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Old/New Testament

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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Ester 1-2

La gloria de Persia y del rey Asuero

Esto aconteció en los días de Asuero[a] (el Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía, sobre ciento veintisiete provincias). En aquellos días, cuando el rey Asuero se había sentado en su trono real que estaba en Susa, la capital, en el tercer año de su reinado, hizo un banquete para todos sus magistrados y servidores. Los jefes del ejército de Persia y de Media, los nobles y los magistrados de las provincias estaban ante él, mientras les mostraba por muchos días (ciento ochenta días) la gloriosa riqueza de su reino y el costoso esplendor de su grandeza.

Una vez cumplidos estos días, el rey hizo un banquete durante siete días para todo el pueblo que se hallaba en Susa, la capital, desde el mayor hasta el menor, en el patio de los jardines del palacio real. Había lienzos de lino blanco y azul, sujetados por cordones de lino y de púrpura a anillos de plata y a columnas de mármol. Los divanes de oro y de plata estaban sobre un pavimento de alabastro, de mármol, de madreperla y de ónice. Y conforme a la generosidad del rey daban a beber mucho vino real en vasos de oro, vasos diferentes unos de otros. La bebida era, de acuerdo con lo establecido, sin ninguna obligación; porque el rey había mandado a todos los mayordomos de su casa que se hiciera conforme al gusto de cada uno.

También la reina Vasti hizo un banquete para las mujeres en el palacio real del rey Asuero.

Vasti pierde su posición de reina

10 En el séptimo día, estando el corazón del rey alegre a causa del vino, mandó a Mehumán, a Bizta, a Harbona, a Bigta, a Abagta, a Zetar y a Carcas (los siete eunucos que servían personalmente al rey Asuero), 11 que trajeran a la presencia del rey a la reina Vasti con su corona real, para mostrar su belleza a los pueblos y a los gobernantes; porque ella era de hermosa apariencia. 12 Pero la reina Vasti rehusó comparecer, a pesar de la orden del rey enviada por medio de los eunucos.

El rey se indignó muchísimo, y se encendió su ira. 13 Entonces el rey, conforme a la costumbre real de consultar con los que conocían la ley y el derecho, preguntó a los sabios conocedores de los tiempos 14 (hizo que se acercaran[b] a él Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, siete magistrados de Persia y de Media que tenían acceso al rey y que ocupaban los primeros puestos en el reino):

15 —Según la ley, ¿qué se ha de hacer con la reina Vasti, por no haber cumplido la orden del rey Asuero dada por medio de los eunucos?

16 Entonces Memucán dijo ante el rey y los magistrados:

—La reina Vasti ha actuado mal, no solamente contra el rey, sino también contra todos los magistrados y contra todos los pueblos que están en todas las provincias del rey Asuero. 17 Porque la palabra de la reina llegará a todas las mujeres y las hará mirar con menosprecio a sus maridos diciendo: “El rey Asuero ordenó traer a su presencia a la reina Vasti, pero ella no fue”. 18 Y desde este día las damas de Persia y de Media que hayan oído las palabras de la reina dirán lo mismo a todos los magistrados del rey, y habrá mucho menosprecio e indignación. 19 Si al rey le parece bien, salga de su presencia un decreto real que sea escrito entre las leyes de Persia y de Media de modo que no sea abrogado: que Vasti no venga más a la presencia del rey Asuero, y que el rey dé su dignidad real a otra mejor que ella. 20 La sentencia que promulgue el rey será oída en todo su reino, inmenso como es; y todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el mayor hasta el menor.

21 Este consejo pareció bien al rey y a los magistrados, y el rey hizo conforme al dicho de Memucán. 22 Entonces envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su sistema de escritura y a cada pueblo en su idioma. Él expresó, en el idioma de cada pueblo, que todo hombre fuera señor en su casa.

Ester es hecha reina de Persia

Después de estas cosas, y una vez apaciguada la ira del rey Asuero, él se acordó de Vasti, de lo que ella había hecho y de lo que se había decidido con respecto a ella. Entonces dijeron los jóvenes que servían al rey: “Búsquense para el rey jóvenes vírgenes de hermosa apariencia. Nombre el rey oficiales en todas las provincias de su reino para que reúnan en Susa, la capital, a todas las jóvenes vírgenes de hermosa apariencia, en el harén que está bajo el cuidado de Hegai, eunuco del rey y guardián de las mujeres; y provéase su tratamiento cosmético. La joven que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti”. Este consejo agradó al rey y así lo hizo.

En Susa, la capital, había un judío llamado Mardoqueo hijo de Jaír, hijo de Simei, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que había sido llevado cautivo de Jerusalén junto con los cautivos llevados con Joaquín[c], rey de Judá, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó cautivo. Este había criado a Hadasa (que es Ester), hija de su tío, porque ella no tenía padre ni madre. La joven era de bella figura y de hermosa apariencia. Cuando murieron su padre y su madre, Mardoqueo la tomó como hija suya.

Sucedió que al ser oídas la palabra y la disposición del rey, y al ser reunidas muchas jóvenes en Susa, la capital, bajo el cuidado de Hegai, también Ester fue llevada a la casa del rey, bajo el cuidado de Hegai, guardián de las mujeres. La joven agradó a sus ojos y obtuvo gracia delante de él, por lo que ordenó que se le administraran de inmediato su tratamiento cosmético y su dieta, y que se le asignaran siete jóvenes escogidas de la casa del rey. Y la trasladó con ellas a la mejor sección del harén.

10 Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, pues Mardoqueo le había mandado que no lo dijera. 11 Y cada día Mardoqueo se paseaba frente al patio del harén para informarse de cómo le iba a Ester y de qué le acontecía.

12 Cuando llegaba el turno a cada una de las jóvenes para venir al rey Asuero, después de haber estado doce meses sujetas a lo establecido para las mujeres (porque así se cumplía su tratamiento cosmético, es decir, seis meses con aceite de mirra y seis meses con perfumes y ungüentos para mujeres), 13 así es como la joven venía al rey. Todo lo que ella pidiera se le daba para llevarlo consigo del harén a la casa del rey. 14 Ella iba al anochecer, y a la mañana siguiente volvía al segundo harén bajo el cuidado de Saasgaz, eunuco del rey, guardián de las concubinas. No volvía a ir al rey, salvo si el rey la deseaba y era llamada por nombre.

15 Cuando a Ester hija de Abijail, tío de Mardoqueo, a la que este había tomado como hija, le llegó el turno para ir al rey, ninguna cosa pidió aparte de lo que dispuso Hegai, eunuco del rey, guardián de las mujeres. Así Ester obtenía gracia ante los ojos de todos los que la veían.

16 Ester fue llevada al rey Asuero, a su palacio real en el mes décimo, el mes de Tebet[d], del séptimo año de su reinado. 17 El rey amó a Ester más que a todas las mujeres, y ella halló gracia y favor delante de él más que todas las demás jóvenes vírgenes. Él puso la corona real sobre su cabeza y la proclamó reina en lugar de Vasti. 18 Entonces el rey ofreció un gran banquete (el banquete de Ester) a todos sus oficiales y servidores. También hizo reducción de impuestos a las provincias y dio obsequios, conforme a la facultad del rey.

Mardoqueo salva la vida al rey

19 Mardoqueo estaba sentado junto a la puerta real cuando las jóvenes vírgenes eran reunidas por segunda vez. 20 De acuerdo con lo que Mardoqueo le había mandado, Ester no había declarado cuál era su parentela ni su pueblo. Ester hizo según las instrucciones de Mardoqueo, como cuando estaba bajo su protección.

21 En aquellos días, estando Mardoqueo sentado junto a la puerta real, Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, guardias de la puerta, se enojaron y conspiraron para quitar la vida al rey Asuero. 22 Este hecho llegó al conocimiento de Mardoqueo, quien lo declaró a la reina Ester, y ella se lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo.

23 El hecho fue investigado y hallado cierto, por lo que ambos fueron colgados en una horca. Esto fue escrito en el libro de las crónicas en presencia del rey.

Hechos 5:1-21

Ananías y Safira

Pero cierto hombre llamado Ananías, juntamente con Safira su mujer, vendió una posesión. Con el conocimiento de su mujer, sustrajo del precio; y llevando una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

Y Pedro dijo:

—Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y gran temor sobrevino a todos los que lo oían. Luego se levantaron los jóvenes y le envolvieron. Y sacándole fuera, lo sepultaron.

Después de un intervalo de unas tres horas, sucedió que entró su mujer, sin saber lo que había acontecido. Entonces Pedro le preguntó:

—Dime, ¿vendieron en tanto el campo?

Ella dijo:

—Sí, en tanto.

Y Pedro le dijo:

—¿Por qué se pusieron de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí los pies de los que han sepultado a tu marido están a la puerta, y te sacarán a ti.

10 De inmediato, ella cayó a los pies de él y expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta; la sacaron y la sepultaron junto a su marido. 11 Y gran temor sobrevino a la iglesia entera y a todos los que oían de estas cosas.

Los apóstoles hacen sanidades

12 Por las manos de los apóstoles se hacían muchos milagros y prodigios entre el pueblo, y estaban todos de un solo ánimo en el pórtico de Salomón. 13 Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo les tenía en gran estima.

14 Los que creían en el Señor aumentaban cada vez más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 de modo que hasta sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camillas y colchonetas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. 16 También de las ciudades vecinas a Jerusalén concurría una multitud trayendo enfermos y atormentados por espíritus impuros; y todos eran sanados.

Los apóstoles son perseguidos

17 Entonces se levantó el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, y se llenaron de celos. 18 Echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19 Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y al conducirlos fuera dijo: 20 “Vayan, y de pie en el templo, hablen al pueblo todas las palabras de esta vida”.

21 Habiendo oído esto, entraron en el templo al amanecer y enseñaban. Mientras tanto, el sumo sacerdote y los que estaban con él fueron y convocaron al Sanedrín con todos los ancianos de los hijos de Israel. Luego enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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