Old/New Testament
Tercer discurso de Elifaz
22 Otra respuesta de Elifaz de Temán:
2 «¿Para Dios, tiene algún valor el mísero hombre? Aun el más sabio, sólo para sí mismo vale algo. 3 ¿Complace al Todopoderoso que tú seas justo? ¿Ganaría él algo con que fueras perfecto? 4 ¿Será porque eres bueno que te castiga? 5 De ningún modo. ¡Es por tu maldad! Tus pecados son innumerables.
6 »Por ejemplo, seguramente te habrás negado a prestarle dinero a tus amigos menesterosos a menos que te dejaran su ropa en prenda. ¡Los habrás dejado desnudos! 7 Seguramente le habrás negado agua al sediento y pan al hambriento. 8 Pero a los hombres importantes sin duda les habrás dado cuanto querían, y habrás permitido al rico vivir en donde se le antojara. 9 ¡Habrás echado a las viudas sin ayudarles, y quebrado los brazos de los huérfanos! 10-11 Por eso es que ahora estás rodeado de trampas, de repentinos temores, de tinieblas y oleadas de terror.
12 »¡Qué grande es Dios, más alto que los cielos y más elevado que las estrellas! 13 Pero entonces respondes: ¡Por eso no puede ver lo que hago! ¿Cómo podrá juzgar a través de la oscuridad impenetrable? 14 Porque espesas nubes giran en torno suyo y no puede vernos. Está allá lejos, recorriendo el cielo de uno a otro extremo.
15-16 »¿No te das cuenta de que los que marchan por antiguos caminos de pecado son arrebatados en su juventud; y la base de su vida es arrasada para siempre? 17 Pues ellos le dijeron a Dios: “¡Vete Dios! ¿Qué puedes hacer tú por nosotros?”. 18 Pero han olvidado que fue él quien llenó sus hogares de bienes. Yo no me dejaré llevar por sus malos consejos.
19 »Y ahora los justos verán la destrucción de los impíos; la risa de los inocentes matará de vergüenza a los malvados. 20 “¡Miren!”, dirán. “¡Nuestros enemigos han sido destruidos en el fuego!”.
21 »¡Deja de disputar con Dios! Ponte de acuerdo con él y al fin tendrás paz. Su favor te rodeará sólo con reconocer tu error. 22 Escucha sus instrucciones y guárdalas en tu corazón. 23 Si regresas a Dios y arreglas todo lo malo que hay en tu hogar, serás restaurado. 24 Si renuncias a tu codicia y arrojas tu oro, 25 el Todopoderoso mismo será tu tesoro; él será para ti como preciosa plata. 26 Entonces te deleitarás en el Todopoderoso, y esperarás en Dios. 27 Orarás, y él te escuchará, y tú cumplirás cuanto le hayas prometido. 28 ¡Todo lo que desees se cumplirá! Y la luz del cielo iluminará tu camino delante de ti. 29 Si te atacan y te derriban, sabrás que hay uno que te volverá a levantar. Sí, él salvará al humilde; 30 y aun a los pecadores ayudará mediante tus manos puras».
Octavo discurso de Job
23 Respuesta de Job:
2 «Mi respuesta es aún hoy amarga, pues mi castigo es mucho más grave de lo que mi falta merece. 3 ¡Si supiera yo dónde hallar a Dios, para acudir a su trono y hablar con él allí! 4-5 Le expondría mi causa, y escucharía su respuesta y comprendería lo que desea. 6 ¿Querría él simplemente anonadarme con su grandeza? No, él escucharía compasivamente. 7 Los hombres justos y honrados podrían discutir con él, y ser absueltos por mi juez.
8 »Pero en vano trato de hallarlo. Lo busco por aquí, lo busco por allá, y no puedo hallarlo. 9 Lo busco en donde realiza sus obras en el norte, y no lo encuentro allí. Tampoco puedo hallarlo en el sur, donde también se esconde. 10 Pero él conoce cada detalle de lo que a mí me ocurre; y cuando me haya examinado, me declarará completamente inocente: tan puro como oro macizo. 11 En los senderos de Dios me he mantenido, siguiendo tras sus pasos. No me he apartado. 12 No he rechazado sus mandamientos, sino que en ellos me he deleitado más que en mi alimento de cada día.
13 »Sin embargo, su intención respecto a mí sigue invariable, ¿y quién podrá apartarlo de sus propósitos? Lo que él quiere, eso hace. 14 Así es que me hará cuanto ha planeado, y aún hay más que esperar. 15 Con razón me aterrorizo tanto en su presencia. Al pensar en ella, el terror me atenaza. 16-17 Dios me ha dado un corazón desfalleciente. El Todopoderoso me ha aterrado con las tinieblas y la espesa e impenetrable oscuridad que me rodean.
24 »Si los tiempos no se esconden del Todopoderoso, ¿por qué no los perciben quienes dicen conocerlo? 2 Porque una ola de crimen nos consume: cambian los linderos de las propiedades, roban los rebaños de ovejas, 3 y hasta el burro del pobre y del huérfano roban. Para obtener un préstamo, las viudas pobres tienen que entregar en prenda lo poco que poseen. 4 A puntapiés son echados los pobres; tienen que hacerse a un lado del camino. 5 Como burros monteses en el desierto, los pobres tienen que pasarse todo el tiempo luchando para apenas mantener el alma en el cuerpo. Los mandan al desierto a buscar alimento para sus hijos. 6 Comen cuanto producto silvestre hallan y hasta tienen que buscar en las viñas de los malvados. 7 Los pobres pasan toda la noche desnudos, expuestos al frío, sin ropa ni cobijas. 8 La lluvia de las montañas los moja, y tienen por casa las cuevas. 9 Los malvados arrebatan a los huérfanos del pecho de sus madres, y toman al hijo del pobre como prenda antes de prestarle algún trigo o dinero. 10 Por eso tienen que andar desnudos, sin ropa, y se ven obligados a transportar alimentos mientras se mueren de hambre. 11 Se ven forzados a exprimir el aceite en el molino, sin poder saborearlo; a sacar con sus pies el jugo de las uvas, mientras padecen sed. 12 Los huesos de los moribundos claman desde la ciudad; los heridos gritan pidiendo socorro, pero Dios no responde a sus gemidos.
13 »Los malvados son rebeldes contra la luz, y no conocen el derecho ni el bien. 14-15 Son asesinos que madrugan para matar al pobre y al menesteroso. Por la noche son ladrones y adúlteros, en espera de las sombras, pues entonces, piensan: “Nadie me ve”, van enmascarados para que nadie los conozca. 16 Allanan las casas de noche y duermen de día; no les gusta la luz. 17 Para todos ellos, la mañana es oscuridad; prefieren el horror de las tinieblas».
Interrupción de Zofar
18 «¡Pero cuán velozmente desaparecen de la tierra! Todo lo que poseen está maldito. No dejan bienes en herencia a sus hijos. 19 La muerte consume a los pecadores como la sequía y el calor consumen la nieve. 20 Hasta la madre del pecador lo olvidará. Los gusanos harán banquete con la carne del malvado. Nadie volverá a recordarlo. Porque los malos son quebrantados como el árbol en la tormenta, 21 porque despojaron a los que no tienen hijos que los defiendan; negaron ayuda a las viudas menesterosas. 22-23 Pero a veces parece que con su poder Dios ayuda a los ricos y les da vida cuando todos los demás perecen. Dios les da confianza y vigor, y en muchas formas los auxilia. 24 Pero aunque hoy estén muy engrandecidos, en un instante desaparecerán como los demás, segados como espigas de trigo. 25 ¿Puede alguien decir que no es así? ¿Quién puede demostrar que miento y afirmar que estoy equivocado?».
Pedro explica su comportamiento
11 La noticia de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios no tardó en llegar a oídos de los apóstoles y de los demás hermanos de Judea. 2 Cuando Pedro llegó a Jerusalén, los creyentes judíos le armaron una discusión.
3 ―¿Por qué anduviste con gentiles y hasta comiste con ellos? —le preguntaron. 4 Pedro se limitó a contarles los pormenores del caso.
5 ―Un día, en Jope —les dijo—, mientras oraba, se me presentó una visión: del cielo bajaba un gran lienzo atado por las cuatro puntas. 6 Sobre el lienzo había toda clase de cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. 7 Entonces escuché una voz que me dijo: “Levántate Pedro, mata y come”. 8 “Señor, no”, repliqué, “porque nunca he comido nada que sea impuro o inmundo”. 9 Entonces la voz me dijo: “Lo que Dios ha limpiado, no lo llames impuro”. 10 La visión se repitió dos veces más. Luego el lienzo y todo lo que contenía desapareció en el cielo.
11 »En aquel mismo instante llegaron a la casa donde yo estaba tres hombres que venían a verme desde Cesarea. 12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos que están aquí conmigo me acompañaron y llegamos a la casa de cierto hombre. 13 Aquel hombre nos contó cómo un ángel se le había aparecido y le había dicho que enviara mensajeros a Jope a buscar a un tal Simón Pedro. 14 El ángel le aseguró que yo le diría cómo él y su familia podrían alcanzar la salvación.
15 »Pues bien, cuando apenas estaba comenzando a contarles las buenas noticias, el Espíritu Santo cayó sobre ellos de la misma forma en que cayó sobre nosotros al principio. 16 Eso me hizo recordar las palabras del Señor: “Sí, Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. 17 Ahora, díganme, si Dios mismo les dio a los gentiles el mismo don que nos dio a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?».
18 Aquellas palabras bastaron para acallar las objeciones, y alabaron a Dios.
―Sí —exclamaban—, Dios ha concedido también a los gentiles el volverse a él para recibir la vida.
La iglesia en Antioquía
19 Los creyentes que habían huido de Jerusalén durante la persecución después de la muerte de Esteban, fueron a parar a Fenicia, Chipre y Antioquía. A lo largo del camino fueron esparciendo las buenas noticias, pero sólo entre los judíos. 20 Sin embargo, varios de los creyentes que fueron a Antioquía desde Chipre y Cirene, comunicaron también las buenas noticias acerca del Señor Jesús a los griegos. 21 El poder del Señor estaba con ellos y muchas personas se hicieron creyentes y se convirtieron al Señor.
22 Cuando la iglesia de Jerusalén se enteró de lo que estaba pasando, enviaron a Bernabé a Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio las maravillas que Dios estaba haciendo, lleno de alegría alentó a los creyentes a permanecer fieles al Señor. 24 Bernabé era bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un gran número de personas fue añadido al Señor.
25 Después Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y lo llevó a Antioquía, 26 donde permanecieron juntos un año entero con la iglesia, dedicados a enseñar a mucha gente.
Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron cristianos a los discípulos.
27 En aquellos días llegaron a Antioquía, procedentes de Jerusalén, varios profetas. 28 Uno de ellos, Ágabo, se puso de pie y predijo por medio del Espíritu que iba a haber una gran hambre en todo el mundo (predicción que se cumplió durante el reinado de Claudio).
29 Los discípulos decidieron enviar ayuda a los hermanos de Judea, para lo cual cada uno contribuyó en la medida de sus fuerzas. 30 Y luego encomendaron a Bernabé y a Saulo la tarea de llevar las ofrendas a los ancianos.
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