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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
2 Samuel 14

14 Joab, hijo de Seruyá, se dio cuenta de que el rey echaba de menos a Absalón. Entonces mandó que le trajeran de Tecoa una mujer astuta que vivía allí. Joab le dijo:

— Finge que estás de luto, ponte ropa de luto y no te eches perfume, para que parezcas una mujer que desde hace tiempo guarda luto por un difunto. Preséntate al rey y dile lo que te voy a decir.

Y Joab sugirió a la mujer lo que tenía que decir.

La mujer de Tecoa se presentó ante el rey, inclinó su rostro e hizo una reverencia. Luego le dijo:

— Socórreme, majestad.

El rey le preguntó:

— ¿Qué te pasa?

Ella respondió:

— Que soy una mujer viuda, pues mi marido murió. Tu servidora tenía dos hijos: tuvieron una pelea en el campo y, sin nadie que los separara, uno golpeó al otro y lo mató. Y ahora toda la familia se me ha enfrentado, exigiendo que les entregue al fratricida, para darle muerte, vengar a su hermano asesinado y acabar también con el único heredero. Así apagarán el rescoldo que me queda y dejarán a mi marido sin apellido ni descendencia sobre la tierra.

El rey le dijo a la mujer:

— Vete a casa, que yo solucionaré tu problema.

La mujer de Tecoa insistió:

— Majestad, yo y mi familia somos los responsables; el rey y su trono no tienen culpa.

10 El rey le dijo:

— Si alguien te dice algo, me lo traes, que no te volverá a molestar.

11 Ella le dijo:

— Su majestad pida a Dios que el defensor de la sangre no aumente las desgracias, acabando con mi hijo.

Él afirmó:

— ¡Vive Dios, que nadie tocará ni un pelo de tu hijo!

12 La mujer insistió:

— Permita su majestad que su servidora añada algo más.

El rey le dijo:

— Habla.

13 La mujer dijo:

— ¿Por qué, entonces, proyectas hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Tus mismas palabras te acusan, majestad, por no dejar volver a tu desterrado. 14 Todos hemos de morir, pues somos como agua derramada en tierra que no puede recogerse. Dios no quiere quitar la vida. Al contrario, desea que el desterrado no siga alejado de él. 15 Si yo he venido a hablar a su majestad de este asunto, ha sido porque la gente me ha asustado y me he dicho: “Voy a hablar con el rey, a ver si quiere hacer lo que su sierva le pide, 16 escuchándola y librándola del hombre que quiere arrancarnos a mí y a mi hijo juntos de la heredad de Dios”. 17 Esta sierva tuya pensó: “Que la palabra del rey, mi señor, nos devuelva la paz, pues el rey, mi señor, es como un enviado de Dios que sabe discernir entre el bien y el mal”. Que el Señor, tu Dios, esté contigo.

18 El rey contestó a la mujer:

— Por favor, responde sinceramente a mi pregunta.

La mujer dijo:

— Habla, majestad.

19 El rey le preguntó:

— ¿No te ha metido Joab en todo este asunto?

La mujer respondió:

— ¡Por tu vida! Su majestad ha acertado plenamente en lo que acaba de decir. Efectivamente ha sido tu siervo Joab quien me ha mandado y el que me ha sugerido todas mis intervenciones. 20 Tu siervo Joab ha actuado así para cambiar la actual situación, pero mi señor tiene la sabiduría de un enviado de Dios y conoce todo lo que sucede en el país.

21 Luego el rey dijo a Joab:

— Bien, he decidido que vayas y traigas al joven Absalón.

22 Joab se inclinó en tierra, hizo una reverencia, bendijo al rey y dijo:

— Ahora sé que cuento con tu favor, majestad, pues me has concedido este deseo.

23 Joab se incorporó, partió hacia Guesur y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey dijo:

— Que se retire a su casa y que no se presente ante mí.

Entonces Absalón se fue a su casa, sin presentarse ante el rey.

Absalón reconciliado con David

25 No había en todo Israel hombre tan alabado por su belleza como Absalón: de pies a cabeza no tenía un solo defecto. 26 Cuando se cortaba el pelo, cosa que hacía de año en año porque le pesaba mucho, el cabello de su cabeza pesaba más de dos kilos en la balanza real. 27 Absalón tuvo tres hijos y una hija, llamada Tamar, que era muy hermosa.

28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin ver al rey. 29 Absalón mandó a llamar a Joab para enviarlo al rey, pero Joab no quiso acudir. Lo volvió a llamar por segunda vez y tampoco quiso. 30 Entonces ordenó a sus criados:

— Mirad, Joab tiene una parcela de tierra junto a la mía que está sembrada de cebada. Id a prenderla fuego.

Los criados de Absalón prendieron fuego a la parcela. 31 Joab fue inmediatamente a casa de Absalón y le preguntó:

— ¿Por qué tus criados han prendido fuego a mi parcela?

32 Y Absalón le respondió:

— Mira, te he mandado llamar para que vinieras y fueras a decirle al rey: “¿Para qué he vuelto de Guesur? ¡Era preferible seguir allí!”. Ahora, quiero ver al rey y, si soy culpable, que me mate.

33 Joab fue a informar al rey. Luego el rey llamó a Absalón y, cuando este llegó ante el rey, le hizo una reverencia postrado en tierra. Entonces el rey abrazó a Absalón.

2 Corintios 7

Tales son, queridos míos, las promesas que tenemos. Purifiquémonos, pues, de todo cuanto contamine el cuerpo o el espíritu y realicemos plenamente nuestra consagración viviendo en el respeto a Dios.

Hacednos un hueco en vuestro corazón. A nadie agraviamos, a nadie arruinamos, a nadie explotamos. Y con esto no pretendo recriminaros, pues ya os he dicho que, en vida o en muerte, os llevo en el corazón. Tengo puesta en vosotros toda mi confianza y es tanto el orgullo que siento por vosotros, que estoy rebosante de ánimo y de alegría a pesar de todas las penalidades.

Alegría de Pablo por la nueva actitud de los corintios

Cuando llegué a Macedonia tampoco pude disfrutar del más mínimo sosiego; las tribulaciones me acosaban por doquier: por fuera los conflictos, por dentro el miedo. Pero Dios, que conforta a los humildes, me reanimó también a mí con la presencia de Tito. Y no fue sólo su presencia, fue sobre todo el conocer cómo le habíais animado y reconfortado. Él me habló de vuestra añoranza por verme, de vuestro arrepentimiento, de vuestra preocupación por mí. Esto me hizo todavía más feliz.

No me pesa haberos causado tristeza con mi carta. Hubo, sí, un momento en que lo sentí, al darme cuenta de que aquella carta os entristeció, aunque sólo fuera por breve tiempo. Pero ahora me alegro, no de haberos entristecido, sino de que esa tristeza haya servido para que cambiéis de actitud. Como fue una tristeza querida por Dios, ningún daño habéis recibido de nosotros. 10 Y es que si la tristeza está en conformidad con la voluntad de Dios, produce un saludable cambio de actitud del que no hay que lamentarse; en cambio, la tristeza producida por el mundo ocasiona la muerte. 11 Fijaos, en efecto, en los frutos que esa tristeza conforme a la voluntad de Dios ha producido en vosotros: ¡Qué forma de preocuparos, de presentar excusas, de sentiros indignados por lo sucedido, y al mismo tiempo, asustados! ¡Qué añoranza por verme, qué interés por resolver el asunto, qué impaciencia por hacer justicia! Habéis demostrado, hasta donde es posible, que no sois culpables de lo sucedido. 12 Si, pues, os escribí aquella carta, no fue tanto por el que causó la ofensa o por el que la recibió, cuanto por brindaros la oportunidad de descubrir, por vosotros mismos y en presencia de Dios, hasta dónde llegaba vuestro interés por mí.

13 Esto es lo que me ha llenado de consuelo. Pero mucho más que mi propio consuelo, lo que me hace rebosar de alegría es ver a Tito íntimamente contento y reconfortado por el trato recibido de todos vosotros. 14 Le dije que estaba orgulloso de vosotros y no me habéis dejado en mal lugar; al contrario, lo mismo que no me privé de deciros toda la verdad, también los elogios que hice a Tito con respecto a vosotros, han resultado verdaderos. 15 Cada vez que recuerda el profundo respeto con que lo acogisteis y la atención que todos le prestasteis, crece más y más el cariño que os tiene. 16 ¡Qué alegría para mí poder contar siempre con vosotros!

Ezequiel 21

El fuego y la espada del Señor contra Judá y Jerusalén

21 El Señor me dirigió la palabra:

— Hijo de hombre, ponte mirando hacia el mediodía, pronuncia tus palabras en dirección sur y profetiza contra el bosque del Négueb. Di al bosque del Négueb: Escucha la palabra del Señor, pues esto dice el Señor Dios: Voy a prenderte fuego, un fuego que devorará todos tus árboles verdes y todos tus árboles secos. Las imponentes llamas no se apagarán, y de norte a sur quedará toda la tierra abrasada. Y todo ser vivo podrá ver que yo, el Señor, lo he encendido y no puede apagarse.

Yo dije:

— ¡Ay, Señor mi Dios! Esos andan diciendo de mí que no hago más que contar parábolas.

Pero el Señor me dirigió estas palabras:

— Hijo de hombre, ponte mirando hacia Jerusalén, pronuncia tus palabras en dirección al santuario y profetiza contra la tierra de Israel. Di a la tierra de Israel: Esto dice el Señor: Voy a sacar mi espada de la vaina y a extirpar de en medio de ti a justos y a malvados. Mi espada va a salir de la vaina para extirpar de en medio de ti a justos y a malvados, a todo ser viviente, de norte a sur. 10 Y todo ser viviente sabrá que yo, el Señor, he sacado mi espada de la vaina y que no volverá a ser enfundada.

11 En cuanto a ti, hijo de hombre, lanza gemidos sujetándote los riñones, lanza amargos gemidos en su presencia. 12 Y si te preguntan por qué lanzas gemidos, les dirás: “Porque llega una noticia ante la cual todos quedarán descorazonados y acobardados, los ánimos se debilitarán y las rodillas flaquearán. Ya está llegando, y se cumplirá”. —Oráculo del Señor Dios—.

La espada del Señor contra Israel y sus príncipes

13 El Señor me dirigió la palabra:

14 — Hijo de hombre, profetiza con estas palabras: Esto dice el Señor Dios:

Espada, espada,
afilada y bruñida:
15 afilada para degollar,
bruñida para destellar.
[¿Vamos a alegrarnos de que el cetro,
mi hijo, desdeñe a todos los árboles?]
16 La hizo bruñir
para ser empuñada;
ella es la espada
afilada y bruñida,
para entregarla después
en manos del asesino.
17 Grita y clama, hijo de hombre,
pues está destinada a mi pueblo,
a todos los príncipes de Israel:
compartirán la espada con mi pueblo.
Por tanto, golpéate el pecho,

18 [pues se ha investigado, ¿y qué si (eso significa que) el cetro desdeñoso no continuará?] —oráculo del Señor Dios—.

19 Pero tú, hijo de hombre,
profetiza y bate palmas:
que golpee la espada hasta tres veces,
pues es una espada para matar.
La enorme espada de la matanza,
ya los tiene acorralados;
20 así flaquearán los corazones
y serán más los que tropiecen.
Contra todas sus puertas dirijo
la espada asesina,
hecha para destellar,
desnuda para degollar.
21 Ataca hacia atrás,
a derecha, a izquierda,
a lo que tengas enfrente.
22 También yo aplaudiré
y mi cólera se saciará.
Yo, el Señor, he hablado.

Ataque de la espada de los caldeos

23 El Señor me dirigió la palabra:

24 — Y tú, hijo de hombre, señala dos caminos por los que tenga que venir la espada del rey de Babilonia. Que los dos partan del mismo país. Pon un indicador en la cabecera de cada camino, que señale la ciudad adonde va. 25 Señalarás uno por el que vaya la espada contra Rabá de los amonitas, y otro contra Judá, contra la fortaleza de Jerusalén. 26 Pues el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, en la cabecera de ambos caminos, para ver qué dicen los presagios. Ha agitado las flechas, ha consultado a los terafim y ha examinado el hígado de la víctima. 27 En su mano derecha ya tiene el vaticinio que indica Jerusalén; ya puede abrir su boca para lanzar el grito de guerra, para ordenar la instalación de arietes junto a las puertas, la construcción de un terraplén y la preparación del asedio. 28 Los de Jerusalén piensan que es un presagio vano, pues se les hizo un juramento; pero él les recuerda su culpa, por la que merecen el cautiverio. 29 Por eso, así dice el Señor Dios: Por haber puesto en evidencia vuestras culpas, haber descubierto vuestra rebeldía convirtiendo en pecado cuanto hacéis y jactándoos de ello, seréis capturados por la fuerza. 30 Respecto a ti, maldito criminal, príncipe de Israel, cuya hora ha llegado coincidiendo con la culpa final, 31 esto dice el Señor Dios: ¡Quítate el turbante real, fuera esa corona! Las cosas no pueden seguir así; lo humillado será exaltado, y lo exaltado humillado. 32 Ruina, ruina y más ruina; a eso lo reduciré. Pero tampoco esto sucederá hasta que llegue aquel a quien le corresponde el juicio, a quien yo se lo tengo asignado.

La espada del Señor contra Amón

33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di:

— Esto dice el Señor Dios contra los amonitas y sus insultos: Espada, espada desenvainada para degollar, bruñida para exterminar, hecha para destellar, 34 para degollar a los malditos criminales cuya hora ha llegado coincidiendo con la culpa final; espada sobre la que se tienen visiones falsas y se presagian mentiras. 35 ¡Vuelve a tu vaina! Pienso juzgarte en el lugar donde fuiste creada, en tu país de origen. 36 Voy a derramar mi ira sobre ti, atizaré contra ti mi ardiente cólera y te entregaré en manos de gente sanguinaria, de expertos destructores. 37 Acabarás devorada por el fuego, tu sangre podrá verse por todo el país, nadie se acordará de ti. Yo, el Señor, he hablado.

Salmos 68

Salmo 68 (67)

Tú saliste delante de tu pueblo

68 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.
Dios se pone en acción,
sus enemigos se dispersan,
sus adversarios huyen de su presencia.
Tú los disipas como se disipa el humo;
como cera que se derrite ante el fuego,
así se desvanecen los malvados ante Dios.
Pero los justos se alegran y regocijan,
se llenan de gozo ante Dios.
Cantad a Dios, alabad su nombre,
glorificad al que cabalga sobre las nubes;
su nombre es el Señor, regocijaos ante él.
Padre de los huérfanos, defensor de las viudas
es Dios en su santa morada.
Dios acoge en su casa a los desamparados
y libra a los cautivos entre cantos de júbilo,
mientras los rebeldes habitan en árido yermo.
Oh Dios, cuando saliste delante de tu pueblo,
cuando marchaste a través del desierto, [ Pausa]
tembló la tierra, se desbordaron los cielos
en presencia de Dios, el del Sinaí,
en presencia de Dios, el Dios de Israel.
10 Tú, oh Dios, derramaste una lluvia generosa,
tú reconfortaste a tu agotada heredad.
11 Tu grey se estableció en la tierra
que preparaste bondadoso para el pobre.
12 Mi Dios ha dado la orden,
un inmenso tropel difunde la noticia.
13 Los reyes de los ejércitos huyen,
la mujer de la casa reparte el botín;
14 mientras vosotros reposáis entre fogones,
se cubren de plata las alas de la paloma
y de un pálido oro su plumaje.
15 Cuando el Todopoderoso dispersó a los reyes,
nevaba en el monte Salmón.
16 Un monte altísimo es el monte Basán,
un monte escarpado es el monte Basán.
17 ¿Por qué, montes escarpados, envidiáis
la montaña que Dios quiso por morada?
El Señor vivirá por siempre en ella.
18 Miles y miles son los carros de Dios,
está mi Señor en medio de ellos,
viene desde el Sinaí al santuario.
19 Subiste a la altura, tomaste cautivos;
recibiste tributos de los seres humanos,
incluso de los mismos rebeldes,
hasta tener, Señor Dios, una morada.
20 Bendito sea mi Señor día tras día,
que Dios nuestro salvador nos sostenga. [ Pausa]
21 Nuestro Dios es un Dios de salvación,
el Señor Dios puede librarnos de la muerte.
22 Sólo Dios rompe la cabeza de sus enemigos,
el cráneo del que camina entre sus crímenes.
23 Mi Señor ha dicho: “Los haré volver de Basán,
los haré volver de las profundidades del mar,
24 para que hundas tus pies en sangre enemiga
y sea lamida por la lengua de tus perros”.
25 Ahí están, oh Dios, tus comitivas,
las comitivas de mi Dios en el santuario:
26 van delante los cantores, los músicos detrás,
en medio las doncellas tocando panderos.
27 En las asambleas alabad a Dios,
al Señor desde el origen de Israel.
28 Allí va el joven Benjamín a la cabeza,
los príncipes de Judá con sus arqueros,
los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
29 Tú, oh Dios, impón tu poder,
el poder con el que nos favoreces.
30 A tu Templo en Jerusalén
los reyes te llevan presentes.
31 Castiga a la bestia del cañaveral,
a la manada de toros,
a los novillos de los pueblos,
a quienes yacen entre lingotes de plata;
dispersa a los pueblos que fomentan la guerra.
32 Y vendrán los magnates desde Egipto,
extenderá Etiopía sus manos hacia Dios.
33 Reinos de la tierra, cantad a Dios,
tañed instrumentos para el Señor [ Pausa]
34 que cabalga sobre el alto y eterno cielo.
Él ha alzado su voz, su voz poderosa.
35 Reconoced el poder de Dios:
su grandeza está sobre Israel,
en los cielos está su fuerza.
36 Magnífico es Dios desde su santuario,
él es el Dios de Israel
que da poder y fuerza al pueblo.
¡Bendito sea Dios!

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España