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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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Deuteronomio 7-9

Israel, un pueblo consagrado (Ex 34,10-17)

El Señor tu Dios te va a introducir en la tierra de la que vas a tomar posesión, y va a expulsar delante de ti a pueblos más grandes que tú: hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, siete pueblos más numerosos y fuertes que tú. Cuando el Señor tu Dios te los haya entregado y tú los hayas derrotado, los consagrarás sin remisión al exterminio. No harás alianza con ellos, ni tendrás compasión de ellos. Tampoco establecerás vínculos de parentesco con esos pueblos permitiendo que los hijos e hijas de ustedes se casen con los de ellos, porque harán que sus hijos se aparten de mí y adoren a otros dioses; y entonces la ira del Señor se encenderá contra ustedes y no tardarán en ser aniquilados. Lo que tienen que hacer es derribar sus altares, hacer pedazos sus piedras votivas, talar sus árboles sagrados y quemar sus ídolos. Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios, y a ti te ha elegido el Señor tu Dios, entre todos los pueblos de la tierra, para que seas el pueblo de su propiedad.

Privilegios y obligaciones de Israel

Si el Señor se agradó de ustedes y los eligió no fue por ser ustedes el pueblo más numeroso de todos —porque son el más insignificante—, sino por el amor que les tiene y para mantener el juramento que había hecho con sus antepasados. Por eso los rescató del poder del faraón, rey de Egipto, y los liberó de la esclavitud con grandes manifestaciones de poder.

Reconoce, entonces, que el Señor tu Dios es realmente Dios. Él es Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones mantiene su alianza y tiene misericordia de aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos, 10 pero que castiga y hace perecer a aquellos que lo aborrecen. No tarda en darles su merecido. 11 Cumple, pues, los estatutos, normas y preceptos que hoy te prescribo.

Bendiciones a los que obedecen (Lv 26,3-13; Dt 28,1-14)

12 Si ustedes prestan atención a estas normas, las cumplen y las ponen en práctica, entonces el Señor tu Dios mantendrá la alianza y la fidelidad que prometió a tus antepasados. 13 Te amará, te bendecirá y te multiplicará. Bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu tierra —tu trigo, tu vino y tu aceite— y las crías de tus vacas y tus ovejas, en la tierra que te dará como juró a tus antepasados. 14 Serás bendito, más que cualquier otro pueblo; no habrá entre tu gente ni entre tus ganados macho o hembra estéril. 15 El Señor mantendrá alejada de ti toda enfermedad; no te hará sufrir las funestas plagas que tú ya conociste en Egipto. Las tendrá reservadas, en cambio, para los que te aborrezcan. 16 Tú deberás aniquilar a todos los pueblos que el Señor tu Dios entregue en tus manos. No te apiades de ellos, ni rindas culto a sus dioses, porque eso sería tu perdición.

17 Es posible que te preguntes: “¿Cómo voy a expulsar a esos pueblos siendo ellos más numerosos que yo?”. 18 ¡No les tengas miedo! Tú recuerda lo que hizo el Señor tu Dios con el faraón y con todos los egipcios. 19 Acuérdate de las terribles pruebas que viste con tus propios ojos, los milagros y prodigios, y el gran poder y destreza sin igual con las que el Señor tu Dios te sacó de allí. Lo mismo hará el Señor tu Dios con todos los pueblos a quienes ahora temes. 20 Y los que escapen y huyan a esconderse, el Señor tu Dios hará que también perezcan a causa del pánico. 21 No les tengas miedo, porque está contigo el Señor tu Dios, Dios grande y terrible. 22 Poco a poco el Señor tu Dios irá expulsando a los pueblos que encuentres a tu paso. No deberás aniquilarlos de un golpe, no sea que las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo. 23 Pero el Señor tu Dios te los entregará y hará que el pánico cunda entre ellos hasta destruirlos. 24 Entregará a sus reyes en tu poder, y tú harás que nadie los recuerda nunca más. Ante tu ataque, nadie podrá ofrecer resistencia. 25 Quemarás las imágenes de sus dioses, pero no intentarás quedarte con el oro o la plata que las recubre; eso sería tu perdición, pues es algo abominable para el Señor tu Dios. 26 No metas en tu casa nada de lo que el Señor detesta, para que no seas tú también consagrado al exterminio lo mismo que aquello. Aborrece todo eso y detéstalo, porque está consagrado al exterminio.

La educación de Israel en el desierto

Cumplan cuidadosamente todos los estatutos que hoy les prescribo, para que vivan y lleguen a ser un pueblo numeroso y entren a tomar posesión de la tierra que el Señor les prometió según juró a sus antepasados. Acuérdate del camino que durante cuarenta años el Señor tu Dios te hizo recorrer por el desierto para afligirte y ponerte a prueba, con el fin de conocer las inclinaciones de tu corazón y ver si cumplirías sus mandamientos. Te afligió y te hizo pasar hambre, y después te alimentó con el maná —comida que ni tú ni tus antepasados conocían—, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. Durante esos cuarenta años no se desgastó la ropa que llevabas puesta, ni se te hincharon los pies. Reconoce, entonces, en tu corazón, que el Señor tu Dios te corrige del mismo modo que un padre corrige a su hijo. Cumple los mandamientos del Señor tu Dios, siguiendo sus caminos y respetándole.

Las tentaciones de los israelitas en la tierra prometida

Cuando el Señor tu Dios te introduzca en esa tierra fértil, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales que brotan de vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de viñedos, higueras y granados, olivares y de miel; tierra en la que no escaseará el pan y donde nada te faltará; tierra donde las rocas son de hierro y de sus montes extraerás cobre; 10 entonces, comerás hasta saciarte y bendecirás al Señor tu Dios por la fabulosa tierra que te habrá dado.

11 Pero, ten mucho cuidado, no sea que te olvides del Señor tu Dios y dejes de cumplir los estatutos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy. 12 No suceda que cuando hayas comido hasta saciarte, cuando hayas construido confortables casas en que habitar, 13 cuando se multipliquen tus vacas y ovejas, y tu oro y plata sean abundantes y se acrecienten todas tus riquezas, 14 te envanezcas y te olvides del Señor tu Dios, que te liberó de la esclavitud de Egipto; 15 que te hizo caminar por aquel desierto inmenso y espantoso habitado por serpientes venenosas y escorpiones; que en esa tierra reseca y sedienta hizo brotar de la dura roca agua para ti; 16 que te alimentó en el desierto con el maná, un alimento que no conocieron tus antepasados. El Señor te afligió y te probó, para al final hacerte dichoso.

17 Que no se te ocurra pensar: “He alcanzado esta prosperidad gracias a mi esfuerzo y mis propios medios”. 18 Recuerda que ha sido el Señor tu Dios quien te ha dado las fuerzas para obtener esa prosperidad; así ha confirmado hoy la alianza que juró a tus antepasados.

19 Pero si llegas a olvidarte del Señor tu Dios y sigues a otros dioses, rindiéndoles culto y adorándolos, ten por seguro, desde ahora, que perecerán irremisiblemente. 20 De la misma manera que el Señor va a ir destruyendo a las naciones que encuentren a su paso, así perecerán también ustedes por haber desobedecido al Señor su Dios.

La victoria es del Señor

Escucha, Israel: Ha llegado el momento de cruzar el Jordán e ir a la conquista de naciones más numerosas y fuertes que tú, ciudades inmensas y fortificadas, que casi tocan el cielo; sus habitantes son fuertes y de gran estatura, como los descendientes de los anaquitas, a los cuales ya conoces y de los que has oído decir: “¿Quién es capaz de hacer frente a los anaquitas?”. Pero entiende hoy que es el Señor tu Dios el que avanzará delante de ti como fuego devorador, y los derrotará y destruirá ante tu presencia. Tú los expulsarás y los aniquilarás rápidamente, tal como te ha dicho el Señor.

Y cuando el Señor tu Dios los haya expulsado ante tus ojos, no vayas a pensar: “El Señor me ha permitido tomar posesión de esta tierra porque soy justo”. Si el Señor los expulsó delante de ti, es porque ellos son culpables. Si vas a tomar posesión de esta tierra no es por tus méritos ni porque seas mejor, sino que el Señor los expulsará delante de ti a causa de la propia maldad de ellos y para cumplir la alianza que juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. No te quepa duda de que, si el Señor te da esta fértil tierra, no es por tus méritos ni porque seas mejor, pues tú también eres un pueblo terco.

La rebelión de Israel en Horeb (Ex 31,18—32,35)

Recuerda esto y nunca olvides cómo encendiste la ira del Señor tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste de Egipto hasta que llegaste a este lugar no han dejado de rebelarse contra el Señor. Hasta tal punto irritaron al Señor en Horeb y tanto se enojó contra ustedes, que a punto estuvo de destruirlos. Cuando subí al monte Horeb para recibir las losas de piedra, las losas de la alianza que el Señor sellaba con ustedes, yo permanecí arriba, en el monte, cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber. 10 Allí el Señor me dio dos losas de piedra en las que él mismo había escrito con su dedo todas las palabras que les dijo en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea. 11 Pasados aquellos cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las dos losas de piedra, las losas de la alianza, 12 y me dijo: Desciende en seguida del monte, porque tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha pervertido; muy pronto se ha apartado del camino que yo les había indicado, y se ha fabricado un ídolo de metal fundido. 13 Y añadió el Señor: Me estoy dando cuenta de que este pueblo es muy terco; 14 déjame que los aniquile hasta que nadie los recuerde nunca más. Después haré que tú des origen a una nación más numerosa y fuerte que la de ellos. 15 Yo me volví y descendí de la montaña, que ardía envuelta en llamas, llevando en mis manos las dos losas de la alianza. 16 Y cuando vi que, efectivamente, ustedes habían pecado contra el Señor su Dios al fabricarse un becerro de metal, y se habían apartado muy pronto del camino que el Señor les había indicado, 17 tomé las dos losas que traía en mis manos y las arrojé delante de ustedes haciéndolas añicos. 18 Luego me postré ante el Señor, como ya hiciera antes, y durante cuarenta días y cuarenta noches estuve sin comer ni beber, por causa del gran pecado que habían cometido haciendo lo que el Señor reprueba y provocando así su ira. 19 Tenía miedo del enojo y de la ira con que el Señor se enfureció contra ustedes hasta el punto de querer aniquilarlos. Pero el Señor me escuchó una vez más.

20 Tan airado estaba el Señor con Aarón que incluso a él quiso aniquilarlo, pero también en esa ocasión intervine en su favor.

21 Después, agarré el objeto de su pecado, el becerro que se habían fabricado, y lo eché al fuego y, una vez desmenuzado y convertido en ceniza, lo tiré al torrente que baja de la montaña.

22 En Taberá, en Masá y en Quibrot Hatavá ustedes provocaron también la ira del Señor. 23 Y cuando el Señor los envió desde Cadés Barnea con esta orden: “Vayan y tomen posesión de la tierra que les he dado”, se rebelaron contra esa orden y no confiaron en él ni le obedecieron. 24 ¡Desde que yo los conozco, ustedes han sido rebeldes al Señor!

25 Como el Señor amenazaba con aniquilaros, me postré ante él y así estuve cuarenta días y cuarenta noches. 26 Entonces intercedí ante el Señor diciendo: Señor mi Dios, no aniquiles a tu heredad, a tu propio pueblo que con tu grandeza liberaste y sacaste de Egipto con gran poder. 27 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob. No tengas en cuenta la terquedad de este pueblo, su maldad ni su pecado, 28 no sea que allí, en el país de donde nos sacaste, digan: “El Señor fue incapaz de hacerlos entrar en la tierra que les había prometido, o los sacó por odio para hacerlos perecer en el desierto”. 29 Son tu pueblo y tu propia heredad, los que tú sacaste de Egipto con gran poder y destreza sin igual.

Marcos 11:19-33

19 Al llegar la noche, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.

La higuera maldecida aparece sin fruto (Mt 21,20-22)

20 Cuando a la mañana siguiente pasaron junto a la higuera, vieron que se había secado hasta la raíz. 21 Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús:

— Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.

22 Jesús le contestó:

— Tengan fe en Dios. 23 Les aseguro que si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá. 24 Por eso les digo que obtendran todo lo que pidan en oración, si tienen fe en que van a recibirlo. 25 Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenselo, para que también el Padre que está en los cielos les perdone el mal que ustedes hacen. 26 [Pero, si ustedes no perdonan, tampoco el Padre les perdonará el mal que ustedes hacen].

Cuestionan la autoridad de Jesús (Mt 21,23-27; Lc 20,1-8)

27 Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, 28 y le preguntaron:

— ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo?

29 Jesús les contestó:

— Yo también voy a preguntarles una cosa. Respóndanme y les diré con qué derecho hago todo esto. 30 ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: de Dios o de los hombres? ¡Respóndanme!

31 Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si contestamos que lo recibió de Dios, él dirá: ‘¿Por qué, pues, no le creyeron?’ 32 Pero ¿cómo vamos a decir que lo recibió de los hombres?”. Y es que temían la reacción del pueblo, porque todos tenían a Juan por profeta. 33 Así que respondieron:

— No lo sabemos.

Entonces Jesús les replicó:

— Pues tampoco yo les diré con qué derecho hago todo esto.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España