Chronological
Caída de Samaria
9 Aconteció en el cuarto año del rey Ezequías, que era el séptimo año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, que Salmanasar, rey de Asiria, subió contra Samaria y la sitió. 10 La tomaron al cabo de tres años; es decir, Samaria fue tomada en el sexto año de Ezequías, que era el noveno año de Oseas, rey de Israel.
11 El rey de Asiria llevó cautivos a los israelitas a Asiria y los puso en Halaj y en el Habor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos; 12 por cuanto no obedecieron la voz del SEÑOR su Dios, sino que quebrantaron su pacto. No escucharon ni pusieron por obra todas las cosas que había mandado Moisés, siervo del SEÑOR.
Ezequías y la invasión de Senaquerib
13 En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. 14 Entonces Ezequías, rey de Judá, envió a decir al rey de Asiria, en Laquis: “Yo he fallado. Apártate de mí, y pagaré lo que me impongas”.
El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, diez mil kilos de plata y mil kilos de oro. 15 Entonces le dio Ezequías toda la plata que se hallaba en la casa del SEÑOR y en los tesoros de la casa del rey. 16 En aquel tiempo Ezequías desmanteló las puertas del templo del SEÑOR y sus marcos, que el mismo Ezequías, rey de Judá, había recubierto de oro, y se los dio al rey de Asiria.
Las amenazas del Rabsaces
17 Después el rey de Asiria envió al Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces, con un poderoso ejército, desde Laquis al rey Ezequías, en Jerusalén. Subieron y llegaron a Jerusalén. Y habiendo subido y llegado, se detuvieron junto al acueducto del estanque de arriba, que está en el camino del Campo del Lavador. 18 Luego llamaron al rey, y salieron hacia ellos Eliaquim hijo de Hilquías, el administrador del palacio; Sebna, el escriba; y Jóaj hijo de Asaf, el cronista. 19 Entonces les dijo el Rabsaces:
—Digan a Ezequías que así ha dicho el gran rey, el rey de Asiria: “¿Qué confianza es esa en que confías? 20 Tú has dicho tener plan y poderío para la guerra, pero solo son palabras de labios. Pero ahora, ¿en quién confías para que te hayas rebelado contra mí? 21 He aquí que ahora tú confías en Egipto, en ese bastón de caña cascada, que a cualquiera que se apoye sobre ella, le entrará por la mano y se la atravesará. Así es el faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22 Pero si me dicen: ‘Confiamos en el SEÑOR nuestro Dios’, ¿no es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: ‘Delante de este altar adorarán en Jerusalén’?”.
23 »Ahora pues, comprométete con mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si acaso tú puedes proveer quienes cabalguen sobre ellos. 24 ¿Cómo podrás resistir a un oficial de uno de los más insignificantes servidores de mi señor, confiando en Egipto por carros y jinetes? 25 Y ahora, ¿acaso he subido contra este lugar para destruirlo sin que haya intervenido el SEÑOR? El SEÑOR me ha dicho: “Sube contra esa tierra y destrúyela”.
26 Entonces Eliaquim hijo de Hilquías, Sebna y Jóaj dijeron al Rabsaces:
—Por favor, habla a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos. No hables con nosotros en hebreo, a oídos del pueblo que está sobre la muralla.
27 Pero el Rabsaces les dijo:
—¿Acaso me ha enviado mi señor para decir estas palabras solo a tu señor y a ti? ¿No les concierne también a los hombres que están sobre la muralla, quienes, como ustedes, han de comer sus propios excrementos y beber su propia orina?
28 Entonces el Rabsaces se puso de pie, gritó a gran voz en hebreo y habló diciendo:
—¡Oigan la palabra del gran rey, el rey de Asiria! 29 Así ha dicho el rey: “No los engañe Ezequías, porque él no los podrá librar de mi[a]mano. 30 Tampoco los haga confiar Ezequías en el SEÑOR, diciendo: ‘Ciertamente el SEÑOR nos librará, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria’ ”. 31 ¡No escuchen a Ezequías! Porque así ha dicho el rey de Asiria: “Hagan la paz conmigo y ríndanse a mí. Y comerá cada uno de su vid y de su higuera, y beberá cada uno de las aguas de su pozo, 32 hasta que yo venga y los lleve a una tierra como la suya, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de aceite de olivo y de miel. Así vivirán y no morirán. No escuchen a Ezequías, porque los engaña diciendo: ‘El SEÑOR nos librará’. 33 ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones libró su tierra de la mano del rey de Asiria? 34 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hena y de Ivá? ¿Acaso libraron estos a Samaria de mi mano? 35 ¿Cuáles de entre todos los dioses de estas tierras libraron sus tierras de mi mano, para que el SEÑOR libre a Jerusalén de mi mano?”.
36 Pero el pueblo calló y no le respondió ni una palabra, porque había una orden del rey que decía: “No le respondan”. 37 Entonces Eliaquim hijo de Hilquías, el administrador del palacio; Sebna, el escriba; y Jóaj hijo de Asaf, el cronista, fueron a Ezequías con sus vestiduras rasgadas, y le declararon las palabras del Rabsaces.
Isaías anuncia la liberación
19 Aconteció que cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestiduras, y cubierto de cilicio entró en la casa del SEÑOR. 2 Luego envió, cubiertos de cilicio, a Eliaquim el administrador del palacio, a Sebna el escriba y a los ancianos de los sacerdotes a donde estaba el profeta Isaías hijo de Amoz. 3 Y le dijeron:
—Así ha dicho Ezequías: “Este día es día de angustia, de reprensión y de vergüenza; porque los hijos están a punto de nacer, pero no hay fuerzas para dar a luz. 4 Quizás el SEÑOR tu Dios habrá escuchado todas las palabras del Rabsaces, al cual ha enviado su señor, el rey de Asiria, para afrentar al Dios vivo; y lo reprenderá a causa de las palabras que el SEÑOR tu Dios ha escuchado. Eleva, pues, una oración por el remanente que aún queda”.
5 Fueron, pues, a Isaías los servidores del rey Ezequías, 6 e Isaías les dijo:
—Así dirán a su señor: “Así ha dicho el SEÑOR: ‘No temas por las palabras que has oído, con las que me han injuriado los criados del rey de Asiria. 7 He aquí, yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor y se volverá a su tierra. Y haré que en su tierra caiga a espada’”.
Isaías y las cartas de Senaquerib
8 Cuando el Rabsaces oyó que el rey de Asiria había partido de Laquis, regresó y halló al rey combatiendo contra Libna. 9 Luego el rey oyó hablar acerca de Tirhaca, rey de Etiopía: “He aquí que él ha salido para combatir contra ti”.
Entonces volvió a enviar mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 “Así dirán a Ezequías, rey de Judá: ‘No te engañe tu Dios, en quien tú confías, al decirte que Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. 11 He aquí, tú has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los países, destruyéndolos por completo. ¿Y serás librado tú? 12 ¿Acaso los dioses de las naciones, que mis padres destruyeron, libraron a Gozán, a Harán, a Resef y a los hijos de Edén que estaban en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Hamat, el rey de Arfad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Ivá?’”.
14 Entonces Ezequías tomó la carta[b] de mano de los mensajeros, y la leyó. Luego Ezequías subió a la casa del SEÑOR, y la extendió delante del SEÑOR. 15 Y Ezequías oró delante del SEÑOR y dijo: “Oh SEÑOR Dios de Israel, que tienes tu trono entre los querubines: Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra; tú has hecho los cielos y la tierra. 16 Inclina, oh SEÑOR, tu oído y escucha; abre, oh SEÑOR, tus ojos y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir para afrentar al Dios vivo. 17 Es verdad, oh SEÑOR, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras, 18 y que han entregado al fuego sus dioses y los destruyeron; porque estos no eran dioses, sino obra de manos de hombre, de madera y de piedra. 19 Ahora pues, oh SEÑOR, Dios nuestro, por favor, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que solo tú, oh SEÑOR, eres Dios”.
Juicio divino contra Senaquerib
20 Entonces Isaías hijo de Amoz mandó a decir a Ezequías: “Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: ‘He escuchado lo que me has pedido en oración acerca de Senaquerib, rey de Asiria’. 21 Esta es la palabra que el SEÑOR ha hablado acerca de él: ‘La virgen hija de Sion te menosprecia; hace burla de ti. Mueve su[c] cabeza a tus espaldas la hija de Jerusalén. 22 ¿A quién has afrentado e injuriado? ¿Contra quién has levantado la voz y alzado tus ojos con altivez? ¡Contra el Santo de Israel!
23 “‘Por medio de tus mensajeros has afrentado al Señor y has dicho: Con la multitud de mis carros yo ascendí a las cumbres de los montes, a las regiones más remotas del Líbano. Corté sus más altos cedros y sus cipreses escogidos. Llegué hasta su morada más lejana, al bosque más exuberante. 24 Yo cavé y bebí aguas extranjeras, y con las plantas de mis pies hice secar todas las corrientes de Egipto.
25 “‘¿Acaso no lo has oído? Hace mucho tiempo que lo determiné; desde los días de la antigüedad lo dispuse. Y ahora he hecho que suceda, para hacer de las ciudades fortificadas montones de ruinas. 26 Y sus habitantes, sin poder hacer nada, son aterrorizados y avergonzados. Son como la planta del campo o el verdor del pasto, como la hierba de los terrados que es quemada antes de madurar.
27 “ ‘Yo conozco tu sentarte, tu salir y tu entrar, y también tu furor contra mí. 28 Porque te has enfurecido contra mí y tu arrogancia ha subido a mis oídos, pondré mi gancho en tu nariz y mi freno en tus labios. Y te haré regresar por el camino por donde has venido’.
29 “Y esto te servirá de señal, oh Ezequías: Este año comerán de lo que brote de por sí, y el segundo año de lo que crezca de aquello. Pero en el tercer año siembren y sieguen; planten viñas y coman de su fruto. 30 Y los sobrevivientes de la casa de Judá, los que habrán quedado, volverán a echar raíces por debajo y a dar fruto por arriba. 31 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte Sion los sobrevivientes. ¡El celo del SEÑOR de los Ejércitos[d] hará esto!
32 “Por tanto, así ha dicho el SEÑOR acerca del rey de Asiria: ‘No entrará en esta ciudad; no tirará en ella ni una sola flecha. No vendrá frente a ella con escudo ni construirá contra ella terraplén. 33 Por el camino por donde vino, por él se volverá; y no entrará en esta ciudad, dice el SEÑOR. 34 Pues defenderé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a mi siervo David’”.
35 Aconteció que aquella misma noche salió el ángel del SEÑOR e hirió a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios. Se levantaron por la mañana, y he aquí que todos ellos eran cadáveres. 36 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, partió y regresó, y permaneció en Nínive. 37 Pero sucedió que mientras adoraba en el templo de Nisroc, su dios, sus hijos[e] Adramelec y Sarezer lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat. Y su hijo Esarjadón reinó en su lugar.
El SEÑOR, protector de su pueblo
46 Al músico principal. De los hijos de Coré. Sobre Alamot[a]. Cántico.
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por eso no temeremos aunque la tierra tiemble,
aunque los montes se derrumben
en el corazón del mar,
3 aunque sus aguas rujan y echen
espuma,
y se estremezcan los montes por su braveza. Selah[b]
4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios;
el santuario, morada del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella;
no será movida.
Dios la ayudará al clarear la mañana.
6 Las naciones se conmocionan,
se tambalean los reinos.
Él emite su voz, y se derrite la tierra.
7 El SEÑOR de los Ejércitos está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Selah[c]
8 Vengan y vean los hechos del SEÑOR, quien ha causado desolaciones en
la tierra.
9 Hasta los confines de la tierra hace cesar las guerras;
quiebra el arco, rompe la lanza
y quema los carros en el fuego.
10 “Estén quietos y reconozcan que
yo soy Dios.
Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra”.
11 El SEÑOR de los Ejércitos
está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Selah[d]
Súplica por la restauración
80 Al músico principal. Sobre Sosanim[a]. Testimonio. Salmo de Asaf.
¡Oh Pastor de Israel, escucha,
tú que conduces a José como
a un rebaño!
¡Tú, que estás entre los querubines, resplandece 2 delante de Efraín,
de Benjamín y de Manasés!
Despierta tu poderío y ven
para salvarnos.
3 Oh Dios, ¡restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro,
y seremos salvos.
4 SEÑOR Dios de los Ejércitos, ¿hasta cuándo has de mostrar
tu indignación
contra la oración de tu pueblo?
5 Nos[b] has dado a comer pan
de lágrimas.
Nos[c] has dado a beber lágrimas en abundancia.
6 Nos has puesto por escarnio
a nuestros vecinos;
nuestros enemigos se mofan
de nosotros.
7 Oh Dios de los Ejércitos, ¡restáuranos! Haz resplandecer tu rostro,
y seremos salvos.
8 Trajiste una vid de Egipto;
echaste a las naciones y la plantaste.
9 Limpiaste el lugar delante de ella. Hiciste que echara raíz, y llenó
la tierra.
10 Los montes fueron cubiertos por
su sombra,
y sus ramas llegaron a ser como cedros de Dios.
11 Extendió sus ramas hasta el mar,
y hasta el Río sus renuevos.
12 ¿Por qué has roto sus cercas
de modo que la vendimien todos los que pasan por el camino?
13 El jabalí salvaje la devasta;
las criaturas del campo se alimentan de ella.
14 Oh Dios de los Ejércitos, vuelve, por favor;
mira desde el cielo, considera
y visita esta viña,
15 la cepa que plantó tu diestra;
el hijo que fortaleciste para ti.
16 Está quemada con fuego;
la han cortado.
Perecen por la reprensión de tu rostro.
17 Sea tu mano sobre el hombre
de tu diestra,
sobre el hijo del hombre que
fortaleciste para ti mismo.
18 Así no nos apartaremos de ti; nos darás vida e invocaremos
tu nombre.
19 Oh SEÑOR Dios de los Ejércitos, ¡restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro
y seremos salvos.
Los grandes hechos de Dios
135 ¡Aleluya![a]. ¡Alaben el nombre del SEÑOR!
Alábenle, oh siervos del SEÑOR,
2 ustedes que están en la casa del SEÑOR, en los atrios de la casa de nuestro Dios.
3 Alaben al SEÑOR[b] porque el SEÑOR es bueno;
canten salmos a su nombre porque
es agradable.
4 Porque el SEÑOR[c] ha escogido a Jacob para sí,
a Israel como su especial tesoro.
5 Porque yo sé que grande es el SEÑOR; nuestro Señor es más que todos los dioses.
6 El SEÑOR ha hecho todo lo que
ha querido
en los cielos y en la tierra,
en los mares y en todos los océanos.
7 Él hace subir la neblina desde los extremos de la tierra.
Hace los relámpagos para la lluvia
y saca el viento de sus depósitos.
8 Él es quien hirió a los primogénitos
de Egipto[d],
tanto del hombre como del animal.
9 Él envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto;
sobre el faraón y sobre todos sus servidores.
10 Él derrotó a muchas naciones
y dio muerte a reyes poderosos:
11 a Sejón[e], rey de los amorreos,
a Og, rey de Basán,
y a todos los reinos de Canaán.
12 Él dio la tierra de ellos en heredad,
en heredad a Israel su pueblo.
13 Oh SEÑOR, eterno es tu nombre;
tu memoria, oh SEÑOR, de generación en generación.
14 Ciertamente el SEÑOR juzgará
a su pueblo
y tendrá misericordia de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones son de plata y oro,
obra de manos de hombres.
16 Tienen boca pero no hablan; tienen ojos pero no ven;
17 tienen orejas pero no oyen;
tampoco hay aliento en su boca.
18 Como ellos, son los que los hacen
y todos los que en ellos confían.
19 ¡Oh casa de Israel, bendigan al SEÑOR! ¡Oh casa de Aarón, bendigan al SEÑOR!
20 ¡Oh casa de Leví, bendigan al SEÑOR! ¡Los que temen al SEÑOR, bendigan al SEÑOR!
21 ¡Bendito sea el SEÑOR desde Sion! ¡Él mora en Jerusalén! ¡Aleluya!
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