Revised Common Lectionary (Complementary)
Para el director del coro: salmo[a] de David, acerca de cuando Doeg, el edomita, le dijo a Saúl: «David fue a ver a Ahimelec».
52 ¿Por qué te jactas de tus delitos, gran guerrero?
¿No te das cuenta de que la justicia de Dios permanece para siempre?
2 Todo el día conspiras destrucción.
Tu lengua es cortante como una navaja afilada;
eres experto en decir mentiras.
3 Amas el mal más que el bien
y las mentiras más que la verdad. Interludio
4 Te encanta destruir a la gente con tus palabras,
¡mentiroso!
5 Pero Dios te herirá de muerte de una vez por todas;
te sacará de tu casa
y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Interludio
6 Los justos lo verán y se asombrarán;
se reirán y dirán:
7 «Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos
que no ponen su confianza en Dios,
sino que confían en sus riquezas
y se vuelven más y más atrevidos en su maldad».
8 Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de Dios
y siempre confiaré en su amor inagotable.
9 Te alabaré para siempre, oh Dios,
por lo que has hecho.
Confiaré en tu buen nombre
en presencia de tu pueblo fiel.
Comparación entre Egipto y la Asiria derrotada
31 El 21 de junio,[a] durante el año once de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, dale este mensaje al faraón, rey de Egipto, y a todas sus multitudes:
»“¿Con quién compararás tu grandeza?
3 Eres como la poderosa Asiria,
que alguna vez fue como un cedro del Líbano,
con hermosas ramas que daban una intensa sombra al bosque
y su copa llegaba hasta las nubes.
4 Los manantiales profundos lo regaban
y lo ayudaban a crecer alto y frondoso.
El agua corría a su alrededor como un río
y fluía hacia todos los árboles cercanos.
5 Este gran árbol se elevaba
muy por encima de los demás árboles que lo rodeaban.
Creció y desarrolló ramas gruesas y largas
por el agua abundante que recibían sus raíces.
6 Las aves anidaban en sus ramas
y bajo su sombra parían los animales salvajes.
Todas las grandes naciones del mundo
vivían bajo su sombra.
7 Era fuerte y hermoso,
con ramas que se extendían ampliamente
porque sus raíces llegaban a lo profundo,
donde había agua en abundancia.
8 Ningún otro cedro del jardín de Dios
podía hacerle competencia.
Ningún ciprés tenía ramas como las suyas;
ningún plátano oriental tenía ramas comparables.
Ningún árbol del jardín de Dios
tenía una belleza parecida.
9 Como hice tan hermoso este árbol
y le di un follaje tan magnífico,
era la envidia de los demás árboles del Edén,
el jardín de Dios.
10 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: como Egipto se volvió[b] vanidoso y arrogante, y porque se puso tan por encima de los demás que su copa llegaba a las nubes, 11 lo entregaré en manos de una nación poderosa para que lo destruya como merece su perversidad. Ya lo he desechado. 12 Un ejército extranjero—el terror de las naciones—lo taló y lo dejó tendido en el suelo. Sus ramas quedaron esparcidas por las montañas, los valles y los barrancos de la tierra. Todos los que vivían bajo su sombra se fueron y lo dejaron allí tirado.
Último consejo de Pablo
11 Fíjense que uso letras grandes para escribirles de mi propio puño y letra estas últimas palabras.
12 Los que tratan de obligarlos a circuncidarse lo hacen para quedar bien con otros. No quieren ser perseguidos por enseñar que solo la cruz de Cristo salva. 13 Ni siquiera los que luchan a favor de la circuncisión cumplen toda la ley. Solo quieren que ustedes se circunciden para poder jactarse de ello y decir a todos que ustedes son sus discípulos.
14 En cuanto a mí, que nunca me jacte de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Debido a esa cruz,[a] mi interés por este mundo fue crucificado y el interés del mundo por mí también ha muerto. 15 No importa si fuimos o no circuncidados. Lo que importa es que hayamos sido transformados en una creación nueva. 16 Que la paz y la misericordia de Dios sean con todos los que viven según ese principio; ellos son el nuevo pueblo de Dios.[b]
17 De ahora en adelante, que nadie me cause problemas con esas cosas. Pues yo llevo, en mi cuerpo, cicatrices que muestran que pertenezco a Jesús.
18 Amados hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de cada uno de ustedes. Amén.
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