Old/New Testament
32 Y cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo en sus ojos.
2 Entonces Eliú hijo de Baraquel, buzita, de la familia de Ram, se enojó con furor contra Job; se enojó con furor, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios.
3 Se enojó asimismo con furor contra sus tres amigos, por cuanto no hallaban qué responder, habiendo condenado a Job.
4 Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque todos eran más viejos de días que él.
5 Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, su furor se encendió.
6 Y respondió Eliú hijo de Baraquel, buzita, y dijo: Yo soy menor de días y vosotros viejos; por tanto he tenido miedo, y he temido de declararos mi opinión.
7 Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
8 Ciertamente espíritu hay en el hombre, e inspiración del Omnipotente los hace que entiendan.
9 No siempre los grandes son los sabios, ni los viejos entienden el derecho.
10 Por tanto yo dije: Escuchadme; declararé yo también mi conocimiento.
11 He aquí yo he esperado a vuestras palabras, he escuchado vuestros argumentos, entre tanto que buscábais palabras.
12 Y aun os he considerado, y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job, y responda a sus razones.
13 Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría; que conviene que Dios lo derribe, y no el hombre.
14 Ahora bien, él no dirigió a mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.
15 Se espantaron, no respondieron más; se les fueron las palabras.
16 Y yo esperé, porque no hablaban, antes pararon, y no respondieron más.
17 Por eso yo también responderé mi parte, también yo declararé mi opinión.
18 Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu de mi vientre me constriñe.
19 De cierto mi vientre está como el vino que no tiene respiradero, y está que se brote como licor. {Heb. espíritus}
20 Hablaré pues y respiraré; abriré mis labios, y responderé.
21 No haré ahora acepción de personas, ni usaré con títulos lisonjeros con el hombre.
22 Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera en breve mi Hacedor me consuma.
33 Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.
2 He aquí yo abriré ahora mi boca, y mi lengua hablará en mi boca.
3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán conocimiento puro.
4 El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.
5 Si pudieres, respóndeme; dispón tus palabras, estás delante de mí.
6 Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho: De lodo soy yo también formado.
7 He aquí que mi terror no te espantará, ni mi mano se agravará sobre ti.
8 De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían:
9 Yo soy limpio y sin rebelión; y soy inocente, y no hay iniquidad en mí.
10 He aquí que Dios buscó achaques contra mí, y me tiene por su enemigo;
11 puso mis pies en el cepo, y guardó todas mis sendas.
12 He aquí en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
13 ¶ ¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no contestará todas sus palabras.
14 Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios al que no ve.
15 Por sueño de visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho;
16 entonces revela al oído de los hombres, y les sella su instrucción;
17 para quitar al hombre de su propia obra, y cubrir al varón de la soberbia.
18 Así detendrá su alma de corrupción, y su vida de ser pasado a espada.
19 También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos,
20 que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave.
21 Su carne desfallece sin verse, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
22 Su alma se acercará al sepulcro, y su vida a los enterradores.
23 Si tuviera cerca de él un mensajero, un intérprete, uno entre mil que mostrare al hombre su rectitud;
24 que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló rescate;
25 se enternecerá su carne más que de niño, y volverá a los días de su juventud.
26 Orará a Dios, y le amará, y verá su faz con gritos de alegría; y él dará al hombre el pago de su justicia.
27 El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado;
28 Dios rescatará su alma, que no pase a la huesa, y su vida se verá en luz.
29 He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre;
30 para apartar su alma de la huesa, e iluminarlo con la luz de los vivientes.
31 Escucha, Job, y óyeme; calla, y yo hablaré.
32 Y si tuvieres palabras, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar.
33 Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría.
14 ¶ Y aconteció en Iconio, que entrados juntamente en la sinagoga de los judíos, hablaron de tal manera, que creyó una grande multitud de judíos, y asimismo de griegos.
2 Mas los judíos que fueron desobedientes, incitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.
3 Con todo eso se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con libertad en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, dando que señales y milagros eran hechos por las manos de ellos.
4 Y el vulgo de la ciudad estaba dividido; y unos eran con los judíos, y otros con los apóstoles.
5 Y haciendo ímpetu los judíos y los gentiles juntamente con sus príncipes, para afrentarlos y apedrearlos,
6 habiéndolo entendido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la tierra alrededor.
7 Y allí predicaban el Evangelio.
8 ¶ Y un hombre de Listra, impotente de los pies, estaba sentado, cojo desde el vientre de su madre, y jamás había andado.
9 Este oyó hablar a Pablo; el cual, como puso los ojos en él, y vio que tenía fe para ser sanado,
10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y saltó, y anduvo.
11 Entonces la multitud, visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses semejantes a hombres han descendido a nosotros.
12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque era el que llevaba la palabra.
13 Y el sacerdote de Júpiter, que estaba delante de la ciudad de ellos, trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el pueblo sacrificarles.
14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rotas sus ropas, se lanzaron a la multitud, dando voces,
15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y el mar, y todo lo que está en ellos;
16 el cual en las generaciones pasadas ha dejado a todos los gentiles andar en sus caminos;
17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.
18 Y diciendo estas cosas, apenas apaciguaron la gente, para que no les ofrecieran sacrificio.
19 ¶ Entonces sobrevinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le sacaron fuera de la ciudad, pensando que ya estaba muerto.
20 Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad y un día después, salió con Bernabé a Derbe.
21 Y como hubieron anunciado el Evangelio a aquella ciudad, y enseñado a muchos, volvieron a Listra, y a Iconio, y a Antioquía,
22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permanecieran en la fe, y enseñándoles que es necesario que por muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios.
23 Y habiéndoles constituido ancianos en cada una de las Iglesias, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en el cual habían creído.
24 Y pasando por Pisidia vinieron a Panfilia.
25 Y habiendo predicado la Palabra en Perge, descendieron a Atalia;
26 y de allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían acabado.
27 Y habiendo llegado, y reunida la Iglesia, relataron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.
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