Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 34 (33)
Bendigo al Señor en todo momento
34 De David cuando fingió estar loco delante de Abimélec y, expulsado por este, se marchó.
2 Yo bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza sin cesar está en mi boca.
3 Todo mi ser se gloría en el Señor;
que lo oigan los humildes y se alegren.
4 Glorifiquen conmigo al Señor,
ensalcemos su nombre todos juntos.
5 Yo busqué al Señor y me respondió,
me libró de todos mis miedos.
6 Quienes lo miran, se llenan de luz
y no se sonrojan sus rostros.
7 Clama el humilde y el Señor lo escucha,
de todas sus angustias lo salva.
8 El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los defiende.
19 El Señor está cerca de los afligidos,
salva a los que están tristes.
20 Muchos son los males del justo,
pero de todos lo libra el Señor;
21 protege cada uno de sus huesos
y ni uno de ellos se ha roto.
22 La maldad hará morir al malo,
quienes odian al justo serán castigados.
Embajada babilónica (2 Cr 32,30.32-33)
12 Por entonces el rey de Babilonia, Merodac Baladán, hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que estaba enfermo. 13 Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y todo lo que había en sus depósitos. Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su palacio y de todos sus dominios.
14 Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
— ¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido?
Ezequías respondió:
— Han venido de Babilonia, un país lejano.
15 Isaías preguntó de nuevo:
— ¿Y qué han visto en tu palacio?
Ezequías le dijo:
— Todo lo que hay en palacio. No ha quedado nada de mis tesoros por enseñarles.
16 Entonces Isaías le dijo:
— Escucha este mensaje del Señor: 17 “Llegará un día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor. 18 Incluso a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.”
19 Ezequías dijo:
— Me parece bien la palabra del Señor que me has anunciado.
Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz y seguridad.
El sacerdocio de Melquisedec, superior al levítico
7 Este Melquisedec era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Cuando Abrahán volvía victorioso de su batalla contra los reyes, le salió al encuentro y lo bendijo. 2 Abrahán, a su vez, le dio la décima parte del botín.
Melquisedec, que significa en primer lugar “rey de justicia”, era también “rey de Salem”, es decir, “rey de paz”. 3 Aparece sin padre, sin madre, sin antepasados; no se conoce el comienzo ni el término de su vida, y así, a semejanza del Hijo de Dios, su sacerdocio dura por siempre.
4 Consideren qué excelso tenía que ser Melquisedec para que el patriarca Abrahán le diera la décima parte del botín. 5 Sabido es que, según la ley, los sacerdotes pertenecientes a la tribu de Leví tienen derecho a percibir la décima parte de los bienes del pueblo, es decir, de sus propios hermanos que son también ellos descendientes de Abrahán. 6 Melquisedec, en cambio, que no pertenecía a la tribu de Leví, recibió de Abrahán la décima parte del botín y bendijo a quien Dios había hecho portador de las promesas. 7 Ahora bien, está fuera de duda que es el superior quien bendice al inferior. 8 Además, en el caso de los levitas, son seres mortales los que reciben la décima parte de los bienes, mientras que de Melquisedec se asegura que vive. 9 Y, finalmente, puede decirse que los mismos levitas que ahora reciben esa décima parte de los bienes del pueblo, se la pagaron entonces a Melquisedec por medio de Abrahán, 10 pues cuando Melquisedec se encontró con Abrahán, ya estaba Leví en las entrañas de su antepasado.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España