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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Ezequiel 47:13 - Daniel 8:27

Los límites del país

13 »Así dice el Señor omnipotente: Estos son los límites del país que se repartirá como herencia a las doce tribus de Israel, teniendo en cuenta que a José le tocará una doble porción. 14 A vuestros antepasados les juré darles este país como herencia. Ahora cada uno de vosotros recibirá una parte igual, porque este país es vuestra herencia.

15 »Por el lado norte, comenzando desde el mar Mediterráneo y pasando por la ciudad de Hetlón hasta la entrada de Zedad, los límites del país serán: 16 Jamat, Berotá, Sibrayin —que está entre el territorio de Damasco y el de Jamat— y Jazar Haticón, que limita con Jaurán. 17 Así el límite norte se extenderá desde el mar Mediterráneo hasta Jazar Enán. Al norte quedarán los territorios de Jamat y Jaurán.

18 »Por el oriente, la frontera entre la tierra de Israel y Jaurán, Damasco y Galaad será el río Jordán hasta la ciudad de Tamar, que está junto al Mar Muerto; este será el lado oriental.

19 »Por el sur, la frontera irá desde Tamar hasta el oasis de Meribá Cades, en dirección al torrente de Egipto hasta el mar Mediterráneo. Este será el límite sur.

20 »Por el occidente, la frontera será el mar Mediterráneo, desde el límite sur hasta la costa que está a la altura de Lebó Jamat.[a] Este será el límite occidental.

21 »Deberéis repartiros esta tierra entre las doce tribus de Israel. 22 La sortearéis como herencia entre vosotros, y entre los extranjeros que habiten entre vosotros y que entre vosotros hayáis tenido, a los cuales deberéis considerar israelitas de nacimiento. Por tanto, estos extranjeros recibirán una herencia con vosotros entre las tribus de Israel. 23 Y en la tribu donde esté residiendo el extranjero, allí le daréis su herencia. Lo afirma el Señor omnipotente.

Reparto de la tierra

48 »Estos son los nombres de las tribus, partiendo desde la frontera norte y comenzando con la tribu de Dan, de este a oeste, y desde el Mediterráneo, pasando por Hetlón, hasta Lebó Jamat y Jazar Enán, que es la parte al sur de Damasco y Jamat:

»Debajo de Dan, de este a oeste, está la porción de territorio de Aser.

»Debajo de Aser, de este a oeste, está la porción de territorio de Neftalí.

»Debajo de Neftalí, de este a oeste, está la porción de territorio de Manasés.

»Debajo de Manasés, de este a oeste, está la porción de territorio de Efraín.

»Debajo de Efraín, de este a oeste, está la porción de territorio de Rubén.

»Debajo de Rubén, de este a oeste, está la porción de territorio de Judá.

»Debajo de Judá, de este a oeste, está la porción de territorio que reservarás. Será de doce mil quinientos metros de ancho, y de este a oeste su longitud será la misma que la de los otros territorios. En medio de esta porción estará el santuario.

»La parcela que debéis reservar para el Señor tendrá doce mil quinientos metros de largo por diez mil metros[b] de ancho. 10 Dentro de esta parcela sagrada, a los sacerdotes les corresponderá una sección exclusiva que medirá doce mil quinientos metros por el norte, y cinco mil metros por el sur. En medio de ella se levantará el santuario del Señor. 11 Esta sección estará destinada a los sacerdotes consagrados, descendientes de Sadoc, que cuando se descarrió el pueblo de Israel se encargaron de mi servicio y no se descarriaron, como los levitas. 12 Por eso, a los sacerdotes les corresponderá una sección santísima de la parcela consagrada al Señor, junto al territorio de los levitas. 13 También los levitas tendrán una parcela de doce mil quinientos metros de largo por cinco mil de ancho, a lo largo del territorio de los sacerdotes. En total, la parcela reservada tendrá doce mil quinientos metros de largo por diez mil metros de ancho. 14 Como parcela escogida del país, no se podrá vender, permutar ni expropiar ninguna parte de ella, pues está consagrada al Señor.

15 »La sección restante de doce mil quinientos metros de largo por dos mil quinientos metros de ancho es terreno profano. Se dedicará al uso común de la ciudad, para la construcción de viviendas y para pastizales. La ciudad quedará en el centro, 16 y medirá dos mil doscientos cincuenta metros de largo por el lado norte, y lo mismo por sus lados sur, este y oeste. 17 Los pastizales de la ciudad medirán ciento veinticinco metros de ancho alrededor de toda la ciudad. 18 A los lados de la ciudad quedará una sección, junto a la parcela consagrada al Señor, que tendrá cinco mil metros de largo por la parte este, y otros tantos por el oeste. Todo lo que allí se produzca servirá de alimento para los trabajadores de la ciudad. 19 La cultivarán los trabajadores de la ciudad, sin importar a qué tribu pertenezcan. 20 Toda la parcela consagrada, incluso lo que pertenece a la ciudad, formará un cuadrado de doce mil quinientos metros de lado.

21 »El terreno que quede a ambos lados de la parcela consagrada y de la que pertenece a la ciudad será para el príncipe. A él le tocará una parcela de doce mil quinientos metros por el lado este, hasta la frontera oriental, y doce mil quinientos metros por el oeste, hasta la frontera occidental. Todo esto quedará paralelo a las otras secciones. En el centro estarán la parcela consagrada y el santuario del templo. 22 Así mismo, la propiedad de los levitas y la de la ciudad se ubicarán entre las fronteras de Judá y Benjamín, en medio de la parcela que le corresponde al príncipe.

23 »En cuanto a las demás tribus, a Benjamín le tocará una sección de este a oeste.

24 »Debajo de Benjamín, a Simeón le tocará una sección de este a oeste.

25 »Debajo de Simeón, a Isacar le tocará una sección de este a oeste.

26 »Debajo de Isacar, a Zabulón le tocará una sección de este a oeste.

27 »Debajo de Zabulón, a Gad le tocará una sección de este a oeste.

28 »Debajo de Gad, partiendo de este a oeste, la frontera irá desde Tamar hasta el oasis de Meribá Cades y el arroyo de Egipto, y hasta el mar Mediterráneo.

29 »Este es el territorio que repartiréis por sorteo entre las tribus de Israel, y que será vuestra herencia. Así quedará distribuido el territorio. Lo afirma el Señor omnipotente.

Las puertas de Jerusalén

30 »Estas son las salidas de la ciudad:

»Por el norte, la ciudad medirá dos mil doscientos cincuenta metros. 31 Las puertas de la ciudad tendrán los nombres de las tribus de Israel. Al norte habrá tres puertas: la de Rubén, la de Judá y la de Leví.

32 »Por el este, la ciudad medirá dos mil doscientos cincuenta metros, y tendrá tres puertas: la de José, la de Benjamín y la de Dan.

33 »Por el sur, la ciudad medirá dos mil doscientos cincuenta metros, y tendrá tres puertas: la de Simeón, la de Isacar y la de Zabulón.

34 »Por el oeste, la ciudad medirá dos mil doscientos cincuenta metros, y tendrá tres puertas: la de Gad, la de Aser y la de Neftalí.

35 »El perímetro urbano será de nueve mil metros.

»Y desde aquel día el nombre de la ciudad será:

El Señor está aquí».

Daniel en Babilonia

En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió. El Señor permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Babilonia y puso en el tesoro del templo de sus dioses. Además, el rey ordenó a Aspenaz, jefe de los oficiales de su corte, que llevara a su presencia a algunos de los israelitas pertenecientes a la familia real y a la nobleza. Debían ser jóvenes apuestos y sin ningún defecto físico, que tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio en el palacio real, a los cuales Aspenaz debía enseñarles la lengua y la literatura de los babilonios. El rey les asignó raciones diarias de la comida y del vino que se servía en la mesa real. Su preparación habría de durar tres años, después de lo cual entrarían al servicio del rey.

Entre estos jóvenes se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de Judá, y a los cuales el jefe de oficiales les cambió el nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.

Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse. Y aunque Dios había hecho que Daniel se ganara el afecto y la simpatía del jefe de oficiales, 10 este se vio obligado a responderle a Daniel: «Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien te asignó la comida y el vino. Si el rey llega a verte más flaco y demacrado que los otros jóvenes de tu edad, por culpa tuya me cortará la cabeza».

11 El jefe de oficiales ordenó a un guardia atender a Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Por su parte, Daniel habló con ese guardia y le dijo: 12 «Por favor, haz con tus siervos una prueba de diez días. Danos de comer solo verduras, y de beber solo agua. 13 Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede de acuerdo con lo que veas en nosotros».

14 El guardia aceptó la propuesta, y los sometió a una prueba de diez días. 15 Al cumplirse el plazo, se vio a estos jóvenes más sanos y mejor alimentados que cualquiera de los que participaban de la comida real. 16 Así que el guardia les retiró la comida y el vino del rey, y en su lugar siguió alimentándolos con verduras.

17 A estos cuatro jóvenes, Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño.

18 Cumplido el plazo fijado por el rey Nabucodonosor, y conforme a sus instrucciones, el jefe de oficiales los llevó ante su presencia. 19 Después de hablar el rey con Daniel, Ananías, Misael y Azarías, no encontró a nadie que los igualara, de modo que los cuatro entraron a su servicio. 20 El rey los interrogó, y en todos los temas que requerían sabiduría y discernimiento los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino. 21 Fue así como Daniel se quedó en Babilonia hasta el primer año del rey Ciro.

El sueño del rey Nabucodonosor

En el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo varios sueños que lo perturbaron y no le dejaban dormir. Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos[c] de su reino para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey, este les dijo:

―Tuve un sueño que me tiene preocupado, y quiero saber lo que significa.

Los astrólogos le respondieron:[d]

―¡Que viva el rey para siempre! Estamos a tu servicio. Cuéntanos el sueño, y nosotros te diremos lo que significa.

Pero el rey les advirtió:

―Mi decisión ya está tomada: Si no me decís lo que soñé, ni me dais su interpretación, ordenaré que os corten en pedazos y que vuestras casas sean reducidas a cenizas. Pero, si me decís lo que soñé y me explicáis su significado, yo os daré regalos, recompensas y grandes honores. Así que comenzad por decirme lo que soñé, y luego explicadme su significado.

Los astrólogos insistieron:

―Si el rey les cuenta a estos siervos suyos lo que soñó, nosotros le diremos lo que significa.

Pero el rey les contestó:

―Mi decisión ya está tomada. Eso bien lo sabéis, y por eso queréis ganar tiempo. Si no me decís lo que soñé, ya sabéis lo que os espera. Os habéis puesto de acuerdo para venir ante mí con cuestiones engañosas y mal intencionadas, esperando que cambie yo de parecer. Decidme lo que soñé, y así sabré que sois capaces de darme su interpretación.

10 Entonces los astrólogos le respondieron:

―¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que el rey nos pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo! 11 Lo que el rey nos pide raya en lo imposible, y nadie podrá revelárselo, a no ser los dioses. ¡Pero ellos no viven entre nosotros!

12 Tanto enfureció al rey la respuesta de los astrólogos que mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. 13 Se publicó entonces un edicto que decretaba la muerte de todos los sabios, de modo que se ordenó la búsqueda de Daniel y de sus compañeros para que fueran ejecutados.

14 Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto e inteligencia. 15 Le dijo: «¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento?» Y, una vez que Arioc le explicó cuál era el problema, 16 Daniel fue a ver al rey y le pidió tiempo para poder interpretarle su sueño. 17 Después volvió a su casa y les contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías cómo se presentaba la situación. 18 Al mismo tiempo, les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo en cuanto a ese sueño misterioso para que ni él ni sus amigos fueran ejecutados con el resto de los sabios babilonios.

19 Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo 20 y dijo:

«¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios!
    Suyos son la sabiduría y el poder.
21 Él cambia los tiempos y las épocas,
    pone y depone reyes.
A los sabios da sabiduría,
    y a los inteligentes, discernimiento.
22 Él revela lo profundo y lo escondido,
    y sabe lo que se oculta en las sombras.
    ¡En él habita la luz!
23 A ti, Dios de mis padres,
    te alabo y te doy gracias.
Me has dado sabiduría y poder,
    me has dado a conocer lo que te pedimos,
    ¡me has dado a conocer el sueño del rey!»

Daniel interpreta el sueño del rey

24 Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey había dado la orden de ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo:

―No mates a los sabios babilonios. Llévame ante el rey, y le interpretaré el sueño que tuvo.

25 Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la presencia del rey, y le dijo:

―Entre los exiliados de Judá he hallado a alguien que puede interpretar el sueño del rey.

26 El rey le preguntó a Daniel, a quien los babilonios habían puesto por nombre Beltsasar:

―¿Puedes decirme lo que vi en mi sueño, y darme su interpretación?

27 A esto Daniel respondió:

―No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarte, oh rey, el misterio que te preocupa. 28 Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios te ha mostrado lo que tendrá lugar en los días venideros. Estos son el sueño y las visiones que pasaron por tu mente mientras dormías: 29 Allí, en tu cama, rey, dirigiste tus pensamientos a las cosas por venir, y el que revela los misterios te mostró lo que va a suceder. 30 Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para que llegues, rey, a conocer su interpretación y entiendas lo que pasaba por tu mente.

31 »En tu sueño, oh rey, veías una estatua enorme, de tamaño impresionante y de aspecto horrible. 32 La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce, 33 y las piernas eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies, en tanto que la otra mitad era de barro cocido. 34 De pronto, y mientras contemplabas la estatua, una roca que nadie desprendió vino y golpeó los pies de hierro y barro de la estatua, y los hizo pedazos. 35 Con ellos se hicieron añicos el hierro y el barro, junto con el bronce, la plata y el oro. La estatua se hizo polvo, como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El viento barrió la estatua, y no quedó ni rastro de ella. En cambio, la roca que dio contra la estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la tierra.

36 »Este fue el sueño que tuvo el rey, y este es su significado: 37 Tú eres rey entre los reyes; el Dios del cielo te ha dado el reino, el poder, la majestad y la gloria. 38 Además, ha puesto en tus manos a la humanidad entera, a las bestias del campo y a las aves del cielo. No importa dónde vivan, Dios ha hecho de ti el gobernante de todos ellos. ¡Tú eres la cabeza de oro!

39 »Después de ti surgirá otro reino de menor importancia. Luego vendrá un tercer reino, que será de bronce, y dominará sobre toda la tierra. 40 Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y así como el hierro todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará polvo a los otros reinos.

41 »Veías que los pies y los dedos de la estatua eran mitad hierro y mitad barro cocido. El hierro y el barro que viste mezclados significan que este será un reino dividido, aunque tendrá la fuerza del hierro. 42 Y, como los dedos eran también mitad hierro y mitad barro, este reino será medianamente fuerte y medianamente débil. 43 Viste mezclados el hierro y el barro, dos elementos que no pueden fundirse entre sí. De igual manera, el pueblo será una mezcla que no podrá mantenerse unida.

44 »En los días de estos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos. 45 Tal es el sentido del sueño donde la roca se desprendía de una montaña; roca que, sin la intervención de nadie, hizo añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y al oro. El gran Dios te ha mostrado, rey, lo que tendrá lugar en el futuro. El sueño es verdadero, y esta interpretación, digna de confianza».

46 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y le rindió pleitesía, ordenó que se le presentara una ofrenda e incienso, 47 y le dijo:

―¡Tu Dios es el Dios de dioses y el Soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso!

48 Luego el rey puso a Daniel en un puesto prominente y le colmó de regalos, le nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos sus sabios. 49 Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a Sadrac, Mesac y Abednego administradores de la provincia de Babilonia. Daniel, por su parte, permaneció en la corte real.

El horno en llamas

El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de alto por dos metros y medio[e] de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir. Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua. Entonces los heraldos proclamaron en voz alta: «A vosotros, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se os ordena lo siguiente: Tan pronto como escuchéis la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, deberéis inclinaros y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir. Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas».

Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir. Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos:

―¡Que viva el rey para siempre! —exclamaron—. 10 El rey ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales se incline ante la estatua de oro y la adore. 11 También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore sea arrojado a un horno en llamas. 12 Pero hay algunos judíos, a quienes el rey ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los dioses del rey ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.

13 Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey, 14 Nabucodonosor les dijo:

―Vosotros tres, ¿es verdad que no honráis a mis dioses ni adoráis a la estatua de oro que he mandado erigir? 15 En cuanto escuchéis la música de los instrumentos musicales, más os vale que os inclinéis ante la estatua que he mandado hacer y que la adoréis. De lo contrario, seréis lanzados de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de libraros de mis manos!

16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron a Nabucodonosor:

―¡No hace falta que nos defendamos ante ti! 17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de tus manos. 18 Pero, aun si nuestro Dios no lo hace así, has de saber que no honraremos a tus dioses ni adoraremos tu estatua.

19 Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, 20 y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. 21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. 22 Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, 23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.

24 En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros:

―¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?

―Así es, rey —le respondieron.

25 ―¡Pues mirad! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios![f]

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó:

―Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salid de ahí, y venid aquí!

Cuando los tres jóvenes salieron del horno, 27 los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!

28 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. 29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!»

30 Después de eso, el rey ascendió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.

Nabucodonosor, árbol caído

El rey Nabucodonosor,

a todos los pueblos y naciones que habitan en este mundo, y a toda lengua:

¡Paz y prosperidad para todos!

Me es grato daros a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor. ¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán portentosas son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su soberanía permanece de generación en generación!

Yo, Nabucodonosor, estaba en mi palacio, feliz y lleno de prosperidad, cuando tuve un sueño que me infundió miedo. Recostado en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaron por mi mente me llenaron de terror. Ordené entonces que vinieran a mi presencia todos los sabios de Babilonia para que me interpretaran el sueño. Cuando llegaron los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos, les conté mi sueño, pero no me lo pudieron interpretar. Finalmente Daniel, que en honor a mi dios también se llama Beltsasar, se presentó ante mí y le conté mi sueño, pues en él reposa el espíritu de los santos dioses.

Yo le dije: «Beltsasar, jefe de los magos, yo sé que en ti reposa el espíritu de los santos dioses, y que no hay para ti ningún misterio demasiado difícil de resolver. Te voy a contar mi sueño, y quiero que me digas lo que significa. 10 Y esta es la tremenda visión que tuve mientras reposaba en mi lecho: Veía ante mí un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra. 11 El árbol creció y se hizo fuerte, y su copa tocaba el cielo, ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! 12 Tenía un hermoso follaje y abundantes frutos; ¡todo el mundo hallaba en él su alimento! Hasta las bestias salvajes venían a refugiarse bajo su sombra, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. ¡Ese árbol alimentaba a todos los animales!

13 »En la visión que tuve mientras reposaba en mi lecho, vi ante mí a un mensajero santo que descendía del cielo 14 y que fuertemente me gritaba: “¡Derriba el árbol y córtale las ramas; arráncale las hojas y esparce los frutos! ¡Haz que las bestias huyan de su sombra, y que las aves abandonen sus nidos! 15 Pero deja enterrados el tocón y las raíces; sujétalos con hierro y bronce entre la hierba del campo. Deja que se empape con el rocío del cielo, y que habite con los animales y entre las plantas de la tierra. 16 Deja que su mente humana se trastorne y se vuelva como la de un animal, hasta que hayan transcurrido siete años.[g] 17 Los santos mensajeros han anunciado la decisión, es decir, el veredicto, para que todos los vivientes reconozcan que el Dios Altísimo es el Soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres”.

18 »Yo, Nabucodonosor, tuve este sueño. Ahora tú, Beltsasar, dime qué es lo que significa, ya que ninguno de los sabios de mi reino me lo pudo interpretar. ¡Pero tú sí puedes hacerlo, porque en ti reposa el espíritu de los santos dioses!»

Daniel interpreta el sueño del rey

19 Daniel, conocido también como Beltsasar, se quedó desconcertado por algún tiempo y aterrorizado por sus propios pensamientos; por eso el rey le dijo:

―Beltsasar, no te dejes alarmar por este sueño y su significado.

A esto Daniel respondió:

―¡Ojalá que el sueño y su significado tengan que ver con los acérrimos enemigos del rey! 20 La copa del árbol que veías crecer y fortalecerse tocaba el cielo; ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! 21 Ese árbol tenía un hermoso follaje y daba abundantes frutos que alimentaban a todo el mundo; bajo su sombra se refugiaban las bestias salvajes, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. 22 Ese árbol eres tú, rey, que te has hecho fuerte y poderoso, y con tu grandeza has alcanzado el cielo. ¡Tu dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra!

23 »Tú, rey, veías que del cielo bajaba un mensajero santo, el cual te ordenaba derribar el árbol y destruirlo, y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del cielo, aunque tenías que sujetar con hierro y bronce el tocón y las raíces. De este modo viviría como los animales salvajes hasta que transcurrieran siete años.

24 »La interpretación del sueño, y el decreto que el Altísimo ha emitido contra ti, rey, es como sigue: 25 Serás apartado de la gente y habitarás con los animales salvajes; comerás pasto como el ganado, y te empaparás con el rocío del cielo. Siete años pasarán hasta que reconozcas que el Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere. 26 La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que recibirás nuevamente el reino, cuando hayas reconocido que el verdadero reino es el del cielo. 27 Por lo tanto, oh rey, yo te ruego que aceptes el consejo que te voy a dar: Renuncia a tus pecados y actúa con justicia; renuncia a tu maldad y sé bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces tu prosperidad vuelva a ser la de antes».

28 En efecto, todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Doce meses después, mientras daba un paseo por la terraza del palacio real de Babilonia, 30 exclamó: «¡Mirad la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!»

31 No había terminado de hablar cuando se escuchó una voz que desde el cielo decía:

«Este es el decreto en cuanto a ti, rey Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha quitado. 32 Serás apartado de la gente y vivirás entre los animales salvajes; comerás pasto como el ganado, y siete años transcurrirán hasta que reconozcas que el Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere».

33 Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente, y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, y hasta el pelo y las uñas le crecieron como plumas y garras de águila.

34 Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre:

Su dominio es eterno;
    su reino permanece para siempre.
35 Ninguno de los pueblos de la tierra
    merece ser tenido en cuenta.
Dios hace lo que quiere
    con los poderes celestiales
    y con los pueblos de la tierra.
No hay quien se oponga a su poder
    ni quien le pida cuentas de sus actos.

36 Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la honra, el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y cortesanos vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a ser más poderoso que antes! 37 Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios.

La escritura en la pared

El rey Belsasar ofreció un gran banquete a mil miembros de la nobleza, y bebió vino con ellos hasta emborracharse. 2-3 Mientras brindaban, Belsasar mandó que le trajeran las copas de oro y de plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo de Jerusalén. Y así se hizo. Le llevaron las copas, y en ellas bebieron el rey y sus nobles, junto con sus esposas y concubinas. Ya borrachos, se deshacían en alabanzas a los dioses de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.

En ese momento, en la sala del palacio apareció una mano que, a la luz de las lámparas, escribía con el dedo sobre la parte blanca de la pared. Mientras el rey observaba la mano que escribía, el rostro le palideció del susto, las rodillas comenzaron a temblarle y apenas podía sostenerse. Mandó entonces que vinieran los hechiceros, astrólogos y adivinos, y a estos sabios babilonios les dijo:

―Al que lea lo que allí está escrito, y me diga lo que significa, lo vestiré de púrpura, le pondré una cadena de oro en el cuello y lo nombraré tercer gobernante del reino.

Todos los sabios del reino se presentaron, pero no pudieron descifrar lo escrito ni decirle al rey lo que significaba. Esto hizo que el rey Belsasar se asustara y palideciera más todavía. Los nobles, por su parte, se hallaban confundidos.

10 Al oír el alboroto que hacían el rey y sus nobles, la reina misma entró en la sala del banquete y exclamó:

―¡Que viva el rey para siempre! ¡Y no se alarme ni se ponga pálido! 11 En tu reino hay un hombre en quien reposa el espíritu de los santos dioses. Cuando vivía el rey Nabucodonosor, tu padre, se halló que ese hombre poseía sabiduría, inteligencia y gran percepción, semejantes a las de los dioses. Tu padre llegó a nombrar a ese hombre jefe de los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos. 12 Y es que ese hombre tiene una mente aguda, amplios conocimientos, e inteligencia y capacidad para interpretar sueños, explicar misterios y resolver problemas difíciles. Llama a ese hombre, y él te dirá lo que significa ese escrito. Se llama Daniel, aunque tu padre le puso por nombre Beltsasar.

13 Daniel fue llevado a la presencia del rey, y este le preguntó:

―¿Así que tú eres Daniel, uno de los exiliados que mi padre trajo de Judá? 14 Me han contado que en ti reposa el espíritu de los dioses, y que posees gran agudeza e inteligencia, y una sabiduría sorprendente. 15 Los sabios y hechiceros se presentaron ante mí para leer esta escritura y decirme lo que significa, pero no pudieron descifrarla. 16 Según me han dicho, tú puedes dar interpretaciones y resolver problemas difíciles. Si logras descifrar e interpretar lo que allí está escrito, te vestiré de púrpura, te pondré una cadena de oro en el cuello y te nombraré tercer gobernante del reino.

17 ―Puedes quedarte con tus regalos, rey, o dárselos a otro —le respondió Daniel—. Yo voy a leerte lo que está escrito en la pared, y te explicaré lo que significa.

18 »El Dios Altísimo dio al rey Nabucodonosor, tu padre, grandeza, gloria, majestad y esplendor. 19 Gracias a la autoridad que Dios le dio, ante él temblaban de miedo todos los pueblos, naciones y gente de toda lengua. A quien él quería matar, lo mandaba matar; a quien quería perdonar, lo perdonaba; si quería ascender a alguien, lo ascendía; y, si quería humillarlo, lo humillaba. 20 Pero, cuando su corazón se volvió arrogante y orgulloso, se le arrebató el trono real y se le despojó de su gloria; 21 fue apartado de la gente y recibió la mente de un animal; vivió entre los asnos salvajes y se alimentó con pasto como el ganado; ¡el rocío de la noche empapaba su cuerpo! Todo esto le sucedió hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere.

22 »Sin embargo, y a pesar de saber todo esto, tú, hijo de Nabucodonosor, no te has humillado. 23 Por el contrario, te has opuesto al Dios del cielo mandando traer de su templo las copas para que bebáis en ellas tú y tus nobles, vuestras esposas y concubinas. Te has deshecho en alabanzas a los dioses de oro, plata, hierro, madera y piedra, dioses que no pueden ver ni oír ni entender; en cambio, no has honrado al Dios en cuyas manos se hallan tu vida y tus acciones. 24 Por eso Dios ha enviado esa mano a escribir 25 lo que allí aparece: Mene, Mene, Téquel, Parsin.

26 »Pues bien, esto es lo que significan esas palabras:

»Mene: Dios ha contado los días de tu reino, y les ha puesto un límite.

27 »Téquel: Has sido puesto en la balanza, y no pesas lo que deberías pesar.

28 »Parsin: Tu reino se ha dividido, y ha sido entregado a medos y persas».

29 Entonces Belsasar ordenó que se vistiera a Daniel de púrpura, que se le pusiera una cadena de oro en el cuello y que se le nombrara tercer gobernante del reino. 30 Esa misma noche fue asesinado Belsasar, rey de los babilonios, y Darío el Persa se apoderó del reino. 31 Para entonces, Darío tenía sesenta y dos años.

Daniel en el foso de los leones

Para el control eficaz de su reino, Darío consideró prudente nombrar a ciento veinte sátrapas y tres administradores, uno de los cuales era Daniel. Estos sátrapas eran responsables ante los administradores, a fin de que los intereses del rey no se vieran afectados. Y tanto se distinguió Daniel por sus extraordinarias cualidades administrativas que el rey pensó en ponerlo al frente de todo el reino. Entonces los administradores y los sátrapas empezaron a buscar algún motivo para acusar a Daniel de malos manejos en los negocios del reino. Sin embargo, no encontraron de qué acusarlo porque, lejos de ser corrupto o negligente, Daniel era un hombre digno de confianza. Por eso concluyeron: «Nunca encontraremos nada de qué acusar a Daniel, a no ser algo relacionado con la ley de su Dios».

Formaron entonces los administradores y sátrapas una comisión para ir a hablar con el rey, y estando en su presencia le dijeron:

―¡Que viva para siempre el rey Darío! Nosotros los administradores reales, junto con los prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores, convenimos en que el rey debería emitir y confirmar un decreto que exija que, durante los próximos treinta días, sea arrojado al foso de los leones todo el que adore a cualquier dios u hombre que no sea el rey. Expida el rey ahora ese decreto, y póngalo por escrito. Así, conforme a la ley de los medos y los persas, no podrá ser revocado.

El rey Darío expidió el decreto y lo puso por escrito. 10 Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día. 11 Cuando aquellos hombres llegaron y encontraron a Daniel orando e implorando la ayuda de Dios, 12 fueron a hablar con el rey respecto al decreto real:

―¿No es verdad que el rey publicó un decreto? Según entendemos, todo el que en los próximos treinta días adore a otro dios u hombre que no sea el rey será arrojado al foso de los leones.

―El decreto sigue en pie —contestó el rey—. Según la ley de los medos y los persas, no puede ser derogado.

13 Ellos respondieron: —¡Pues Daniel, que es uno de los exiliados de Judá, no tiene en cuenta al rey ni el decreto que ha promulgado! ¡Todavía sigue orando a su Dios tres veces al día!

14 Cuando el rey escuchó esto, se deprimió mucho y se propuso salvar a Daniel, así que durante todo el día buscó la forma de salvarlo. 15 Pero aquellos hombres fueron a ver al rey y lo presionaron:

―No olvide el rey que, según la ley de los medos y los persas, ningún decreto ni edicto emitido por el rey puede ser derogado.

16 El rey dio entonces la orden, y Daniel fue arrojado al foso de los leones. Allí, el rey animaba a Daniel:

―¡Que tu Dios, a quien siempre sirves, se digne salvarte!

17 Trajeron entonces una piedra, y con ella taparon la boca del foso. El rey la selló con su propio anillo y con el de sus nobles para que la sentencia contra Daniel no pudiera ser cambiada. 18 Luego volvió a su palacio y pasó la noche sin comer y sin divertirse, y hasta el sueño se le fue. 19 Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones. 20 Ya cerca, lleno de ansiedad gritó:

―Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones?

21 ―¡Que viva el rey para siempre! —contestó Daniel desde el foso—. 22 Mi Dios envió a su ángel y cerró la boca a los leones. No me han hecho ningún daño, porque Dios bien sabe que soy inocente. ¡Tampoco he cometido nada malo contra ti!

23 Sin ocultar su alegría, el rey ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no se le halló un solo rasguño, pues Daniel confiaba en su Dios. 24 Entonces el rey mandó traer a los que falsamente lo habían acusado y ordenó que los arrojaran al foso de los leones, junto con sus esposas y sus hijos. ¡No habían tocado el suelo cuando ya los leones habían caído sobre ellos y les habían triturado los huesos!

25 Más tarde el rey Darío firmó este decreto:

«A todos los pueblos, naciones y lenguas de este mundo:

»¡Paz y prosperidad para todos!

26 »He decretado que en todo lugar de mi reino la gente adore y honre al Dios de Daniel.

»Porque él es el Dios vivo,
    y permanece para siempre.
Su reino jamás será destruido,
    y su dominio jamás tendrá fin.
27 Él rescata y salva;
    hace prodigios en el cielo
    y maravillas en la tierra.
¡Ha salvado a Daniel
    de las garras de los leones!»

28 Fue así como Daniel prosperó durante los reinados de Darío y de Ciro el Persa.

Las cuatro bestias

En el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones mientras yacía en su lecho. Entonces puso por escrito lo más importante de su sueño, y esto es lo que escribió:

«Durante la noche tuve una visión, y en ella veía el gran mar, agitado por los cuatro vientos del cielo. Del mar salían cuatro bestias enormes, cada una diferente de la otra.

»La primera de ellas se parecía a un león, pero sus alas eran las de un águila. Mientras yo la observaba, le arrancaron las alas, la levantaron del suelo y la obligaron a mantenerse sobre sus patas traseras, como si fuera un hombre. Y se le dio un corazón humano.

»La segunda bestia que vi se parecía a un oso. Se levantaba sobre uno de sus costados, y entre sus fauces tenía tres costillas. A esta bestia se le dijo: “¡Levántate y come carne hasta que te hartes!”

»Ante mis propios ojos vi aparecer otra bestia, la cual se parecía a un leopardo, aunque en el lomo tenía cuatro alas, como las de un ave. Esta bestia tenía cuatro cabezas, y recibió autoridad para gobernar.

»Después de esto, en mis visiones nocturnas vi ante mí una cuarta bestia, la cual era extremadamente horrible y poseía una fuerza descomunal. Con sus grandes colmillos de hierro desmenuzaba y devoraba a sus víctimas, para luego pisotear los restos. Tenía diez cuernos, y no se parecía en nada a las otras bestias.

»Mientras me fijaba en los cuernos, vi surgir entre ellos otro cuerno más pequeño. Por causa de este fueron arrancados tres de los primeros. El cuerno pequeño parecía tener ojos humanos, y una boca que profería insolencias.

Canto al Anciano

»Mientras yo observaba esto,
    se colocaron unos tronos,
    y tomó asiento un venerable Anciano.
Su ropa era blanca como la nieve,
    y su cabello, blanco como la lana.
Su trono y las ruedas de este
    centelleaban como el fuego.
10 De su presencia brotaba
    un torrente de fuego.
Miles de millares le servían,
    centenares de miles lo atendían.
Al iniciarse el juicio,
    los libros fueron abiertos.

11 »Yo me quedé mirando a causa de las grandes insolencias que profería el cuerno. Seguí mirando hasta que a esta bestia la mataron, la descuartizaron y echaron los pedazos al fuego ardiente. 12 A las otras bestias les quitaron el poder, aunque las dejaron vivir por algún tiempo.

13 »En esa visión nocturna, vi que alguien con aspecto humano[h] venía entre las nubes del cielo. Se acercó al venerable Anciano y fue llevado a su presencia, 14 y se le dio autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron! ¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!

La interpretación del sueño

15 »Yo, Daniel, me quedé aterrorizado, y muy preocupado por las visiones que pasaban por mi mente. 16 Me acerqué entonces a uno de los que estaban allí, y le pregunté el verdadero significado de todo esto. Y esta fue su interpretación: 17 “Las cuatro grandes bestias son cuatro reinos que se levantarán en la tierra, 18 pero los santos del Altísimo recibirán el reino, y será suyo para siempre, ¡para siempre jamás!”

19 »Quise entonces saber el verdadero significado de la cuarta bestia, la cual desmenuzaba a sus víctimas y las devoraba, pisoteando luego sus restos. Era muy distinta a las otras tres, pues tenía colmillos de hierro y garras de bronce. ¡Tenía un aspecto espantoso! 20 Quise saber también acerca de los diez cuernos que tenía en la cabeza, y del otro cuerno que le había salido y ante el cual habían caído tres de ellos. Este cuerno parecía más impresionante que los otros, pues tenía ojos y hablaba con insolencia.

21 »Mientras observaba yo, este cuerno libró una guerra contra los santos y los venció. 22 Entonces vino el Anciano y emitió juicio en favor de los santos del Altísimo. En ese momento los santos recibieron el reino.

23 »Esta fue la explicación que me dio el venerable Anciano:

»“La cuarta bestia es un cuarto reino
    que surgirá en este mundo.
Será diferente a los otros reinos;
    devorará a toda la tierra;
    ¡la aplastará y la pisoteará!
24 Los diez cuernos son diez reyes
    que saldrán de este reino.
Otro rey les sucederá,
    distinto a los anteriores,
    el cual derrocará a tres reyes.
25 Hablará en contra del Altísimo
    y oprimirá a sus santos;
tratará de cambiar las festividades
    y también las leyes,
y los santos quedarán bajo su poder
    durante tres años y medio.[i]
26 Los jueces tomarán asiento,
    y al cuerno se le quitará el poder
    y se le destruirá para siempre.
27 Entonces se dará a los santos,
    que son el pueblo del Altísimo,
la majestad y el poder
    y la grandeza de los reinos.
Su reino será un reino eterno,
    y lo adorarán y obedecerán
    todos los gobernantes de la tierra”.

28 »Aquí termina la visión. Yo, Daniel, me quedé tan desconcertado por tantas ideas que me pasaban por la mente que palideció mi rostro. Pero preferí mantener todo esto en secreto».[j]

Visión del carnero y del macho cabrío

«En el tercer año del reinado de Belsasar, yo, Daniel, tuve otra visión. En ella, me veía en la ciudadela de Susa, en la provincia de Elam, junto al río Ulay. Me fijé, y vi ante mí un carnero con sus dos cuernos. Estaba junto al río, y tenía cuernos largos. Uno de ellos era más largo, y le había salido después.

»Me quedé observando cómo el carnero atacaba hacia el oeste, hacia el norte y hacia el sur. Ningún animal podía hacerle frente, ni había tampoco quien pudiera librarse de su poder. El carnero hacía lo que quería, y cada vez cobraba más fuerza.

»Mientras reflexionaba yo al respecto, de pronto surgió del oeste un macho cabrío, con un cuerno enorme entre los ojos, y cruzó toda la tierra sin tocar siquiera el suelo. Se lanzó contra el carnero que yo había visto junto al río, y lo atacó furiosamente. Yo vi cómo lo golpeó y le rompió los dos cuernos. El carnero no pudo hacerle frente, pues el macho cabrío lo derribó y lo pisoteó. Nadie pudo librar al carnero del poder del macho cabrío.

»El macho cabrío cobró gran fuerza, pero en el momento de su mayor grandeza se le rompió el cuerno más largo, y en su lugar brotaron cuatro grandes cuernos que se alzaron contra los cuatro vientos del cielo. De uno de ellos salió otro cuerno, pequeño al principio, que extendió su poder hacia el sur y hacia el este, y también hacia nuestra hermosa tierra. 10 Creció hasta alcanzar al ejército de los cielos, derribó algunas estrellas y las pisoteó, 11 y aun llegó a sentirse más importante que el jefe del ejército de los cielos. Por causa de él se eliminó el sacrificio diario y se profanó el santuario. 12 Por la rebeldía de nuestro pueblo, su ejército echó por tierra la verdad y quitó el sacrificio diario. En fin, ese cuerno hizo y deshizo.

13 »Escuché entonces que uno de los santos hablaba, y que otro le preguntaba: “¿Cuánto más va a durar esta visión del sacrificio diario, de la rebeldía desoladora, de la entrega del santuario y de la humillación del ejército?” 14 Y aquel santo me dijo: “Va a tardar dos mil trescientos días con sus noches. Después de eso, se purificará el santuario”.

Significado de la visión

15 »Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión y trataba de entenderla, de repente apareció ante mí alguien de apariencia humana. 16 Escuché entonces una voz que desde el río Ulay gritaba: “¡Gabriel, dile a este hombre lo que significa la visión!”

17 »Cuando Gabriel se acercó al lugar donde yo estaba, me sentí aterrorizado y caí de rodillas. Pero él me dijo: “Ten en cuenta, criatura humana,[k] que la visión tiene que ver con la hora final”.

18 »Mientras Gabriel me hablaba, yo caí en un sueño profundo, de cara al suelo. Pero él me despertó y me obligó a levantarme, 19 mientras me decía: “Voy a darte a conocer lo que sucederá cuando llegue a su fin el tiempo de la ira de Dios, porque el fin llegará en el momento señalado. 20 El carnero de dos cuernos que has visto simboliza a los reyes de Media y de Persia. 21 El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tiene entre los ojos es el primer rey. 22 Los cuatro cuernos que salieron en lugar del que fue hecho pedazos simbolizan a los cuatro reinos que surgirán de esa nación, pero que no tendrán el mismo poder.

23 »”Hacia el final de esos reinos, cuando los rebeldes lleguen al colmo de su maldad, surgirá un rey insolente, maestro de la intriga, 24 que llegará a tener mucho poder, pero no por sí mismo. Ese rey causará impresionantes destrozos y saldrá airoso en todo lo que emprenda. Destruirá a los poderosos y al pueblo santo. 25 Con su astucia propagará el engaño, creyéndose un ser superior. Destruirá a mucha gente que creía estar segura, y se enfrentará al Príncipe de los príncipes, pero será destruido sin intervención humana. 26 Esta visión de los días con sus noches, que se te ha dado a conocer, es verdadera. Pero no la hagas pública, pues para eso falta mucho tiempo”.

27 »Yo, Daniel, quedé exhausto, y durante varios días guardé cama. Luego me levanté para seguir atendiendo los asuntos del reino. Pero la visión me dejó pasmado, pues no lograba comprenderla».

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