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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 68:1-10

Salmo 68 (67)

Tú saliste delante de tu pueblo

68 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.
Dios se pone en acción,
sus enemigos se dispersan,
sus adversarios huyen de su presencia.
Tú los disipas como se disipa el humo;
como cera que se derrite ante el fuego,
así se desvanecen los malvados ante Dios.
Pero los justos se alegran y regocijan,
se llenan de gozo ante Dios.
Canten a Dios, alaben su nombre,
glorifiquen al que cabalga sobre las nubes;
su nombre es el Señor, regocíjense ante él.
Padre de los huérfanos, defensor de las viudas
es Dios en su santa morada.
Dios acoge en su casa a los desamparados
y libra a los cautivos entre cantos de júbilo,
mientras los rebeldes habitan en árido yermo.
Oh Dios, cuando saliste delante de tu pueblo,
cuando marchaste a través del desierto, [ Pausa]
tembló la tierra, se desbordaron los cielos
en presencia de Dios, el del Sinaí,
en presencia de Dios, el Dios de Israel.
10 Tú, oh Dios, derramaste una lluvia generosa,
tú reconfortaste a tu agotada heredad.

Salmos 68:19-20

19 Subiste a la altura, tomaste cautivos;
recibiste tributos de los seres humanos,
incluso de los mismos rebeldes,
hasta tener, Señor Dios, una morada.
20 Bendito sea mi Señor día tras día,
que Dios nuestro salvador nos sostenga. [ Pausa]

Job 31:16-23

16 Si me cerré al débil necesitado
o a la viuda consumida por el llanto;
17 si comí el pan en soledad
sin querer compartirlo con el huérfano
18 (yo que desde joven lo cuidé como un padre
y lo guié desde el día en que nació);
19 si vi a un transeúnte sin vestido
o a un pobre sin nada que ponerse
20 y no me lo agradecieron sus cuerpos,
calientes con la lana de mis ovejas;
21 si alcé la mano contra el huérfano
contando con el apoyo del tribunal,
22 ¡que se me salga el hombro de la espalda,
que se me rompa el brazo por el codo!
23 Me aterra el castigo de Dios,
nada podría frente a su majestad.

Lucas 8:40-56

La hija de Jairo. La mujer enferma (Mt 9,18-26; Mc 5,21-43)

40 Cuando Jesús regresó, la gente lo recibió con alegría, pues todo el mundo estaba esperándolo. 41 En esto llegó un hombre llamado Jairo, jefe de la sinagoga, el cual se postró a los pies de Jesús rogándole que fuera a su casa 42 porque su única hija, de unos doce años de edad, estaba muriéndose. Mientras Jesús se dirigía allá, la gente se apiñaba a su alrededor.

43 Entonces, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años y que había gastado toda su fortuna en médicos, sin lograr que ninguno la curase, 44 se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde del manto. En aquel mismo instante se detuvo su hemorragia. 45 Jesús preguntó:

— ¿Quién me ha tocado?

Todos negaban haberlo hecho, y Pedro le dijo:

— Maestro, es la gente que te rodea y casi te aplasta.

46 Pero Jesús insistió:

— Alguien me ha tocado, porque he sentido que un poder [curativo] salía de mí.

47 Al ver la mujer que no podía ocultarse, fue temblando a arrodillarse a los pies de Jesús y, en presencia de todos, declaró por qué lo había tocado y cómo había quedado curada instantáneamente. 48 Jesús le dijo:

— Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz.

49 Aún estaba hablando Jesús, cuando llegó uno de casa del jefe de la sinagoga a decirle a este:

— Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.

50 Pero Jesús, que lo había oído, le dijo a Jairo:

— No tengas miedo. ¡Sólo ten fe, y ella se salvará!

51 Fueron, pues, a la casa, y Jesús entró, sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Juan, Santiago y los padres de la niña. 52 Todos estaban llorando y haciendo duelo por la muerte de la niña. Jesús les dijo:

— No lloren, pues no está muerta; está dormida.

53 Pero todos se burlaban de Jesús porque sabían que la niña había muerto. 54 Jesús, tomándola de la mano, exclamó:

— ¡Muchacha, levántate!

55 Y el espíritu volvió a la niña, que al instante se levantó. Y Jesús ordenó que le dieran de comer. 56 Los padres se quedaron atónitos, pero Jesús les encargó que no contaran a nadie lo que había sucedido.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España