Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 50 (49)
Es Dios el que juzga
50 Salmo de Asaf.
El Señor, el Dios de dioses,
habló y convocó a la tierra
desde el levante al poniente.
2 Desde Sión, toda hermosa,
Dios se ha mostrado.
3 Ya viene nuestro Dios, no callará;
un fuego devorador lo precede,
a su alrededor estalla la tormenta.
4 Desde la altura convoca a cielos
y tierra para juzgar a su pueblo:
5 “Congréguenme ustedes a mis fieles
que con un sacrificio sellaron mi alianza”.
6 Los cielos proclaman su justicia
porque es Dios mismo el que juzga. [ Pausa]
7 Escucha, pueblo mío, y hablaré;
Israel, contra ti yo testifico:
“Yo soy Dios, tu Dios.
8 No te reprendo por tus sacrificios,
pues tus holocaustos están siempre ante mí.
9 No tomaré el becerro de tu casa
ni el macho cabrío de tus corrales,
10 pues mías son las fieras del bosque
y el ganado de los montes de pastoreo;
11 conozco cada ave de las montañas
y los animales del campo son míos.
12 Si tuviera hambre no te lo diría,
pues mía es la tierra y cuanto la llena.
13 ¿Acaso como yo carne de toros
o bebo la sangre de machos cabríos?
14 Ofrece a Dios sacrificios de alabanza
y cumple tus promesas al Altísimo.
15 Invócame en tiempo de angustia,
yo te salvaré y tú me darás gloria”.
16 Pero al malvado Dios le dice:
“¿Por qué proclamas mis normas
y tienes en tu boca mi alianza,
17 tú que odias la instrucción,
tú que desprecias mis palabras?
18 Si ves un ladrón corres con él,
con los adúlteros te mezclas;
19 tu boca arroja maldad,
urde calumnias tu lengua.
20 Te sientas y hablas contra tu hermano,
a tu propio hermano deshonras.
21 Esto haces, ¿me quedaré callado?
¿Piensas que soy como tú?
Yo te acuso, ante ti lo declaro”.
22 Entiéndanlo bien los que olvidan a Dios,
no sea que los destruya y nadie los salve.
23 Quien ofrece un sacrificio de alabanza me da gloria:
al de conducta integra le haré ver la salvación de Dios.
Libro de los oráculos (7—8)
El ayuno conmemorativo
7 El año cuarto del reinado de Darío, en el día cuarto del noveno mes —el mes de Casleu—, el Señor dirigió su palabra a Zacarías. 2 Betel-Sareser había enviado a Réguem-Mélec, junto con sus colaboradores, para implorar el perdón del Señor 3 y preguntar a los sacerdotes del Templo del Señor del universo y a los profetas lo siguiente:
— ¿Debemos hacer duelo el quinto mes y ayunar tal como lo hemos hecho durante muchos años?
4 Entonces el Señor del universo me dirigió su palabra en estos términos:
5 — Di a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra:
— Cuando ayunaban y hacían duelo en el quinto y séptimo mes desde hace ya setenta años, ¿acaso lo hacían para honrarme a mí? 6 Y cuando comían y bebían, ¿no lo hacían acaso para su provecho? 7 Además, ¿no eran ésas las palabras que el Señor pronunció por medio de los más antiguos profetas, cuando Jerusalén y las ciudades de su entorno estaban habitadas y vivían en paz, y cuando el Négueb y la Sefela estaban también habitados?
8 De nuevo el Señor dirigió su palabra a Zacarías:
9 — Así dice el Señor del universo: Juzguen con justicia y equidad, y practiquen con sus hermanos el amor y la fidelidad. 10 No opriman a la viuda, al huérfano, al extranjero o al pobre, y no maquinen en su interior nada malo contra el prójimo. 11 Pero no me hicieron caso, sino que me volvieron la espalda y, rebeldes, rehusaron escucharme. 12 Endurecieron como un diamante su corazón para no prestar oído a la ley ni a las palabras que el Señor del universo les dirigía inspirando a los antiguos profetas. A causa de ello el Señor del universo se enojó sobremanera. 13 Y así como el Señor llamó y ellos no escucharon, así yo —dice el Señor del universo— tampoco los escuché cuando me invocaron, 14 sino que los dispersé entre naciones que no conocían. La tierra quedó asolada cuando ellos la abandonaron y nadie pasaba por allí. Así es como convirtieron en desierto un país tan espléndido.
5 Aunque ustedes lo conocen todo perfectamente, quiero recordarles que si bien el Señor liberó al pueblo de la opresión egipcia, después aniquiló a los incrédulos. 6 Y a los ángeles que no supieron conservar su condición privilegiada y abandonaron la que era su mansión, los mantiene eternamente encadenados a las tinieblas en espera del gran día del juicio. 7 Y Sodoma y Gomorra, junto con las ciudades limítrofes entregadas como ellas a la lujuria y a la homosexualidad, sufrieron el castigo de un fuego perpetuo, sirviendo así de escarmiento a los demás.
8 Pues, a pesar de todo, esos visionarios se comportan de modo semejante: profanan su cuerpo, rechazan la autoridad del Señor e injurian a los seres gloriosos. 9 Distinto fue el proceder del arcángel Miguel cuando disputaba al diablo el cuerpo de Moisés. Ni siquiera se atrevió a lanzarle una acusación injuriosa; simplemente dijo: “Que el Señor te reprenda”. 10 Estos, por el contrario, ultrajan lo que desconocen; y lo que conocen, a la manera instintiva de las bestias irracionales, no les sirve más que para la ruina. 11 ¡Ay de ellos! Han seguido las huellas de Caín, se entregaron por dinero al extravío de Balaán y sucumbieron en la rebelión de Coré.
12 ¡Ahí los tienen ustedes! Son los que contaminan sus reuniones fraternales banqueteando desvergonzadamente y campando a sus anchas. Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles en otoño, pero sin fruto, definitivamente secos, arrancados de raíz. 13 Son olas de un mar embravecido, que arroja la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces, cuyo eterno destino es la tiniebla sin fondo. 14 A ellos se refería Enoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó: “Miren cómo viene el Señor con sus innumerables ángeles 15 para juzgar a todos y desenmascarar a los malvados por todas las acciones criminales que han cometido, para tapar la boca a los impíos que han hablado contra él con insolencia”. 16 ¡Ahí los tienen! Murmuradores, descontentos, libertinos, insolentes, aduladores y materialistas.
II.— EXHORTACIÓN A LA FIDELIDAD (17-23)
Avisos y exhortaciones
17 Pero ustedes, amados míos, recuerden lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 “En los últimos tiempos —les advertían— surgirán embaucadores que vivirán impíamente y al capricho de sus pasiones”. 19 ¡Ahí los tienen! Son los sembradores de discordias, los que viven sensualmente y están privados del Espíritu. 20 Ustedes, en cambio, amados míos, hagan de una fe tan santa como la que tienen, el firme cimiento de su vida; oren impulsados por el Espíritu Santo 21 y manténganse en el amor de Dios, esperando que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo los lleve a la vida eterna.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España