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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 122

Salmo 122 (121)

Vamos a la casa del Señor

122 Cántico de peregrinación. De David.
Me alegro cuando me dicen:
“Vamos a la casa del Señor”.
Nuestros pies ya descansan
a tus puertas, Jerusalén.
Jerusalén, construida como ciudad
armoniosamente conjuntada.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor,
para alabar el nombre del Señor,
como es norma en Israel.
Allí están los tribunales de justicia,
los tribunales del palacio de David.
Pidan paz para Jerusalén,
que tengan paz quienes te aman;
que reine la paz entre tus muros,
la tranquilidad en tus palacios.
Por mis hermanos y amigos diré:
“¡Que la paz esté contigo!”.
Por amor a la casa del Señor nuestro Dios,
me desviviré por tu bien.

Ester 7

El rey Asuero y Amán asistieron al banquete de la reina Ester, y también en este segundo día, durante el brindis, dijo el rey a Ester:

— ¡Dime lo que deseas, y lo tendrás; aunque sea la mitad de mi reino!

La reina Ester respondió:

— Si me he ganado el favor del rey, y si esto le parece bien, mi petición y mi deseo es que el rey me conceda mi vida y la de mi pueblo. Pues mi pueblo y yo hemos sido vendidos para ser exterminados, asesinados, aniquilados. Si hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, me habría callado, pues este no sería un motivo tan serio como para molestar al rey.

El rey Asuero le preguntó a la reina Ester:

— ¿Quién es y dónde está el que ha concebido tal cosa?

— ¡El enemigo y adversario es ese miserable de Amán! —respondió Ester—.

Amán, entonces, quedó aterrado ante el rey y la reina. El rey, por su parte, se levantó enfurecido del banquete y salió al jardín del palacio. Mientras tanto, Amán, dándose cuenta de que el rey seguramente lo iba a condenar a muerte, se quedó implorando a la reina Ester que le perdonara la vida.

Cuando el rey regresó del jardín del palacio y entró en la sala del banquete se encontró a Amán reclinado sobre el diván donde Ester estaba recostada. Al ver esto, el rey exclamó:

— ¡Además te atreves a abusar de la reina en mi propia casa!

Enseguida cubrieron la cabeza de Amán, pues las palabras pronunciadas por el rey ya lo habían sentenciado. Y Jarboná, uno de los eunucos reales, dijo:

— En la casa de Amán está preparada una horca de veinticinco metros de altura, que él mandó levantar para Mardoqueo, aquel que denunció la conspiración contra el rey.

— ¡Pues cuélguenlo en ella! —ordenó el rey—.

10 Y Amán fue colgado en la horca que él había dispuesto para Mardoqueo, con lo que la ira del rey se aplacó.

Apocalipsis 1:9-20

Visión de Cristo glorioso

Yo soy Juan, hermano de ustedes; unido a Jesús, participo con ustedes en el sufrimiento y en la espera paciente del Reino. Me hallaba desterrado en la isla de Patmos por haber proclamado la palabra de Dios y por haber dado testimonio de Jesús, 10 cuando el día del Señor caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz poderosa, como de trompeta, 11 que ordenaba:

— Escribe en un libro todo lo que veas y envíalo a estas siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

12 Volví la cabeza para ver quién me hablaba; al volverme vi siete candeleros de oro, 13 y en medio de ellos vi una especie de figura humana, vestida con larga túnica y una banda de oro ciñéndole el pecho. 14 Los cabellos de su cabeza eran blancos como la lana blanca y como nieve; su mirada, como llama de fuego; 15 sus pies, semejantes al bronce que se está fundiendo en el horno; y su voz, como fragor de aguas caudalosas. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una cortante espada de dos filos y su rostro era como el sol cuando brilla con todo su resplandor.

17 Apenas lo vi, caí fulminado a sus pies; pero él me tocó con su mano derecha y me dijo:

— No temas; yo soy el primero y el último. 18 Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo en mi poder las llaves de la muerte y del abismo. 19 Escribe, pues, lo que has visto, lo que está sucediendo y lo que sucederá después. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro, las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España