M’Cheyne Bible Reading Plan
En la sangre está la vida
17 Dios le ordenó a Moisés 2 que les diera las siguientes instrucciones a los sacerdotes y a todos los israelitas:
3-4 «Si un israelita piensa presentarme un toro, una oveja o una cabra como ofrenda, deberá matar el animal a la entrada del santuario. Si lo mata en cualquier otro lugar, dentro o fuera del campamento, comete un crimen, y deberá ser expulsado del país.
5 »Los israelitas que me presenten esos animales como ofrenda para pedirme salud y bienestar deberán traerlos a la entrada del santuario. Allí se los entregarán al sacerdote, y él me los presentará. 6 Luego el sacerdote rociará mi altar con la sangre de esos animales, y quemará la grasa en mi honor, como ofrenda de aroma agradable. 7 Así los israelitas dejarán de presentar ofrendas a los demonios con figura de chivo. Esta orden no cambiará jamás.
8 »Si un israelita, o algún extranjero que viva en el país, presenta un animal para quemarlo en mi honor, 9 deberá ofrecérmelo a la entrada del santuario. Si no lo hace, será expulsado del país.
10 »Si un israelita, o algún extranjero que viva en el país, come carne con sangre, yo me pondré en su contra, y lo expulsaré del país. 11 La sangre es la que da vida al cuerpo. Yo mismo les he dado la sangre de los animales para que me la presenten ante el altar, y gracias a la vida que hay en ella, ustedes obtengan mi perdón. 12 Por lo tanto, la carne que coman los israelitas o los extranjeros que vivan en el país, no deberá tener ni una gota de sangre.
13 »Si algún israelita o extranjero que viva en el país, llega a cazar un pájaro o un animal de los que está permitido comer, deberá dejar que se escurra la sangre y cubrirla con tierra. 14 Recuerden que la sangre es la que da vida a todo animal. Por eso no les permito comer carne con sangre, y quien lo haga, será expulsado del país.
15 »Cuando algún israelita o un extranjero encuentre un animal ya muerto y coma de él, quedará impuro hasta el anochecer, y deberá lavar su ropa y bañarse. 16 Si no cumple mis órdenes, será castigado por su desobediencia».
Dios ayuda al rey
SALMO 20 (19)
Himno de David.
20 Que Dios te responda
cuando te encuentres en aprietos;
que el Dios de Israel
te brinde su protección.
2 Que Dios te envíe su ayuda
desde su santuario;
que Dios te dé su apoyo
desde Jerusalén.
3 Que Dios se acuerde siempre
de todas tus ofrendas,
y reciba con gusto los animales
que presentas en su honor.
4 Que Dios te conceda
lo que pidas de todo corazón,
y que haga realidad
lo que pienses hacer.
5 ¡Lanzaremos gritos de alegría
cuando Dios te conceda la victoria,
y alabando a nuestro Dios
haremos ondear las banderas!
¡Que Dios te conceda
todo lo que pidas!
6 Ahora estoy bien seguro
de que Dios le dará la victoria
al rey que él ha elegido.
Sé que Dios le responderá
desde su santo cielo;
sé que con su poder
le dará al rey grandes victorias.
7 Algunos confían en sus carros de guerra,
otros confían en sus caballos,
pero nosotros sólo confiamos
en nuestro Dios.
8 Esa gente tropezará y caerá,
pero nosotros nos levantaremos
y seguiremos de pie.
9 Dios nuestro,
¡dale al rey la victoria!,
¡respóndenos cuando te llamemos!
Dios le da la victoria al rey
SALMO 21 (20)
Himno de David.
21 Dios mío,
el rey está muy alegre
porque tú le has dado fuerzas;
el rey se alegra mucho
porque le has dado la victoria.
2 Le has concedido
lo que él más deseaba,
jamás le negaste
lo que él te pidió.
3 Saliste a su encuentro
con ricas bendiciones,
le pusiste en la cabeza
una corona de oro fino.
4 Te pidió que le dieras vida,
y lo dejaste vivir muchos años.
5 Gracias a tu ayuda
aumentó su poder,
gracias a tu ayuda
aumentó su fama.
6 Nunca dejas de bendecirlo;
tu presencia lo llena de alegría.
7 El rey confía en tu amor,
y tú, Dios altísimo,
no lo dejarás fracasar.
8-9 Rey mío,
cuando tú te hagas presente,
apresarás con tu poder
a todos tus enemigos;
¡apresarás a los que no te quieren
y les prenderás fuego!
Acabarás con ellos,
¡en tu enojo los consumirás!
10 Borrarás de este mundo
a todos sus hijos.
Borrarás de esta tierra
a todos sus descendientes.
11 Tal vez quieran hacerte daño
y hagan planes contra ti,
pero no lograrán su propósito.
12 Cuando los ataques,
huirán por todos lados.
13 ¡Dios mío, muestra tu gran poder,
y cantaremos himnos
por tus grandes victorias!
Dichos del rey Lemuel
31 Con estas palabras el rey Lemuel fue educado por su madre.
2 «Querido hijo mío,
que naciste como respuesta
de mis oraciones a Dios,
¿qué consejos podría darte?
3 ¡No te vuelvas loco por las mujeres!,
pues han llevado a la ruina
a muchos reyes.
4 »Querido Lemuel,
no conviene que los reyes
tomen bebidas alcohólicas,
ni que se emborrachen.
5 Porque en cuanto se emborrachan
se olvidan de la ley
y no protegen a los pobres.
6 El alcohol es para
los que viven amargados
y ya no tienen esperanza.
7 ¡Déjalos que se emborrachen
y se olviden de su miseria!
¡Que no se acuerden
de lo mucho que sufren!
8 »Habla en favor de las viudas;
defiende los derechos de los huérfanos.
9 Habla en favor de ellos;
¡hazles justicia!
¡Defiende a los pobres y humildes!»
La mujer ejemplar
10 ¡Qué difícil es hallar
una esposa extraordinaria!
¡Hallarla es como encontrarse
una joya muy valiosa!
11 Quien se casa con ella
puede darle toda su confianza;
dinero nunca le faltará.
12 A ella todo le sale bien;
nunca nada le sale mal.
13 Sale a comprar lana y lino,
y con sus propias manos
trabaja con alegría.
14 Se parece a los barcos mercantes:
de muy lejos trae su comida.
15 Se levanta muy temprano,
y da de comer a sus hijos
y asigna tareas a sus sirvientas.
16 Calcula el precio de un campo;
con sus ganancias lo compra,
planta un viñedo,
17 y en él trabaja
de sol a sol.
18 Ella misma se asegura
de que el negocio marche bien;
toda la noche hay luz en su casa,
pues toda la noche trabaja.
19 Ella fabrica su propia ropa,
20 y siempre ayuda a los pobres.
21 No le preocupa que haga frío,
pues todos en su casa
andan siempre bien abrigados.
22 Toma telas de lino y de púrpura,
y ella misma hace colchas y vestidos.
23 En la ciudad y en el país
su esposo es bien conocido,
pues ocupa un lugar importante
entre la gente de autoridad.
24 La ropa y los cinturones
que ella misma fabrica
los vende a los comerciantes.
25 Es mujer de carácter;
mantiene su dignidad,
y enfrenta confiada el futuro.
26 Siempre habla con sabiduría,
y enseña a sus hijos con amor.
27 Siempre está pendiente de su casa
y de que todo marche bien.
Cuando come pan,
es porque se lo ha ganado.
28 Sus hijos la felicitan;
su esposo la alaba y le dice:
29 «Mujeres buenas hay muchas,
pero tú las superas a todas».
30 La hermosura es engañosa,
la belleza es una ilusión;
¡sólo merece alabanzas
la mujer que obedece a Dios!
31 ¡Que todo el mundo reconozca
los frutos de su esfuerzo!
¡Que todos en la ciudad
la alaben por sus acciones!
Cómo orar en la iglesia
2 En primer lugar, recomiendo orar por todo el mundo, dando gracias a Dios por todos y pidiéndole que les muestre su bondad y los ayude. 2 Recomiendo que se ore por los gobernantes y por todas las autoridades, para que podamos vivir en paz y tranquilos, obedeciendo a Dios y llevándonos bien con los demás. 3 Esta clase de oración es buena y le agrada a Dios, nuestro Salvador; 4 pues él quiere que todos se salven y sepan que:
5 Sólo hay un Dios,
y sólo hay uno que puede
ponernos en paz con Dios:
Jesucristo, el hombre.
6 Jesús dio su propia vida
para salvar a todo el mundo.
En el momento oportuno,
Dios nos demostró
que quiere salvar a todos.
7 Dios me envió a dar esta buena noticia a los que no son judíos. Debo enseñarles la verdad y lo que significa confiar en Dios. ¡Les aseguro que no estoy mintiendo, sino que digo la verdad!
8 Deseo que en todas partes los varones dejen de discutir y de enojarse, y que en vez de eso sean buenos cristianos y oren.
9 También deseo que las mujeres se vistan con sencillez, decencia y modestia. Que no usen peinados exagerados, ni joyas de oro o adornos de perlas ni ropa muy cara. 10 Más bien, que se preocupen por hacer lo bueno, como se espera de las mujeres que aman y respetan a Dios.
11 Quiero que las mujeres aprendan en silencio lo que se les enseñe, y que sean obedientes. 12 Y no permito que las mujeres enseñen en las reuniones de la iglesia, ni que les den órdenes a los hombres. 13 Porque Dios creó primero a Adán, y después a Eva. 14 Además, Adán no fue el engañado por Satanás, sino Eva. Y cuando Eva fue engañada, pecó. 15 Sin embargo, las mujeres se salvarán si tienen hijos, si confían en Jesucristo, y si aman a los demás y viven con modestia y santidad.
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