Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 98 (97)
Aclamen al Señor, el rey
98 Salmo.
Canten al Señor un cántico nuevo
porque ha hecho maravillas;
su diestra, su santo brazo,
le ha dado la victoria.
2 El Señor ha proclamado su victoria,
ante las naciones desvela su justicia.
3 Ha recordado su amor y su verdad
hacia la casa de Israel,
han visto los confines de la tierra
la victoria de nuestro Dios.
4 Aclama al Señor tierra entera,
griten de júbilo, alégrense, canten.
5 Canten al Señor con la cítara,
con la cítara y con voz melodiosa;
6 con clarines y al son de trompetas,
aclamen al Señor, el rey.
7 Que brame el mar y cuanto lo llena,
el mundo y los que en él habitan;
8 que batan palmas los ríos
y los montes se alegren juntos
9 ante el Señor que viene,
que llega a juzgar a la tierra:
juzgará al mundo con justicia
y con rectitud a los pueblos.
Reaparece la visión del Señor
10 Me fijé entonces y vi sobre la plataforma que se alza sobre las cabezas de los querubines una especie de zafiro, algo así como un trono, que destacaba sobre ellos. 2 Y [el Señor] dijo al hombre con ropa de lino:
— Métete entre las ruedas que hay debajo de los querubines y toma un puñado de brasas de debajo de los querubines. Después las esparces por la ciudad.
Y entró estando yo allí. 3 Cuando entró el hombre, los querubines estaban en la parte derecha del Templo, y la nube llenaba el atrio interior. 4 La gloria del Señor se elevó sobre los querubines y se dirigió al umbral del Templo. El Templo se llenó de la nube y el atrio se inundó del resplandor de la gloria del Señor. 5 El ruido del batir de alas de los querubines se oía en el atrio exterior; parecía el ruido de la voz del Todopoderoso.
6 Cuando ordenó al hombre con ropa de lino que tomara el fuego que había debajo del carro (debajo de los querubines), este se puso junto a la rueda. 7 Uno de los querubines alargó su mano hacia el fuego que había en medio de ellos, lo tomó y lo puso en las manos del hombre con ropa de lino. Este lo tomó y salió. 8 Entonces apareció una especie de mano humana debajo de las alas de los querubines.
9 Me fijé y vi cuatro ruedas junto a los querubines, una al lado de cada uno. Parecía que las ruedas brillaban como el crisólito. 10 Las cuatro tenían el mismo aspecto, como si una rueda estuviese dentro de la otra. 11 Cuando se movían, avanzaban en las cuatro direcciones. No giraban al avanzar, pues seguían la dirección en la que estaban orientadas, sin tener necesidad de girar para avanzar. 12 Su cuerpo, espalda, manos y alas (lo mismo que las ruedas) estaban rodeados de destellos. 13 Pude oír que a las ruedas se les daba el nombre de “galgal”. 14 Cada uno tenía cuatro caras: la primera de querubín, la segunda de hombre, la tercera de león y la cuarta de águila. 15 Los querubines se levantaron: era el ser viviente que yo había visto a orillas del río Quebar. 16 Cuando los querubines andaban, avanzaban las ruedas junto a ellos. Y cuando desplegaban sus alas para elevarse sobre la tierra, tampoco las ruedas se desviaban de su lado. 17 Cuando ellos se paraban, se paraban ellas; y cuando ellos se elevaban, se elevaban ellas también, pues el espíritu del ser viviente estaba en ellas.
La gloria del Señor abandona el Templo
18 La gloria del Señor salió por el umbral del Templo y se posó sobre los querubines. 19 Estos desplegaron sus alas y vi cómo se elevaban sobre la tierra, y las ruedas seguían junto a ellos. Se detuvieron a la entrada de la puerta oriental del Templo del Señor, mientras la gloria del Dios de Israel seguía encima de ellos.
La venida del reino de Dios (Mt 24,17-18.23.28.37-41; Mc 13,15-16)
20 Los fariseos preguntaron a Jesús:
— ¿Cuándo vendrá el reino de Dios?
Jesús les contestó:
— El reino de Dios no vendrá a la vista de todos. 21 No se podrá decir: “Está aquí” o “Está allí”. En realidad, el reino de Dios ya está entre ustedes.
22 Dijo también Jesús a sus discípulos:
— Tiempo vendrá en que ustedes desearán ver siquiera uno de los días del Hijo del hombre, pero no lo verán. 23 Entonces les dirán: “Miren, está aquí”, o bien, “Está allí”; pero no vayan ni hagan caso de ellos, 24 porque el Hijo del hombre, en el día de su venida, será como un relámpago que ilumina el cielo de un extremo a otro. 25 Pero antes tiene que sufrir mucho y ser rechazado por esta gente de hoy.
26 El tiempo de la venida del Hijo del hombre puede compararse a lo que sucedió en tiempos de Noé: 27 hasta el momento mismo en que Noé entró en el arca, todo el mundo comía, bebía y se casaba. Pero vino el diluvio y acabó con todos. 28 Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: todos comían, bebían, compraban, vendían, sembraban y construían casas. 29 Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y acabó con todos. 30 Así será el día en que se manifieste el Hijo del hombre. 31 El que entonces esté en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, no vuelva tampoco a su casa. 32 ¡Acuérdense de la mujer de Lot! 33 El que pretenda salvar su vida, la perderá; en cambio, el que la pierda, ese la recobrará. 34 Les digo que en aquella noche estarán dos acostados en la misma cama: a uno se lo llevarán y dejarán al otro. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas: a una se la llevarán y dejarán a la otra. 36 [Dos hombres estarán trabajando en el campo: a uno se lo llevarán y dejarán al otro].
37 Al oír esto, preguntaron a Jesús:
— ¿Dónde sucederá eso, Señor?
Él les contestó:
— ¡Donde esté el cuerpo, allí se juntarán los buitres!
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España