Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
2 Samuel 12

Denuncia de Natán y castigo de David

12 El Señor envió a Natán a ver a David. Cuando llegó, le dijo:

— En una ciudad vivían dos hombres, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y vacas. Pero el pobre no tenía nada más que una pequeña cordera que había comprado. La había criado y había crecido con él y con sus hijos. Comía de su boca, bebía de su vaso y dormía en su regazo, como una hija. Un día que el rico tuvo una visita, no quiso utilizar ninguna de sus ovejas y vacas para preparárselas a su visitante, sino que tomó la corderilla del pobre y se la preparó al hombre que lo había visitado.

David se enfureció contra aquel hombre y le dijo a Natán:

— ¡Por Dios! ¡El hombre que ha hecho eso merece la muerte! ¡Y tendrá que pagar cuatro veces el precio de la corderilla, por haber actuado así, sin mostrar compasión!

Entonces Natán dijo a David:

— ¡Ese hombre eres tú! Y esto te dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey de Israel y te libré del poder de Saúl. Yo te entregué la casa de tu señor y puse sus mujeres en tus brazos; te entregué las tribus de Israel y de Judá y, por si esto fuera poco, pensaba darte aún mucho más”. ¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que le desagrada? Has asesinado a Urías, el hitita, por medio de la espada amonita, y te has apoderado de su mujer. 10 Pues bien, por haberme despreciado, tomando a la mujer de Urías, el hitita, para convertirla en tu esposa, la espada ya nunca abandonará tu casa. 11 Esto dice el Señor: Yo haré que la desgracia te sobrevenga desde tu propia casa. Tomaré tus mujeres en tu propia cara y se las entregaré a tu prójimo, para que se acueste con ellas en tu cara y a la luz de este sol. 12 Lo que tú hiciste a escondidas yo lo haré delante de todo el pueblo y a plena luz.

13 David dijo a Natán:

— ¡He pecado contra el Señor!

Natán le respondió:

— El Señor ha perdonado tu pecado. No morirás. 14 Pero por haber despreciado totalmente al Señor actuando así, el hijo que has tenido morirá.

15 Natán se fue a su casa.

El Señor hirió al hijo que la mujer de Urías había dado a David y cayó enfermo. 16 David suplicó a Dios por el niño, hizo ayuno y pasaba las noches acostado en el suelo. 17 Los ancianos de su casa intentaron levantarlo del suelo, pero él no quiso y tampoco aceptó comer nada con ellos. 18 Al séptimo día murió el niño y los servidores de David temían darle la noticia de su muerte, pues se decían:

— Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo vamos a decirle ahora que ha muerto el niño? ¡Cometerá alguna locura!

19 David se dio cuenta de que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió que el niño había muerto. David preguntó a sus servidores:

— ¿Ha muerto el niño?

Ellos respondieron:

— Sí, ha muerto.

20 Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó, se cambió de ropa y fue a la casa del Señor para adorarlo. Luego volvió a su casa, pidió que le prepararan de comer y comió. 21 Sus servidores le preguntaron:

— ¿Por qué actúas así? Mientras el niño estaba vivo, ayunabas y llorabas por él; y ahora que ha muerto, te levantas y te pones a comer.

22 Pero David les contestó:

— Mientras el niño estaba vivo, yo ayunaba y lloraba por él, pensando que el Señor podría apiadarse de mí y dejaría vivir al niño. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué voy a seguir ayunando? ¿Acaso podría recuperarlo? ¡Soy yo el que irá junto a él, pero él no volverá junto a mí!

24 Luego David consoló a su mujer Betsabé, fue a verla y se acostó con ella. Tuvo un hijo y David le puso de nombre Salomón. El Señor lo amó 25 y envió al profeta Natán, que le puso de sobrenombre Jedidías, en honor del Señor.

La conquista de Rabá (1 Cr 20,1-3)

26 Joab atacó Rabá, la capital amonita, y se apoderó de la ciudad real. 27 Entonces envió mensajeros para decirle a David:

— He atacado Rabá y me he apoderado de la ciudadela de las aguas. 28 Moviliza, pues, al resto del ejército y ven a asediar la ciudad para conquistarla. Pues, si la conquisto yo, le pondrán mi nombre.

29 David movilizó a todo el ejército, marchó hacia Rabá, la atacó y la conquistó. 30 Se apoderó de la corona real, la corona que pesaba treinta y tres kilos de oro, y de una piedra preciosa, que David puso sobre su cabeza, y sacó de la ciudad un inmenso botín. 31 Sacó también a la gente que había en la ciudad y la puso a trabajar con sierras, picos y hachas o a fabricar ladrillos. Y lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas. Después David regresó con todo el ejército a Jerusalén.

2 Corintios 5

Sabemos, además, que aunque se desmorone esta tienda corporal que nos sirve de morada terrestre, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas. Y suspiramos anhelando ser sobrevestidos de esa nuestra morada celestial, dando por supuesto que seremos revestidos y no despojados de ella. En verdad, a los que vivimos en esta morada corporal nos abruma la aflicción, pues no queremos quedar desnudos, sino ser sobrevestidos de modo que lo mortal sea absorbido por la vida. A eso precisamente nos ha destinado Dios, y como garantía nos ha dado el Espíritu.

Así que en todo momento estamos llenos de confianza sabiendo que, mientras el cuerpo sea nuestra morada, nos hallamos lejos del Señor y caminamos guiados por la fe y no por lo que vemos. Rebosamos confianza, a pesar de todo, y preferiríamos abandonar el cuerpo para ir a vivir junto al Señor. Por eso, tanto si vivimos en este cuerpo como si lo abandonamos, lo que deseamos es agradar al Señor. 10 Porque todos nosotros tenemos que presentarnos ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba el premio o el castigo que le corresponda por lo que hizo durante su vida mortal.

Nuevas criaturas en Cristo Jesús

11 Conscientes del respeto que merece el Señor, nos esforzamos en convencer a los demás, pues lo mismo que nuestra vida no tiene secretos para Dios, espero que tampoco los tenga para vosotros. 12 Y no es que otra vez nos estemos haciendo la propaganda ante vosotros; tan sólo queremos brindaros la ocasión de que estéis orgullosos de nosotros y así podáis responder a quienes presumen de apariencias y no de realidades. 13 Porque si dimos la impresión de excedernos, por Dios lo hicimos; y si ahora parecemos más serenos, por vosotros lo hacemos. 14 En todo caso, es el amor de Cristo el que nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, todos en cierto modo han muerto. 15 Cristo, en efecto, murió por todos, para que quienes viven, ya no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16 Así que en adelante a nadie valoramos con criterios humanos. Y si en algún tiempo valoramos a Cristo con esos criterios, ahora ya no. 17 Quien vive en Cristo es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y una nueva realidad está presente.

Portadores de paz

18 Todo se lo debemos a Dios que nos ha puesto en paz con él por medio de Cristo y nos ha confiado la tarea de llevar esa paz a los demás. 19 Porque sin tomar en cuenta los pecados de la humanidad, Dios hizo la paz con el mundo por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de paz. 20 Somos, pues, embajadores de Cristo y es como si Dios mismo os exhortara sirviéndose de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que hagáis las paces con Dios. 21 Al que no tuvo experiencia de pecado, Dios lo trató por nosotros como al propio pecado, para que, por medio de él, experimentemos nosotros la fuerza salvadora de Dios.

Ezequiel 19

Dos elegías sobre la caída de la nación

19 Entona una elegía sobre los príncipes de Israel. Di lo siguiente:

¿No era tu madre una leona
que vivía con otros leones,
tumbada en medio de leoncillos,
que sacó adelante a sus cachorros?
Uno de sus cachorros creció,
convirtiéndose en un joven león;
aprendió a desgarrar presas,
aprendió a devorar personas.
Las naciones tuvieron noticias de él,
quedó atrapado en su fosa
y lo llevaron entre garfios a Egipto.
Al ver ella que era inútil esperarlo,
que se había esfumado su esperanza,
se dedicó a otro de sus cachorros
y lo convirtió también en un joven león.
Andaba con otros leones,
convertido ya en joven león.
Aprendió a desgarrar presas,
aprendió a devorar personas.
Arruinó sus palacios,
devastó sus ciudades;
la tierra y sus habitantes
se aterraban con su rugido.
Le pusieron cerco las naciones,
las provincias de los alrededores;
entonces le tendieron sus redes
y quedó atrapado en su fosa.
Después lo encerraron entre barrotes,
lo llevaron al rey de Babilonia
y lo metieron en un calabozo,
para que ya no se oyese su rugido
allá por los montes de Israel.
10 Tu madre parecía una vid
plantada a la vera del agua;
era fecunda y frondosa
gracias al agua abundante.
11 Echó sarmientos vigorosos,
que valían para cetros reales.
Su talla sobresalía entre los arbustos;
se podía distinguir por su altura,
por la gran abundancia de ramas.
12 Pero fue arrancada con violencia
y arrojada después por tierra;
el viento del este la secó,
fueron arrancados sus sarmientos;
se secó su rama vigorosa,
acabó devorada por el fuego.
13 Ahora está plantada en la estepa,
en medio de un erial sediento.
14 Salió fuego de su rama,
devoró sus sarmientos y su fruto.
Ya no le quedan ramas vigorosas
que puedan ser cetros reales.
Se trata de una elegía, y como elegía ha de cantarse.

Salmos 64-65

Salmo 64 (63)

Dios, escucha mi clamor

64 Al maestro del coro. Salmo de David.
Escucha, oh Dios, mi amargo clamor,
guarda mi vida del terror del enemigo;
protégeme de la conjura de los malvados,
de la conspiración de los malhechores.
Ellos afilan su lengua como espada,
lanzan como flechas palabras envenenadas;
disparan a escondidas contra el inocente,
le disparan por sorpresa sin temer nada.
Entre ellos se animan a hacer el mal,
hablan de tender trampas ocultas
diciendo: “¿Quién se dará cuenta?”.
Andan maquinando crímenes:
“Llevemos a cabo nuestro plan,
que el interior del ser humano
y su corazón son insondables”.
Pero Dios les lanza una flecha
y caen heridos de repente;
su lengua se vuelve contra ellos,
cuantos los ven agitan la cabeza.
10 Todos, entonces, sienten miedo
y pregonan la obra de Dios,
comprendiendo su proceder.
11 Que el justo se alegre en el Señor,
que en él ponga su confianza,
que se enorgullezcan los rectos.

Salmo 65 (64)

Tú colmas la tierra de bienes

65 Al maestro del coro. Salmo de David. Cántico.
Tú mereces la alabanza,
oh Dios que estás en Sión,
mereces que se te cumplan las promesas,
pues tú escuchas las oraciones
y todos los humanos acuden a ti.
Las culpas nos tienen abrumados,
pero tú perdonas nuestros pecados.
Felices a quienes escoges y llevas
a que habiten en tus atrios.
Nos saciaremos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu Templo.
Tu justicia salvadora
nos responde con prodigios,
oh Dios, salvador nuestro,
esperanza del confín del mundo
y de los mares más remotos.
Con su fuerza afianza los montes
revestido todo él de poder;
calma el fragor de los mares,
serena el fragor de sus olas
y el estruendo de los pueblos.
Cuantos viven en el confín del mundo
te veneran por tus prodigios,
tú alegras a oriente y occidente.
10 Cuidas la tierra y la riegas,
la colmas de bienes sin fin;
la acequia de Dios rebosa de agua,
pones a punto la tierra para el grano:
11 inundas los surcos, deshaces los terrones,
con lluvia la ablandas, bendices su semilla.
12 Tú coronas el año con tus bienes,
y tus decisiones son fuente de abundancia.
13 Los pastos del desierto rezuman,
tú ciñes de alegría los montes,
14 los prados se revisten de rebaños
y los valles se cubren de grano
y cantan gritando de alegría.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España