Old/New Testament
Fracaso de los tres sabios amigos
34 Elihú continuó con su discurso:
2 Escuchen, sabios, mis palabras;
préstenme atención los doctos,
3 pues el oído distingue las palabras
lo mismo que la boca los sabores.
4 Pongámonos de acuerdo en lo que es justo;
aclaremos entre nosotros lo que es bueno.
5 Job ha dicho: “Soy inocente,
pero Dios anula mi derecho.
6 ¿Voy a mentir sobre mi caso?
Me hieren de muerte sin culpa”.
7 ¿Hay por ventura alguien como Job,
que beba sarcasmos como agua?
8 Anda acompañado de malhechores,
busca la sociedad de los malvados,
9 y dice: “Nada se consigue
buscando el favor de Dios”.
10 Escúchenme, quienes sean sensatos:
¡Lejos de Dios la maldad,
lejos del Todopoderoso la injusticia!
11 Paga a cada uno según sus acciones,
trata a los humanos según su conducta.
12 Está claro que Dios no actúa con maldad,
que el Todopoderoso no pervierte el derecho.
13 ¿Quién le encargó del cuidado de la tierra
y le confió la custodia del universo?
14 Si decidiera por propia voluntad
retirar su espíritu y su aliento,
15 perecerían todos los vivientes,
volverían los humanos al polvo.
16 Si tienes conocimiento, escucha;
presta atención a mis palabras.
17 ¿Podría gobernar quien odia la justicia?
¿Vas a condenar al que es justo y poderoso,
18 al que puede llamar a un rey “canalla”
o tratar de “bandidos” a los nobles?
19 ¿Al que no tiene preferencia por los príncipes,
ni favorece al grande contra el débil,
porque todos han sido creados por él?
20 Todos mueren de pronto, a medianoche;
se alborota la gente y desaparecen;
el tirano es derribado sin esfuerzo.
21 Dios vigila la conducta humana,
controla cualquier comportamiento;
22 no hay sombra ni densa tiniebla
que pueda ocultar al malvado.
23 No es el ser humano quien decide
cuándo ha de comparecer ante el Dios
24 que destruye a los poderosos sin indagar
y establece a otros en su lugar.
25 Como Dios conoce bien sus acciones,
de noche los trastorna y destruye;
26 les paga su maldad azotándolos
en un lugar donde la gente los vea,
27 por haberle sido desleales,
por haber ignorado sus designios,
28 provocando ante él el grito del pobre,
haciéndole oír el gemido del necesitado.
29 Si Dios guarda silencio,
¿quién condenará al malvado?
Si oculta su rostro, ¿quién podrá verlo?
Pero él vigila a personas y países,
30 para evitar que prevalezca un impío
y someta al pueblo a su capricho.
31 Si alguien reconoce ante Dios:
“Me he enorgullecido, no lo haré más;
32 enséñame tú lo que yo no puedo ver;
si algo malo he hecho, no reincidiré”,
33 ¿debería [Dios] castigar, en tu opinión,
cuando tú rechazas su criterio?
Eres tú quien debe decidir, no yo;
demuestra todo lo que sabes.
34 Si la gente sensata me escuchara,
si los sabios me oyesen, dirían:
35 “Job no argumenta con sensatez;
sus palabras carecen de sentido.
36 Debería ser examinado hasta el extremo,
pues responde igual que los malvados;
37 se empeña en seguir pecando,
se burla de nosotros,
multiplica sus palabras contra Dios”.
Dios no hace caso a los malvados
35 Elihú continuó su discurso:
2 ¿Crees que es justo afirmar:
“Tengo razón contra Dios”?
3 O decir: “¿Qué más le da?
¿qué saco yo con no pecar?”.
4 Voy a responder a tus argumentos
y, de paso, a los de tus amigos.
5 Contempla atento el cielo,
fíjate en las nubes tan altas.
6 ¿Qué mal le causas a Dios cuando pecas
o en qué le afectan tus numerosos delitos?
7 Si eres honrado, ¿qué le das
o qué recibe de tu mano?
8 Tu maldad afectaría a alguien como tú;
tu honradez, a los seres humanos.
9 La gente protesta bajo la dura opresión,
pide socorro ante el poder del tirano;
10 pero no dice: “¿Dónde está mi Hacedor,
que llena la noche de cantos de júbilo
11 y nos hace más sabios
que las bestias de la tierra,
más inteligentes que las aves del cielo?”.
12 Algunos protestan, pero no responde;
el orgullo de los malvados tiene la culpa.
13 Dios no escucha falsedades,
el Todopoderoso no hace ni caso.
14 Y menos cuando dices: “No lo veo,
le he expuesto mi causa y espero”.
15 Pero como su cólera no estalla
ni parece prestar atención al delito,
16 Job abre su boca y echa viento,
multiplicando palabras sin sentido.
Asamblea de Jerusalén (15,1-35)
Conflicto en Antioquía de Siria
15 Por aquel entonces llegaron algunos de Judea que trataban de imponer a los hermanos esta enseñanza:
— Si no se circuncidan conforme a la prescripción de Moisés, no podrán salvarse.
2 Esto originó graves conflictos y discusiones al oponérseles Pablo y Bernabé. Se decidió entonces que Pablo, Bernabé y algunos otros fueran a Jerusalén para consultar con los apóstoles y demás dirigentes acerca de este asunto.
3 Provistos, pues, de lo necesario por la iglesia de Antioquía, atravesaron Fenicia y Samaría, refiriendo cómo también los no judíos se convertían, noticia esta que causó gran alegría a todos los hermanos. 4 Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y demás dirigentes, a quienes comunicaron todo lo que el Señor había hecho por medio de ellos. 5 Pero algunos miembros del partido fariseo que habían abrazado la fe intervinieron para decir:
— A los no judíos debe imponerse como obligatoria la circuncisión, así como la observancia de la ley de Moisés.
Reunión en Jerusalén
6 Los apóstoles y los demás dirigentes se reunieron en asamblea para examinar esta cuestión. 7 Después de un largo debate, tomó Pedro la palabra y les dijo:
— Ustedes saben, hermanos, que hace tiempo me escogió Dios entre ustedes para que anuncie también el mensaje de la buena nueva a los no judíos, de modo que puedan abrazar la fe. 8 Y Dios, que conoce el corazón humano, ha mostrado que los acepta al concederles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros. 9 No ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros y ha purificado sus corazones por la fe. 10 Así pues, ¿por qué quieren ahora poner a prueba a Dios, imponiendo a los creyentes una carga que ni sus antepasados ni nosotros mismos hemos podido soportar? 11 No ha de ser así, pues estamos seguros de que es la gracia de Jesús, el Señor, la que nos salva tanto a nosotros como a ellos.
12 Toda la asamblea guardó silencio y se dispuso a escuchar la narración que Bernabé y Pablo hicieron de los prodigios y milagros que Dios había realizado por su conducto entre los no judíos. 13 Al finalizar su relato, intervino Santiago para decir:
— Préstenme atención, hermanos: 14 Simón ha contado cómo, desde el principio, Dios se ha preocupado de los no judíos, escogiendo entre ellos un pueblo para sí. 15 Esto concuerda con las declaraciones de los profetas, pues la Escritura dice:
16 Después de esto volveré
y reconstruiré la derruida casa de David.
Reconstruiré sus ruinas
y la pondré de nuevo en pie.
17 Buscarán así al Señor
los que hayan quedado,
junto con las naciones todas
que han sido consagradas a mí.
Así lo dice el Señor
que realiza todas estas cosas,
18 por él conocidas desde tiempo inmemorial.
19 Por esta razón —continuó Santiago—, estimo que no deben imponerse restricciones innecesarias a los que, no siendo judíos, se convierten a Dios. 20 Pero ha de indicárseles por escrito que se abstengan de contaminarse con los ídolos, así como de toda clase de inmoralidad sexual, de alimentarse de sangre y de comer carne de animales ahogados. 21 Porque en esas mismas ciudades hay desde hace ya mucho tiempo quienes leen y proclaman la ley de Moisés en las sinagogas todos los sábados.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España