Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 87
Privilegios del ciudadano de Sión
Salmo de los hijos de Coré. Cántico.
87 En los montes santos están Sus cimientos(A).
2 El Señor ama las puertas de Sión(B)
Más que todas las otras moradas de Jacob.
3 Cosas gloriosas se dicen de ti(C),
Oh ciudad de Dios(D): (Selah)
4 «Mencionaré a Egipto[a](E) y a Babilonia entre los que me conocen;
A Filistea y Tiro(F) con Etiopía(G). De sus moradores se dirá:
“Este nació allí”».
5 Pero de Sión se dirá: «Este y aquel nacieron en ella»;
Y el Altísimo mismo la establecerá(H).
6 El Señor contará al inscribir los pueblos(I):
«Este nació allí». (Selah)
7 Entonces tanto los cantores(J) como los flautistas(K), dirán:
«En ti están todas mis fuentes de gozo(L)».
Eliseo y Naamán
5 Naamán, capitán del ejército del rey de Aram(A), era un gran hombre delante de su señor y tenido en alta estima, porque por medio de él el Señor había dado la victoria[a] a Aram. También el hombre era un guerrero valiente, pero leproso. 2 Los arameos, que habían salido en bandas(B), habían tomado cautiva a una muchacha muy joven de la tierra de Israel, y ella estaba al servicio de la mujer de Naamán. 3 Y ella dijo a su señora: «¡Ah, si mi señor estuviera con el[b] profeta que está en Samaria! Él entonces lo curaría de su lepra».
4 Entonces Naamán fue y habló a su señor el rey diciéndole: «Esto y esto ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel». 5 Y el rey de Aram le dijo: «Ve ahora[c](C), y enviaré una carta al rey de Israel». Y él fue y llevó consigo 340 kilos de plata y 6,000 siclos (68.4 kilos) de oro y diez mudas de ropa(D). 6 También llevó al rey de Israel la carta que decía: «Y cuando llegue a ti esta carta, comprenderás que te he enviado a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».
7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos(E), y dijo: «¿Acaso soy yo Dios, para dar muerte y para dar vida(F), para que este me mande a decir que cure a un hombre de su lepra? Consideren ahora esto y vean cómo busca pleito conmigo[d](G)».
8 Al oír Eliseo, el hombre de Dios(H), que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió aviso al rey diciéndole: «¿Por qué ha rasgado sus vestidos? Que venga él a mí ahora, y sabrá que hay profeta en Israel». 9 Vino, pues, Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a la entrada de la casa de Eliseo. 10 Y Eliseo le envió un mensajero, diciendo: «Ve y lávate(I) en el Jordán siete veces, y tu carne se te restaurará y quedarás limpio».
11 Pero Naamán se enojó, y se fue diciendo: «Yo pensé[e]: “Seguramente él vendrá a mí, y se detendrá e invocará el nombre del Señor su Dios, moverá su mano sobre la parte enferma y curará la lepra[f]”. 12 ¿No son el Abaná[g] y el Farfar, ríos de Damasco, mejores que todas las aguas de Israel? ¿No pudiera yo lavarme en ellos y ser limpio?». Y dio la vuelta, y se fue enfurecido(J). 13 Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron(K): «Padre mío, si el profeta le hubiera dicho que hiciera alguna gran cosa, ¿no la hubiera hecho? ¡Cuánto más cuando le dice a usted: “Lávese, y quedará limpio(L)”!». 14 Entonces él bajó y se sumergió siete veces en el Jordán conforme a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño(M), y quedó limpio(N).
El problema de los judaizantes
15 Algunos que llegaron de Judea enseñaban a los hermanos(A): «Si no se circuncidan(B) conforme al rito de Moisés(C), no pueden ser salvos(D)». 2 Como Pablo y Bernabé tuvieran gran[a] disensión y debate(E) con ellos, los hermanos determinaron[b] que Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén(F) a los apóstoles y a los ancianos(G) para tratar esta cuestión.
3 Así que, siendo enviados por la iglesia(H), pasaron por Fenicia(I) y Samaria, relatando detalladamente la conversión de los gentiles(J), y causaban gran gozo a todos los hermanos(K). 4 Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos(L), e informaron de todo lo que Dios había hecho con ellos(M). 5 Pero algunos de la secta(N) de los fariseos(O) que habían creído se levantaron diciendo: «Es necesario circuncidarlos(P) y mandarles que guarden la ley de Moisés».
El concilio de Jerusalén
6 Entonces los apóstoles y los ancianos(Q) se reunieron para considerar[c] este asunto[d]. 7 Después de mucho debate(R), Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos[e], ustedes saben que en los primeros días[f] Dios escogió de entre ustedes que por mi boca los gentiles oyeran la palabra del evangelio(S) y creyeran(T). 8 Dios, que conoce el corazón(U), les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, al igual que a nosotros(V); 9 y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos(W), purificando por la fe sus corazones(X).
10 »Ahora pues, ¿por qué tientan a Dios(Y) poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar(Z)? 11 Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesús(AA), de la misma manera que ellos también lo son».
12 Toda la multitud hizo silencio, y escuchaban a Bernabé y a Pablo, que relataban las señales[g] y prodigios(AB) que Dios había hecho entre los gentiles por medio de ellos(AC). 13 Cuando terminaron de hablar, Jacobo[h](AD) tomó la palabra y dijo: «Escúchenme, hermanos. 14 Simón[i](AE) ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien[j] tomar de entre los gentiles un pueblo para Su nombre. 15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas(AF), tal como está escrito:
16 “(AG)Después de esto volveré(AH),
Y reedificaré el tabernáculo[k] de David que ha caído.
Y reedificaré sus ruinas,
Y lo levantaré de nuevo,
17 Para que el resto de los hombres busque al Señor(AI),
Y todos los gentiles[l] que son llamados por Mi nombre[m](AJ)”,
18 Dice el Señor(AK), que hace saber todo esto[n] desde tiempos antiguos(AL).
19 »Por tanto, yo opino que no debemos molestar(AM) a los que de entre los gentiles se convierten a Dios, 20 sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas[o] por los ídolos(AN), de fornicación, de lo estrangulado y de sangre(AO). 21 Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los días de reposo es leído(AP) en las sinagogas».
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