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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Ester 6-8

Exaltación de Mardoqueo

Aquella noche, al rey se le fue el sueño y ordenó que le leyeran las crónicas de su reino, que estaban en la biblioteca. Leyeron hasta el punto en que se relataba la forma en que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, los dos oficiales del rey, encargados de vigilar la puerta del palacio, que habían planeado asesinar al rey.

―¿Qué recompensa le hemos dado a Mardoqueo por haber hecho esto? —preguntó el rey.

―Nada— respondieron sus oficiales.

En ese preciso momento, Amán entraba al patio exterior del palacio, para pedirle al rey que colgara a Mardoqueo en la horca que había preparado. Por eso, el rey preguntó:

―¿Quién está en el patio?

―Es Amán, Su Majestad —le respondieron sus oficiales.

―Díganle que venga —ordenó el rey.

Entonces Amán entró y se presentó delante del rey, que le preguntó:

―¿En qué forma honrarías a un hombre al que yo deseo honrar?

Amán pensó: «¿A quién querrá honrar el rey más que a mí?». 7-8 Y respondió:

―Haría traer ropas reales que el rey haya usado, el caballo del rey, la corona real, y ordenaría a los príncipes más nobles del rey que lo vistieran y lo llevaran por las calles montado sobre el caballo del rey, y que fueran anunciando delante de él: “¡De esta manera el rey honra a una persona que le ha agradado!”.

10 ―¡Magnifico! —dijo el rey—. Toma las vestiduras y el caballo, y haz así con Mardoqueo, el judío que trabaja en la puerta real. Hazlo todo en la misma forma que lo has sugerido, sin que se te escape ni un solo detalle.

11 Amán tomó las vestiduras, se las puso a Mardoqueo, lo hizo montar en el caballo del rey, y lo condujo por las calles gritando: «¡De esta manera el rey honra a los que le agradan!».

12 Después de esto, Mardoqueo regresó a su trabajo, pero Amán se retiró a su casa. Se sentía humillado. 13 Cuando les contó a su esposa Zeres y a todos sus amigos lo que había ocurrido, ellos le dijeron:

―Si Mardoqueo es judío, no podrás destruirlo. ¡Oponerte a él será tu derrota!

14 Mientras aún discutían con él, los mensajeros llegaron para conducir a Amán rápidamente al banquete que Ester había preparado.

Humillación y muerte de Amán

El rey y Amán llegaron al banquete que Ester les preparó. Nuevamente, mientras bebían vino, el rey le preguntó a la reina Ester:

―¿Cuál es tu petición, reina Ester? ¿Qué es lo que deseas? Cualquier cosa que sea. ¡Te daré hasta la mitad de mi reino!

La reina Ester le contestó:

―Si de verdad me he ganado el favor de Su Majestad, y si lo desea, le ruego que salve mi vida y la vida de mi pueblo. Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos a quienes quieren destruirnos. ¡Estamos condenados a la destrucción total! Si sólo hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo no me quejaría delante de Su Majestad, pues eso no sería motivo para inquietarlo.

―¿De qué estás hablando? —le preguntó el rey Asuero—. ¿Quién se atrevería a hacerte daño?

Ester replicó:

―¡Nuestro enemigo y adversario es este malvado Amán!

Entonces Amán se perturbó delante del rey y de la reina. El rey se levantó y salió del banquete al jardín del palacio. Pero Amán se quedó suplicándole a la reina Ester que le salvara la vida, porque sabía que ya no contaba con la ayuda del rey. Cuando el rey regresó del jardín y entró a la sala, vio que Amán estaba inclinado sobre el sofá donde se hallaba recostada Ester. Entonces, al ver esto, el rey gritó:

―¡Y es que te vas a atrever a violar a la reina aquí mismo en el palacio, delante de mis propios ojos!

Al oír el grito del rey, sus guardias entraron y le cubrieron el rostro a Amán con el velo de los condenados a muerte. Entonces Jarboná, otro de los hombres de confianza del rey, dijo:

―Su Majestad, Amán ordenó construir, en el patio de su casa, una horca de veintidós metros y medio de alto para colgar a Mardoqueo, el hombre que salvó al rey de ser asesinado.

―¡Cuelguen a Amán en ella! —ordenó el rey.

10 Así que colgaron a Amán en la misma horca que había preparado para Mardoqueo, y así se apaciguó la ira del rey.

Edicto real en favor de los judíos

Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester las propiedades de Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo fue llevado a la presencia del rey, porque Ester le había dicho al rey que era su primo y padre adoptivo. El rey entonces se sacó el anillo, el que antes le había dado a Amán, y se lo entregó a Mardoqueo. Ester, por su parte, encargó a Mardoqueo de la administración de las propiedades de Amán.

Entonces, una vez más, la reina Ester se presentó delante del rey, se postró a sus pies y le rogó con lágrimas que detuviera el plan de Amán contra los judíos. El rey, al verla, le extendió el cetro de oro. Ester se puso de pie delante de él, y le dijo:

―Si a Su Majestad le parece bien, y si en verdad me ama, le ruego que saque otro decreto, por medio del cual anule la orden que Amán dio de exterminar a los judíos que viven en todas las provincias del reino. ¿Cómo podría yo quedarme tranquila viendo que la desgracia cae sobre mi pueblo? ¿Cómo podría quedarme quieta viendo la destrucción de mi gente?

Entonces el rey Asuero les dijo a la reina Ester y a Mardoqueo el judío:

―Le he dado a Ester el palacio de Amán y él ha sido colgado en la horca, porque trató de destruirlos. Ahora escriban, en mi nombre, un mensaje y envíenlo a los judíos. Redáctenlo en los términos que a ustedes mejor les parezca, y séllenlo con el anillo del rey, para que no pueda ser revocado.

9-10 Inmediatamente fueron convocados los secretarios del rey. Era el día veintitrés del mes tercero, es decir, del mes de Siván. Los secretarios escribieron el edicto que Mardoqueo les dictó, para ser enviado a los judíos, a los oficiales, a los gobernadores y príncipes de las ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía. El edicto fue traducido a los idiomas y dialectos de todos los pueblos del reino. Mardoqueo lo escribió en nombre del rey Asuero, lo selló con el anillo del rey y envió las cartas por medio de mensajeros del rey, que montaban los caballos más veloces que el rey tenía. 11 Este edicto daba a los judíos, que vivían en todas las provincias del reino de Asuero, permiso para defender sus vidas y sus familias, y para destruir a todas las fuerzas que se les opusieran, y apoderarse de las propiedades de sus enemigos. 12 El día escogido para ello a través de todas las provincias del rey Asuero, era el día trece del mes doce, es decir, el mes de Adar. 13 Además establecía, que este edicto, que debía ser reconocido en todo lugar como decreto, debía ser proclamado en alta voz delante del pueblo, para que los judíos pudieran prepararse y vencer a sus enemigos. 14 Los mensajeros, por orden directa del rey, salieron rápidamente montados sobre los veloces caballos del rey. El mismo decreto también fue promulgado en el palacio de Susa.

15 Mardoqueo se puso las vestiduras reales de azul y blanco y la gran corona de oro, con un manto de lino y púrpura, y salió de la presencia del rey por todas las calles de la ciudad, que estaban llenas de gente que le aclamaba. 16 Los judíos sintieron gozo y alegría, y fueron honrados en todo lugar. 17 En todas las ciudades y provincias a donde llegaba el decreto del rey, se producía una gran alegría entre los judíos, hasta el punto que hacían una gran celebración y declaraban día festivo. Muchos se hacían pasar por judíos, por temor a lo que los judíos pudieran hacerles.

Hechos 6

Elección de los siete

Pero con la rápida multiplicación de los creyentes, empezaron las murmuraciones. Los que sólo hablaban griego se quejaban contra los de habla aramea, de que sus viudas sufrían discriminación en la distribución diaria de los alimentos.

Para solucionar el problema, los doce convocaron a todos los creyentes a una reunión, y les dijeron:

―Nosotros debemos dedicarnos a predicar y no a administrar el programa de alimentación. Por lo tanto, hermanos, seleccionen de entre ustedes a siete hombres sabios, llenos del Espíritu Santo y que gocen de buena reputación, y pongámoslos al frente de este trabajo. Así podremos nosotros dedicarnos a orar y a proclamar la Palabra.

La asamblea en pleno aprobó la recomendación. Eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y también a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, un converso de Antioquía.

Presentaron entonces a estos siete ante los apóstoles, quienes oraron poniendo las manos sobre ellos.

El mensaje de Dios se seguía extendiendo y el número de los discípulos aumentaba enormemente en Jerusalén, donde muchos de los sacerdotes judíos obedecían a la fe.

Arresto de Esteban

Esteban, lleno de la gracia y del poder de Dios, realizaba grandes milagros y señales asombrosas entre el pueblo. Pero un día, varios miembros de la sinagoga llamada los Libertos se pusieron a discutir con él. Discutían también con Esteban judíos de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia. 10 Pero como no podían resistir la sabiduría ni el Espíritu con que hablaba Esteban, 11 contrataron a testigos falsos para que dijeran que lo habían escuchado blasfemar contra Moisés y aun contra Dios.

12 Tal acusación encendió los ánimos del pueblo, de los ancianos y de los maestros de la ley contra Esteban. Lo arrestaron y lo presentaron ante el concilio. 13 Allí, una vez más, los falsos testigos afirmaron que Esteban no cesaba de hablar contra el templo y la ley de Moisés.

14 ―Le oímos decir —declararon— que Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las leyes de Moisés.

15 Entonces los presentes en el salón del concilio vieron que el rostro de Esteban se parecía al de un ángel.

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