Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 126 (125)
El Señor ha hecho maravillas por nosotros
126 Cántico de peregrinación.
Cuando el Señor hizo renacer a Sión,
creíamos estar soñando.
2 Entonces nuestra boca se llenó de sonrisas,
nuestra lengua de canciones.
Los otros pueblos decían:
“El Señor ha hecho maravillas por ellos”.
3 El Señor ha hecho maravillas por nosotros
y estamos alegres.
4 Señor, haznos renacer
como a torrentes del Négueb.
5 Los que siembran entre lágrimas,
cosecharán entre cánticos.
6 Al ir, va llorando
el que lleva las semillas;
pero volverá entre cantos
trayendo sus gavillas.
Israel, testigo del Señor
8 Saca al pueblo ciego, aunque tiene ojos,
a esos sordos, aunque tienen oídos.
9 Que se reúnan todos los pueblos,
que se junten todas las naciones.
¿Quién de ellos puede decir esto,
hablarnos de cosas pasadas?
Que traigan sus testigos y se justifiquen,
que sean oídos y se diga: “Es cierto”.
10 Ustedes son mis testigos
—oráculo del Señor—,
mi siervo, a quien he elegido,
para que comprendan y crean en mí,
para que entiendan que yo soy.
Antes de mí no fue formado ningún dios,
y ninguno habrá después de mí.
11 Yo, yo soy el Señor;
no hay salvador fuera de mí.
12 Yo lo predije, yo salvé y lo hice saber,
sin que tuvieran un dios extranjero.
Y ustedes son mis testigos
—oráculo del Señor—.
Yo soy Dios, 13 desde siempre lo soy,
y no hay quien libre de mi mano.
¿Quién puede cambiar lo que hago?
La salvación renovada
14 Así dice el Señor,
el redentor de ustedes, el Santo de Israel:
Por ustedes envío gente contra Babilonia
y arranco los cerrojos de su prisión;
la alegría de los caldeos cambia en llanto.
15 Yo soy el Señor, su Santo,
el creador de Israel, su rey.
25 Entre tanto, me ha parecido necesario enviarles al hermano Epafrodito, colaborador y compañero mío de lucha, que vino como embajador de ustedes con la misión de socorrerme. 26 Los echaba mucho de menos y estaba inquieto sabiendo que se habían enterado de su enfermedad. 27 Es cierto que estuvo enfermo y a las puertas de la muerte; pero Dios se apiadó de él, y no sólo de él, sino también de mi, no queriendo añadir más tristeza a mi tristeza.
28 Así que me he apresurado a enviárselo para que, al verlo de nuevo, recobren ustedes su alegría y disminuya mi preocupación. 29 Acójanlo, pues, en el Señor, con alegría y estimen a quienes se portan como él; 30 pues, en efecto, por causa de Cristo ha estado a punto de morir, arriesgando su vida para suplir la ayuda que ustedes no podían prestarme.
II.— ADVERTENCIAS Y EXHORTACIONES (3,1—4,9)
La verdadera fuente de salvación
3 Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. No me molesta escribirles las mismas cosas, si a ustedes les proporciona seguridad.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España