Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 91 (90)
El Señor es tu refugio
91 Tú que habitas al amparo del Altísimo,
tú que vives al abrigo del Todopoderoso,
2 dí al Señor: “tú eres mi refugio,
mi baluarte, mi Dios en quien confío”.
9 porque el Señor es tu refugio,
y has hecho del Altísimo tu amparo.
10 No vendrá sobre ti la desgracia,
ni mal alguno alcanzará tu tienda,
11 pues él ordenará a sus ángeles
protegerte en todas tus sendas.
12 Te llevarán en las palmas de sus manos
para que tu pie no tropiece en la piedra.
13 Caminarás sobre el león y la víbora,
pisarás al león y al dragón.
14 Voy a salvarlo pues se acogió a mí;
lo protegeré, pues me conoce.
15 Me llamará y le responderé,
estaré con él en la angustia,
lo libraré y lo engrandeceré;
16 le daré una larga vida,
le haré ver mi salvación.
II.— EL TIEMPO Y LA MUERTE (3—5)
3 Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento:
2 Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado.
3 Hay un tiempo para matar y un tiempo para curar;
un tiempo para destruir y un tiempo para construir.
4 Hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír;
un tiempo para hacer duelo y un tiempo para bailar.
5 Hay un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse.
6 Hay un tiempo para buscar y un tiempo para perder;
un tiempo para guardar y un tiempo para botar.
7 Hay un tiempo para rasgar y un tiempo para coser;
un tiempo para callar y un tiempo para hablar.
8 Hay un tiempo para amar y un tiempo para odiar;
un tiempo de guerra y un tiempo de paz.
Jesús habla de su muerte
27 Me encuentro ahora profundamente turbado; pero ¿acaso pediré al Padre que me libre de este trance? ¡Si precisamente he venido para vivir esta hora! 28 Padre, glorifica tu nombre.
Entonces se oyó una voz venida del cielo:
— Ya lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
29 De la multitud que estaba allí presente y que oyó la voz, unos pensaban que había sido un trueno, y otros, que le había hablado un ángel. 30 Jesús aclaró:
— Esa voz no hablaba para mí, sino para que la oyeran ustedes. 31 Es ahora cuando este mundo va a ser condenado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser vencido. 32 Y cuando yo haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.
33 Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma de muerte que le esperaba. 34 La gente replicó:
— Nuestra ley nos enseña que el Mesías no morirá nunca. ¿Cómo dices tú que el Hijo del hombre tiene que ser elevado sobre la tierra? ¿Quién es ese Hijo del hombre?
35 Jesús les respondió:
— Todavía está la luz entre ustedes, pero no por mucho tiempo. Mientras tienen luz, caminen para que no los sorprendan las tinieblas. Porque el que camina en la oscuridad no sabe a dónde se dirige. 36 Mientras tengan luz, crean en ella para que la luz oriente su vida.
Después de decir esto, Jesús se retiró, escondiéndose de ellos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España