Bible in 90 Days
1 Esta es la profecía que el profeta Habacuc recibió en visión.
La primera queja de Habacuc
2 ¿Hasta cuándo, Señor, he de pedirte ayuda
sin que tú me escuches?
¿Hasta cuándo he de quejarme de la violencia
sin que tú nos salves?
3 ¿Por qué me haces presenciar calamidades?
¿Por qué debo contemplar el sufrimiento?
Veo ante mis ojos destrucción y violencia;
surgen riñas y abundan las contiendas.
4 Por lo tanto, se entorpece la ley
y no se da curso a la justicia.
El impío acosa al justo,
y las sentencias que se dictan son injustas.
La respuesta del Señor
5 «¡Mirad a las naciones!
¡Contempladlas y quedaos asombrados!
Voy a hacer en estos días cosas tan sorprendentes
que no las creeréis aunque alguien os las explique.
6 Estoy incitando a los caldeos,
ese pueblo despiadado e impetuoso,
que recorre toda la tierra
para apoderarse de territorios ajenos.
7 Son un pueblo temible y espantoso,
que impone su propia justicia y grandeza.
8 Sus caballos son más veloces que leopardos,
más feroces que lobos nocturnos.
Su caballería se lanza a todo galope;
sus jinetes vienen de muy lejos.
¡Caen como buitres sobre su presa!
9 Vienen en son de violencia;
avanzan sus hordas[a] como el viento del desierto,
hacen prisioneros como quien recoge arena.
10 Ridiculizan a los reyes,
se burlan de los gobernantes;
se ríen de toda ciudad amurallada,
pues construyen terraplenes y la toman.
11 Son un viento que a su paso arrasa todo;
su pecado es hacer de su fuerza un dios».
La segunda queja de Habacuc
12 ¡Tú, Señor, existes desde la eternidad!
¡Tú, mi santo Dios, eres inmortal![b]
Tú, Señor, los has puesto para hacer justicia;
tú, mi Roca, los has puesto para ejecutar tu castigo.
13 Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal;
no te es posible contemplar el sufrimiento.
¿Por qué entonces toleras a los traidores?
¿Por qué guardas silencio
mientras los impíos se tragan a los justos?
14 Has hecho a los hombres como peces del mar,
como reptiles que no tienen jefe.
15 Babilonia los saca a todos con anzuelo,
los arrastra con sus redes,
los recoge entre sus mallas,
y así se alegra y regocija.
16 Por lo tanto, ofrece sacrificios a sus redes
y quema incienso a sus mallas,
pues gracias a sus redes su porción es sabrosa
y su comida es suculenta.
17 ¿Continuará vaciando sus redes
y matando sin piedad a las naciones?
2 Me mantendré alerta,
me apostaré en los terraplenes;
estaré pendiente de lo que me diga,
y de su respuesta a mi reclamo.
La respuesta del Señor
2 Y el Señor me respondió:
«Escribe la visión,
y haz que resalte claramente en las tablillas,
para que pueda leerse de corrido.[c]
3 Pues la visión se realizará en el tiempo señalado;
marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse.
Aunque parezca tardar, espérala;
porque sin falta vendrá.
4 »El insolente no tiene el alma recta,
pero el justo vivirá por su fe.
5 Además, la riqueza es traicionera;[d]
por eso el soberbio no permanecerá.
Pues ensancha su garganta como el sepulcro,
y es insaciable como la muerte.
Reúne en torno suyo todas las naciones
y toma cautivos todos los pueblos.
6 Y estos lo harán objeto de burla
en sus sátiras y adivinanzas.
»¡Ay del que se hace rico con lo ajeno
y acumula prendas empeñadas!
¿Hasta cuándo seguirá con esta práctica?
7 ¿No se levantarán de repente tus acreedores?
¿No se despertarán para sacudirte
y despojarte con violencia?
8 Son tantas las naciones que has saqueado
que los pueblos que se salven te saquearán a ti;
porque es mucha la sangre que has derramado,
y mucha tu violencia contra este país,
contra esta ciudad y sus habitantes.
9 »¡Ay del que llena su casa de ganancias injustas
en un intento por salvar su nido
y escapar de las garras del infortunio!
10 »Son tus maquinaciones la vergüenza de tu casa:
exterminaste a muchas naciones,
pero causaste tu propia desgracia.
11 Por eso hasta las piedras del muro claman,
y resuenan las vigas del enmaderado.
12 »¡Ay del que construye una ciudad con asesinatos
y establece un poblado mediante el crimen!
13 ¿No ha determinado el Señor Todopoderoso
que los pueblos trabajen para el fuego
y las naciones se fatiguen por nada?
14 Porque así como las aguas cubren los mares,
así también se llenará la tierra
del conocimiento de la gloria del Señor.
15 »¡Ay de ti, que emborrachas a tu prójimo!
¡Ay de ti, que lo embriagas con vino[e]
para contemplar su cuerpo desnudo!
16 Con esto te has cubierto de ignominia y no de gloria.
¡Pues bebe también tú, y muestra lo pagano que eres![f]
¡Que se vuelque sobre ti la copa de la diestra del Señor,
y sobre tu gloria, la ignominia!
17 ¡Que te aplaste la violencia que cometiste contra el Líbano!
¡Que te abata la destrucción que hiciste de los animales!
¡Porque es mucha la sangre que has derramado,
y mucha tu violencia contra este país,
contra esta ciudad y sus habitantes!
18 »¿De qué sirve una imagen,
si quien la esculpe es un artesano?
¿De qué sirve un ídolo fundido,
si tan solo enseña mentiras?
El artesano que hace ídolos que no pueden hablar
solo está confiando en su propio artificio.
19 ¡Ay del que le dice al madero: “Despierta”,
y a la piedra muda: “Levántate”!
Aunque están recubiertos de oro y plata,
nada pueden enseñarle,
pues carecen de aliento de vida.
20 En cambio, el Señor está en su santo templo;
¡guarde toda la tierra silencio en su presencia!»
La oración de Habacuc
3 Oración del profeta Habacuc. Según sigionot.[g]
2 Señor, he sabido de tu fama;
tus obras, Señor, me dejan pasmado.
Realízalas de nuevo en nuestros días,
dalas a conocer en nuestro tiempo;
en tu ira, ten presente tu misericordia.
3 De Temán viene Dios,
del monte de Parán viene el Santo.
Selah
Su gloria cubre el cielo
y su alabanza llena la tierra.
4 Su brillantez es la del relámpago;
rayos brotan de sus manos;
¡tras ellos se esconde su poder!
5 Una plaga mortal lo precede,
un fuego abrasador le sigue los pasos.
6 Se detiene, y la tierra se estremece;
lanza una mirada, y las naciones tiemblan.
Se desmoronan las antiguas montañas
y se desploman las viejas colinas,
pero los caminos de Dios son eternos.
7 He visto afligidos los campamentos de Cusán,
y angustiadas las moradas de Madián.
8 ¿Te enojaste, oh Señor, con los ríos?
¿Estuviste airado contra las corrientes?
¿Tan enfurecido estabas contra el mar
que cabalgaste en tus caballos
y montaste en tus carros victoriosos?
9 Descubriste tu arco,
llenaste de flechas tu aljaba.[h] Selah
Tus ríos surcan la tierra;
10 las montañas te ven y se retuercen.
Pasan los torrentes de agua,
y ruge el abismo, levantando sus manos.
11 El sol y la luna se detienen en el cielo
por el fulgor de tus veloces flechas,
por el deslumbrante brillo de tu lanza.
12 Indignado, marchas sobre la tierra;
lleno de ira, trillas las naciones.
13 Saliste a liberar a tu pueblo,
saliste a salvar a tu ungido.
Aplastaste al rey de la perversa dinastía,
¡lo desnudaste de pies a cabeza! Selah
14 Con tu lanza les partiste la cabeza a sus guerreros,
que enfurecidos querían dispersarme,
que con placer arrogante se lanzaron contra mí,
como quien se lanza contra un pobre indefenso.[i]
15 Pisoteaste el mar con tus corceles,
agitando las inmensas aguas.
16 Al oírlo, se estremecieron mis entrañas;
a su voz, me temblaron los labios;
la carcoma me caló en los huesos,
y se me aflojaron las piernas.
Pero yo espero con paciencia
el día en que la calamidad
vendrá sobre la nación que nos invade.
17 Aunque la higuera no florezca,
ni haya frutos en las vides;
aunque falle la cosecha del olivo,
y los campos no produzcan alimentos;
aunque en el aprisco no haya ovejas,
ni ganado alguno en los establos;
18 aun así, yo me regocijaré en el Señor,
¡me alegraré en Dios, mi libertador!
19 El Señor omnipotente es mi fuerza;
da a mis pies la ligereza de una gacela
y me hace caminar por las alturas.
Al director musical. Sobre instrumentos de cuerda.
1 Esta es la palabra del Señor, que vino a Sofonías hijo de Cusí, hijo de Guedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, durante el reinado de Josías hijo de Amón, rey de Judá:
Advertencia sobre la destrucción venidera
2 «Arrasaré por completo
cuanto hay sobre la faz de la tierra
—afirma el Señor—.
3 Arrasaré con hombres y animales,
con las aves del cielo,
con los peces del mar,
con ídolos e impíos por igual.[j]
»Exterminaré al hombre
de sobre la faz de la tierra
—afirma el Señor—.
Juicio contra Judá
4 »Extenderé mi mano contra Judá
y contra todos los habitantes de Jerusalén.
Exterminaré de este lugar todo rastro de Baal,
y hasta el nombre de sus sacerdotes;[k]
5 a los que en las azoteas se postran en adoración
ante las estrellas del cielo,
a los que, postrados en adoración,
juran lealtad al Señor,
y al mismo tiempo a Moloc,[l]
6 a los que se apartan del Señor,
y no lo buscan ni lo consultan.
7 ¡Silencio ante el Señor omnipotente,
porque cercano está el día del Señor;
ha preparado el Señor un sacrificio
y ha purificado a sus invitados!
8 En el día del sacrificio del Señor
castigaré a los funcionarios y oficiales del rey,
y a cuantos se visten según modas extrañas.
9 En aquel día castigaré
a cuantos evitan pisar el umbral,[m]
a los que llenan de violencia y engaño
la casa de sus dioses.[n]
10 »Aquel día se oirán gritos de auxilio,
desde la puerta del Pescado,
gemidos desde el Barrio Nuevo,
y gran quebranto desde las colinas
—afirma el Señor—.
11 »¡Gemid, habitantes del Barrio del Mercado![o]
Aniquilados serán todos los mercaderes,
exterminados cuantos comercian con plata.
12 En aquel tiempo registraré Jerusalén con lámparas
para castigar a los que reposan tranquilos
como vino en su sedimento,
a los que piensan: “El Señor no va a hacer nada,
ni para bien ni para mal”.
13 En botín se convertirán sus riquezas,
sus casas, en desolación:
“Edificarán casas,
pero no las habitarán;
plantarán viñas,
pero del vino no beberán”.
El gran día del Señor
14 »Ya se acerca el gran día del Señor;
a toda prisa se acerca.
El estruendo del día del Señor será amargo,
y aun el más valiente gritará.
15 Día de ira será aquel día,
día de acoso y angustia,
día de devastación y ruina,
día de tinieblas y penumbra,
día de niebla y densos nubarrones,
16 día de trompeta y grito de batalla
contra las ciudades fortificadas,
contra los altos bastiones.
17 De tal manera acosaré a los hombres
que andarán como ciegos,
porque pecaron contra el Señor.
Su sangre será derramada como polvo
y sus entrañas, como estiércol.
18 No los podrán librar
ni su plata ni su oro
en el día de la ira del Señor.
En el fuego de su celo
será toda la tierra consumida;
en un instante reducirá a la nada
a todos los habitantes de la tierra».
2 Humíllate hasta el polvo,[p]
nación desvergonzada;
2 hazlo antes que se cumpla lo que he determinado
y ese día se desvanezca como la brizna,
antes que caiga sobre ti la ira ardiente del Señor,
antes que venga sobre ti el día de la ira del Señor.
3 Buscad al Señor, todos los humildes de la tierra,
los que habéis puesto en práctica sus normas.
Buscad la justicia, buscad la humildad;
tal vez encontraréis refugio
en el día de la ira del Señor.
Juicio contra los filisteos
4 Gaza quedará abandonada
y Ascalón acabará en desolación.
Asdod será expulsada a plena luz del día
y Ecrón será desarraigada.
5 ¡Ay de la nación queretea
que habita a la orilla del mar!
La palabra del Señor es contra ti,
Canaán, tierra de los filisteos:
«Te aniquilaré
hasta no dejar en ti habitante».
6 El litoral se convertirá en praderas,
en campos[q] de pastoreo y corrales de ovejas.
7 Y allí pastarán las ovejas
del remanente de la tribu de Judá.
Al atardecer se echarán a descansar
en las casas de Ascalón;
el Señor su Dios vendrá en su ayuda
para restaurarlos.[r]
Juicio contra Moab y Amón
8 «He oído los insultos de Moab
y las burlas de los amonitas,
que injuriaron a mi pueblo
y se mostraron arrogantes contra su territorio.
9 Tan cierto como que yo vivo
—afirma el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel—,
que Moab vendrá a ser como Sodoma
y los amonitas, como Gomorra:
se volverán campos de espinos y minas de sal,
desolación perpetua.
El remanente de mi pueblo los saqueará;
los sobrevivientes de mi nación heredarán su tierra».
10 Este será el pago por su soberbia
y por injuriar y despreciar al pueblo del Señor Todopoderoso.
11 El Señor los aterrará
cuando destruya a todos los dioses de la tierra;
y así hasta las naciones más remotas
se postrarán en adoración ante él,
cada cual en su propia tierra.
Juicio contra Cus
12 «También vosotros, cusitas,
seréis atravesados por mi espada».
Juicio contra Asiria
13 Él extenderá su mano contra el norte;
aniquilará a Asiria
y convertirá a Nínive en desolación,
árida como un desierto.
14 Se tenderán en medio de ella los rebaños,
todos los animales del campo.
Pasarán la noche sobre sus columnas
tanto el pelícano como la garza.
Resonarán por las ventanas sus graznidos,
habrá asolamiento en los umbrales,
las vigas de cedro quedarán al descubierto.
15 Esta es la ciudad alegre
que habitaba segura,
la que se decía a sí misma:
«Yo y nadie más».
¡Cómo ha quedado convertida en espanto,
en guarida de fieras!
Todo el que pasa junto a ella
se mofa y le hace gestos con las manos.
El futuro de Jerusalén
3 ¡Ay de la ciudad opresora,
rebelde y contaminada!
2 No atiende a consejos,
ni acepta corrección.
No confía en el Señor,
ni se acerca a su Dios.
3 Las autoridades que están en ella
son leones rugientes,
sus gobernantes son lobos nocturnos
que no dejan nada para la mañana.
4 Sus profetas son impertinentes,
hombres traicioneros.
Sus sacerdotes profanan las cosas santas
y violentan la ley.
5 Pero el Señor que está en ella es justo;
no comete iniquidad.
Cada mañana imparte su justicia,
y no deja de hacerlo cada nuevo día,
pero el inicuo no conoce la vergüenza.
6 «Exterminé naciones;
quedaron desolados sus bastiones.
Dejé sus calles desiertas,
y nadie pasa por ellas.
Quedaron arrasadas sus ciudades,
sin ningún habitante.
7 Dije a la ciudad:
“¡Ciertamente me temerás;
aceptarás corrección!”
Entonces no sería destruida su morada,
según todo lo que decreté contra ella.
A pesar de todo, se empeñaron
en corromper todas sus obras.
8 Esperadme, por tanto,
hasta el día en que me levante a buscar el botín
—afirma el Señor—,
porque he decidido reunir a las naciones
y juntar a los reinos
para derramar sobre ellos mi indignación,
toda mi ardiente ira.
En el fuego de mi celo
será toda la tierra consumida.
9 »Purificaré los labios de los pueblos
para que todos invoquen el nombre del Señor
y le sirvan de común acuerdo.
10 Desde más allá de los ríos de Cus
me traerán ofrendas
mis adoradores, mi pueblo disperso.
11 Aquel día no tendrás que avergonzarte más
de todas tus rebeliones contra mí.
Quitaré de en medio de ti
a esa gente altanera y jactanciosa,
y así nunca más volverás a ser arrogante
en mi santo monte.
12 Dejaré un remanente en medio de ti,
un pueblo pobre y humilde.
En el nombre del Señor,
se cobijará 13 el remanente de Israel;
no cometerá iniquidad,
no dirá mentiras,
ni se hallará engaño en su boca.
Pastarán y se echarán a descansar
sin que nadie los espante».
14 ¡Lanza gritos de alegría, hija de Sión!
¡da gritos de victoria, Israel!
¡Regocíjate y alégrate de todo corazón,
hija de Jerusalén!
15 El Señor te ha levantado el castigo,
ha puesto en retirada a tus enemigos.
El Señor, rey de Israel, está en medio de ti:
nunca más temerás mal alguno.
16 Aquel día le dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión, ni te desanimes,
17 porque el Señor tu Dios está en medio de ti
como guerrero victorioso.
Se deleitará en ti con gozo,
te renovará con su amor,
se alegrará por ti con cantos
18 como en los días de fiesta».
«Yo te libraré de las tristezas,
que son para ti una carga deshonrosa.[s]
19 En aquel tiempo yo mismo me ocuparé
de todos los que te oprimen;
salvaré a la oveja que cojea
y juntaré a la descarriada.
Os daré a vosotros fama y renombre
en los países donde fueron avergonzados.
20 En aquel tiempo yo os traeré,
en aquel tiempo os reuniré.
Os daré a vosotros fama y renombre
entre todos los pueblos de la tierra
cuando yo os restaure[t]
ante vuestros mismos ojos».
Así lo ha dicho el Señor.
Primer oráculo: Exhortación a reedificar el templo
1 El día primero del mes sexto del segundo año del rey Darío, vino palabra del Señor por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac: 2 «Así dice el Señor Todopoderoso: “Este pueblo alega que todavía no es el momento apropiado para ir a reconstruir la casa del Señor”».
3 También vino esta palabra del Señor por medio del profeta Hageo:
4 «¿Acaso es el momento apropiado
para que vosotros residáis en casas artesonadas
mientras que esta casa está en ruinas?»
5 Así dice ahora el Señor Todopoderoso:
«¡Reflexionad sobre vuestro proceder!
6 »Sembráis mucho, pero cosecháis poco;
coméis, pero no quedáis satisfechos;
bebéis, pero no llegáis a saciaros;
os vestís, pero no lográis abrigaros;
y al jornalero se le va su salario
como en saco roto».
7 Así dice el Señor Todopoderoso:
«¡Reflexionad sobre vuestro proceder!
8 »Id a los montes;
traed madera y reconstruid mi casa.
Yo veré su reconstrucción con gusto,
y manifestaré mi gloria
—dice el Señor—.
9 »Esperáis mucho,
pero cosecháis poco;
lo que almacenáis en vuestra casa,
yo lo disipo de un soplo.
¿Por qué? ¡Porque mi casa está en ruinas,
mientras vosotros solo os ocupáis de la vuestra!
—afirma el Señor Todopoderoso—.
10 »Por eso, por vuestra culpa, los cielos retuvieron el rocío y la tierra se negó a dar sus productos. 11 Yo hice venir una sequía sobre los campos y las montañas, sobre el trigo y el vino nuevo, sobre el aceite fresco y el fruto de la tierra, sobre los animales y los hombres, y sobre toda la obra de vuestras manos».
12 Zorobabel hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac y todo el resto del pueblo obedecieron al Señor su Dios. Acataron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor su Dios había enviado. Y el pueblo sintió temor en la presencia del Señor. 13 Entonces Hageo su mensajero comunicó al pueblo el mensaje del Señor: «Yo estoy con vosotros. Yo, el Señor, lo afirmo». 14 Y el Señor inquietó de tal manera a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y a todo el resto del pueblo, que vinieron y empezaron a trabajar en la casa de su Dios, el Señor Todopoderoso. 15 Era el día veinticuatro del mes sexto del segundo año del rey Darío.
Segundo oráculo: La presencia del Señor
2 El día veintiuno del mes séptimo, vino palabra del Señor por medio del profeta Hageo: 2 «Pregunta a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y al resto del pueblo: 3 “¿Queda alguien entre vosotros que haya visto esta casa en su antiguo esplendor? ¿Qué os parece ahora? ¿No la veis como muy poca cosa? 4 Pues ahora, ¡ánimo, Zorobabel! —afirma el Señor—. ¡Ánimo, Josué hijo de Josadac! ¡Tú eres el sumo sacerdote! ¡Ánimo, pueblo de esta tierra! —afirma el Señor—. ¡Manos a la obra, que yo estoy con vosotros! —afirma el Señor Todopoderoso—. 5 Mi Espíritu permanece en medio de vosotros, conforme al pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto”.
»No temáis, 6 porque así dice el Señor Todopoderoso: “Dentro de muy poco haré que se estremezcan los cielos y la tierra, el mar y la tierra firme; 7 ¡haré temblar a todas las naciones! Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa —dice el Señor Todopoderoso—. 8 Mía es la plata, y mío es el oro —afirma el Señor Todopoderoso—. 9 El esplendor de esta segunda casa será mayor que el de la primera —dice el Señor Todopoderoso—. Y en este lugar concederé la paz”, afirma el Señor Todopoderoso».
Tercer oráculo: Consulta a los sacerdotes
10 El día veinticuatro del mes noveno del segundo año de Darío, vino palabra del Señor al profeta Hageo: 11 «Así dice el Señor Todopoderoso: “Consulta a los sacerdotes sobre las cosas sagradas”». Entonces Hageo les planteó lo siguiente:
12 ―Supongamos que alguien lleva carne consagrada en la falda de su vestido, y sucede que la falda toca pan, o guiso, o vino, o aceite, o cualquier otro alimento; ¿quedarán también consagrados?
―¡No! —contestaron los sacerdotes.
13 ―Supongamos ahora —prosiguió Hageo— que una persona inmunda por el contacto de un cadáver toca cualquiera de estas cosas; ¿también ellas quedarán inmundas?
―¡Sí! —contestaron los sacerdotes.
14 Entonces Hageo respondió:
«¡Así es este pueblo!
¡Así es para mí esta nación!
—afirma el Señor—.
¡Así es cualquier obra de sus manos!
¡y aun lo que allí ofrecen es inmundo!
15 »Ahora bien, desde hoy en adelante, reflexionad. Antes de que pusierais piedra sobre piedra en la casa del Señor, 16 ¿cómo os iba? Cuando alguien se acercaba a un montón de grano esperando encontrar veinte medidas, solo hallaba diez; y, si se iba al lagar esperando sacar cincuenta medidas de la artesa del mosto, solo sacaba veinte. 17 Herí vuestros campos con quemazón y con plaga, y con granizo toda obra de vuestras manos. Pero vosotros no os volvisteis[u] a mí —afirma el Señor—. 18 Reflexionad desde hoy en adelante, desde el día veinticuatro del mes noveno, día en que se colocaron los cimientos de la casa del Señor. Reflexionad: 19 ¿Queda todavía alguna semilla en el granero? ¿Todavía no producen nada la vid ni la higuera, ni el granado ni el olivo? ¡Pues a partir de hoy yo os bendeciré!»
Cuarto oráculo: Promesas a Zorobabel
20 El día veinticuatro del mismo mes vino por segunda vez palabra del Señor a Hageo: 21 «Di a Zorobabel, gobernante de Judá: “Yo voy a estremecer los cielos y la tierra. 22 Volcaré los tronos reales y haré pedazos el poderío de los reinos del mundo. Volcaré los carros con sus conductores, y caerán caballos y jinetes, y estos se matarán a espada unos a otros. 23 En aquel día —afirma el Señor Todopoderoso— te tomaré a ti, mi siervo Zorobabel hijo de Salatiel —afirma el Señor—, y te haré semejante a un anillo de sellar, porque yo te he elegido”, afirma el Señor Todopoderoso».
Un llamado a volver al Señor
1 En el mes octavo del segundo año del reinado de Darío, la palabra del Señor vino al profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó:
2 «El Señor está ardiendo en ira contra vuestros antepasados. 3 Por lo tanto, adviértele al pueblo que así dice el Señor Todopoderoso:
»“Volveos a mí,
y yo me volveré a vosotros
—afirma el Señor Todopoderoso—.
4 »”No seáis como vuestros antepasados,
a quienes les proclamaron
los profetas de antaño
que así dice el Señor Todopoderoso:
‘Volveos de vuestra mala conducta
y de vuestras malas acciones’.
Porque ellos no me obedecieron
ni me prestaron atención
—afirma el Señor—.
5 »”¿Dónde están vuestros antepasados?
¿Acaso los profetas siguen con vida?
6 ¿No se cumplieron en vuestros antepasados
las palabras y los decretos
que a mis siervos los profetas
ordené comunicarles?
»”Entonces ellos se volvieron al Señor, y dijeron: ‘El Señor Todopoderoso nos ha tratado tal y como había resuelto hacerlo: conforme a lo que merecen nuestra conducta y nuestras acciones’ ”».
El hombre entre los arrayanes
7 En el segundo año del reinado de Darío, en el día veinticuatro del mes de sebat, que es el mes undécimo, la palabra del Señor vino al profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó: 8 Una noche tuve una visión, en la que vi a un hombre montado en un caballo alazán. Ese hombre se detuvo entre los arrayanes que había en una hondonada. Detrás de él había jinetes en caballos alazanes, bayos y blancos. 9 Yo le pregunté: «¿Qué significan estos jinetes, mi señor?» El ángel que hablaba conmigo me respondió: «Voy a explicarte lo que significan». 10 Y el hombre que estaba entre los arrayanes me dijo: «El Señor ha enviado estos jinetes a recorrer toda la tierra».
11 Los jinetes informaron al ángel del Señor que estaba entre los arrayanes: «Hemos recorrido toda la tierra. Por cierto, la encontramos tranquila y en paz». 12 Ante esto, el ángel del Señor replicó: «Señor Todopoderoso, ¿hasta cuándo te negarás a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, con las que has estado enojado estos setenta años?»
13 El Señor le respondió con palabras buenas y consoladoras al ángel que hablaba conmigo, 14 y luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje de parte del Señor Todopoderoso:
»“Mi amor por Sión y por Jerusalén
me hace sentir celos por ellas.
15 En cambio, estoy lleno de ira
con las naciones engreídas.
Mi enojo no era tan grave,
pero ellas lo agravaron más”.
16 »Por lo tanto, así dice el Señor:
“Volveré a compadecerme de Jerusalén.
Allí se reconstruirá mi templo,
y se extenderá el cordel de medir,
afirma el Señor Todopoderoso”.
17 »Proclama además lo siguiente de parte del Señor Todopoderoso:
»“Otra vez mis ciudades rebosarán de bienes,
otra vez el Señor consolará a Sión,
otra vez escogerá a Jerusalén”».
18 Alcé la vista, ¡y vi ante mí cuatro cuernos! 19 Le pregunté entonces al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué significan estos cuernos?» Y el ángel me respondió: «Estos cuernos son los poderes que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén».
20 Luego el Señor me mostró cuatro herreros. 21 Le pregunté: «¿Y estos qué han venido a hacer?» Y el Señor me respondió: «Los cuernos son los poderes que dispersaron a Judá, a tal punto que nadie pudo volver a levantar la cabeza. Los herreros han venido para aterrorizarlos, y para deshacer el poder de las naciones que levantaron su cuerno contra la tierra de Judá y dispersaron a sus habitantes».
El hombre con el cordel de medir
2 Alcé la vista, ¡y vi ante mí un hombre que tenía en la mano un cordel de medir! 2 Le pregunté: «¿A dónde vas?» Y él me respondió: «Voy a medir Jerusalén. Quiero ver cuánto mide de ancho y cuánto de largo».
3 Ya salía el ángel que hablaba conmigo cuando otro ángel vino a su encuentro 4 y le dijo: «Corre a decirle a ese joven:
»“Tanta gente habrá en Jerusalén,
y tanto ganado,
que Jerusalén llegará a ser
una ciudad sin muros.
5 En torno suyo —afirma el Señor—
seré un muro de fuego,
y dentro de ella
seré su gloria”.
6 »¡Salid, salid!
¡Huid del país del norte!
—afirma el Señor—.
»¡Fui yo quien os dispersó
por los cuatro vientos del cielo!
—afirma el Señor—.
7 »Sión, tú que habitas en Babilonia, ¡sal de allí; escápate!» 8 Porque así dice el Señor Todopoderoso, cuya gloria me envió contra las naciones que os saquearon:
«La nación que toca a mi pueblo,
toca la niña de mis ojos.
9 Yo agitaré mi mano contra esa nación,
y sus propios esclavos la saquearán.
»Así sabréis que me ha enviado el Señor Todopoderoso.
10 »¡Grita de alegría, hija de Sión!
¡Yo vengo a habitar en medio de ti!
—afirma el Señor—.
11 »En aquel día,
muchas naciones se unirán al Señor.
Ellas serán mi pueblo,
y yo habitaré entre ellas.
»Así sabréis que el Señor Todopoderoso es quien me ha enviado a vosotros. 12 El Señor tomará posesión de Judá, su porción en tierra santa, y de nuevo escogerá a Jerusalén. 13 ¡Que todo el mundo guarde silencio ante el Señor, que ya avanza desde su santa morada!»
Ropas limpias para el sumo sacerdote
3 Entonces me mostró a Josué, el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del Señor, y a Satanás, que estaba a su mano derecha como parte acusadora. 2 El ángel del Señor le dijo a Satanás:
«¡Que te reprenda el Señor,
que ha escogido a Jerusalén!
¡Que el Señor te reprenda, Satanás!
¿Acaso no es este hombre
un tizón rescatado del fuego?»
3 Josué estaba vestido con ropas sucias en presencia del ángel. 4 Así que el ángel les dijo a los que estaban allí, dispuestos a servirle: «¡Quitadle las ropas sucias!» Y a Josué le dijo: «Como puedes ver, ya te he liberado de tu culpa, y ahora voy a vestirte con ropas espléndidas».
5 Entonces dije yo: «¡Ponedle también un turbante limpio en la cabeza!» Y le pusieron en la cabeza un turbante limpio, y le vistieron, mientras el ángel del Señor permanecía de pie. 6 Luego el ángel del Señor le hizo esta advertencia a Josué: 7 «Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Si andas en mis caminos
y cumples como sacerdote,
entonces gobernarás mi templo
y te harás cargo de mis atrios.
¡Yo te concederé un lugar
entre estos que están aquí!
8 »”Escucha, Josué, sumo sacerdote,
y que lo oigan tus compañeros,
que se sientan en tu presencia
y que son un buen presagio:
Voy a traer a mi siervo,
voy a traer al Renuevo.
9 ¡Mira, Josué, la piedra
que ante ti he puesto!
Hay en ella siete ojos,[v]
y en ella pondré una inscripción.
¡En un solo día borraré
el pecado de esta tierra!
—afirma el Señor Todopoderoso—.
10 »”En aquel día, cada uno de vosotros invitará a su vecino a sentarse debajo de su vid y de su higuera, afirma el Señor Todopoderoso”».
El candelabro de oro y los dos olivos
4 Entonces el ángel que hablaba conmigo volvió y me despertó, como a quien se despierta de su sueño. 2 Y me preguntó: «¿Qué es lo que ves?» Yo le respondí: «Veo un candelabro de oro macizo, con un recipiente en la parte superior. Encima del candelabro hay siete lámparas, con siete tubos para las mismas. 3 Hay también junto a él dos olivos, uno a la derecha del recipiente, y el otro a la izquierda».
4 Le pregunté entonces al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué significa todo esto, señor mío?» 5 Y el ángel me respondió: «¿Acaso no sabes lo que significa?»
Tuve que admitir que no lo sabía. 6 Así que el ángel me dijo: «Esta es la palabra del Señor para Zorobabel:
»“No será por la fuerza
ni por ningún poder,
sino por mi Espíritu
—dice el Señor Todopoderoso—.
7 ¿Quién te crees tú, gigantesca montaña?
¡Ante Zorobabel solo eres una llanura!
Y él sacará la piedra principal
entre gritos de alabanza a su belleza”».
8 Entonces vino a mí la palabra del Señor:
9 «Zorobabel ha puesto los cimientos de este templo,
y él mismo terminará de construirlo.
¡Así sabréis que me ha enviado a vosotros
el Señor Todopoderoso!
10 Cuando vean la plomada
en las manos de Zorobabel,
se alegrarán los que menospreciaron
los días de los modestos comienzos.
¡Estos son los siete ojos del Señor,
que recorren toda la tierra!»
11 Entonces le pregunté al ángel: «¿Qué significan estos dos olivos a la derecha y a la izquierda del candelabro?» 12 Y también le pregunté: «¿Qué significan estas dos ramas de olivo junto a los dos tubos de oro, por los que fluye el aceite dorado?»
13 El ángel me respondió: «¿Acaso no sabes lo que significan?» Y yo tuve que admitir que no lo sabía. 14 Así que el ángel me explicó: «Estos son los dos ungidos que están al servicio del Señor de toda la tierra».
El rollo que volaba
5 Alcé otra vez la vista, ¡y vi ante mí un rollo que volaba! 2 El ángel me preguntó: «¿Qué es lo que ves?» Y yo respondí: «Veo un rollo que vuela, de diez metros de largo por cinco de ancho».[w]
3 Entonces el ángel me dijo: «Esta es la maldición que caerá sobre todo el país. Según lo escrito en el rollo, alcanzará tanto al ladrón como al perjuro. 4 Así que he desencadenado esta maldición para que entre en la casa del ladrón y en la del que jura en falso por mi nombre. Se alojará dentro de su casa y la destruirá, junto con sus vigas y sus piedras, afirma el Señor Todopoderoso».
La mujer en un recipiente
5 Entonces el ángel que hablaba conmigo salió y me dijo: «Alza la vista y fíjate en esto que ha aparecido».
6 «¿Y qué es?», le pregunté. Y él me contestó: «Es una canasta de veintidós litros.[x] Es la maldad de la gente de todo el país».
7 Se levantó entonces la tapa de plomo, ¡y dentro de esa medida había una mujer sentada! 8 El ángel dijo: «Esta es la maldad», e inmediatamente arrojó a la mujer dentro de la medida, la cual cubrió luego con la tapa de plomo.
9 Alcé la vista, ¡y vi ante mí dos mujeres que salían batiendo sus alas al viento! Tenían alas como de cigüeña, y elevaban la medida por los aires.
10 Yo le pregunté al ángel que hablaba conmigo: «¿A dónde se llevan la medida?» 11 Y él me respondió: «Se la llevan al país de Babilonia, para construirle un templo. Cuando el templo esté listo, colocarán la medida allí, sobre un pedestal».
Los cuatro carros
6 Alcé de nuevo la vista, ¡y vi ante mí cuatro carros de guerra que salían de entre dos montañas, las cuales eran de bronce! 2 El primer carro era tirado por caballos alazanes; el segundo, por caballos negros; 3 el tercero, por caballos blancos; y el cuarto, por caballos pintos. Todos ellos eran caballos briosos. 4 Le pregunté al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué significan estos carros, señor mío?»
5 El ángel me respondió: «Estos son los cuatro espíritus[y] del cielo, que salen después de haberse presentado ante el Señor de toda la tierra. 6 El carro de los caballos negros va hacia el país del norte; el de los caballos blancos, hacia el occidente;[z] y el de los caballos pintos, hacia el país del sur».
7 Esos briosos caballos estaban impacientes por recorrer toda la tierra. Y el ángel les dijo: «¡Id, recorred la tierra de un extremo al otro!» Y así lo hicieron.
8 Entonces el ángel me llamó y me dijo: «Mira, los que van hacia el país del norte van a calmar mi enojo en ese país».
La corona para Josué
9 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo: 10 «Ve hoy mismo a la casa de Josías hijo de Sofonías, que es adonde han llegado de Babilonia los exiliados Jelday, Tobías y Jedaías. 11 Acepta la plata y el oro que traen consigo, y con ese oro y esa plata haz una corona, la cual pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué hijo de Josadac. 12 Y le dirás a Josué de parte del Señor Todopoderoso:
»“Este es aquel cuyo nombre es Renuevo,
pues echará renuevos de sus raíces
y reconstruirá el templo del Señor.
13 Él reconstruirá el templo del Señor,
se revestirá de majestad
y se sentará a gobernar en su trono.
También un sacerdote se sentará en su propio trono,
y entre ambos habrá armonía”.
14 »La corona permanecerá en el templo del Señor como un recordatorio para Jelday,[aa] Tobías, Jedaías y Hen[ab] hijo de Sofonías. 15 Si os esmeráis en obedecer al Señor vuestro Dios, los que están lejos vendrán para ayudar en la reconstrucción del templo del Señor. Así sabréis que el Señor Todopoderoso me ha enviado a vosotros».
Justicia y misericordia en lugar de ayuno
7 En el cuarto año del reinado del rey Darío, en el día cuatro del mes noveno, que es el mes de quisleu, la palabra del Señor vino a Zacarías. 2 El pueblo de Betel había enviado a Sarézer y a Reguen Mélec, y a sus hombres, a buscar el favor del Señor 3 y a preguntarles a los sacerdotes de la casa del Señor Todopoderoso y a los profetas: «¿Debemos observar en el quinto mes un día de duelo y abstinencia, tal como hemos hecho todos estos años?»
4 Vino entonces a mí esta palabra de parte del Señor Todopoderoso:
5 «Dile a todo el pueblo de la tierra,
y también a los sacerdotes:
“Cuando vosotros ayunabais y os lamentabais
en los meses quinto y séptimo
de los últimos setenta años,
¿realmente ayunabais en mi honor?
6 Y, cuando coméis y bebéis,
¿acaso no lo hacéis para vosotros mismos?”»
7 ¿No son estas las palabras
que por medio de los antiguos profetas
el Señor mismo proclamó
cuando Jerusalén y las ciudades cercanas
estaban habitadas y tenían paz,
cuando el Néguev y las llanuras del oeste
también estaban habitadas?
8 La palabra del Señor vino de nuevo a Zacarías. Le advirtió:
9 «Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Juzgad con verdadera justicia;
mostrad amor y compasión
los unos por los otros.
10 No oprimáis a las viudas ni a los huérfanos,
ni a los extranjeros ni a los pobres.
No maquinéis el mal en vuestro corazón
los unos contra los otros”.
11 »Pero ellos se negaron a hacer caso. Desafiantes, volvieron la espalda, y se taparon los oídos. 12 Para no oír las instrucciones ni las palabras que por medio de los antiguos profetas el Señor Todopoderoso había enviado con su Espíritu, endurecieron su corazón como el diamante. Por lo tanto, el Señor Todopoderoso se llenó de ira. 13 “Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen —dice el Señor Todopoderoso—. 14 Como con un torbellino, los dispersé entre todas las naciones que no conocían. La tierra que dejaron quedó tan desolada que nadie siquiera pasaba por ella. Fue así como convirtieron en desolación la tierra que antes era una delicia”».
El Señor promete bendecir a Jerusalén
8 Otra vez vino a mí la palabra del Señor Todopoderoso. Me hizo saber lo siguiente:
2 «Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Siento grandes celos por Sión.
Son tantos mis celos por ella
que me llenan de furia”.
3 »Así dice el Señor:
»“Regresaré a Sión,
y habitaré en Jerusalén.
Y Jerusalén será conocida
como la Ciudad de la Verdad,
y el monte del Señor Todopoderoso
como el Monte de la Santidad”.
4 »Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Los ancianos y las ancianas volverán a sentarse
en las calles de Jerusalén,
cada uno con su bastón en la mano
debido a su avanzada edad.
5 Los niños y las niñas volverán a jugar
en las calles de la ciudad”.
6 »Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Al remanente de este pueblo
podrá parecerle imposible en aquellos días,
¿pero también a mí me parecerá imposible?,
afirma el Señor Todopoderoso”.
7 »Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Salvaré a mi pueblo
de los países de oriente y de occidente.
8 Los haré volver
para que vivan en Jerusalén;
ellos serán mi pueblo
y yo seré su Dios,
en la verdad y en la justicia”.
9 »Así dice el Señor Todopoderoso:
»“¡Cobrad ánimo, vosotros,
los que en estos días habéis escuchado
las palabras de los profetas,
mientras se echan los cimientos
para la reconstrucción
del templo del Señor Todopoderoso!
10 Porque antes de estos días
ni los hombres recibían su jornal
ni los animales su alimento.
Por culpa del enemigo
tampoco los viajeros tenían seguridad,
pues yo puse a la humanidad entera
en contra de sus semejantes.
11 Pero ya no trataré al remanente de este pueblo
como lo hice en el pasado
—afirma el Señor Todopoderoso—.
12 Habrá paz cuando se siembre,
y las vides darán su fruto;
la tierra producirá sus cosechas
y el cielo enviará su rocío.
Todo esto se lo daré como herencia
al remanente de este pueblo.
13 Judá e Israel, ¡no temáis!
Vosotros habéis sido entre las naciones
objeto de maldición,
pero yo os salvaré,
y seréis una bendición.
¡Cobrad ánimo!”
14 »Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Cuando vuestros antepasados me hicieron enojar,
yo decidí destruiros sin ninguna compasión
—afirma el Señor Todopoderoso—.
15 Pero ahora he decidido
hacerles bien a Jerusalén y a Judá.
¡Así que no tengáis miedo!
16 »”Lo que debéis hacer
es hablar verazmente,
y juzgar en vuestros tribunales
con verdad y justicia.
¡Eso trae la paz!
17 No maquinéis el mal contra vuestro prójimo,
ni seáis dados al falso testimonio,
porque yo aborrezco todo eso,
afirma el Señor”».
18 Vino a mí la palabra del Señor Todopoderoso, y me declaró:
19 «Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Para Judá, los ayunos de los meses
cuarto, quinto, séptimo y décimo
serán motivo de gozo y de alegría,
y de animadas festividades.
Amad, pues, la verdad y la paz”.
20 »Así dice el Señor Todopoderoso:
»“Todavía vendrán pueblos
y habitantes de muchas ciudades
21 que irán de una ciudad a otra
diciendo a los que allí vivan:
‘¡Vayamos al Señor para buscar su bendición!
¡Busquemos al Señor Todopoderoso!
¡Yo también voy a buscarlo!’
22 Y muchos pueblos y potentes naciones
vendrán a Jerusalén
en busca del Señor Todopoderoso
y de su bendición”.
23 »Así dice el Señor Todopoderoso: “En aquellos días habrá mucha gente, de todo idioma y de toda nación, que tomará a un judío por el borde de su capa y le dirá: ¡Déjanos acompañarte! ¡Hemos sabido que Dios está con vosotros!”»
Juicio contra los enemigos de Israel
9 Esta profecía es la palabra del Señor, la cual caerá sobre la tierra de Jadrac y sobre Damasco. Ciertamente el Señor tiene puestos los ojos sobre la humanidad y sobre todas las tribus de Israel,[ac] 2 como también sobre Jamat, su vecina, y sobre Tiro y Sidón, aunque sean muy sabias.
3 Tiro se ha edificado una fortaleza;
ha amontonado plata como polvo,
y oro como lodo de las calles.
4 Pero el Señor le quitará sus posesiones;
arrojará al mar sus riquezas,
y el fuego la devorará.
5 Lo verá Ascalón, y se llenará de miedo;
Gaza se retorcerá en agonía,
y lo mismo hará Ecrón
al ver marchita su esperanza.
Gaza se quedará sin rey,
y Ascalón sin habitantes.
6 Bastardos habitarán en Asdod,
y yo aniquilaré el orgullo de los filisteos.
7 De la boca les quitaré la sangre,
y de entre los dientes el alimento prohibido.
También los filisteos serán
un remanente de nuestro Dios;
se convertirán en jefes de Judá,
y Ecrón será como los jebuseos.
8 Montaré guardia junto a mi casa
para que nadie entre ni salga.
¡Nunca más un opresor invadirá a mi pueblo,
porque ahora me mantengo vigilante!
El rey de Sión
9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión!
¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,
justo, Salvador y humilde.
Viene montado en un asno,
en un pollino, cría de asna.
10 Destruirá los carros de Efraín
y los caballos de Jerusalén.
Quebrará el arco de combate
y proclamará paz a las naciones.
Su dominio se extenderá de mar a mar,
¡desde el río Éufrates
hasta los confines de la tierra!
Restauración de Israel
11 En cuanto a ti,
por la sangre de mi pacto contigo
libraré de la cisterna seca a tus cautivos.
12 Volved a vuestra fortaleza,
cautivos de la esperanza,
pues hoy mismo os hago saber
que os devolveré el doble.
13 Tensaré a Judá como mi arco,
y pondré a Efraín como mi flecha.
Sión, incitaré a tus hijos
contra los hijos de Grecia
y te usaré como espada de guerrero.
14 El Señor se aparecerá sobre ellos,
y como un relámpago saldrá su flecha.
¡El Señor omnipotente tocará la trompeta
y marchará sobre las tempestades del sur!
15 El Señor Todopoderoso los protegerá,
y ellos destruirán por completo
los proyectiles de la honda.
Beberán y reirán como embriagados de vino;
se llenarán como un tazón de libaciones,
como los cuernos del altar.
16 En aquel día el Señor su Dios
salvará a su pueblo como a un rebaño,
y en la tierra del Señor
brillarán como las joyas de una corona.
17 ¡Qué bueno y hermoso será todo ello!
El trigo dará nuevos bríos a los jóvenes,
y el mosto alegrará a las muchachas.
El Señor cuidará de Judá
10 ¡Pedidle al Señor que llueva en primavera!
¡Él es quien hace los nubarrones
y envía los aguaceros!
¡Él es quien da a todo hombre
la hierba del campo!
2 Los ídolos hablan con engaño,
los adivinos tienen sueños falsos;
hablan de visiones engañosas
y consuelan con fantasías.
¡Y el pueblo vaga como rebaño agobiado
porque carece de pastor!
3 «Se enciende mi ira contra los pastores;
castigaré a esos machos cabríos.
Ciertamente el Señor Todopoderoso
cuida de Judá, que es su rebaño,
¡y lo convertirá en su corcel de honor
el día de la batalla!
4 De Judá saldrán
la piedra angular y la estaca de la tienda,
el arco de guerra y todo gobernante.
5 Juntos serán como héroes
que combaten sobre el lodo de las calles,
que luchan contra jinetes y los derriban
porque el Señor está con ellos.
6 »Yo fortaleceré a la tribu de Judá
y salvaré a los descendientes de José.
Me he compadecido de ellos
y los haré volver.
Será como si nunca los hubiera rechazado,
porque yo soy el Señor su Dios,
y les responderé.
7 Efraín se volverá como un guerrero,
y su corazón se alegrará
como si tomara vino.
Sus hijos lo verán y se pondrán felices;
su corazón se alegrará en el Señor.
8 Yo los llamaré y los recogeré.
Cuando los haya redimido,
serán tan numerosos como antes.
9 Aunque los dispersé entre los pueblos,
en tierras remotas se acordarán de mí.
Aunque vivieron allí con sus hijos,
regresarán a su tierra.
10 Los traeré de Egipto,
los recogeré de Asiria,
los llevaré a Galaad y al Líbano,
y hasta espacio les faltará.
11 Cruzarán el mar de la angustia,
pero yo heriré sus olas,
y las profundidades del Nilo se secarán.
Abatiré el orgullo de Asiria,
y pondré fin al dominio de Egipto.
12 Yo mismo los fortaleceré,
y ellos caminarán en mi nombre»,
afirma el Señor.
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