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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Éxodo 12:22-51

22 Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo. Que ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana, 23 pues Jehová pasará hiriendo a los egipcios, y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová de largo por aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. 24 Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. 25 Cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, también guardaréis este rito. 26 Y cuando os pregunten vuestros hijos: “¿Qué significa este rito?”, 27 vosotros responderéis: “Es la víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios y libró nuestras casas.”»

Entonces el pueblo se inclinó y adoró. 28 Luego los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente tal como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.

Muerte de los primogénitos

29 Aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. 30 Se levantó aquella noche el faraón, todos sus siervos y todos los egipcios, y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto. 31 E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo:

—Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id a servir a Jehová, como habéis dicho. 32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

33 Los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra, porque decían: «Todos moriremos.» 34 Y llevó el pueblo su masa antes que fermentara, la envolvieron en sábanas y la cargaron sobre sus hombros. 35 E hicieron los hijos de Israel conforme a la orden de Moisés, y pidieron a los egipcios alhajas de plata y de oro, y vestidos. 36 Jehová hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, y estos les dieron cuanto pedían. Así despojaron a los egipcios.

Los israelitas salen de Egipto

37 Partieron los hijos de Israel de Ramesés hacia Sucot. Eran unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38 También subió con ellos una gran multitud de toda clase de gentes, ovejas y muchísimo ganado. 39 Cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.

40 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de cuatrocientos treinta años. 41 El mismo día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto. 42 Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel a lo largo de sus generaciones.

43 Jehová dijo a Moisés y a Aarón:

«Ésta es la ley para la Pascua: ningún extraño comerá de ella. 44 Pero todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hayas circuncidado. 45 El extranjero y el jornalero no comerán de ella. 46 Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella ni le quebraréis ningún hueso. 47 Toda la congregación de Israel lo hará. 48 Si algún extranjero habita contigo y quiere celebrar la Pascua para Jehová, que le sea circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, pues será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. 49 La misma ley regirá para el natural y para el extranjero que habite entre vosotros.»

50 Así lo hicieron todos los hijos de Israel. Tal como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51 Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por grupos.

Lucas 15

La parábola de la oveja perdida(A)

15 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo:

—Éste recibe a los pecadores y come con ellos.

Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: «¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.” Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida

»¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.” 10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.»

Parábola del hijo pródigo

11 También dijo: «Un hombre tenía dos hijos, 12 y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde.” Y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó él a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos. 16 Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.’” 20 Entonces se levantó y fue a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó. 21 El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” 22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su dedo y calzado en sus pies. 23 Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, 24 porque éste, mi hijo, muerto era y ha revivido; se había perdido y es hallado.” Y comenzaron a regocijarse.

25 »El hijo mayor estaba en el campo. Al regresar, cerca ya de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados le preguntó qué era aquello. 27 El criado le dijo: “Tu hermano ha regresado y tu padre ha hecho matar el becerro gordo por haberlo recibido bueno y sano.” 28 Entonces se enojó y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrara. 29 Pero él, respondiendo, dijo al padre: “Tantos años hace que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.” 31 Él entonces le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas. 32 Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha revivido; se había perdido y ha sido hallado.”»

Job 30

Job lamenta su desdicha presente

30 »Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
a cuyos padres yo desdeñaba poner junto a los perros de mi ganado,
pues ¿de qué me hubiera servido ni aun la fuerza de sus manos,
si no tienen fuerza alguna?
A causa de la pobreza y del hambre andaban solitarios,
huían a la soledad, a lugares tenebrosos, desolados y desiertos.
Recogían malvas entre los arbustos
y raíces de enebro para calentarse.
Los echaban de en medio de la gente
y todos les gritaban como a ladrones.
Vivían en las barrancas de los arroyos,
en las cavernas de la tierra y entre las rocas.
Bramaban entre las matas
y se reunían debajo de los espinos.
Hijos de gente vil, hombres sin nombre,
más bajos que la misma tierra.

»¡Y ahora yo soy objeto de su burla
y les sirvo de refrán!
10 Me abominan, se alejan de mí
y no dejan de escupirme en el rostro.
11 Porque Dios ha desatado la cuerda y me ha afligido,
por eso se han desenfrenado en mi propio rostro.
12 A mi derecha se levanta el populacho,
empujan mis pies
y preparan caminos para mi ruina.
13 Desbaratan mi senda,
se aprovechan de mi quebrantamiento,
y no tengo quien me auxilie contra ellos.
14 Vienen como por un ancho portillo,
revolviéndose sobre mi calamidad.
15 Terrores se han vuelto contra mí;
como viento es arrasado mi honor,
y mi prosperidad ha pasado como una nube.

16 »Ahora mi alma está derramada en mí,
pues se apoderan de mí días de aflicción.
17 La noche taladra mis huesos
y los dolores que me roen no reposan.
18 La violencia deforma mi vestidura:
me oprime como el cuello de mi túnica.
19 Dios me ha derribado en el lodo
y ahora soy semejante al polvo y a la ceniza.
20 ¡Clamo a ti, pero no me escuchas!
¡Me presento, pero no me atiendes!
21 Te has vuelto cruel conmigo;
con el poder de tu mano me persigues.
22 Me has alzado sobre el viento, me haces cabalgar en él
y destruyes mi sustancia.
23 Yo sé que me conduces a la muerte,
y a la casa a donde va todo ser viviente.

24 »Mas él, ¿no extenderá la mano contra el sepulcro?
¿O no clamarán los sepultados cuando él los quebrante?
25 Y yo, ¿no he llorado por el que sufre?
¿No me he entristecido a causa del necesitado?
26 Sin embargo, cuando yo esperaba el bien, entonces vino el mal;
cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Mis entrañas se agitan sin reposo,
por los días de aflicción que me han sobrecogido.
28 Ando ennegrecido, y no por el sol;
me he levantado en la congregación, y he clamado.
29 He venido a ser hermano de chacales
y compañero de avestruces.
30 Mi piel, ennegrecida, se me cae,
mis huesos arden de calor.
31 Mi arpa se ha cambiado por luto,
y mi flauta por voz de lamentadores.

1 Corintios 16

La ofrenda para los santos

16 En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, enviaré a quienes vosotros hayáis designado por carta para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si es conveniente que yo también vaya, irán conmigo.

Planes de Pablo

Iré a visitaros cuando haya pasado por Macedonia, (pues por Macedonia tengo que pasar), y puede ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. No quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés, porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, aunque muchos son los adversarios.

10 Si llega Timoteo, procurad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor lo mismo que yo. 11 Por tanto, nadie lo tenga en poco, sino encaminadlo en paz para que venga a mí, porque lo espero con los hermanos.

12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuera a vosotros con los hermanos, pero de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.

Salutaciones finales

13 Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos. 14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.

15 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. 16 Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.

17 Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia, 18 porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas.

19 Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. 20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con beso santo. 21 Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano.

22 El que no ame al Señor Jesucristo, sea anatema. ¡El Señor viene!

23 La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. 24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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