Read the New Testament in 24 Weeks
Quién es el más importante
18 En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús diciendo:
—¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
2 Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos 3 y dijo:
—De cierto les digo que si no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el más importante en el reino de los cielos. 5 Y cualquiera que en mi nombre reciba a un niño como este, a mí me recibe.
Ocasiones de caer
6 »Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atara al cuello una gran piedra de molino y que se le hundiera en lo profundo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los tropiezos! Es inevitable que haya tropiezos, pero ¡ay del hombre que los ocasione!
8 »Por tanto, si tu mano o tu pie te hace tropezar, córtalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
10 »Miren, no tengan en poco a ninguno de estos pequeños, porque les digo que sus ángeles en los cielos siempre ven el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11 [a]
Parábola de la oveja perdida
12 »¿Qué les parece? Si algún hombre tiene cien ovejas y se extravía una, ¿acaso no dejará las noventa y nueve en las montañas e irá a buscar la descarriada? 13 Y si sucede que la encuentra, de cierto les digo que se goza más por aquella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 Así que, no es la voluntad de su Padre que está en los cielos que se pierda ni uno de estos pequeños.
Acerca del perdón al hermano
15 »Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, amonéstale a solas entre tú y él. Si él te escucha, has ganado a tu hermano. 16 Pero si no escucha, toma aun contigo uno o dos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos[b]. 17 Y si él no les hace caso a ellos, dilo a la iglesia; y si no hace caso a la iglesia, tenlo por gentil y publicano. 18 De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra habrá sido atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra habrá sido desatado en el cielo.
19 »Otra vez les digo que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecha por mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21 Entonces Pedro se acercó y le dijo:
—Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces?
22 Jesús le dijo:
—No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.
Parábola del siervo malvado
23 »Por esto, el reino de los cielos es semejante a un hombre que era rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y cuando él comenzó a hacer cuentas, le fue traído uno que le debía muchísimo dinero. 25 Puesto que él no podía pagar, su señor mandó venderlo a él, junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, y que se le pagara.
26 Entonces el siervo cayó y se postró delante de él diciendo: “Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo”. 27 El señor de aquel siervo, movido a compasión, lo soltó y le perdonó la deuda.
28 »Pero al salir, aquel siervo halló a uno de sus consiervos que le debía poco dinero, y asiéndose de él, lo ahogaba diciendo: “Paga lo que debes”. 29 Entonces su consiervo, cayendo, le rogaba diciendo: “¡Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré!”. 30 Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía.
31 »Así que, cuando sus consiervos vieron lo que había sucedido, se entristecieron mucho; y fueron y declararon a su señor todo lo que había sucedido. 32 Entonces su señor le llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, así como también yo tuve misericordia de ti?”. 34 Y su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que le pagara todo lo que le debía. 35 Así también hará con ustedes mi Padre celestial si no perdonan de corazón cada uno a su hermano.
Una pregunta acerca del divorcio
19 Aconteció que, cuando Jesús acabó estas palabras, partió de Galilea y fue a las fronteras de Judea, al otro lado del Jordán. 2 Grandes multitudes lo siguieron, y las sanó allí. 3 Entonces los fariseos se acercaron a él para probarle, diciendo:
—¿Le es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier razón?
4 Él respondió y dijo:
—¿No han leído que el que los creó en el principio, los hizo hombre y mujer?[c]. 5 Y dijo: “Por esta causa el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán los dos una sola carne”[d]. 6 Así que ya no son más dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.
7 Le dijeron:
—¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y despedirla[e]?
8 Les dijo:
—Ante su dureza de corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus mujeres; pero desde el principio no fue así. 9 Y les digo que cualquiera que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de inmoralidad sexual, y se casa con otra comete adulterio.
10 Le dijeron sus discípulos:
—Si así es el caso del hombre con su mujer, no conviene casarse.
11 Entonces él les dijo:
—No todos son capaces de aceptar esta palabra, sino aquellos a quienes les está concedido. 12 Porque hay eunucos que nacieron así desde el vientre de la madre, hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que puede aceptar esto, que lo acepte.
Jesús bendice a los niños
13 Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiera las manos sobre ellos y orara. Pero los discípulos los reprendieron. 14 Entonces Jesús les dijo:
—Dejen a los niños y no les impidan venir a mí, porque de los tales es el reino de los cielos.
15 Y habiendo puesto las manos sobre ellos, partió de allí.
Jesús y el joven rico
16 He aquí vino uno a él y le dijo:
— Maestro, ¿qué cosa buena haré para tener la vida eterna?
17 Él le dijo:
—¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Hay uno solo que es bueno[f]. Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
18 Le dijo:
—¿Cuáles?
Jesús respondió:
—No cometerás homicidio, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, 19 honra a tu padre y a tu madre[g], y amarás a tu prójimo como a ti mismo[h].
20 El joven le dijo:
—Todo esto he guardado. ¿Qué más me falta?
21 Le dijo Jesús:
—Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
22 Pero cuando el joven oyó la palabra se fue triste porque tenía muchas posesiones.
El peligro de las riquezas
23 Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
—De cierto les digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez les digo que le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
25 Cuando los discípulos lo oyeron, se asombraron en gran manera diciendo:
—Entonces, ¿quién podrá ser salvo?
26 Jesús los miró y les dijo:
—Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible.
27 Entonces respondió Pedro y le dijo:
—He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué hay, pues, para nosotros?
28 Jesús les dijo:
—De cierto les digo que en el tiempo de la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, ustedes que me han seguido se sentarán también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y todo aquel que deje casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer[i], o hijos, o campos por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano