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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
2 Samuel 8-9

Victorias y expansión de David (1 Cr 18,1-17)

Después de esto, David derrotó a los filisteos, los sometió y les arrebató Gat y sus dominios. También derrotó a Moab; los tumbó en el suelo y los midió a cordel: por cada dos condenados a muerte, dejaba a uno con vida. Moab quedó sometido a David como vasallo tributario. Más tarde derrotó a Adadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando iba a restablecer su dominio en el río Éufrates. David capturó mil setecientos soldados de caballería, veinte mil de infantería, y quebró las patas de todos los caballos de tiro, dejando sólo cien carros. Los arameos de Damasco acudieron a socorrer a Adadézer, rey de Sobá, pero David mató a veinte mil de sus hombres. Luego David puso gobernadores sobre los arameos de Damasco, que le quedaron sometidos como vasallos tributarios. Y el Señor hacía triunfar a David en todas sus campañas.

David se apoderó de los escudos de oro que llevaban los oficiales de Adadézer y los llevó a Jerusalén. El rey David se incautó igualmente de una gran cantidad de bronce que había en Tébaj y Berotay, ciudades de Adadézer.

Cuando Toy, el rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado a todo el ejército de Adadézer, 10 envió a su hijo Jorán con objetos de oro, plata y bronce, para saludar y felicitar al rey David por su victoria en la guerra contra Adadézer, pues era enemigo de Toy. 11 El rey David consagró los objetos al Señor, como había hecho con la plata y el oro provenientes de las naciones sometidas: 12 Edom, Moab, los amonitas y los filisteos, Amalec y el botín de Adadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá.

13 David se hizo famoso cuando regresó de derrotar a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal. 14 Luego puso gobernadores en todo Edom y los edomitas quedaron sometidos a David. Y el Señor hacía triunfar a David en todas sus campañas.

Organización de la corte

15 David reinó sobre Israel, administrando el derecho y la justicia para todo su pueblo. 16 Joab, hijo de Seruyá, era el jefe del ejército; Josafat, hijo de Ajilud, era el heraldo; 17 Sadoc, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de Ajimélec, eran los sacerdotes; Seraías era el secretario; 18 Banaías, hijo de Joyadá, era el jefe de los quereteos y peleteos y los hijos de David eran sacerdotes.

V.— LA SUCESIÓN DE DAVID (9—20)

David y Mefibóset (9,1-13)

Cierto día David preguntó:

— ¿Queda algún superviviente de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer en memoria de Jonatán?

Había un criado de la familia de Saúl, llamado Sibá, al que hicieron venir ante David. El rey le preguntó:

— ¿Eres tú Sibá?

Y él respondió:

— Soy tu servidor.

El rey le dijo:

— ¿Queda alguien de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer como Dios manda?

Sibá respondió al rey:

— Aún queda un hijo de Jonatán, cojo de ambos pies.

El rey le preguntó:

— ¿Dónde está?

Y Sibá respondió al rey:

— En Lodebar, en casa de Maquir, el hijo de Amiel.

El rey mandó que lo trajeran de allí. Cuando Mefibóset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl, llegó ante David, inclinó la cabeza e hizo una reverencia. David le preguntó:

— ¿Eres Mefibóset?

Él contestó:

— Aquí está tu servidor.

David le dijo:

— No temas, porque estoy dispuesto a favorecerte en memoria de tu padre, Jonatán. Te devolveré todas las tierras de tu abuelo Saúl y además comerás siempre a mi mesa.

Él hizo una reverencia y dijo:

— ¿Quién es tu servidor, para que te fijes en un perro muerto como yo?

El rey llamó a Sibá, el criado de Saúl, y le dijo:

— Todas las posesiones de Saúl y su familia se las he entregado al hijo de tu amo. 10 Tú, tus hijos y tus siervos le cultivaréis las tierras y le entregarás las cosechas para el mantenimiento de la familia de tu amo. Pero Mefibóset, el hijo de tu amo, comerá siempre a mi mesa.

Sibá, que tenía quince hijos y veinte esclavos, 11 contestó al rey:

— Tu servidor hará todo lo que el rey le ha mandado.

Mefibóset comía a la mesa del rey, como uno de sus hijos. 12 Tenía un hijo pequeño, llamado Micá. Todos los moradores de la casa de Sibá estaban al servicio de Mefibóset. 13 Pero él vivía en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey y, además, estaba cojo de ambos pies.

2 Corintios 2

Decidí, pues, no causaros de nuevo tristeza con mi visita. Porque si yo os entristezco ¿quién podrá alegrarme a mí? ¡Tendría que ser el mismo a quien yo causé tristeza! Por eso precisamente os escribí como lo hice; para que cuando vaya a visitaros, no me causen tristeza los que deben ser fuente de gozo para mí. Tanto más cuanto que estoy convencido, en lo que a vosotros respecta, que mi alegría es también la vuestra. Os escribí, en efecto, bajo el peso de una inmensa congoja, con el corazón lleno de angustia y anegado en lágrimas. Pero no era mi intención entristeceros; sólo quería haceros caer en la cuenta de que mi amor por vosotros no tiene límites.

Perdón para el ofensor

Y si alguno ha sido causa de tristeza, lo ha sido no sólo para mí, sino —en parte, al menos, para no exagerar— también para todos vosotros. La mayoría de vosotros ya le ha impuesto un castigo que considero suficiente. Lo que ahora procede es que le perdonéis y lo animéis no sea que el exceso de tristeza lo empuje a la desesperación. Por eso, os recomiendo que le deis pruebas de amor. Precisamente os escribí para comprobar si estabais dispuestos a obedecerme sin reservas. 10 A quien vosotros perdonasteis, también yo le perdono; en realidad, lo que yo he perdonado —si algo he tenido que perdonar— lo he hecho por vosotros, y el mismo Cristo es testigo. 11 Hay que evitar que Satanás saque partido de esto, conociendo como conocemos sus ardides.

Breve estancia en Troas

12 Me dirigí, pues, a Troas para anunciar el mensaje de Cristo y, aunque se me ofrecía allí una magnífica oportunidad de trabajar por el Señor, 13 mi corazón estaba sobre ascuas al no encontrar allí a Tito, mi hermano. Así que me despedí de ellos y salí para Macedonia.

II.— EL MINISTERIO APOSTÓLICO (2,14—7,16)

Acción de gracias

14 Gracias sean dadas a Dios que en todo momento nos asocia al cortejo triunfal de Cristo y que, valiéndose de nosotros, esparce por todas partes como suave aroma su conocimiento. 15 Porque tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden, somos como buen olor que Cristo ofrece a Dios: 16 para los que se pierden, aroma que lleva inexorablemente a la muerte; para los que se salvan, fragancia que conduce a la vida.

Ministros de la nueva alianza

Y ¿quién estará a la altura de tan gran responsabilidad? 17 Porque no somos como tantos otros que trafican con la palabra de Dios. Al contrario, en la presencia de Dios y unidos a Cristo decimos con sinceridad lo que Dios nos inspira.

Ezequiel 16

Alegoría de un amor infiel

16 El Señor me dirigió la palabra:

— Hijo de hombre, da a conocer a Jerusalén sus infidelidades. Dirás: Esto dice el Señor Dios a Jerusalén: Por tu origen y tus antepasados, eres del país de los cananeos. Tu padre era amorreo y tu madre hitita. El día de tu nacimiento no te cortaron el cordón umbilical, no fuiste lavada, no fuiste frotada con sal ni envuelta en pañales. Nadie se compadeció de ti ni, movido por la piedad, te hizo nada de eso, sino que fuiste arrojada en el campo el día de tu nacimiento, pues dabas asco. Pero pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre; entonces te dije: Vive y desarróllate como los brotes del campo. Efectivamente, te desarrollaste, creciste y te llegó el tiempo de la menstruación. Tus pechos se afianzaron y te brotó el vello púbico, pero seguías desnuda del todo. Pasé junto a ti y, al verte, me di cuenta que te había llegado el tiempo del amor. Extendí entonces mi manto y cubrí tu desnudez, e hice alianza contigo bajo juramento —oráculo del Señor Dios—. Así fuiste mía. Te lavé, te limpié la sangre que llevabas encima y te perfumé. 10 Después te vestí con ropa recamada, te puse sandalias de cuero fino, un ceñidor de lino y un manto de seda. 11 Te cubrí de joyas, te puse pulseras en las muñecas y una gargantilla en el cuello. 12 Te puse un arete en la nariz y pendientes en las orejas, y una espléndida corona en la cabeza. 13 Ibas enjoyada de oro y plata, vestida de lino, seda y ropa recamada; te alimentabas de flor de harina, miel y aceite. Te hiciste sumamente hermosa, digna de ser una reina. 14 Tu fama se extendió por otros países, pues era perfecta tu hermosura, el esplendor con que yo te había dotado —oráculo del Señor Dios—.

15 Pero, pagada de tu belleza y aprovechando tu fama, te prostituiste y prodigaste tus encantos de prostituta con todo el que pasaba, quienquiera que fuese. 16 Tomaste algunos de tus vestidos y te hiciste tiendas de colores para instalarlas en los santuarios de los altos, y te prostituiste en ellas. 17 Tomaste los adornos que te hermoseaban, hechos con el oro y la plata que yo te había regalado, y te fabricaste ídolos para prostituirte con ellos. 18 Los cubriste con tus vestidos recamados y les ofreciste el aceite y el incienso que yo te había dado. 19 También les ofreciste, como ofrenda aromática, el pan que yo te había dado y la flor de harina, el aceite y la miel con que yo te había alimentado —oráculo del Señor Dios—. 20 Tomaste a tus hijos e hijas, que me habías dado a luz, y se los ofreciste en sacrificio como alimento. Y como te parecía poco tu conducta de prostituta, 21 degollaste a mis hijos y se los ofreciste para que fueran pasados por el fuego. 22 Con todas tus abominaciones y prostituciones no te acordaste de cuando eras una niña y estabas desnuda del todo, de cuando te revolcabas en tu sangre.

23 Y aparte de todas estas infamias ¡ay de ti! —oráculo del Señor Dios—, 24 te construiste un prostíbulo y en todas las plazas te hiciste una plataforma. 25 Erigiste tu plataforma en los cruces de todos los caminos, deshonrando tu hermosura, y te abrías de piernas a todo el que pasaba, agravando así tu conducta de prostituta. 26 Te prostituiste con los egipcios, esos vecinos tuyos de enormes genitales, y agravaste tu conducta de prostituta con ánimo de provocarme. 27 Entonces extendí mi mano contra ti, reduje tu ración y te puse a merced de tus enemigas las filisteas, que se avergonzaron de tu conducta inmoral. 28 Te prostituiste con los asirios, pues por lo visto no habías tenido suficiente, y aun así no te hartaste. 29 Agravaste tu conducta de prostituta en tierra de comerciantes, en Caldea; y ni aun así te hartaste.

30 ¡Qué enfebrecido tiene que estar tu corazón —oráculo del Señor Dios— para hacer todas estas cosas, acciones propias de una prostituta empecinada, 31 para construir tu prostíbulo en los cruces de todos los caminos y para erigir tu plataforma en todas las plazas! Pero no fuiste como la prostituta profesional, pues despreciabas tu paga. 32 La esposa adúltera, que prescinde de su marido, acepta regalos; 33 a todas las prostitutas se les paga lo convenido. Tú, en cambio, hacías regalos a todos tus amantes y los atraías con mercedes para que vinieran de los alrededores a fornicar contigo. 34 Te ha ocurrido lo contrario que a las demás mujeres pues, como nadie ha ido tras de ti solicitándote, has sido tú la que ha pagado en lugar de recibir lo convenido. ¡Justo al revés!

35 Por tanto, prostituta, escucha la palabra del Señor. 36 Esto dice el Señor Dios: Por haber puesto al descubierto tu sexo y haber enseñado tu desnudez al fornicar con tus amantes (esos ídolos abominables a los que ofreciste la sangre de tus hijos), 37 pienso reunir a todos los amantes que complaciste, a los que amabas y a los que odiabas. Te los reuniré de los alrededores y descubriré tu desnudez ante ellos para que contemplen tus vergüenzas. 38 Te aplicaré el castigo de las adúlteras y de las homicidas, descargaré sobre ti el furor que me provocan los celos. 39 Te entregaré en sus manos, abatirán tu prostíbulo, demolerán tus plataformas, rasgarán tus vestidos, te quitarán las joyas y te dejarán desnuda del todo. 40 Te atacarán en tropel, te apedrearán y te atravesarán con sus espadas. 41 Prenderán fuego a tus casas y te aplicarán la sentencia en presencia de numerosas mujeres; pondré fin a tus prostituciones y no volverás a dar regalos a tus amantes. 42 Una vez que descargue en ti mi cólera, se acabarán los celos que siento por ti, me sosegaré y no volveré a irritarme. 43 Por no haberte acordado de cuando eras joven y por haberme irritado con todas esas cosas, te haré responsable de tu conducta —oráculo del Señor Dios—. Porque, además de todas tus abominaciones, ¿acaso no has cometido infamia?

44 Verás cómo los que inventan refranes te sacarán el siguiente: “De tal madre tal hija”. 45 Eres hija de tu madre, que aborreció a su marido y a sus hijos; y hermana de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre era hitita y vuestro padre, amorreo. 46 Tu hermana mayor es Samaría que, con sus ciudades, está situada a tu izquierda; tu hermana menor es Sodoma que, con sus ciudades, está situada a tu derecha. 47 ¿No te has portado igual de mal que ellas y has cometido sus mismas abominaciones? ¿Incluso no las has superado con toda tu conducta corrompida? 48 Lo juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que tu hermana Sodoma y sus ciudades no se han portado tan mal como tú y tus ciudades. 49 Este fue el pecado de tu hermana Sodoma y de sus ciudades: orgullo, hartura de pan y despreocupación; fue incapaz de echar una mano al pobre y al indigente. 50 Se enorgullecieron y cometieron abominaciones en mi presencia; por eso las hice desaparecer, como has podido ver. 51 Respecto a Samaría, no ha cometido ni la mitad de los pecados que tú; tus abominaciones son más numerosas que las suyas, de tal modo que has dejado en buen lugar a tus hermanas con todas las abominaciones que has perpetrado. 52 Así pues, carga con tu afrenta por haber inclinado la balanza a favor de tus hermanas; con tus abominables pecados las has dejado en buen lugar. Así pues, avergüénzate y carga con tu afrenta, por haber dejado en buen lugar a tus hermanas.

53 Pero cambiaré la suerte de Sodoma y sus ciudades y la suerte de Samaría y sus ciudades, y la tuya junto con la de ellas, 54 de este modo tendrás que soportar tu afrenta y avergonzarte de todo lo que has hecho, convirtiéndote así en un consuelo para ellas. 55 Tu hermana Sodoma y sus ciudades volverán a su situación anterior; tu hermana Samaría y sus ciudades volverán a su situación anterior; y también tú y tus ciudades volveréis a vuestra situación anterior. 56 ¿No hiciste de tu hermana Sodoma objeto de tus comentarios hirientes en tu época arrogante, 57 antes de que quedase al descubierto tu desnudez? Pues del mismo modo resuena ahora a tu alrededor el insulto de las ciudades edomitas, de sus circunvecinas y de las ciudades filisteas, que te desprecian. 58 Ahora tendrás que cargar con tu inmoralidad y tus abominaciones —oráculo del Señor—.

59 Pues esto dice el Señor Dios: Debería hacer contigo lo mismo que tú hiciste, cuando despreciaste el juramento y rompiste la alianza. 60 Pero yo me acordaré de la alianza que sellé contigo cuando eras joven y estableceré contigo una alianza eterna. 61 Por tu parte, recordarás tu conducta y te avergonzarás cuando yo tome a tus hermanas, mayores y menores, y te las dé como hijas, aunque no como partícipes de tu alianza. 62 Estableceré mi alianza contigo y tendrás que reconocer que yo soy el Señor, 63 de modo que, al acordarte del pasado, te avergüences y, avergonzada, no vuelvas a abrir la boca, pues voy a perdonarte todo lo que has hecho —oráculo del Señor Dios—.

Salmos 58-59

Salmo 58 (57)

Hay un Dios que imparte justicia

58 Al maestro del coro. Según “No destruyas”. Poema de David.
Jueces, ¿en verdad proclamáis la justicia
y juzgáis a las personas con rectitud?
No; en vuestro interior tramáis el mal
y propagáis la violencia en esta tierra.
Los malvados desde que nacen están perdidos,
los falsos desde su nacimiento se extravían.
Es su veneno como el veneno de la serpiente,
son como víbora sorda que tapa sus oídos
para no oír la voz de los encantadores,
ni la del hechicero experto en hechizos.
Oh Dios, rompe los dientes de su boca,
destroza, Señor, las fauces de estos leones.
Que se evaporen como agua que se diluye,
que disparen flechas que no puedan clavarse;
que sean cual babosa que al andar se deshace,
como aborto de mujer que no pudo ver el sol;
10 que antes que vuestras ollas noten el fuego
vivo y crepitante, lo apague un vendaval.
11 Se alegrará el justo cuando vea la venganza
y bañará sus pies en la sangre del malvado.
12 Y todos dirán: “El justo tiene su premio,
hay un Dios que imparte justicia en la tierra”.

Salmo 59 (58)

Dios mío, líbrame de mis enemigos

59 Al maestro del coro. Según “No destruyas”. Poema de David. Cuando Saúl envió a vigilar su casa para matarlo.

Dios mío, líbrame de mis enemigos,
protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores,
sálvame de los sanguinarios
que están acechando mi vida.
Me atacan, Señor, los poderosos
sin que yo haya cometido falta ni pecado;
corren y se preparan contra mí
sin que yo tenga culpa alguna.
¡Despierta, sal a mi encuentro, mírame!
Tú, Señor, Dios del universo, Dios de Israel,
decídete a castigar a las naciones,
no te apiades de ningún traidor. [ Pausa]
Al atardecer regresan,
aúllan como perros,
rondan por la ciudad.
Mira, ladran con sus bocas,
hay espadas en sus labios:
“¿Quién puede oírnos?”.
Pero tú, Señor, te ríes de ellos,
te burlas de todas las naciones.
10 Fuerza mía, en ti espero
porque tú eres, oh Dios, mi refugio.
11 El Dios de bondad me acogerá,
Dios hará que vea a mis rivales derrotados.
12 No los mates, no sea que mi pueblo los olvide;
dispérsalos con tu poder y humíllalos,
tú, mi Señor, que eres nuestro escudo.
13 Es pecadora su boca cuando hablan;
que sean presos de su propia soberbia,
de las maldiciones y mentiras que lanzan.
14 Destrúyelos con tu ira; que no quede ninguno
para que sepan que Dios domina en Jacob,
hasta los confines de la tierra. [ Pausa]
15 Al atardecer regresan,
aúllan como perros,
rondan por la ciudad.
16 Vagabundean buscando comida,
gruñen si no quedan saciados.
17 Pero yo cantaré tu poder,
al alba aclamaré tu amor,
porque tú eres mi refugio,
mi fortaleza en la angustia.
18 Fuerza mía, a ti te canto,
porque Dios es mi refugio,
él es el Dios que me ama.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España