Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 92 (91)
¡Qué bueno es alabar al Señor!
92 Salmo. Canto para el sábado.
2 Qué bueno es alabar al Señor,
elogiar, oh Altísimo, tu nombre,
3 pregonar tu amor durante el día,
tu fidelidad durante la noche,
4 al son del arpa y la cítara,
con los acordes de la lira.
12 Mis ojos verán caer a mis rivales,
mis oídos se enterarán
de quiénes son los que me atacan.
13 El justo florecerá cual palmera,
crecerá como un cedro del Líbano;
14 plantado en la casa del Señor,
brotará en los atrios de nuestro Dios.
15 Aún en la vejez darán su fruto,
se mantendrán fecundos y frondosos,
26 Salomón también reunió carros y caballos: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos que guardaba en las ciudades con establos y junto al propio rey en Jerusalén.
27 El rey hizo que en Jerusalén hubiera tanta plata como piedras y tantos cedros como higueras silvestres en la llanura. 28 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Quevé, donde los compraban los proveedores del rey. 29 El carro importado de Egipto valía seiscientos siclos de plata y el caballo, ciento cincuenta, exactamente igual que los exportados a los reinos hititas y arameos por los mismos proveedores.
Ocaso y fin del reinado de Salomón (11,1-43)
La idolatría de Salomón
11 Además de la hija del faraón, el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas, 2 mujeres de las naciones acerca de las cuales el Señor había prevenido a los israelitas: “No se unan a ellas ni ellas a ustedes, porque seguramente desviarán su corazón tras sus dioses”. Pero Salomón, con sus amores, se unió a ellas 3 y tuvo setecientas esposas de sangre real y trescientas concubinas, que desviaron su corazón. 4 Cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses y ya no perteneció íntegramente al Señor, como el corazón de su padre David. 5 Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Milcón, abominable ídolo de los amonitas. 6 Ofendió con su conducta al Señor y no siguió fielmente al Señor, como lo había seguido su padre David. 7 Entonces construyó en el monte que hay frente a Jerusalén un santuario a Quemós, abominable ídolo de Moab, y otro a Milcón, abominable ídolo de los amonitas. 8 Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.
4 Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más valioso que el de Caín; por ella fue proclamado justo al dar Dios testimonio a favor de sus ofrendas. Y por su fe, aunque muerto, sigue hablando todavía.
5 Por la fe Enoc fue trasladado, sin pasar por la muerte, y no pudo ser encontrado porque Dios lo trasladó. Pero la Escritura atestigua que antes de ser trasladado agradó a Dios; 6 ahora bien, sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a quienes lo buscan.
7 Por la fe Noé tomó en serio la advertencia sobre algo que aún no se veía, y construyó un arca para salvar a su familia. Por su fe puso en evidencia al mundo y logró heredar la salvación que se obtiene por medio de la fe.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España