Old/New Testament
4 Volví a considerar todas las opresiones que se comenten bajo el sol.
Ahí está el llanto de los oprimidos,
¡y no encuentran consuelo!
La fuerza en manos de sus opresores,
¡y no encuentran consuelo!
2 Y estimé a los que ya habían muerto más afortunados que los que aún vivían; 3 pero todavía estimé más afortunados a los que aún no existían, porque no podían contemplar los atropellos que se cometen bajo el sol. 4 Yo he visto que toda fatiga y éxito en el trabajo provoca la envidia entre compañeros. También esto es ilusión y vano afán.
5 El necio se cruza de brazos
y se devora a sí mismo.
6 Más vale un puñado de tranquilidad,
que dos de fatiga y vano afán.
Dos mejor que uno
7 He reflexionado sobre otra cosa bajo el sol que también es pura ilusión: 8 una persona sola, sin nadie, sin hijos ni hermanos, que se fatiga sin descanso y no se harta de riquezas: ¿Para quién se fatiga, privándose de la felicidad? También esto es pura ilusión y mal asunto.
9 Mejor dos que uno, pues obtienen mayor recompensa en sus fatigas. 10 Porque, si caen, uno levantará al otro. Pero, ¡ay si uno cae sin tener a nadie que lo levante! 11 Si dos se acuestan juntos, se calientan; pero uno solo, ¿cómo se calentará? 12 Uno puede ser vencido; dos, en cambio, resisten mejor; pues no se rompe fácilmente una cuerda de tres cabos.
Pobre sabio, rey necio
13 Más vale muchacho pobre y listo, que rey viejo y tonto, incapaz de aceptar consejos, 14 aunque el muchacho llegue a reinar tras salir de la prisión o haya nacido pobre en el reino. 15 Y he visto a todos los vivientes que se mueven bajo el sol seguir a ese muchacho como sucesor del rey: 16 era inmenso el gentío al que gobernaba. Pero los que vengan después tampoco estarán contentos con él, porque también esto es pura ilusión y vano afán.
Excesos religiosos
17 Cuando vayas al Templo, vigila tus pasos: si te acercas, hazlo para escuchar y no para ofrecer sacrificios propios de necios que ignoran que obran mal. 5 1 Que no se precipite tu boca ni se apresure tu mente a pronunciar una palabra ante Dios, porque Dios está en el cielo y tú estás en la tierra. Por eso, sé parco en palabras,
2 pues excesivo trajín produce sueño,
y excesivas palabras dan lugar a tonterías.
3 Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque no le gustan los necios. Cumple tus promesas, 4 aunque es mejor no hacer promesas, que hacerlas y no cumplirlas. 5 No peques con tus palabras ni digas ante el ministro de Dios que fue sin darte cuenta. ¿Por qué irritar a Dios con lo que dices de manera que arruine tus obras?
6 Donde abundan sueños,
abundan ilusiones y palabras.
Tú, en cambio, respeta a Dios.
Opresiones y abusos
7 Si en una región observas que el pobre es oprimido y son violados el derecho y la justicia, no te extrañes de la situación, porque un alto cargo protege a otro, y a estos, otros superiores. 8 La ganancia de un país en todo esto es un rey al servicio del campo.
Riquezas inútiles
9 Quien ama el dinero, nunca se harta de él;
quien ama las riquezas, no les saca fruto;
y esto también es pura ilusión.
10 Cuando aumentan los bienes,
aumentan los parásitos.
¿Y qué provecho saca el dueño,
sino verlo con sus ojos?
11 Dulce es el sueño del trabajador,
coma poco o coma mucho;
la abundancia al rico
no le permite dormir.
12 Una grave desgracia he visto bajo el sol: la riqueza que guarda el dueño para su propio daño. 13 Pierde esta riqueza en un mal negocio y el hijo que tiene se queda con las manos vacías. 14 Según salió del vientre de su madre, así volverá: tan desnudo como vino, sin llevarse en la mano nada de lo que sacó con sus fatigas. 15 También esto es gran desgracia: que se irá, como vino. ¿Y qué ganancia sacará de haberse fatigado inútilmente? 16 Consumir todos sus días a oscuras, entre grandes disgustos, dolor y rabia.
La felicidad posible
17 Esta es la felicidad que yo he encontrado: que conviene comer, beber y disfrutar de todos los afanes y fatigas bajo el sol, durante los contados días de vida que Dios da al ser humano, porque esa es su recompensa; 18 y si Dios concede a cada cual bienes y riquezas y le permite comer de ellas, recibir su recompensa y disfrutar de sus fatigas, eso es un don de Dios. 19 Porque no se preocupará demasiado de los días de su vida, si Dios le llena de alegría el corazón.
III.— UN DESTINO COMÚN E IGNOTO (6,1—9,10)
Dones baldíos
6 Hay otra grave desgracia para el ser humano que he observado bajo el sol: 2 alguien a quien Dios da bienes, riqueza y honores sin que le falte nada de cuanto pueda desear, pero al que Dios no le concede comer de ello, porque un extraño lo devora. Esto es pura ilusión y gran desgracia. 3 Si alguien tiene cien hijos y vive muchos años, por muy larga que sea su vida, si no disfruta de felicidad y ni siquiera tiene una sepultura, yo digo que un aborto es más afortunado que él. 4 Pues en un soplo vino, en la oscuridad se va y su recuerdo queda oculto en las tinieblas. 5 No vio ni conoció el sol, pero descansa mejor que el otro. 6 Y aunque hubiera vivido dos mil años, si no disfrutó de felicidad, ¿no van todos al mismo sitio?
Insatisfacciones y sombras
7 El ser humano se fatiga sólo para comer, y a pesar de ello su apetito no se sacia. 8 ¿En qué, pues, aventaja el sabio al necio? ¿En qué al pobre que sabe vivir la vida?
9 Más vale lo que ven los ojos
que los deseos imposibles.
También esto es pura ilusión y vano afán.
10 Cuanto existe ya estaba prefijado, y todos saben que el ser humano no puede enfrentarse a quien es más fuerte que él. 11 A más palabras, más vana ilusión, y el ser humano no saca ningún provecho. 12 Pues, ¿quién sabe lo que conviene al ser humano en la vida, durante los contados días de su ilusa vida que pasa como una sombra? Y ¿quién le contará lo que sucederá después de él bajo el sol?
Experiencias carismáticas de Pablo
12 Si hay que seguir presumiendo, aunque me parezca totalmente inútil, pasaré a las visiones y revelaciones que me concedió el Señor. 2 Conozco a un creyente en Cristo que hace catorce años fue arrebatado al tercer cielo, si con cuerpo o sin cuerpo no sabría decirlo; Dios es quien lo sabe. 3 Lo cierto es que ese hombre —repito que no sé si con cuerpo o sin cuerpo; Dios es quien lo sabe— 4 fue arrebatado al paraíso y escuchó palabras misteriosas que a ningún humano le está permitido pronunciar. 5 De alguien así podría presumir; pero en lo que me atañe, sólo presumiré de mis flaquezas. 6 Y eso que, si quisiera presumir, no diría ningún desatino, al contrario, estaría diciendo la pura verdad; pero me abstengo de hacerlo para que nadie me considere por encima de lo que ve o escucha de mí 7 a causa de revelaciones tan extraordinarias.
La verdadera fortaleza
Precisamente para que no se me suban los humos a la cabeza, tengo una espina clavada en mi carne: se trata de un agente de Satanás que me da de bofetadas para que no me ensoberbezca. 8 Tres veces he pedido al Señor que me libre de esto 9 y otras tantas me ha dicho: “te basta mi gracia, porque mi fuerza se realiza plenamente en lo débil”. Con gusto, pues, presumiré de mis flaquezas, para sentir dentro de mí la fuerza de Cristo. 10 Por eso me satisface soportar por Cristo flaquezas, ultrajes, dificultades, persecuciones y angustias, ya que, cuando me siento débil, es cuando más fuerte soy.
Preocupaciones por los cristianos
11 Si he hablado como un insensato, ustedes me forzaron a ello. En realidad, les correspondía a ustedes dar la cara por mí, pues aunque no soy nada, en nada soy inferior a esos superapóstoles. 12 Ahí están las credenciales de mi apostolado entre ustedes: una constancia a toda prueba acompañada de signos milagrosos, prodigios y portentos. 13 ¿En qué están ustedes en desventaja con las demás iglesias? ¿En que yo no quise vivir a costa de ustedes? ¡Perdónenme, por favor, este agravio!
14 Estoy a punto de hacerles mi tercera visita y tampoco esta vez les seré gravoso, pues me interesan ustedes, no su dinero. Después de todo, corresponde a los padres ahorrar para los hijos, y no los hijos para los padres. 15 Así que gastaré gustosamente cuanto tenga, y me desgastaré yo mismo por ustedes ¿Acaso por amarlos yo tanto, me amarán ustedes menos?
16 Quizás alguno piense que, en efecto, no fui carga para ustedes, pero que, astuto como soy, les hice morder el anzuelo. 17 ¿Querrían decirme a cuál de las personas que les envié he utilizado para explotarlos? 18 Pedí a Tito que fuera a visitarlos y envié con él a ese otro hermano. ¿Es que los ha explotado Tito? ¿No es más cierto que nos mueve el mismo Espíritu y que los dos seguimos los mismos pasos? 19 A lo mejor ustedes están pensando hace un buen rato que no hacemos sino justificarnos ante ustedes. Dios es testigo de que es Cristo quien nos impulsa a hablar, y de que todo esto, queridos míos, es para su propio provecho espiritual. 20 Porque tengo miedo de no encontrarlos a mi llegada como yo quisiera y de que tampoco ustedes me encuentren como sería su deseo. Tengo miedo de encontrarme con discordias, envidias, animosidades, rivalidades, maledicencias, críticas, engreimientos y desórdenes. 21 Tengo miedo de que, cuando los visite de nuevo, me humille Dios por causa de ustedes y tenga yo que hacer duelo por tantos como han pecado y no se han arrepentido de la impureza, la lujuria y el desenfreno en que vivían.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España