Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 105 (104)
Él es el Señor Dios nuestro
105 Alaben al Señor, aclamen su nombre,
proclamen entre los pueblos sus hazañas.
2 Cántenle, toquen para él,
pregonen todas sus maravillas.
3 Enorgullézcanse de su santo nombre,
que se gocen los que buscan al Señor.
4 Recurran al poder del Señor,
busquen siempre su rostro;
5 recuerden las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca,
6 ustedes, estirpe de Abrahán, su siervo,
ustedes, descendencia de Jacob, su elegido.
23 Entonces Israel entró en Egipto,
moró Jacob en el país de Cam.
24 Dios hizo que su pueblo prosperara,
lo hizo más fuerte que sus rivales.
25 Pero cambió los sentimientos de los egipcios
haciendo que odiaran a su pueblo
e intrigaran contra sus siervos.
26 Envió a Moisés, su siervo,
a Aarón a quien él escogió;
45 así respetarían sus leyes
y cumplirían sus mandatos. ¡Aleluya!
4 Moisés replicó:
— No me creerán, ni me escucharán; dirán que no se me ha aparecido el Señor.
2 Entonces el Señor le preguntó:
— ¿Qué tienes en tu mano?
— Una vara, respondió Moisés.
3 El Señor le ordenó:
— Tírala al suelo.
Así lo hizo Moisés, y la vara se convirtió en una serpiente. Trataba Moisés de huir de ella, 4 pero el Señor le dijo:
— Échale mano y agárrala por la cola.
Moisés alargó la mano y agarró a la serpiente que de nuevo volvió a ser una vara en su puño.
5 — De este modo —añadió el Señor— creerán que el Señor, el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se te ha aparecido.
6 Y continuó diciendo el Señor:
— Mete tu mano en el pecho.
Así lo hizo Moisés y, cuando la sacó, estaba cubierta de lepra, blanca como la nieve. 7 Entonces el Señor le dijo:
— Ahora vuelve a meter tu mano en el pecho.
Él la volvió a meter y, cuando la sacó, estaba tan sana como el resto del cuerpo.
8 — Si no te creen ni te hacen caso con el primer prodigio, te creerán con el segundo; 9 pero si no te creen ni te hacen caso con ninguno de estos dos prodigios, toma agua del río, derrámala por el suelo y el agua se convertirá en sangre.
Curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31; Lc 4,38-39)
14 Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama, con fiebre. 15 Jesús le tocó la mano y se le desapareció la fiebre. Y ella se levantó y se puso a atenderlo.
Otras curaciones (Mc 1,32-34; Lc 4,40-41)
16 Al anochecer, presentaron a Jesús muchas personas que estaban poseídas por demonios. Él, con solo una palabra, expulsó a los espíritus malignos y curó a todos los enfermos. 17 De este modo se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: Tomó sobre sí nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España