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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Jueces 4

Débora y Barac derrotan a Sísara

Después de la muerte de Eúd, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová.

Y Jehová los dejó a merced de Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor. El jefe de su ejército era Sísara, el cual habitaba en Haroset-goim.

Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque aquél tenía novecientos carros herrados, y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años.

Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;

la cual habitaba debajo de una palmera, entre Ramá y Betel, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.

Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón;

y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?

Barac le respondió: Si tú vienes conmigo, yo iré; pero si no vienes conmigo, no iré.

Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer entregará Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.

10 Y juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando; y Débora subió con él.

11 Y Héber ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.

12 Vinieron, pues, a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor.

13 Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón.

14 Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque éste es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.

15 Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie.

16 Mas Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.

Muerte de Sísara

17 Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Héber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Héber cineo.

18 Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.

19 Y él le dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir.

20 Y él le dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viene, y te pregunta, diciendo: ¿Hay aquí alguno?, tú responderás que no.

21 Pero Jael mujer de Héber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño, y cansado; y así murió.

22 Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.

23 Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.

24 Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.

Hechos 8

Saulo persigue a la iglesia

Saulo estaba de acuerdo con ellos en su muerte. En aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, excepto los apóstoles.

Y unos hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran duelo por él.

Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.

Predicación de Felipe en Samaria

Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando las Buenas Nuevas de la palabra.

Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.

Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;

así que había gran gozo en aquella ciudad.

Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y tenía atónita a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algo grande.

10 A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Éste es el Gran Poder de Dios.

11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había tenido atónitos por bastante tiempo.

12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

13 También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, perseveraba junto a Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.

14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan;

15 los cuales descendieron y oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo;

16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.

17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.

18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,

19 diciendo: Dadme también a mí esta potestad, para que cualquiera a quien yo imponga las manos, reciba el Espíritu Santo.

20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero vaya contigo a la perdición, porque has supuesto que el don de Dios se obtiene con dinero.

21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.

22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón;

23 porque veo que estás en hiel de amargura y en ataduras de maldad.

24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que no me sobrevenga nada de esto que habéis dicho.

25 Y ellos, habiendo testificado solemnemente y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y anunciaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos.

Felipe y el etíope

26 Pero un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza. Es un desierto.

27 Él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, alto funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,

28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.

29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.

30 Cuando Felipe se acercó corriendo, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?

31 Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me guía? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.

32 El pasaje de la Escritura que leía era éste:

Como oveja fue llevado al matadero;
Y como cordero sin voz delante del que lo trasquila,
Así no abrió su boca.
33 En su humillación no se le hizo justicia;
Mas su generación ¿quién la describirá?
Porque su vida es quitada de la tierra.

34 Tomando la palabra el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?

35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?

37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.

39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, pues siguió gozoso su camino.

40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.

Jeremías 17

Idolatría: pecado de Judá

17 El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro y con punta de diamante; está esculpido en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares,

mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Aserá, que están junto a los árboles frondosos, en los collados altos.

¡Oh, mi monte en el campo! Toda tu sustancia y todos tus tesoros entregaré al pillaje y tus lugares altos, por tu pecado, en todo tu territorio.

Y tendrás que deshacerte de la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque habéis encendido en mi furor un fuego, que para siempre arderá.

Así dice Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.

Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra salitrosa y deshabitada.

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.

Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, y que junto a la corriente echa sus raíces, y no teme la venida del calor, sino que su follaje estará frondoso; y en el año de sequía no se inquietará, ni dejará de dar fruto.

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién podrá conocerlo?

10 Yo, Jehová, escudriño el corazón y pruebo los riñones, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.

11 Como la perdiz que incuba lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y al final resultará un insensato.

12 Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario.

13 ¡Oh Jehová, esperanza de Israel!, todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de ti serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

14 Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.

15 He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla ahora!

16 En cuanto a mí, no he ido en pos de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue manifiesto en tu presencia.

17 No me seas tú por ruina, pues mi refugio eres tú en el día malo.

18 Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; desmayen ellos, y yo no desmaye; trae sobre ellos el día aciago, y quebrántalos con doble quebrantamiento.

Observancia del día de reposo

19 Así me ha dicho Jehová: Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y asimismo en todas las puertas de Jerusalén,

20 y diles: Oíd la palabra de Jehová, reyes de Judá, y todo Judá y todos los moradores de Jerusalén que entráis por estas puertas.

21 Así dice Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de sábado, y de meterla por las puertas de Jerusalén.

22 Ni saquéis carga de vuestras casas en el día de sábado, ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo, como mandé a vuestros padres.

23 Pero ellos no atendieron, ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir corrección.

24 No obstante, si vosotros me obedecéis, dice Jehová, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día de sábado, sino que santificáis el día de reposo, no haciendo en él ningún trabajo,

25 entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los varones de Judá y los moradores de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre.

26 Y vendrán de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de tierra de Benjamín, de la Sefelá, de los montes y del Négueb, trayendo holocaustos y sacrificios, y ofrendas e incienso, y trayendo sacrificios de alabanza a la casa de Jehová.

27 Pero si no me escucháis en cuanto a santificar el día de sábado, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de sábado, yo prenderé fuego a sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.

Marcos 3

El hombre de la mano seca

Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.

Y le acechaban para ver si le sanaría en sábado, a fin de poder acusarle.

Entonces le dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio.

Y les dijo: ¿Es lícito en sábado hacer bien, o hacer mal; salvar una vida, o matar? Pero ellos callaban.

Y después de echarles una mirada alrededor con ira, entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le quedó restablecida.

Y los fariseos comenzaron en seguida a tramar con los herodianos contra él para ver cómo destruirle.

La multitud a la orilla del mar

Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. También de Judea,

de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, una gran multitud, enterada de todo cuanto Jesús estaba haciendo, acudió a él.

Y les dijo a sus discípulos que le tuviesen lista una barca, a causa del gentío, para que no le estrujaran.

10 Porque había sanado a muchos; hasta el punto de que cuantos padecían dolencias, se le echaban encima para tocarle.

11 Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de él y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

12 Mas él les advertía seriamente que no manifestasen quién era.

Elección de los doce apóstoles

13 Subió al monte, y llamó junto a sí a los que él quiso; y vinieron a él.

14 Y designó a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,

15 y que tuviesen autoridad [para sanar enfermedades y][a] para expulsar demonios.

16 Designó a los doce y puso a Simón por sobrenombre Pedro;

17 a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a Juan el hermano de Jacobo, a quienes puso por sobrenombre Boanerges, es decir, Hijos del trueno;

18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo el de Alfeo, Tadeo, Simón el cananita,

19 y Judas Iscariote, el mismo que le traicionó.

La blasfemia contra el Espíritu Santo

20 Luego entró en una casa. Y se aglomeró de nuevo la multitud, hasta el punto de que no podían ni probar bocado.

21 Cuando se enteraron sus parientes, salieron para hacerse cargo de él; porque decían: Está fuera de sí.

22 Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Está poseído por Beelzebú, y: En nombre del príncipe de los demonios es como expulsa éste los demonios.

23 Él les llamó junto a sí y les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede seguir en pie.

25 Y si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá mantenerse en pie.

26 Y si Satanás se ha levantado contra sí mismo, y se ha dividido, no puede mantenerse en pie, sino que ha llegado su fin.

27 Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre forzudo y saquear sus bienes, si primero no ata al forzudo, y entonces podrá saquear su casa.

28 En verdad os digo que todo será perdonado a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, cualesquiera que sean;

29 pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de un pecado eterno.

30 Porque decían: Tiene un espíritu inmundo.

La madre y los hermanos de Jesús

31 En esto, llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.

32 Había una multitud sentada alrededor de él, y le dijeron: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.

33 Él les respondió diciendo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro a su alrededor, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos.

35 Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana, y mi madre.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.