Old/New Testament
La sabiduría divina descubre la culpa
11 Sofar de Naamat contestó así:
2 ¿Quedará sin respuesta tanta palabrería
y tendrá razón un charlatán?
3 ¿Hará callar a otros tu verborrea
y te burlarás sin que nadie te contradiga?
4 Tú has dicho: “Mi conducta es limpia,
nada malo me puedes reprochar”.
5 Pero ojalá Dios te hablase,
abriese la boca para responderte:
6 te enseñaría secretos de sabiduría,
que son prodigios de habilidad.
Entonces acabarías sabiendo
que aún te perdona parte de tu culpa.
7 ¿Puedes sondear la profundidad de Dios,
descubrir la perfección del Todopoderoso?
8 Es más alta que el cielo: ¿qué harás?
Más honda que el reino de los muertos:
¿qué podrás saber tú?
9 Es más larga que la tierra
y más ancha que el mar.
10 Si se presenta y encierra en prisión,
si cita a juicio, ¿quién lo impedirá?
11 Pues conoce a quienes nada valen,
cuando ve la maldad se fija bien.
12 Y es que el necio se hará sensato
cuando un asno salvaje se haga manso.
13 Pero si no vacila tu mente,
si extiendes las manos hacia él,
14 si apartas tu mano de la maldad
y no alojas en tu tienda la injusticia,
15 podrás alzar la frente sin mancilla;
te acosarán, pero no tendrás miedo;
16 podrás olvidar tu infortunio,
recordándolo como agua que pasó.
17 Tu vida será más luminosa que el mediodía,
tus tinieblas serán como un amanecer;
18 vivirás seguro y con esperanza,
te sentirás protegido, dormirás tranquilo;
19 descansarás libre de sobresaltos
y muchos buscarán tu favor.
20 Pero los ojos del malvado se apagan,
no podrá encontrar un refugio,
su esperanza es sólo un suspiro.
Job reta al poder divino
12 Job respondió así:
2 ¡Desde luego, ustedes son de esa gente
con la cual se agotará la sabiduría!
3 Pero también yo soy inteligente,
no me creo inferior a ustedes.
¿Quién no sabe tales cosas?
4 El hazmerreír de sus vecinos, ese soy yo;
yo, que me comunicaba con Dios.
¡El hazmerreír, siendo íntegro y honrado!
5 “¡Respondamos con burla a la desgracia
—dice quien se siente satisfecho—,
empujemos al suelo al que se tambalea!”.
6 ¡Pero los bandidos habitan en paz,
viven seguros quienes provocan a Dios,
los que tienen a Dios en un puño!
7 Pregunta a las bestias y te instruirán,
a las aves del cielo y te informarán;
8 habla con los reptiles y te enseñarán,
te lo contarán los peces del mar.
9 ¿Quién de todos ellos no sabe
que la mano del Señor lo hizo todo?
10 Él retiene la vida de los seres,
el aliento de todo ser humano.
11 ¿No distingue el oído las palabras
y el paladar saborea la comida?
12 ¿No es propia de los ancianos la sabiduría
y destaca la prudencia entre los viejos?
13 Pues él posee sabiduría y poder,
prudencia e inteligencia son suyas.
14 Si él destruye, nadie reconstruye;
si aprisiona, no hay escapatoria;
15 si retiene la lluvia, llega la sequía;
si la deja libre, se inunda la tierra.
16 Él dispone de fuerza y eficacia,
suyos son el engañado y el que engaña;
17 hace ir descalzos a los consejeros,
hace enloquecer a los magistrados;
18 deja a los reyes sin insignias,
les ata una soga a la cintura;
19 hace ir descalzos a los sacerdotes,
arruina a los que están bien situados;
20 retira la palabra a los confidentes,
deja sin discreción a los ancianos;
21 llena de desprecio a los señores,
afloja el cinturón de los robustos.
22 Revela la hondura de las tinieblas,
saca a la luz las densas sombras;
23 levanta pueblos y los destruye,
ensancha naciones y las destierra;
24 priva de su talento a los jefes,
los guía por desiertos intransitables,
25 por donde caminan a tientas y a oscuras,
tropezando lo mismo que borrachos.
13 Todo esto ya lo han visto mis ojos,
mis oídos lo oyeron y lo entendí.
2 Sé lo que ustedes saben,
no soy inferior a ustedes.
3 Pero quiero hablar con el Todopoderoso,
deseo disputar con Dios,
4 pues ustedes todo lo blanquean con mentiras,
parecen médicos sin serlo.
5 ¡Cuándo acabarán de hablar
demostrando así que son sabios!
6 A ver si escuchan mis descargos
y oyen los argumentos que pronuncio.
7 ¿Falsean la realidad por defender a Dios
y son capaces de mentir por él?
8 ¿Tratan por ventura de excusarlo
y disputan acaso a su favor?
9 ¿Qué tal si él los sondease?
¿Lo engañarían igual que a un humano?
10 Seguro que les pediría cuentas
por ser parciales con disimulo.
11 Su majestad los dejaría aterrados,
su terror se abatiría sobre ustedes.
12 Las acusaciones de ustedes serían como ceniza;
sus argumentos, argumentos de barro.
13 Silencio, que quiero hablar,
pues pase lo que me pase,
14 voy a jugármelo todo,
pienso arriesgar mi vida.
15 Aunque quiera matarme,
no me queda otra esperanza;
quiero defenderme en su presencia;
16 con eso me sentiría salvado,
pues el malvado no comparece ante él.
17 Escuchen con atención mis palabras,
presten oído a mi declaración;
18 tengo preparada mi defensa
y sé que soy inocente.
19 ¿Alguien quiere pleitear conmigo?
Estoy dispuesto a callar y morir.
20 Concédeme sólo estas dos cosas
y permaneceré siempre en tu presencia:
21 que mantendrás tu mano lejos de mí
y que no me espantarás con tu terror.
22 Después acúsame y responderé,
o deja que me explique y tú replicarás.
23 ¿Cuántos son mis errores y mis culpas?
¡Demuéstrame mis delitos y errores!
24 ¿Por qué me ocultas tu rostro
y me tratas como a un enemigo?
25 ¿Acosarías a una hoja volandera
o perseguirías a una paja ya agostada?
26 Anotas en mi cuenta rebeldías,
me acusas de faltas de juventud;
27 metes en cepos mis pies,
vigilas todas mis andanzas,
indagas las huellas de mis pasos.
28 ¡A uno que se desgasta como un odre,
como vestido comido por la polilla!
Pablo irrumpe en escena (9,1-31)
Encuentro de Pablo con Jesús
9 Entre tanto, Saulo, que seguía respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco. Su intención era conducir presos a Jerusalén a cuantos seguidores del nuevo camino del Señor encontrara, tanto hombres como mujeres.
3 Se hallaba en ruta hacia Damasco, a punto ya de llegar, cuando de pronto un resplandor celestial lo deslumbró. 4 Cayó a tierra y oyó una voz que decía:
— Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
5 — ¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo—.
— Soy Jesús, a quien tú persigues —respondió la voz—. 6 Anda, levántate y entra en la ciudad. Allí recibirás instrucciones sobre lo que debes hacer.
7 Sus compañeros de viaje se habían quedado mudos de estupor. Oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo y, cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo llevaron de la mano a Damasco, 9 donde pasó tres días privado de la vista, sin comer y sin beber.
Saulo y Ananías
10 Residía en Damasco un discípulo llamado Ananías. En una visión oyó que el Señor lo llamaba:
— ¡Ananías!
— Aquí estoy, Señor —respondió—.
11 El Señor le dijo:
— Vete rápidamente a casa de Judas, en la calle Recta, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Ahora está orando 12 y acaba de tener una visión en la que un hombre llamado Ananías entra en su casa y le toca los ojos con las manos para que recobre la vista.
13 — Señor —contestó Ananías—, muchas personas me han hablado acerca de ese hombre y del daño que ha causado a tus fieles en Jerusalén. 14 Y aquí mismo tiene plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para prender a todos los que te invocan.
15 — Tú vete —replicó el Señor—, porque he sido yo quien ha elegido a ese hombre como instrumento para que anuncie mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes y al pueblo de Israel. 16 Yo mismo le mostraré lo que habrá de sufrir por mi causa.
17 Ananías partió inmediatamente y tan pronto como entró en la casa, tocó con sus manos los ojos de Saulo y le dijo:
— Hermano Saulo, Jesús, el Señor, el mismo que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.
18 De repente cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista. A continuación fue bautizado, 19 tomó alimento y recobró fuerzas.
Saulo proclama el mensaje en Damasco
Saulo se quedó algún tiempo con los discípulos que residían en Damasco, 20 y bien pronto empezó a proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios. 21 Todos los que lo oían comentaban llenos de asombro:
— ¿No es este el que en Jerusalén perseguía con saña a los creyentes? ¿Y no ha venido aquí expresamente para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España