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Old/New Testament

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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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2 Crónicas 34-36

El rey Josías y sus reformas

34 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó treinta y un años en Jerusalén.

Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, y anduvo en los caminos de su padre David, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.

A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de su padre David. Y a los doce años comenzó a limpiar Judá y Jerusalén de los lugares altos, de los árboles rituales de Asera, de las imágenes talladas y de las imágenes de fundición. Delante de él derribaron los altares de los Baales; destrozó los altares de incienso que estaban puestos encima y quebró los árboles rituales de Asera. Redujo a polvo las imágenes talladas y las imágenes de fundición, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios. Quemó sobre sus altares los huesos de los sacerdotes, y limpió a Judá y a Jerusalén. Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta en Neftalí y en sus ruinas[a] alrededor. Derribó, pues, los altares y quebró los árboles rituales de Asera y los ídolos hasta hacerlos polvo, y destrozó los altares de incienso en toda la tierra de Israel. Después regresó a Jerusalén.

En el año dieciocho de su reinado, cuando acabó de purificar la tierra y el templo, envió a Safán hijo de Azalías, a Maasías el alcalde de la ciudad y al cronista Jóaj hijo de Joacaz, para que repararan la casa del SEÑOR su Dios. Estos fueron al sumo sacerdote Hilquías y le dieron el dinero que había sido traído a la casa de Dios, dinero que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de los de Manasés y Efraín, y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y de Benjamín y de los habitantes de Jerusalén. 10 Ellos lo entregaron en manos de los que hacían la obra, los que estaban encargados de la casa del SEÑOR; y estos lo entregaron a los que hacían la obra y trabajaban en la casa del SEÑOR, para reparar y restaurar la casa. 11 Lo entregaron a los carpinteros y constructores, a fin de comprar piedra labrada y madera para las uniones, y para poner vigas a los edificios que los reyes de Judá habían dejado arruinar. 12 Estos hombres procedían con fidelidad en la obra. Los que estaban encargados de ellos para dirigirlos eran Yajat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam, de los hijos de Cohat, y todos los levitas expertos en los instrumentos de música. 13 También estaban encargados de los cargadores y dirigían a todos los que se ocupaban en diversos aspectos de la obra. Entre los levitas también había escribas, oficiales y porteros.

Hallazgo del libro de la Ley

14 Al sacar el dinero que había sido traído a la casa del SEÑOR, el sacerdote Hilquías halló el libro de la Ley del SEÑOR, dada por medio de Moisés. 15 Entonces Hilquías habló al escriba Safán diciendo:

—He hallado el libro de la Ley en la casa del SEÑOR.

E Hilquías entregó el libro a Safán.

16 Entonces Safán llevó el libro al rey, y además le dio informes diciendo:

—Tus siervos han cumplido todo lo que les fue encargado. 17 Ellos han vaciado el dinero que se halló en la casa del SEÑOR, y lo han entregado en manos de los que están encargados, en manos de los que hacen la obra. 18 —Asimismo, el escriba Safán declaró al rey diciendo—: El sacerdote Hilquías me ha dado un libro.

Safán leyó en él delante del rey. 19 Y sucedió que cuando el rey escuchó las palabras de la Ley, rasgó sus vestiduras. 20 Luego el rey mandó a Hilquías, a Ajicam hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías el siervo del rey, diciendo:

21 —Vayan y consulten al SEÑOR por mí y por los sobrevivientes de Israel y de Judá, respecto a las palabras del libro que ha sido hallado. Porque grande es la ira del SEÑOR que ha sido derramada sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron el mandamiento del SEÑOR de hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro.

22 Entonces Hilquías y los hombres del rey fueron a la profetisa Hulda, esposa de Salum hijo de Ticva[b], hijo de Jarjas, guarda de las vestiduras, la cual vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén; y hablaron con ella de este asunto. 23 Y ella les dijo:

—Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Digan al hombre que los ha enviado a mí, que así ha dicho el SEÑOR: 24 ‘He aquí yo traeré el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, es decir, todas las maldiciones que están escritas en el libro que han leído delante del rey de Judá. 25 Porque me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocándome a ira con todas las obras de sus manos. Por eso se derramará mi ira sobre este lugar, y no será apagada’”. 26 Así dirán al rey de Judá que los ha enviado para consultar al SEÑOR: “Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel con respecto a las palabras que has escuchado: 27 ‘Por cuanto tu corazón se ha enternecido y te has humillado delante de Dios, cuando escuchaste sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes; por cuanto te humillaste delante de mí y rasgaste tus vestiduras y lloraste en mi presencia, yo también te he escuchado, dice el SEÑOR. 28 He aquí que yo te reuniré con tus padres, y serás reunido en tu sepulcro en paz. Tus ojos no verán todo el mal que traeré sobre este lugar y sobre sus habitantes’”.

Y ellos dieron la respuesta al rey.

Pacto inspirado en el libro de la Ley

29 Entonces el rey mandó reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 30 Luego el rey subió a la casa del SEÑOR con todos los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el más grande hasta el más pequeño. Y leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa del SEÑOR.

31 El rey se puso de pie en su lugar e hizo pacto delante del SEÑOR, de andar en pos del SEÑOR y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos con todo su corazón y con toda su alma; para poner por obra las palabras del pacto escritas en este libro.

32 Entonces hizo que se comprometieran todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín. Y los habitantes de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, el Dios de sus padres. 33 Después Josías quitó todas las abominaciones de todas las tierras que tenían los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirvieran al SEÑOR su Dios. No se apartaron de ir en pos del SEÑOR, el Dios de sus padres, todo el tiempo que Josías vivió.

Josías y la celebración de la Pascua

35 Josías celebró la Pascua del SEÑOR en Jerusalén. Sacrificaron la víctima de la Pascua el catorce del mes primero[c], y él puso a los sacerdotes en sus cargos y los alentó al servicio de la casa del SEÑOR. Dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel y que estaban consagrados al SEÑOR: “Pongan el arca sagrada en el templo que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no tengan que llevarla más sobre los hombros. Ahora servirán al SEÑOR, su Dios, y a su pueblo Israel. Prepárense según sus casas paternas y por sus grupos, conforme a lo prescrito por David, rey de Israel, y por el documento de su hijo Salomón. Permanezcan en el santuario según la distribución de las casas paternas de sus hermanos los hijos del pueblo, y del grupo de las casas paternas de los levitas. Sacrifiquen la víctima de la Pascua, purifíquense y prepárenla para sus hermanos, a fin de que hagan conforme a la palabra del SEÑOR, dada por medio de Moisés”.

Luego el rey Josías dio a los hijos del pueblo para los sacrificios de la Pascua, para todos los que se hallaban presentes, rebaños de corderos y cabritos en número de treinta mil, y tres mil cabezas de ganado vacuno. Esto procedía del patrimonio del rey.

También sus magistrados dieron con liberalidad al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Hilquías, Zacarías y Yejiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes dos mil seiscientas ovejas y trescientas cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua. Y Conanías, Semaías y Natanael, sus hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas cinco mil ovejas y quinientas cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua.

10 Preparado así el servicio, los sacerdotes se colocaron de pie en sus puestos, y los levitas según sus grupos, conforme al mandato del rey. 11 Entonces sacrificaron la víctima de la Pascua; y los levitas la desollaban, mientras los sacerdotes esparcían la sangre recibida de mano de ellos.

12 Luego quitaron el holocausto para darlo a las divisiones, según las casas paternas de los hijos del pueblo, para que lo ofrecieran al SEÑOR según está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con las cabezas de ganado vacuno. 13 Asaron al fuego la carne de la víctima de la Pascua, según lo establecido; pero lo que había sido santificado lo cocieron en ollas, calderos y sartenes, y lo llevaron rápidamente a todos los hijos del pueblo.

14 Después prepararon para sí y para los sacerdotes, porque los sacerdotes hijos de Aarón estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y los sebos. Por eso los levitas prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón.

15 También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto conforme al mandato de David, de Asaf, de Hemán y de Jedutún, vidente del rey. También los porteros estaban en cada puerta. No era necesario que se apartaran de su servicio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos. 16 Así fue organizado aquel día todo el servicio del SEÑOR, para hacer el sacrificio de la Pascua y para ofrecer los holocaustos sobre el altar del SEÑOR, conforme al mandato del rey Josías.

17 En aquel tiempo los hijos de Israel que se hallaban presentes celebraron el sacrificio de la Pascua y la fiesta de los Panes sin levadura, durante siete días. 18 No había sido celebrada en Israel una Pascua como esta desde el tiempo del profeta Samuel ni ninguno de los reyes de Israel celebró una Pascua como la que celebró Josías, con los sacerdotes, los levitas y todo Judá e Israel que se hallaron allí, junto con los habitantes de Jerusalén. 19 Esta Pascua fue celebrada en el año dieciocho del reinado de Josías.

Trágica muerte de Josías

20 Después de todas estas cosas, cuando Josías había reparado el templo, Necao, rey de Egipto, subió a combatir en Carquemis, junto al Éufrates, y Josías le salió al encuentro. 21 Necao le envió mensajeros diciendo: “¿Qué tenemos tú y yo, oh rey de Judá? Yo no he venido ahora contra ti, sino contra el pueblo que me hace la guerra. Dios me ha dicho que me apresure. Por tu bien, deja de resistir a Dios, porque él está conmigo; no sea que él te destruya”.

22 Pero Josías no se apartó de él; se disfrazó para combatir contra él, y no hizo caso a las palabras de Necao, que en realidad procedían de la boca de Dios. Josías fue para combatir en el valle de Meguido, 23 pero los arqueros tiraron contra el rey Josías. Entonces el rey dijo a sus servidores: “¡Retírenme, porque estoy gravemente herido!”.

24 Sus servidores lo retiraron del carro y lo pusieron en otro carro que él tenía. Lo llevaron a Jerusalén, pero murió; y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. 25 Jeremías compuso un lamento por Josías, y todos los cantores, hombres y mujeres, mencionan a Josías en sus lamentaciones, hasta el día de hoy, pues lo pusieron como un precepto en Israel. He aquí que está escrito entre las lamentaciones.

26 Los demás hechos de Josías y sus obras piadosas conforme a lo escrito en la ley del SEÑOR, 27 sus hechos, los primeros y los últimos, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

36 Luego el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo proclamó rey en Jerusalén, en lugar de su padre.

Joacaz, rey de Judá

Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. Pero el rey de Egipto lo depuso en Jerusalén, e impuso al país una multa de tres mil trescientos kilos de plata y treinta y tres kilos de oro.

El rey de Egipto proclamó a Eliaquim, hermano de Joacaz, rey sobre Judá y Jerusalén, pero le cambió su nombre por el de Joacim. Y a Joacaz, su hermano, Necao lo tomó y lo llevó a Egipto.

Joacim, rey de Judá

Joacim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.

Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR su Dios. Entonces Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él y lo ató con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia. Nabucodonosor también llevó a Babilonia algunos utensilios de la casa del SEÑOR, y los puso en su palacio en Babilonia.

Los demás hechos de Joacim, las abominaciones que hizo y lo que se halló en su contra, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Y su hijo Joaquín reinó en su lugar.

Joaquín, rey de Judá

Joaquín tenía dieciocho años[d] cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén.

Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, 10 y al año siguiente el rey Nabucodonosor mandó llevarlo a Babilonia, junto con los utensilios preciosos de la casa del SEÑOR. En lugar de él proclamó rey sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, hermano de su padre[e].

Sedequías y la caída de Jerusalén

11 Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.

12 Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías que le hablaba por mandato del SEÑOR. 13 Asimismo, se rebeló contra el rey Nabucodonosor, quien lo había hecho jurar por Dios. Endureció su cerviz y obstinó su corazón para no volver al SEÑOR Dios de Israel. 14 También todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, siguiendo todas las abominaciones de las naciones y contaminando la casa del SEÑOR, que él había santificado en Jerusalén.

15 El SEÑOR, Dios de sus padres, les envió sus mensajeros persistentemente, porque tenía misericordia de su pueblo y de su morada. 16 Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y hacían escarnio de sus profetas, hasta que la ira del SEÑOR estalló contra su pueblo, y ya no hubo remedio. 17 Así trajo contra ellos al rey de los caldeos, quien mató a espada a sus jóvenes en su mismo santuario, sin perdonar la vida de los jóvenes ni de las jóvenes, de los ancianos ni de los débiles. A todos los entregó en su mano.

18 Asimismo, todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y pequeños, los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros del rey y de sus magistrados, todo lo llevó a Babilonia. 19 Luego incendiaron la casa de Dios y derribaron la muralla de Jerusalén. Incendiaron todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. 20 A los sobrevivientes de la espada, los llevó cautivos a Babilonia, y fueron hechos esclavos del rey y de sus hijos hasta el establecimiento del reino de Persia, 21 para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubiera disfrutado de su reposo. Todo el tiempo de su desolación reposó, hasta que se cumplieron los setenta años.

Ciro decreta reconstruir el templo

22 En el primer año de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, el SEÑOR despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo pregonar por todo su reino, oralmente y por escrito, diciendo:

23 Así ha dicho Ciro, rey de Persia: “El SEÑOR, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha comisionado para que le edifique un templo en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre ustedes de todo su pueblo, que el SEÑOR su Dios sea con él, y suba”.

Juan 19:1-22

19 Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó. Los soldados entretejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo vistieron con un manto de púrpura, y venían hacia él y le decían:

—¡Viva el rey de los judíos!

Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez y les dijo:

—He aquí, se lo traigo fuera para que sepan que no hallo ningún delito en él.

Entonces Jesús salió llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo:

—¡He aquí el hombre!

Cuando lo vieron los principales sacerdotes y los guardias, gritaron diciendo:

—¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

Les dijo Pilato:

—Tómenlo ustedes y crucifíquenlo porque yo no hallo ningún delito en él.

Los judíos le respondieron:

—Nosotros tenemos una ley y, según nuestra ley, él debe morir porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.

Cuando Pilato oyó esta palabra, tuvo aún más miedo. Entró en el Pretorio otra vez y le dijo a Jesús:

—¿De dónde eres tú?

Pero Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato:

—¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y tengo autoridad para crucificarte?

11 Respondió Jesús:

—No tendrías ninguna autoridad contra mí si no te fuera dada de arriba. Por esto, el que me entregó a ti tiene mayor pecado.

12 Desde entonces Pilato procuraba soltarle. Pero los judíos gritaron diciendo:

—Si sueltas a este, no eres amigo del César. Todo aquel que se hace rey se opone al César.

13 Cuando Pilato oyó estas palabras, llevó a Jesús afuera y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado El Enlosado, y en hebreo Gabata. 14 Era el día de la Preparación de la Pascua, y como el mediodía[a]. Entonces dijo a los judíos:

—He aquí su rey.

15 Pero ellos gritaron diciendo:

—¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!

Pilato les dijo:

—¿He de crucificar a su rey?

Respondieron los principales sacerdotes:

—¡No tenemos más rey que el César!

16 Y con esto, entonces, lo entregó a ellos para que fuera crucificado.

La crucifixión de Jesús

Tomaron, pues, a Jesús, 17 y él salió llevando su cruz hacia el lugar que se llama de la Calavera, y en hebreo Gólgota. 18 Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús estaba en medio. 19 Pilato escribió y puso sobre la cruz un letrero en el cual fue escrito: JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS. 20 Entonces muchos de los judíos leyeron este letrero, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad y el letrero estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. 21 Los principales sacerdotes de los judíos le decían a Pilato:

—No escribas: “Rey de los judíos” sino: “Este dijo: ‘Soy rey de los judíos’ ”.

22 Pilato respondió:

—Lo que he escrito, he escrito.

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