Revised Common Lectionary (Complementary)
Moisés exhorta a la obediencia
4 »Ahora, pues, Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová, el Dios de vuestros padres, os da. 2 No añadiréis a la palabra que yo os mando ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová, vuestro Dios, que yo os ordeno.
6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta.” 7 Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová, nuestro Dios, en todo cuanto le pedimos? 8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta Ley que yo pongo hoy delante de vosotros? 9 Por tanto, guárdate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos.
Los que habitarán en el monte santo de Dios
Salmo de David
15 Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?,
¿quién morará en tu monte santo?
2 El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
3 el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
4 aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a Jehová;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
5 quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. 18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Hacedores de la palabra
19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, 20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
22 Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, ése es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural; 24 él se considera a sí mismo y se va, y pronto olvida cómo era. 25 Pero el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, pero no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo.
Lo que contamina al hombre(A)
7 Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; 2 estos, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos impuras, esto es, no lavadas, los condenaban, 3 (pues los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si no se lavan muchas veces las manos, no comen. 4 Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que se aferran en guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, de los jarros, de los utensilios de metal y de las camas.) 5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas:
—¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?
6 Respondiendo él, les dijo:
—¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
“Este pueblo de labios me honra,
mas su corazón está lejos de mí,
7 pues en vano me honran,
enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”,
8 porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacéis otras muchas cosas semejantes.
14 Llamando a sí a toda la multitud, les dijo:
—Oídme todos y entended: 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.
21 porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez. 23 Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre.
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