Old/New Testament
14 »El hombre, nacido de mujer, es corto de días y lleno de tensiones.
2 Brota como una flor y se marchita;
huye como una sombra y no se detiene.
3 ¿Sobre uno así abres tus ojos
y lo[a] traes a juicio contigo?
4 ¿Quién puede sacar lo limpio de lo impuro? ¡Nadie!
5 Ciertamente sus días están determinados y el número de sus meses depende de ti. Tú le has fijado sus límites,
los cuales no podrá traspasar.
6 Aparta de él tu mirada, y que descanse hasta que, cual un jornalero,
haya disfrutado su día.
7 »Porque para el árbol hay esperanza;
si es cortado, se renovará
y su retoño no dejará de ser.
8 Aunque su raíz se envejece en la tierra
y su tronco muere en el suelo,
9 al percibir el agua reverdecerá
y echará ramas como planta.
10 Pero el hombre muere y desaparece;
el hombre expira, ¿y dónde estará[b]?
11 Se agotan las aguas de un lago,
y un río mengua y se seca;
12 así yace el hombre y no se vuelve
a levantar.
Hasta que no haya más cielos,
no lo despertarán
ni lo levantarán de su sueño.
13 »¡Cómo quisiera que me escondieras en el Seol,
que me encubrieras hasta que se apaciguara tu furor
y que fijaras un plazo para acordarte de mí!
14 Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi milicia esperaré hasta que llegue mi relevo.
15 Entonces llamarás, y yo te responderé. Añorarás la obra de tus manos.
16 Porque ahora me cuentas los pasos
y no das tregua a mi pecado.
17 Mi transgresión tienes sellada en una bolsa
y recubres mi iniquidad.
18 »Sin embargo, la montaña cae y se deshace,
y la peña es removida de su lugar.
19 Las aguas desgastan las piedras,
y su crecida arrastra el polvo de la tierra; así haces perecer la esperanza del hombre.
20 Para siempre prevaleces contra él hasta que se va;
desfiguras su rostro y lo despides.
21 Si sus hijos alcanzan honra
él no lo sabrá.
Y si llegan a ser empequeñecidos
él no lo percibirá.
22 Su cuerpo le da solo dolores,
y su alma hace duelo por él.
Segunda intervención de Elifaz
15 Entonces intervino Elifaz el temanita y dijo:
2 —¿Ha de responder el sabio con vano conocimiento?
¿Ha de llenar su vientre de
viento oriental?
3 ¿Ha de argüir con expresiones inútiles
y con palabras sin provecho?
4 Ciertamente tú disipas la devoción
y menoscabas la meditación ante Dios.
5 Porque tu iniquidad instruye a tu boca, y adoptas el lenguaje de los astutos.
6 Tu boca te condena, no yo,
y tus labios testifican contra ti.
7 »¿Fuiste tú el primer hombre que nació? ¿Naciste antes que las colinas?
8 ¿Has escuchado el secreto de Dios para que solo tú te apropies
de la sabiduría?
9 ¿Qué sabes tú que no sepamos nosotros? ¿Qué entendimiento tienes
que nosotros no tengamos?
10 También entre nosotros hay
hombres canosos,
hombres muy ancianos,
mayores en años que tu padre.
11 ¿En tan poco tienes el consuelo de Dios y la palabra que se te dice con ternura?
12 ¿Por qué te arrebata tu corazón,
y por qué guiñan tus ojos,
13 para que vuelvas tu espíritu contra Dios y dejes salir tales palabras de tu boca?
14 »¿Qué es el hombre para considerarse limpio;
y el nacido de mujer para que se considere justo?
15 Si Dios no se fía ni de sus santos
ni aun los cielos son puros ante sus ojos,
16 ¿cuánto menos el abominable y corrupto,
el hombre que bebe como agua
la iniquidad?
17 »Escúchame; yo te informaré
y te contaré lo que he visto;
18 lo que los sabios nos han revelado sin encubrir nada de lo de sus padres.
19 Solo a ellos les fue dada la tierra,
y ningún extraño pasó por en medio
de ellos.
20 El impío se retuerce de dolor todos los días,
y un cierto número de años
han sido reservados para el tirano.
21 Voces de espanto resuenan en sus oídos, y aun en la paz vendrá su destructor.
22 Él no cree que ha de volver
de las tinieblas
y que está destinado para la espada.
23 Va errante en pos del pan
diciendo: “¿Dónde estará?”. Sabe que el día de las tinieblas
le está listo, a la mano.
24 Lo aterran la tristeza y la aflicción;
lo abruman como un rey listo
para el ataque.
25 Porque ha extendido su mano contra Dios,
y se ha comportado con soberbia contra el Todopoderoso.
26 Porque embiste contra él con
cuello erguido,
con el doble grosor de su escudo.
27 Aunque su cara se cubra de gordura
y le crezcan pliegues de grasa en las caderas,
28 habitará en ciudades desoladas,
en casas donde nadie vive
y que están destinadas a ser escombros.
29 No se enriquecerá ni le durarán sus bienes;
tampoco extenderá su patrimonio sobre la tierra.
30 No escapará de las tinieblas.
La llama secará sus ramas,
y por el soplo de su boca desaparecerá.
31 »Que no confíe en la vanidad, engañándose a sí mismo,
pues la vanidad será su recompensa.
32 Ella se cumplirá antes de su tiempo,
y su copa no estará frondosa.
33 Como la vid dejará caer sus uvas agraces y arrojará sus flores como el olivo.
34 Porque la compañía de los impíos es estéril,
y el fuego consumirá las moradas del soborno.
35 Conciben afanes y dan a luz iniquidad; sus entrañas preparan el engaño.
Job responde a Elifaz
16 Entonces respondió Job y dijo:
2 —He oído muchas cosas como estas;
consoladores gravosos son
todos ustedes.
3 ¿Habrá fin para las palabras vacías? ¿Qué te incita a responder?
4 Yo también podría hablar como ustedes. Si su alma estuviera en lugar de la mía, yo también podría componer discursos contra ustedes,
y por ustedes sacudiría mi cabeza.
5 Los alentaría con mi boca,
y el movimiento de mis labios traería alivio.
6 »Pero si hablo,
mi dolor no tiene alivio;
y si dejo de hablar,
¿qué se ha de ir de mí?
7 Pero ahora Dios me tiene agobiado. Ha desolado toda mi compañía
8 y me ha llenado de arrugas.
Mi debilidad responde en mi propia cara;
ha venido a ser testigo
y se ha levantado contra mí.
9 Su furor me ha despedazado pues me aborrece;
contra mí hace crujir sus dientes. Mi adversario aguza su mirada contra mí.
10 Contra mí han abierto su boca; con afrenta han golpeado mis mejillas. A una se han juntado contra mí.
11 Dios me ha entregado a los perversos; me ha empujado a las manos de los impíos.
12 Yo estaba tranquilo pero él me sacudió; me tomó por el cuello y me despedazó. Él me ha puesto por blanco suyo;
13 sus arqueros me han rodeado. Atraviesa mis riñones sin compasión
y derrama por tierra mi hiel.
14 Abre en mí brecha tras brecha; contra mí arremete como un guerrero.
15 »He cosido cilicio sobre mi piel
y he hundido mi fuerza en el polvo.
16 Mi rostro está enrojecido con el llanto,
y sobre mis párpados hay
densa oscuridad
17 a pesar de no haber violencia en mis manos
y de ser pura mi oración.
18 »¡Oh tierra, no encubras mi sangre! ¡Que no haya lugar para mi clamor!
19 He aquí que también ahora
mi testigo está en los cielos;
en las alturas está mi defensor.
20 Mis amigos me escarnecen;
mis ojos derraman lágrimas ante Dios.
21 ¡Oh, si alguien llevara la causa
de un hombre ante Dios
como entre[c] el hombre y su prójimo!
22 Porque los pocos años se van,
y yo iré por el camino sin retorno.
22 Pero Saulo se fortalecía aún más y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.
23 Pasados muchos días, los judíos consultaron entre sí para matarle; 24 pero sus asechanzas fueron conocidas por Saulo. Y guardaban aun las puertas de la ciudad de día y de noche para matarle. 25 Entonces sus discípulos tomaron a Saulo de noche y le bajaron por el muro en una canasta.
Saulo y los hermanos en Jerusalén
26 Cuando fue a Jerusalén, intentaba juntarse con los discípulos; y todos le tenían miedo, porque no creían que fuera discípulo. 27 Pero Bernabé le recibió y le llevó a los apóstoles. Les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que había hablado con él, y cómo en Damasco había predicado con valentía en el nombre de Jesús. 28 Así entraba y salía con ellos en Jerusalén, 29 predicando con valentía en el nombre del Señor. Hablaba y discutía con los helenistas, pero ellos procuraban matarle. 30 Luego, cuando los hermanos lo supieron, le acompañaron hasta Cesarea y le enviaron a Tarso.
31 Entonces por toda Judea, Galilea y Samaria la iglesia tenía paz. Iba edificándose y vivía en el temor del Señor, y con el consuelo del Espíritu Santo se multiplicaba.
Pedro sana a Eneas
32 Aconteció que mientras Pedro recorría por todas partes, fue también a visitar a los santos que habitaban en Lida. 33 Allí encontró a cierto hombre llamado Eneas, que estaba postrado en cama desde hacía ocho años, pues era paralítico.
34 Pedro le dijo: “Eneas, ¡Jesucristo te sana! Levántate y arregla tu cama”. De inmediato se levantó, 35 y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.
Pedro resucita a Dorcas
36 Entonces había en Jope cierta discípula llamada Tabita, que traducido es Dorcas. Ella estaba llena de buenas obras y de actos de misericordia que hacía. 37 Aconteció en aquellos días que ella se enfermó y murió. Después de lavarla, la pusieron en una sala del piso superior. 38 Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres para que le rogaran: “No tardes en venir hasta nosotros”.
39 Entonces Pedro se levantó y fue con ellos. Cuando llegó, le llevaron a la sala y le rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. 40 Después de sacar fuera a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y vuelto hacia el cuerpo, dijo: “¡Tabita, levántate!”. Ella abrió los ojos, y al ver a Pedro se sentó. 41 Él le dio la mano y la levantó. Entonces llamó a los santos y a las viudas, y la presentó viva.
42 Esto fue conocido en todo Jope, y muchos creyeron en el Señor. 43 Pedro se quedó muchos días en Jope, en casa de un tal Simón, curtidor.
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