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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 120-132

Salmo 120 (119)

Soy persona de paz

120 Cántico de peregrinación.
Clamo al Señor en mi angustia
y él me responde.
Señor, líbrame de los labios mentirosos,
de la lengua embustera.
¿Qué te darán, con qué te pagarán,
lengua embustera?
Con flechas afiladas de guerrero
y brasas ardientes de retama.
¡Ay de mí que he tenido que emigrar a Mésec,
que habito entre las tiendas de Quedar!
Demasiado tiempo he vivido
con quienes odian la paz.
Yo soy persona de paz;
mas si hablo de paz,
ellos quieren la guerra.

Salmo 121 (120)

El Señor es quien te cuida

121 Cántico de peregrinación.
Levanto mis ojos a los montes,
¿de dónde me vendrá el auxilio?
Mi auxilio viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No dejará que tropiece tu pie,
no dormirá quien te protege.
No duerme, no está dormido
el protector de Israel.
El Señor es quien te cuida,
es tu sombra protectora.
De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te protege de todo mal,
él protege tu vida.
El Señor protege tus idas y venidas
desde ahora y para siempre.

Salmo 122 (121)

Vamos a la casa del Señor

122 Cántico de peregrinación. De David.
Me alegro cuando me dicen:
“Vamos a la casa del Señor”.
Nuestros pies ya descansan
a tus puertas, Jerusalén.
Jerusalén, construida como ciudad
armoniosamente conjuntada.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor,
para alabar el nombre del Señor,
como es norma en Israel.
Allí están los tribunales de justicia,
los tribunales del palacio de David.
Pidan paz para Jerusalén,
que tengan paz quienes te aman;
que reine la paz entre tus muros,
la tranquilidad en tus palacios.
Por mis hermanos y amigos diré:
“¡Que la paz esté contigo!”.
Por amor a la casa del Señor nuestro Dios,
me desviviré por tu bien.

Salmo 123 (122)

Levanto mis ojos hacia ti

123 Cántico de peregrinación.
Levanto mis ojos hacia ti
que habitas en el cielo.
Como dirigen sus ojos los siervos
hacia la mano de sus señores,
como dirige sus ojos la esclava
hacia la mano de su señora,
así dirigimos nuestros ojos
hacia Dios, Señor nuestro,
hasta que él se apiade de nosotros.
Apiádate, Señor, apiádate de nosotros,
pues estamos hartos de desprecio;
estamos ya cansados
de la burla de los arrogantes,
del desprecio de los soberbios.

Salmo 124 (123)

El Señor es nuestro auxilio

124 Cántico de peregrinación. De David.
Si el Señor no hubiese estado con nosotros,
—Israel es testigo—,
si el Señor no hubiese estado con nosotros
cuando los demás nos atacaban,
nos habrían devorado vivos
al estallar su ira contra nosotros;
nos habrían anegado las aguas,
una riada nos habría cubierto,
nos habrían cubierto
las impetuosas aguas.
¡Bendito sea el Señor
que nos liberó de sus fauces!
Escapamos como el pájaro
de la trampa que le tienden:
se rompió la trampa y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Salmo 125 (124)

El Señor rodea a su pueblo

125 Cántico de peregrinación.
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
inamovible, firme por siempre.
Como los montes rodean Jerusalén,
así el Señor rodea a su pueblo
desde ahora y para siempre.
El cetro de la maldad
no se abatirá sobre los justos,
para que estos no se entreguen al mal.
Señor, trata bien a los buenos,
a los que son de corazón recto.
Mas a quienes siguen senderos tortuosos,
que el Señor los lleve con los malhechores.
¡Que reine la paz en Israel!

Salmo 126 (125)

El Señor ha hecho maravillas por nosotros

126 Cántico de peregrinación.
Cuando el Señor hizo renacer a Sión,
creíamos estar soñando.
Entonces nuestra boca se llenó de sonrisas,
nuestra lengua de canciones.
Los otros pueblos decían:
“El Señor ha hecho maravillas por ellos”.
El Señor ha hecho maravillas por nosotros
y estamos alegres.
Señor, haznos renacer
como a torrentes del Négueb.
Los que siembran entre lágrimas,
cosecharán entre cánticos.
Al ir, va llorando
el que lleva las semillas;
pero volverá entre cantos
trayendo sus gavillas.

Salmo 127 (126)

En vano se afanan

127 Cántico de peregrinación. De Salomón.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se afanan sus constructores;
si el Señor no protege la ciudad,
en vano vigila el centinela.
En vano se levantan de madrugada,
en vano se van tarde a descansar
y comen pan ganado con esfuerzo:
¡El Señor lo da a su amigo mientras duerme!
Son los hijos herencia que da el Señor,
son los descendientes una recompensa.
Como flechas en la mano del guerrero,
son los hijos que en la juventud se tienen.
¡Feliz quien llena con ellas su aljaba!
No será humillado si se enfrenta
al adversario en la puerta de la ciudad.

Salmo 128 (127)

Que el Señor te bendiga

128 Cántico de peregrinación.
Feliz quien venera al Señor,
quien marcha por sus caminos.
Comerás del trabajo de tus manos,
serás feliz y te irá bien.
Será tu esposa como parra fecunda
en la intimidad de tu casa;
serán tus hijos como ramas de olivo
en torno a tu mesa.
Así será bendecido
todo el que venera al Señor:
“Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la dicha de Jerusalén
todos los días de tu vida,
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Que reine la paz en Israel!”.

Salmo 129 (128)

El Señor es justo

129 Cántico de peregrinación.
Desde mi juventud fueron muchos mis rivales,
—Israel es testigo—;
desde mi juventud fueron muchos mis rivales,
mas no han podido conmigo.
Labradores araron mi espalda,
abrieron sus largos surcos.
Pero el Señor es justo,
ha roto el yugo de los malvados.
¡Que se avergüencen y huyan
cuantos odian a Sión!
Que sean como hierba del tejado
que antes de arrancarla se seca
y no llena la mano del segador,
ni el regazo de quien ata las gavillas;
tampoco los que pasan dicen:
“¡Que los bendiga el Señor;
en nombre del Señor los bendecimos!”.

Salmo 130 (129)

Dios mío, escucha mi clamor

130 Cántico de peregrinación.
Señor, desde lo más hondo a ti clamo.
Dios mío, escucha mi grito;
que tus oídos atiendan mi voz suplicante.
Señor, si recuerdas los pecados,
¿quién podrá resistir, Dios mío?
Pero eres un Dios perdonador
y eres por ello venerado.
En el Señor espero,
espero y confío en su palabra;
yo anhelo a mi Dios
más que los centinelas la aurora.
Israel, confía en el Señor
pues en el Señor está el amor
y de él viene la plena redención.
Él liberará a Israel
de todos sus pecados.

Salmo 131 (130)

Como un niño, así estoy yo

131 Cántico de peregrinación. De David.
Señor, mi corazón no es arrogante
ni son altivos mis ojos;
no persigo dignidades
ni cosas que me superan.
Estoy en calma, estoy tranquilo,
como un niño en el regazo de su madre,
como un niño, así estoy yo.
Confía en el Señor, Israel,
desde ahora y para siempre.

Salmo 132 (131)

Señor, acuérdate de David

132 Cántico de peregrinación.
Señor, acuérdate de David,
de todos sus afanes.
Él hizo un juramento al Señor,
una promesa al protector de Jacob:
“No me aposentaré en mi mansión,
no me acostaré en mi lecho,
no dejaré que se cierren mis ojos,
que mis párpados se adormezcan,
hasta que halle un lugar para el Señor,
una morada para el protector de Jacob”.
Oímos que el Arca estaba en Efrata,
la encontramos en los campos de Jaar.
¡Vayamos a su santuario,
postrémonos ante el estrado de sus pies!
¡Ponte, Señor, en acción!
Acude a tu morada,
tú y el Arca de tu poder.
Que tus sacerdotes se vistan de fiesta,
que tus fieles griten de alborozo.
10 Por tu siervo David,
no rechaces a tu ungido.
11 El Señor se lo juró a David,
en verdad no va a retractarse:
“A uno de tus descendientes
yo pondré sobre tu trono.
12 Si respetan tus hijos mi alianza,
los mandatos que voy a enseñarles,
también sus hijos se sentarán
en tu trono para siempre”.
13 Porque el Señor ha escogido a Sión,
la ha querido por morada suya:
14 “Sión será mi morada para siempre,
aquí residiré porque ella me complace.
15 Bendeciré sus provisiones,
colmaré de pan a los hambrientos,
16 a sus sacerdotes vestiré de fiesta
y sus fieles gritarán de alegría.
17 Allí haré renacer el poder de David,
prepararé una lámpara a mi ungido.
18 A sus enemigos cubriré de vergüenza,
a él lo coronaré de esplendor”.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España