Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 78 (77)
Contaremos las proezas del Señor
78 Salmo de Asaf.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
atiendan a las palabras de mi boca.
2 Con sentencias sabias hablaré,
proclamaré enigmas de antaño.
3 Lo que nosotros oímos y sabemos,
lo que nuestros padres nos contaron,
4 no lo ocultaremos a sus hijos;
a la nueva generación le contaremos
las proezas del Señor y su poder,
las maravillas que él hizo.
52 Como a un rebaño sacó a su pueblo,
por el desierto lo condujo como a ovejas;
53 en sosiego los guiaba y no temían,
pero a sus enemigos los cubría el mar.
54 Y los llevó hasta su tierra sagrada,
al monte que su mano conquistó.
55 Ante ellos expulsó naciones,
repartió en lotes su heredad
y en sus tiendas alojó a las tribus de Israel.
56 Pero ellos lo pusieron a prueba,
se rebelaron contra el Dios Altísimo,
no respetaron sus mandamientos.
57 Lo abandonaron, lo traicionaron como sus padres,
se desviaron como un arco mal tensado.
58 Lo enfurecieron con sus altares,
con sus ídolos le dieron celos.
59 Dios lo oyó y se llenó de furia,
detestó intensamente a Israel.
60 Abandonó su morada en Siló,
la Tienda que tenía en medio de ellos.
61 Al cautiverio entregó su poder,
a manos del enemigo su gloria;
62 abandonó su pueblo a la espada,
se enfureció contra su heredad;
63 a sus jóvenes consumió el fuego,
no hubo cantos de boda para sus doncellas;
64 sus sacerdotes murieron a espada,
sus viudas no los lloraron.
65 Pero el Señor despertó como quien duerme,
cual guerrero aturdido por el vino,
66 y atacó a sus enemigos por la espalda,
los cubrió de una vergüenza eterna.
67 Rechazó a la casa de José,
no eligió a la tribu de Efraín;
68 eligió a la tribu de Judá,
al monte Sión que él ama.
69 Erigió su santuario como el cielo,
como la tierra que asentó para siempre.
70 Eligió a David su siervo,
del redil de las ovejas lo tomó;
71 lo sacó de detrás de las corderas
para pastorear a Jacob, su pueblo,
y a Israel su heredad.
72 Y los pastoreó con corazón íntegro,
los condujo con mano diestra.
27 Algunos, sin embargo, salieron a recogerlo el séptimo día, pero no encontraron nada. 28 Entonces Moisés les dijo por encargo del Señor:
— ¿Hasta cuándo van a seguir desobedeciendo los mandatos y las leyes del Señor? 29 Piensen que si el Señor les ha dado el sábado, el sexto día les proporciona también alimento para dos días. Así que nadie salga de su tienda el séptimo día, sino que permanezca cada uno en su lugar.
30 Así pues, el séptimo día, el pueblo descansó.
31 Los israelitas llamaron a este alimento maná. Era blanco, semejante a la semilla del cilantro, y sabía a torta de miel.
32 Después dijo Moisés:
— Esto es lo que ha mandado el Señor: “Llenen de maná un recipiente de dos litros, y consérvenlo para que las generaciones venideras puedan ver el pan con que los alimenté en el desierto, cuando los saqué de Egipto”.
33 Moisés dijo a Aarón:
— Toma una vasija, echa en ella una ración de maná y deposítala ante el Señor, como muestra para las generaciones venideras.
34 Y Aarón, obrando conforme al mandato del Señor a Moisés, depositó la ración de maná ante el Arca del testimonio, para que se conservase.
35 Los israelitas comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierras de cultivo, es decir, hasta que cruzaron la frontera de la tierra de Canaán.
36 Una ración equivalía a poco más de dos litros.
Asamblea de Jerusalén (15,1-35)
Conflicto en Antioquía de Siria
15 Por aquel entonces llegaron algunos de Judea que trataban de imponer a los hermanos esta enseñanza:
— Si no se circuncidan conforme a la prescripción de Moisés, no podrán salvarse.
2 Esto originó graves conflictos y discusiones al oponérseles Pablo y Bernabé. Se decidió entonces que Pablo, Bernabé y algunos otros fueran a Jerusalén para consultar con los apóstoles y demás dirigentes acerca de este asunto.
3 Provistos, pues, de lo necesario por la iglesia de Antioquía, atravesaron Fenicia y Samaría, refiriendo cómo también los no judíos se convertían, noticia esta que causó gran alegría a todos los hermanos. 4 Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y demás dirigentes, a quienes comunicaron todo lo que el Señor había hecho por medio de ellos. 5 Pero algunos miembros del partido fariseo que habían abrazado la fe intervinieron para decir:
— A los no judíos debe imponerse como obligatoria la circuncisión, así como la observancia de la ley de Moisés.
Declaración del Concilio
22 Entonces los apóstoles y los demás dirigentes, con la aprobación de toda la Iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a dos hombres de prestigio entre los hermanos: Judas Barsabá y Silas, 23 a quienes encomendaron entregar esta carta:
“Los apóstoles y los demás hermanos dirigentes envían saludos a sus hermanos no judíos de Antioquía, Siria y Cilicia. 24 Hemos tenido conocimiento de que algunos de aquí, sin autorización por nuestra parte, los han inquietado a ustedes y los han preocupado con sus enseñanzas. 25 Por tal motivo hemos resuelto por unanimidad escoger unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, 26 quienes se han dedicado por entero a la causa de nuestro Señor Jesucristo. 27 Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, que les trasmitirán de viva voz lo que les decimos en esta carta. 28 Es decisión del Espíritu Santo, y también nuestra, no imponerles otras obligaciones, aparte de estas que juzgamos imprescindibles: 29 abstenerse de lo que haya sido sacrificado a los ídolos, no comer carne de animales ahogados, no alimentarse de sangre, y no cometer ninguna clase de inmoralidad sexual. Ustedes harán bien en prescindir de todo esto. Queden con Dios”.
Los delegados informan a la iglesia de Antioquía
30 Los delegados se pusieron en camino y llegaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la misiva. 31 La lectura de su contenido proporcionó a todos gran alegría y consuelo. 32 Judas y Silas, que poseían el don de profecía, conversaron largamente con los hermanos con el fin de animarlos y fortalecerlos espiritualmente. 33 Después de pasar con ellos algún tiempo, fueron despedidos con mucho afecto por los hermanos y regresaron al punto de partida. 35 En cuanto a Pablo y Bernabé, permanecieron en Antioquía, enseñando y proclamando, junto con otros muchos, el mensaje del Señor.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España