Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 79 (78)
Que el grito del cautivo llegue a ti
79 Salmo de Asaf.
Oh Dios, los paganos han invadido tu heredad,
han profanado tu santo Templo,
han reducido Jerusalén a escombros;
2 han arrojado el cadáver de tus siervos
como alimento a los pájaros del cielo,
el cuerpo de tus fieles a las fieras de la tierra;
3 han derramado su sangre como agua
por toda Jerusalén y nadie los sepulta.
4 Somos la burla de nuestros vecinos,
la mofa, la risa de los que están cerca.
5 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Estarás siempre airado?
¿Estallará como el fuego tu celo?
6 Descarga tu ira sobre los pueblos que te ignoran,
sobre los reinos que no invocan tu nombre.
7 Porque ellos devoraron a Jacob,
convirtieron en ruinas su morada.
8 No esgrimas contra nosotros los pecados de antaño;
que nos llegue pronto tu misericordia
porque estamos exhaustos.
9 Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por la gloria de tu nombre;
líbranos, perdona nuestros pecados
haciendo honor a tu nombre.
10 ¿Por qué han de decir las naciones:
“Dónde está su Dios”?
Que ante nosotros conozcan las naciones
el castigo por la muerte de tus siervos.
11 Que el grito del cautivo llegue a ti,
salva con tu poder la vida a los condenados;
12 pero a los vecinos devuélveles con creces
la ofensa que ellos, mi Dios, te hicieron.
13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tus prados,
te daremos gracias por siempre,
proclamaremos tu alabanza por generaciones.
6 Ese día —oráculo del Señor—
recogeré a las ovejas cojas,
reuniré a las descarriadas
y a las que yo había maltratado.
7 Con las cojas formaré un resto,
con las alejadas una nación poderosa.
Y será el Señor en el monte Sión
su rey ahora y para siempre.
8 En cuanto a ti, torre del rebaño,
colina donde se asienta Jerusalén,
recobrarás el poder de antaño
y la realeza volverá a Jerusalén.
Liberación de Sión
9 Y ahora, ¿a qué vienen esos gritos?
¿Te has quedado sin rey?
¿Ha desaparecido tu consejero
y estás atenazada por el dolor
como mujer en trance de parto?
10 Retuércete de dolor, Jerusalén,
y gime como parturienta, Sión,
porque ahora saldrás de la ciudad
y tendrás que vivir en el campo.
Irás a Babilonia, pero serás liberada;
allí te rescatará el Señor de tus enemigos.
11 Ahora se reúnen contra ti
un sinfín de naciones que dicen:
“Que [Jerusalén] sea profanada
y que nuestros ojos se recreen
contemplando la ruina de Sión”.
12 Pero desconocen los designios del Señor
y no comprenden que los ha reunido
para [trillarlos] como gavillas en la era.
13 ¡Arriba, pues, Jerusalén y tríllalos!
Te armaré con cuernos de hierro,
te daré pezuñas de bronce.
Triturarás a esos pueblos,
consagrarás al Señor su botín
y sus riquezas al dueño de toda la tierra.
La caída de Babilonia
18 Vi después bajar del cielo a otro ángel con inmenso poder. Su resplandor iluminó la tierra, 2 y proclamó con fuerte voz:
— ¡Por fin cayó Babilonia, la poderosa!
Hoy es mansión de demonios,
guarida de espíritus impuros
y de toda clase de aves
inmundas y asquerosas.
3 Porque ella emborrachó
con el vino de su desenfrenada lujuria
a gentes de toda procedencia;
adulteró con los reyes de la tierra,
y a costa de su lujo desmedido
se enriquecieron los traficantes del mundo.
4 Y oí otra voz que decía desde el cielo:
— Sal de ella, pueblo mío,
pues si te haces cómplice de sus pecados,
también te alcanzarán sus castigos.
5 Hasta el cielo se han amontonado sus pecados
y Dios no ha querido ignorar
por más tiempo sus crímenes.
6 Páguenle con su misma moneda,
y aun denle el doble de su merecido:
en la copa de sus desenfrenos
viertan doble amargura.
7 Cuanto se procuró de lujos y placeres,
denle de tormentos y desdichas.
Vean cómo alardea en su interior:
“Ocupo un trono de reina;
no soy viuda y jamás conoceré el dolor.”
8 Pero en un solo día vendrán sobre ella
las calamidades que tiene merecidas
—muerte, luto y hambre—
y quedará abrasada por el fuego.
Poderoso es para ello el Señor Dios que la condenó.
Lamentación ante la ruina
9 Los poderosos de la tierra, los que con ella compartieron lujuria y placeres, prorrumpirán en llantos y gemidos cuando contemplen su humeante hoguera. 10 Estremecidos de horror ante el suplicio, exclamarán desde lejos:
— ¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
Babilonia, la ciudad tan poderosa!
¡Un instante ha bastado
para consumarse tu condena!
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España