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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Crónicas 21-22

Jorán, rey de Judá

21 Cuando Josafat murió, lo sepultaron en el cementerio de los reyes en Jerusalén, en la ciudad de David, y su hijo Jorán ocupó el trono de Judá. Sus hermanos, los demás hijos de Josafat, eran Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael y Sefatías. 3-4 Su padre les había dado valiosos regalos en dinero y joyas, y la propiedad de algunas ciudades fortificadas de Judá. Sin embargo, le dio el reinado a Jorán, porque era el mayor. Pero cuando Jorán se consolidó en el trono, hizo matar a todos sus hermanos y a varios jefes de Israel.

Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. Pero fue tan malo como los reyes de Israel, ya que hizo lo que ofende al Señor. Fue tan impío como Acab, y hasta se casó con una de las hijas de este. Sin embargo, el Señor no quería acabar con la dinastía de David, porque había hecho un pacto con él, y le había prometido que siempre uno de sus descendientes se sentaría sobre el trono de Judá.

En aquel tiempo, los edomitas se rebelaron contra Judá y nombraron un rey. Jorán marchó de noche contra ellos, con todos sus jefes y con todos sus carros de combate, y logró derrotar a los edomitas que los tenían rodeados. 10 Pero hasta este día Edom ha logrado mantenerse independiente de Judá. Por ese mismo tiempo, la ciudad de Libná también se rebeló contra Judá. Todo, porque Jorán se había apartado del Señor, Dios de sus padres. 11 Como si esto fuera poco, Jorán construyó santuarios para los ídolos en las montañas de Judá, e hizo que el pueblo de Jerusalén adorara ídolos.

12 Entonces el profeta Elías le escribió esta carta:

«El Señor, Dios de tu antepasado David, dice que por cuanto no has andado en los buenos caminos de tu padre Josafat, ni en los buenos pasos del rey Asá, 13 sino que has sido tan malvado como los reyes de Israel, y al igual que Acab, has hecho que el pueblo de Jerusalén y Judá adore ídolos; y por cuanto has dado muerte a tus hermanos que eran mejores que tú, 14 el Señor destruirá tu nación con una gran plaga: Tú, tus hijos, tus esposas y todo lo que tienes será destruido. 15 Tú mismo sufrirás el ataque de una enfermedad intestinal y se te pudrirán las entrañas».

16 Entonces el Señor hizo que los filisteos y los árabes, que vivían junto a los etíopes, atacaran a Jorán. 17 Marcharon contra Judá, cruzaron la frontera; y se llevaron todo lo que había de valor en el palacio del rey, incluyendo a sus hijos y sus esposas; solamente su hijo menor, Joacaz, escapó.

18 Fue después de esto que el Señor atacó a Jorán con una enfermedad intestinal incurable. 19 Con el tiempo, al cabo de dos años, sus intestinos se le salieron, y murió en medio de terribles sufrimientos (Cuando se le sepultó se omitieron las pompas y ceremonias acostumbradas).

20 Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. Murió sin que nadie lo llorara. Fue sepultado en Jerusalén, en la ciudad de David, pero no en los sepulcros reales.

Ocozías, rey de Judá

22 Cuando Jorán murió, la gente de Jerusalén proclamó como rey a Ocozías,[a] el hijo menor de Jorán (porque las bandas árabes que habían asaltado a Jerusalén habían dado muerte a los hijos mayores del rey). Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía, nieta de Omrí.

Ocozías también anduvo en los malos caminos de Acab, porque su madre lo impulsó a hacer el mal. Hizo lo que desagrada al Señor, siguiendo así el ejemplo de la familia de Acab. Es más, cuando su padre murió, Ocozías permitió que miembros de esa familia fueran sus consejeros. Esto lo llevó a la perdición. Siguiendo sus malos consejos, Ocozías hizo un pacto con el rey Jorán hijo de Acab, de Israel, que estaba en guerra con el rey Jazael, de Siria, en Ramot de Galaad. Hasta allí Ocozías condujo su ejército para unirse a la batalla. El rey Jorán, de Israel, cayó herido y regresó a Jezrel para curarse. Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.

Jehú mata a Ocozías

Pero Dios había decidido que Ocozías muriera durante esta visita. Al poco tiempo de haber llegado, Ocozías y Jorán marcharon contra Jehú hijo de Nimsi, a quien el Señor había escogido para poner fin a la dinastía de Acab. Jehú, que buscaba a los familiares y amigos de Acab para darles muerte, se encontró con los jefes de Judá y con los parientes de Ocozías, y los mató. Luego los hombres de Jehú estuvieron buscando a Ocozías, hasta que lo encontraron escondido en la ciudad de Samaria, y lo llevaron a la presencia de Jehú, el cual lo mató. Pero lo sepultaron, pues decían: «Es nieto de Josafat, el rey que, de todo corazón, sirvió al Señor». Y en la familia de Ocozías no quedó nadie que fuera capaz de reinar en Judá.

Atalía y Joás

10 Cuando Atalía, madre de Ocozías, supo que su hijo había muerto, mandó a matar a toda la familia del rey. 11 Pero Josaba, que era hermana del rey Ocozías, escondió a Joás hijo de Ocozías y a su niñera en uno de los dormitorios del templo. Josabet era hija del rey Jorán, y esposa del sacerdote Joyadá. 12 Joás permaneció escondido allí durante seis años, mientras Atalía reinaba en el país.

Juan 14

Jesús consuela a sus discípulos

14 »No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y si me voy a prepararles un lugar, volveré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Ustedes ya conocen el camino para ir a donde yo voy».

Jesús, el camino al Padre

Entonces Tomás dijo:

―Señor, si no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?

Jesús le contestó:

―Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocieran, conocerían también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen pues lo han visto.

Felipe le dijo:

―Señor, déjanos ver al Padre y con eso nos basta.

Jesús le contestó:

―¡Felipe! ¿Ya llevo mucho tiempo entre ustedes y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, también ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Déjanos ver al Padre”? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las cosas que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. El Padre que está en mí, es el que hace sus propias obras. 11 Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí. Y si no, al menos créanme por las obras mismas.

12 »Les aseguro que el que cree en mí hará las mismas obras que yo hago, y hará obras todavía mayores porque yo vuelvo al Padre. 13 Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré; así el Padre será glorificado en el Hijo. 14 Yo haré lo que ustedes pidan en mi nombre.

Jesús promete el Espíritu Santo

15 »Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. 16 Y yo le pediré al Padre, y él les enviará otro Consolador para que siempre esté con ustedes. 17 Él es el Espíritu de verdad; el mundo no lo puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. 18 No los voy a dejar huérfanos; volveré a estar con ustedes. 19 Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. 20 En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí, y yo en ustedes. 21 El que hace suyos mis mandamientos y los obedece, ese es el que me ama. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me mostraré a él».

22 Judas, (no el Iscariote) le dijo:

―Señor, ¿por qué te mostrarás a nosotros y no al mundo?

23 Jesús le contestó:

―El que me ama, obedece mi palabra. Por eso, Dios lo amará y vendremos a vivir con él. 24 El que no me ama, no obedece mi palabra. Estas palabras que ustedes oyen no son mías, sino del Padre, que me envió.

25 »Les digo todo esto ahora que todavía estoy con ustedes. 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, vendrá en mi nombre porque el Padre lo enviará. Él les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho.

27 »Les dejo la paz, les doy mi paz; pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo. 28 Ya me oyeron decirles que me voy, pero regreso a ustedes. Si me amaran, estarían alegres de que voy al Padre porque el Padre es más grande que yo. 29 Les digo esto antes que suceda, para que cuando suceda, crean. 30 Ya no hablaré mucho con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene poder sobre mí, 31 pero todos tienen que saber que amo al Padre y que hago lo que él me ordena. ¡Levántense, vámonos de aquí!

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