del Señor(I),
Porque grande(J) es la gloria del Señor.
6 Porque el Señor es excelso(K),
Y atiende al humilde(L),
Pero al altivo conoce de lejos(M).
7 ¶Aunque yo ande en medio de la angustia(N), Tú me vivificarás(O);
Extenderás Tu mano(P) contra la ira de mis enemigos,
Y Tu diestra me salvará(Q).
8 El Señor cumplirá Su propósito en mí(R);
Eterna, oh Señor, es Tu misericordia(S);
No abandones(T) las obras de Tus manos(U).
Mardoqueo pide a Ester que interceda
4 Cuando Mardoqueo supo todo lo que se había hecho, rasgó[a] sus vestidos, se vistió de cilicio y ceniza(A), y salió por la ciudad, lamentándose con grande y amargo clamor. 2 Y llegó hasta la puerta del rey, porque nadie podía entrar por la puerta del rey vestido de cilicio. 3 En cada una de las provincias y en todo lugar donde llegaba la orden del rey y su decreto, había entre los judíos gran duelo y ayuno(B), llanto y lamento. Muchos se acostaban sobre cilicio y ceniza.
4 Vinieron las doncellas de Ester y sus eunucos y se lo comunicaron, y la reina se angustió en gran manera. Y envió ropa para que Mardoqueo se vistiera y se quitara el cilicio de encima, pero él no la aceptó. 5 Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio[b], y le ordenó que fuera a Mardoqueo para saber qué era aquello y por qué. 6 Y salió Hatac a donde estaba Mardoqueo en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del rey. 7 Y Mardoqueo le informó de todo lo que le había acontecido, y la cantidad exacta de dinero que Amán había prometido pagar a los tesoros del rey por la destrucción de los judíos(C). 8 Le dio también una copia del texto del decreto(D) que había sido promulgado[c] en Susa para la destrucción de los judíos[d], para que se la mostrara a Ester y le informara, y le mandara que ella fuera al rey para implorar su favor y para interceder ante él por su pueblo.
9 Regresó Hatac y contó a Ester las palabras de Mardoqueo. 10 Entonces Ester habló a Hatac y le ordenó que respondiera a Mardoqueo: 11 «Todos los siervos del rey y el pueblo de las provincias del rey saben que para cualquier hombre o mujer que vaya al rey en el atrio interior(E), sin ser llamado, él tiene una sola ley(F), que se le dé muerte, a menos que el rey le extienda el cetro de oro para que viva(G). Y yo no he sido llamada para ir al rey por estos treinta días». 12 Y contaron a Mardoqueo las palabras de Ester.
13 Entonces Mardoqueo les dijo que respondieran a Ester: «No pienses[e] que estando en el palacio[f] del rey solo tú escaparás entre todos los judíos. 14 Porque si permaneces callada en este tiempo, alivio y liberación(H) vendrán de otro lugar para los judíos, pero tú y la casa de tu padre perecerán. ¿Y quién sabe si para una ocasión como esta tú habrás llegado a ser reina?». 15 Y Ester les dijo que respondieran a Mardoqueo: 16 «Ve, reúne a todos los judíos que se encuentran en Susa y ayunen por mí(I); no coman ni beban por tres días, ni de noche ni de día. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y así iré al rey(J), lo cual no es conforme a la ley; y si perezco, perezco». 17 Y Mardoqueo se fue e hizo conforme a todo lo que Ester le había ordenado.
Jesús calma la tempestad
22 (A)Uno de aquellos días, Jesús entró en una barca con Sus discípulos, y les dijo: «Pasemos al otro lado del lago(B)». Y se hicieron a la mar. 23 Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió; y una violenta tempestad[a] descendió sobre el lago(C), y comenzaron a hundirse y corrían peligro.
24 Llegándose a Jesús, lo despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro(D), que perecemos!». Y Él, levantándose, reprendió(E) al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma. 25 «¿Dónde está la fe de ustedes?», les dijo. Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: «¿Quién, pues, es Este que aun a los vientos y al agua manda y lo obedecen?».
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