Revised Common Lectionary (Complementary)
Cántico de los peregrinos.
126 Cuando el Señor hizo volver a Sion a los cautivos, ¡fue como un sueño! 2 ¡Cómo reímos y cantamos de júbilo! y las demás naciones decían: «¡El Señor ha hecho grandes cosas por ellos!».
3 Sí, el Señor ha hecho cosas maravillosas por nosotros, ¡qué alegría! 4 Haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos al desierto. 5 Los que siembran con lágrimas cosecharán con alegría. 6 Plantarán llorando sus semillas, y regresarán cantando, trayendo su cosecha.
Mensaje de Semaías
24 «Y díganle esto a Semaías, el nejelamita (que significa “soñador”): 25 El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Le has escrito una carta a Sofonías, hijo de Maseías, el sacerdote, y has enviado copias a todos los demás sacerdotes y a todos los habitantes de Jerusalén. 26 Y en esta carta le decías a Sofonías: “El Señor te ha nombrado para reemplazar a Joyadá como sacerdote en Jerusalén. Y en tu responsabilidad está arrestar a cualquier loco que diga ser profeta, y ponerlo en el cepo. 27 ¿Por qué no has hecho algo respecto a Jeremías, ese falso profeta de Anatot? 28 Porque él nos ha escrito a los que estamos en Babilonia diciendo que nuestro cautiverio será largo, y que deberíamos construir casa permanente y planear quedarnos muchos años y sembrar árboles frutales, pues estaremos aquí para comer su fruto por mucho tiempo”».
29 Sofonías le llevó la carta a Jeremías y se la leyó. 30 Entonces el Señor le dio este mensaje a Jeremías:
31 Envía una carta abierta a todos los desterrados en Babilonia y diles esto: El Señor dice que por haberles «profetizado» Semaías de Nejelán sin que yo lo enviara, y por haberlos inducido a creer sus mentiras, 32 yo lo castigaré a él y a su familia. Ninguno de sus descendientes vivirá para poder ver el bien que tengo reservado para mi pueblo, porque él les ha inducido a ustedes a rebelarse contra el Señor.
Jesús sana a un ciego en Betsaida
22 Llegaron luego a Betsaida; le llevaron a un ciego y le rogaron que lo tocara. 23 Jesús tomó al ciego de la mano y lo sacó del pueblo. Una vez fuera, le mojó los ojos con saliva y le puso las manos encima.
―¿Ves algo ahora? —le preguntó.
24 El hombre miró a su alrededor.
―¡Sí! —dijo—. Veo gente y parecen como árboles que caminan.
25 Jesús le colocó de nuevo las manos sobre los ojos, y el hombre miró fijamente y pudo ver todo con claridad.
26 Jesús le ordenó que regresara con su familia.
―No entres en el pueblo —le dijo.
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